La selección vinotinto llegó por primera vez a las semifinales de la Copa América y fue eliminado por penales sin perder un sólo partido. Dejó una grata impresión en la comunidad futbolera suramericana y reivindica un trato igualitario de la Conmebol.
Por Angel Rodríguez-Valdes
Muchos se han preguntado por qué el técnico de la Selección de Venezuela, César Farías, pide respeto con tanta vehemencia después de cada partido de la Copa América. En algunos paneles de la televisión argentina y Sudamérica llegaron a decir que había algo de exageración en el discurso.
Ese respeto que pide Farías para el fútbol venezolano no se refiere sólo a la consideración, a la aceptación de que el fútbol de Venezuela ya compite de tú a tú con el resto de del sur del continente. Va mucho más allá.
Luego del partido de semifinales de Venezuela contra Paraguay el técnico Vinotinto dejó ver entre líneas a lo que se refería al pedir respeto. La mayoría afuera de Venezuela no lo entendió.
“No vamos a permitir que se nos siga quitando nada como pasaba antes. Vamos a pelear por lo que nos corresponde”, fueron, palabra más palabra menos, las declaraciones de Farías. Este mensaje fue directo contra la Conmebol y sus repetidas injusticias ante un país que hasta hace poco más de una década no tenía peso específico en el fútbol.
Venezuela fue hasta finales de los 90´s la cenicienta de Sudamérica y como tal fue tratada por sus hermanastras, léase la Conmebol y sus dirigentes. A Venezuela se le castigó y no se le permitió crecer futbolísticamente durante muchos años. Voy a dar unos pocos ejemplos.
Uno. Por milagros de la fortuna a Venezuela siempre le tocó en el grupo del país anfitrión de la Copa América y además siempre jugó el partido inaugural contra el local. Desde la Copa América de la era moderna, jugada en una solo sede, solamente dos veces no le tocó esa suerte a Venezuela; cuando fue sede en el 2007 y ahora en Argentina. El dudoso privilegio ha pasado ahora a Bolivia, la nueva cenicienta. Extraña magia del sorteo.
Otro. A Venezuela siempre se le negó la posibilidad de organizar una Copa América. Solo pudo hacerlo ya en el 2007 y gracias a una inversión multimillonaria que dejó sus buenos beneficios en la Concacaf, gracias a los petrodólares del chavismo.
Otra. En las eliminatorias del Mundial de Alemania, la Conmebol había establecido que cada país tenía que establecer sedes previas y luego no se podían cambiar. En el transcurso de la eliminatoria la regla se flexibilizó con todos los países, a los que se les permitieron cambios de última hora, menos a Venezuela.
Una de clubes. Hace pocos años el Caracas FC se jugaba el pase a los cuartos de final de la Libertadores contra River Plate. Ganaron los venezolanos en Buenos Aires y para la vuelta se les prohibió jugar en Caracas ni en ningún estadio de ciudades cercanas porque la grama estaba en malas condiciones. Ese mismo día en otra eliminatoria se jugo en un campo que tenía más tierra que pasto y Caracas tuvo que ir a Colombia a recibir a River, al que por cierto eliminó.
Otra más de Libertadores. Cuando la Conmebol comprendió que México podía ser una mina de oro para la Copa Libertadores quiso pasar por un periodo de prueba antes de lanzarse de lleno a la aceptación de México. Para eso sacrificó parcialmente los cupos de Venezuela. México le pago durante algunos años a Venezuela el derecho a disputarle sus cupos en la Libertadores. Conmebol no permitió que el cupo de cualquier otro país sudamericano fuese el que se ponía en riesgo.
A estos ejemplos concretos habría que agregar el subjetivo de los muchos arbitrajes que por una razón o por otra inclinaban siempre la cancha en contra de Venezuela, como si un equipo que ya tenía menos condiciones de por sí necesitara un empujón más para caer en el abismo.
A mi entender ese es el respeto que pide Farías con bronca, ahora que Venezuela ha demostrado lo que viene haciendo hace unos años y se codea con sus similares.
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