jueves, 26 de marzo de 2015

Maradona jugará el partido por la paz de Colombia en abril en Bogotá

Organizadores de la marcha por las víctimas del conflicto, que se realizará el 9 de abril en todo el país, preparan la iniciativa


La exsenadora Piedad Córdoba anunció que el "Partido por la paz de Colombia" se realizará el 10 de abril en Bogotá, con la participación de Diego Armando Maradona.

La iniciativa se enmarca en las movilizaciones del 9 de abril, día nacional de las víctimas, y se busca la participación de figuras del fútbol colombiano como Radamel Falcao García y James Rodríguez.

Maradona tiene prevista una visita a la capital con motivo del programa "De Zurda", de la cadena Telesur, que en su segunda temporada empezó a emitirse rotativamente por varias ciudades latinoamericanas.

El "partido por la paz" es una iniciativa que se viene gestando desde hace varios meses para respaldar los diálogos de La Habana entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC.

Durante el Mundial de Brasil, Maradona había manifestado su respaldo al evento y anunció su compromiso con la causa.

Las movilizaciones del 9 de abril son impulsadas por organizaciones como Marcha Patriótica y personalidades como el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro.

martes, 24 de marzo de 2015

“Cárcel a Videla y a los milicos asesinos”

Con este mensaje en la camiseta, Kurt Lutman festejó un gol en la reserva de Newell’s en el 2000. Un día especial, una historia diferente


Por Roberto Parrottino

Kurt Lutman se sentó el jueves a las siete de la tarde a una mesa instalada en una canchita auxiliar de Newell’s en el Parque Independencia. Entre los árboles, colgaba la bandera rojinegra del Departamento de Cultura. Mientras sonaba de fondo una música incidental de guitarra, presentó El agua y el pez, su libro de 19 relatos. De “Crónicas de un fútbol fantástico”, según el subtítulo. Entre los que lo escuchaban, sentados en las sillas plásticas, estaban Lucas Bernardi y Gabriel Heinze. Ex mediocampista de la Lepra, Godoy Cruz, Huracán de Corrientes, Campana de Carcarañá y Unión de Villa Eloísa, Kurt trabaja ahora en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros. Allí brinda un taller de recreación y juego. Como su nombre, que sale del personaje de una novela de la escritora española Corín Tellado, su vida es una historia romántica.

–¿Qué puntos de contacto hay entre fútbol y militancia?

–Son inseparables. Siento que los han ido acorralando y distanciando. Que el destino de nuestro lugar está atado a lo que hacemos. Hay infinidad de expresiones que han estado con un oído en la cancha y el otro afuera. El libro no sólo refleja militancia, sino que refleja “los otros fútbol”, que tienen que ver con ese que no sale en los medios grandes porque está ninguneado y silenciado y que está cargado de mística. Que no tiene que ver con el fútbol del que hablan los tontos de Niembro, que han hecho mucho daño porque son los que hablaban de fútbol durante el menemismo, los que creen que sólo importa ganar y que el fútbol es una billetera. En una de las 19 crónicas hablo de los ídolos de pueblo. Acá, en la Liga Cañadense, los pibitos no quieren ser como el Tata Martino o Maradona: quieren ser como el Chano Besso, que son gente que no la vas a conocer si no te acercás. Ellos son los reflejos. Eso me parece de verdad. Están ahí.

–¿Por qué empezaste a escribir?

-Gracias a El Eslabón, una cooperativa de prensa, de pibes que son unos leones. Son de distintos puntos de Rosario, de la carrera de Comunicación Social. Existe desde 1999. Ahí empiezo a repartir los periódicos como changa y, cada tanto, colaba una nota en la sección Deportes, que está conducida por dos periodistas impresionantes: Santiago Garat y Julio Rodríguez. Ellos me animaban a escribir cuando los repartía en la bici allá por los 2000, cuando había dejado de jugar y el país estaba en plena crisis.

–Jugaste el Mundial de Japón ‘93 con la Selección Sub 17. ¿Qué pasó con aquel chico que soñaba con ser un futbolista a esta persona que sos hoy?

-Un montón de cosas, pero fue importantísima la militancia en HIJOS. En 1999, antes de jugar en la Primera de Newell’s, empiezo. Tenía 23. milité tres años. Fue fundacional porque abrí una perspectiva personal. Dimensioné que había un montón de cosas por fuera del fútbol. Me hizo muy bien, porque cuando decidí retirarme tenía dónde saltar. El barco simultáneo de la militancia me llenaba. Entonces cuando tomé la decisión hinchado las pelotas con el fútbol caí ahí; llegó un momento que sentía que tenía que estar en la esquina con mis amigos, que disfrutaba más hacer el viaje para ir a ver a los Redondos a alguna provincia que concentrar y jugar un partido. Ahí fui a militar a los barrios y me encontré con la poesía. Eso ya era suficiente.

–¿Por qué en HIJOS?

–No tengo una historia directa. HIJOS Rosario es una regional que nunca le dio pelota a la filiación directa. Siempre se consideró que todos los pibes somos hijos de una historia y de una generación. En un punto, cada uno aportaba lo suyo y yo venía del palo del fútbol. Pude sumar los bombos. Nací el 11 de septiembre del 76, el año del golpe cívico-militar. Eso me estalló la cabeza. “Loco, cuando yo nací pasaban estas cosas”. Después leí La voluntad, de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, y me encontré con la militancia de los 70. La vieja Ana María Ferrari fue una mina que me marcó. Está en una de las crónicas, que se llama “Ella”.

–En ese marco decidiste festejar con la remera.

–Fue el 19 de marzo de 2000. Era la previa al 24. Ya andaba a los chispazos con el expresidente (Eduardo) López y me bajan a la reserva, y no porque andaba jugando mal. Si no que se solía hacer. Esto era medio particular. Había agitado un poco para entrar con una bandera y López lo pescó y no quería saber nada. Y me baja a reserva y tengo el culo histórico de hacerle dos goles a Belgrano. Y levanto la camiseta y me había escrito: “Cárcel a Videla y a todos los milicos asesinos”. Fue una reafirmación. Até mi pasión del fútbol con la de afuera. Era una forma de decir: “Yo soy todo esto”.

–¿Qué te había pasado antes, cuando jugabas en Godoy Cruz?

–Eso fue un cachetazo. En 1995. Caminaba por la Plaza Independencia de Mendoza y me crucé con una marcha. Veía nombres en blanco y negro en las fotos de los que me enteraría que eran los desaparecidos. Las consignas en las banderas. Los pañuelos blancos en las cabezas de las madres y abuelas. Se me partió la cabeza. Me acuerdo que me acerqué a preguntar qué pasaba, que me contaron amablemente, y me senté a un costado y no podía levantarme. No podía entender lo que había pasado. No tenía ni idea. Y eran otras marchas, con muy poca gente. Eso no era un documental. Estaba ahí, en vivo.

–¿Es cierto que te peleaste a piñas con un represor?

–En realidad fue un escrache que habíamos organizado con HIJOS en los Tribunales de Rosario por la causa del represor Eduardo “Tucu” Constanzo, torturador de Quinta de Funes. Teníamos preparados los huevos para tirárselos cuando saliera de declarar: y cuando nos acercamos, y vimos que no había vallas y estábamos cara a cara, uno de los hijos de Constanzo pensó que le íbamos a pegar y ahí se cruzó con el hijo del desaparecido Cabezón Toniolli. Intenté separarlos pero se armó un revoleo de piñas importante.

-¿Cuando jugaste en Huracán de Corrientes el preparador físico te acuchilló después de reclamar el pago de los sueldos para tus compañeros?

–Resultó que llegué de Rosario y comencé a cobrar al día. Venía de los manejos de López. Dije: “Esto es el paraíso”. Y después me enteré que nos pagaban a los que habíamos venido de afuera. A los pibes de Corrientes les debían seis meses. Entonces hablamos con los dirigentes para reclamar por el grupo y hasta amenazamos con no viajar a jugar contra Almirante Brown. Al club lo manejaba, como a toda la provincia, el gobernador Romero Feris. Estaba uno de los hijos. Y un día, en una práctica con 40 grados, el preparador físico, a quien lo mandaban para que nos bardeara, le dijo a un compañero, a Hernán Pedraza, que se pusiera la remera. Estábamos todos en cuero. Como se negó, sacó un facón de atrás del pantalón y lo amenazó. Salí corriendo para meterme, me tiró un cuchillazo y me cortó en la panza.

–¿Cómo vas a vivir este 24 de marzo?

–Aunque ya no milite orgánicamente hace tres años, y es bueno aclararlo porque aún me reconocen como el loco que milita, vamos a ir a copar el Monumento a la Bandera, como siempre. Ahora milito para mis hijos: Juan, de once, y Francisca, de nueve. Porque más allá de las causas abiertas, y de que me considero kirchnerista y defiendo el modelo de inclusión del gobierno, es un momento de encuentro. Así que ahí estaremos con toda la banda.

miércoles, 18 de marzo de 2015

La Democracia Corinthiana triunfa en el "OffsideFest" 2015

“Democracia em preto e branco” recibió el premio a la Mejor Película del "OffsideFest", Festival Internacional de Cinema Documental de Fútbol de Barcelona


Por Ricardo Jornet

Una utopía futbolística que nació con el objetivo de democratizar un histórico club brasileño como el Corinthians pero que acabó significándose como el emblema de la lucha del país por la recuperación de la libertad perdida. Esta es la historia de la Democracia Corinthiana, la historia de “Democracia em preto e branco”, que ha marcado un golazo por toda la escuadra al hacerse con el premio a la Mejor Peli del OffsideFest 2015.

Sobre el terreno de juego

30 años atrás, con Brasil sufriendo desde hacía décadas una férrea dictadura militar, el Corinthians de Sócrates emprendió una revolución que se sumaba al clima de cambio propulsado por el movimiento por la amnistía, las huelgas de los trabajadores, la militancia estudiantil y la irrupción de una rebelde escena musical.

En el fondo, se trataba de apoyar los movimientos populares desde el terreno de juego, sabiendo que la visibilidad del fútbol era una de las más grandes posibles. Así, los jugadores empezaron a lucir camisetas con mensajes revolucionarios, jóvenes, inesperados. El inicio de una verdadera democracia.

Fuera de campo

Desde luego, que un equipo de fútbol contemporáneo se ponga del lado de las causas sociales suena poco menos que a cuento de hadas, a asunto imposible, a oxímoron: pero no fue así en este Brasil revolucionario, en el que los jugadores eran gente de la calle y no astros venidos de los cinco continentes.

Antes de que el fútbol se convirtiese en una feria, quizá había más alma democrática entre sus ocupantes. Un buen ejemplo de que, a veces, el cambio puede venir de donde menos uno se lo espera.

viernes, 13 de marzo de 2015

El comandante, las ideas y la pelota

Entrevista a Gilberto Carrillo y David Rosas, autores de "Chávez es fútbol", un compilado de historias con el expresidente como protagonista.


Por Roberto Parrottino

Ni Gilberto Carrillo ni David Rosas son periodistas. Gilberto es técnico en Minería y, desde hace una década, trabaja como servidor en la oficina del registro civil de El Vigía, una ciudad de Mérida, al noroeste de Venezuela. Eso sí: estudió Historia. David, en cambio, se recibió: es diseñador gráfico. El hilo que los une es Hablamos Fútbol, un colectivo de personas que, se definen, son amantes de la pelota y de los cambios sociales.

Gilberto y David son los compiladores de Chávez es fútbol (2014), un libro de distribución gratuita en el que se enmarca la frase del filósofo italiano Antonio Gramsci –“el fútbol es el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”–; en el que se repasan las historias de las banderas dedicadas al expresidente venezolano en las canchas del mundo; en el que se destaca el capítulo de Ilich Suárez, estudiante de Comunicación Social y barra de Trujillanos, el club del estado más chavista del país; en el que se marca que Venezuela ocupaba en 1998 el puesto 129 del ranking FIFA, y que 2011 alcanzó el 39, el pico más alto de su historia; en el que se detalla la clasificación de la Sub 20 a Egipto 2009, la primera de una selección a un Mundial; en el que escribe Eduardo Galeano y Ángel Cappa; en el que, al fin de cuentas, Gilberto y David volcaron cinco años de investigación, y por el que son hoy felices.


–¿Por qué un libro sobre Hugo Chávez y el fútbol?

Gilberto: –El sueño del era ser beisbolista, no militar. Quizás eso explica por qué su gobierno fue tan diferente al de los militares que implementaron dictaduras en América Latina. Era y es un hombre de pueblo. Por eso juntamos el amor que le tenemos con la pasión que sentimos por el fútbol. No es del todo cierto eso de que el beisbol es el principal pasatiempo de los venezolanos; para muestra basta decir que el béisbol se juega exclusivamente en la zona central del país, mientras que el fútbol cuenta con equipos regados en toda la geografía nacional.

David: –Por el simple hecho de que el Comandante es pueblo y sus ideas llegaron a los pueblos del mundo, esos que se expresan con la alegría del fútbol, y no con la del béisbol. Pese a que muchos países del Caribe jugamos béisbol o “pelota” –como le decimos acá– somos fanáticos del fútbol y leales al Comandante.

–¿Qué fue el fútbol para Chávez como política de Estado?

G: –No diría que el fútbol solamente, sino el deporte en general. Fue tan amplia la visión de Chávez, que le otorgó al deporte rango constitucional en la Carta Magna de 1999. Fue gracias a su gestión que se creó la Universidad Iberoamericana del Deporte, un Ministerio del Poder Popular. Por ejemplo, se dignificó el papel de los atletas paralímpicos, excluidos por todos los gobiernos de derecha; y qué decir de la Copa América de fútbol de 2007, el evento deportivo de mayor envergadura albergado en el país.

D: –El fútbol es y fue tomado en cuenta por el gobierno como política de Estado. Muestra de ello no sólo es la Copa: es también el Centro de Alto Rendimiento en la Isla de Margarita, una infraestructura a la altura de las grandes potencias.

–¿Por qué fue tan crucial la Copa América?

G: –La Copa América nos permitió mostrar al mundo de lo que somos capaces cuando la voluntad y las ganas se ponen por delante. El torneo le dejó al país majestuosos estadios y eso ha sido elemental para el crecimiento de nuestro fútbol. Chávez disfrutó del torneo porque vio feliz a su pueblo; anotó un golazo de cariño, aprecio y agradecimiento.

D: –Significó nada más y nada menos que saldar una cuenta pendiente con todo el pueblo venezolano, ya que éramos los únicos que no habíamos organizado una Copa América.

-¿Cómo era su relación con Maradona?

G: –Chávez vio en Pelusa a un hombre que amaba al pueblo. Y el Pelusa vio en Chávez a un luchador por las causas de los que siempre habían sido humillados. Tanto Diego como Chávez portaban la bandera de los humildes y eso los fue envolviendo en una sincera amistad. “Te sentimos venezolano, Diego. Que no se pongan celosos los argentinos”, fue una de las frases con las que Chávez le expresó su admiración a Maradona, el culpable de que el Comandante aprendiera a amar el fútbol.

D: –¡Amigos! Eran grandes amigos. Se conocieron gracias a Fidel Castro, coincidiendo en ideas, y junto a Fidel son las tres zurdas de América.

–¿Qué les dijo Maradona en el programa De Zurda?

G: –Recuerdo que mi intervención la inicié así: “Para los que amamos el fútbol…”. Y allí Diego me interrumpió diciendo que le fascinaba cuando alguien decía que amaba el fútbol. Haber conocido a Maradona es una emoción comparada sólo con el nacimiento de mis hijos. Estrechar la mano del morochito que –sin disparar una bala– hirió el orgullo de los ingleses y elevó su gloria al cielo en memoria de los caídos en Malvinas fue un honor. Crecí viendo a Maradona en la pantalla chica. Amo el fútbol y a Argentina; te podrás imaginar lo que significó haberlo conocido justo en la cuna de Simón Bolívar y Chávez. El genio del fútbol mundial nos pidió que incentiváramos el desarrollo del deporte en los niños, y eso haremos.

D: –Nos felicitó y nos obsequió una camiseta de De Zurda. Nos dijo: “Para ustedes, muchachos. Se la ganaron”. Fue un honor por venir de las manos de uno de los futbolistas que levantó su voz en contra de los mecanismos capitalistas que se han encargado de que el fútbol deje de ser un juego.

-¿Cuál es la pequeña gran anécdota que más les gusta de Chávez y el fútbol?

-G: Hay un video donde aparece jugando. Gozo mucho cada vez que lo veo, y también lloro. En un programa de televisión el presidente Chávez echa el cuento de aquel juego e incluso empieza a narrar las imágenes que van pasando. De allí me inspiré para titular “El Comandante jugó y narró su partido de fútbol”. Es difícil impedir que las lágrimas rueden cuando vez allí a Chávez corriendo detrás de un balón y en su propia voz pedir que le repitan un gol que acababa de marcar.

D: –Un artículo llamado “El Vinotinto increíble”, que escribió el artística plástico Milton Gómez Burgos. Es simplemente increíble: es Chávez a viva voz y alma hablándonos de fútbol. Realmente, a quienes sentimos esto tan fuerte en el alma, nos hace llorar con sus palabras.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Víctima de racismo declina invitación del Chelsea

“No pueden comprarme con un papel”, dijo el francés afectado por un ataque racista de los hinchas “blues” en el metro de París.


Por Camilo Rueda Navarro

El 17 de febrero pasado, cuando el Chelsea visitaba Paris por la Liga de Campeones de Europa, hinchas de ese equipo impidieron a un hombre negro subir al metro de la ciudad mientras cantaban lemas racistas.

Ante el repudio del hecho, que quedó registrado en un video, el entrenador de ese club, José Mourinho, invitó a la persona afectada al partido de este miércoles en Londres entre los “blues” y el Paris Saint-Germain.



Sin embargo, el ciudadano francés víctima del incidente (identificado sólo como Souleymane) declinó la invitación, afirmando que “no pueden comprarme con un papel”. Agregó que seguía “traumatizado” y que  no quería sentarse en un estadio “cerca de esa gente que me empujó”.

En el video del incidente, reproducido por la prensa europea, se puede ver un grupo de hinchas del Chelsea cantando “Somos racistas y es como nos gusta ser”, mientras empujaban a Souleymane cuando intentaba entrar en un vagón del metro.

Los hechos se produjeron antes del partido entre el Paris Saint-Germain y el Chelsea que terminó con un empate 1-1. Cinco de los aficionados involucrados recibieron una sanción por la que se les prohibió asistir a los partidos, gracias a que el video permitió su identificación.

“Aún escucho las voces de esa gente que me empujó por el color de mi piel”, narró Souleymane a una emisora francesa. “Ya no puedo ir a trabajar. Convivo con el racismo, pero es la primera vez que tengo que ir al médico a pedirle pastillas para tranquilizarme”, añadió.

“Quiero que esa gente sea procesada y que se haga justicia. El racismo debe parar”, dijo Souleymane, en su emotivo testimonio.

Tras los hechos, Mourinho dijo estar “disgustado” por el comportamiento de los hinchas de su equipo, y pretendió remediar el hecho con la invitación a Souleymane para que asistiera al estadio de su club en el partido de vuelta. Pero con el rechazo a la invitación queda en evidencia la gravedad de los hechos y la necesidad de medidas efectivas para afrontar el racismo.

martes, 10 de marzo de 2015

Kobane resiste

Solidaridad desde Livorno


Las Brigadas Autónomas Livornesas, barra organizada del AS Livorno, enalteció la resistencia kurda contra el fascismo islámico.


Los hinchas livorneses, en el partido en el que su equipo venció 3-1 al Ternara el sábado pasado, exhibieron banderas solidarias con Kobane, localidad ubicada en el norte de Siria.

viernes, 6 de marzo de 2015

Gegengerade

La película del St. Pauli (con subtítulos en español)



Largometraje de Tarek Ehlail con Millerntor y el FC St. Pauli como telón de fondo.

martes, 3 de marzo de 2015

El último partido en Libertad

Antes de culminar su presidio, los presos políticos uruguayos jugaron un partido de fútbol para el recuerdo


Por Gabriel Tuñez

El aviso, como siempre, llega en papeles apenas visibles, en susurros, en golpes precisos y comprensibles a las paredes. Los convocados sabrán qué hacer cuando salgan al recreo. No hay camisetas que los diferencien, no hay césped que pisar, no hay redes en los arcos de madera. No habrá otro partido allí, a 50 kilómetros del estadio Centenario, cuyas luces, como en la canción de Jaime Roos, resaltan a lo lejos en las noches de Montevideo.

Los presos políticos de la dictadura uruguaya se encontraban, en su mayoría, aislados del resto de la población carcelaria del penal de la ciudad de Libertad. Habían sido llevados desde diferentes prisiones, cuevas húmedas, oscuras y compartidas con ratas y cucarachas. Habían pasado los últimos 12 años de vida, si así se le podía llamar, entre la locura, los golpes, las torturas, el hambre y la ausencia. Escuchando las constantes voces que surgían de la mente, atormentándolos, lastimando los mejores recuerdos.

“Yo estaba alojado en el segundo piso del Penal, el sector A de aislamiento. Eso quería decir, para hacerlo breve, que sólo salíamos cuando había recreo y si no estábamos sancionados”, me cuenta Liscano, detenido desde los 23 años. Entre las medidas de “seguridad” tomadas por los militares a cargo de la prisión, una de ellas fue prohibir que se organizaran equipos de fútbol en el segundo piso. “Reprimían todo lo que fuera organización. Por ese motivo se creó una liga clandestina. Dos compañeros armaban los equipos y el día antes les avisaban a quienes debían jugar. Solo ellos llevaban un orden escrito y secreto. Uno entraba a la cancha y sabía dónde debía ubicarse”.

Alrededor de la cancha, los altoparlantes emitían las transmisiones radiales de los partidos del fin de semana, el Campeonato Federal de Básquetbol, la Vuelta Ciclista del Uruguay y, en 1980, el Mundialito que organizó la dictadura y que disputaron las selecciones campeonas del mundo hasta ese momento. La Celeste ganó el torneo y, para sorpresa del régimen, que esperaba la adhesión, los hinchas salieron a la calle para gritar, por primera vez, “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”.

Liscano había sido trasladado a Libertad en 1976, cuatro años después de su detención ilegal. A pocos metros de su celda, aunque casi no se veían en el día a día, estaba Marcelo Estefanell. Ambos militaban en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros. El recuerdo retrocede hoy a los primeros meses de 1985, al final de la dictadura. “En la cárcel no teníamos ninguna práctica deportiva organizada. Solo atinábamos a armar 11 contra 11 y, a veces, algún campeonato interno. Pero como sólo éramos 25 presos muy aislados, se hacía imposible armar más de dos equipos”, repasa Estefanell mientras dialogamos por teléfono.

En el segundo piso de la cárcel había buenos jugadores. Por lo menos una decena. “Casi todos llevábamos más de diez años presos, así que la falta de ejercicio no permitía mantener los cuerpos bien entrenados. No obstante, visto desde hoy, me parece increíble que a los 35 años yo era capaz de correr durante 90 minutos sin parar”. Liscano vuelve a desplegar el equipo en la cancha. “Recuerdo que jugaba Eduardo Bonomi, de los muy buenos. Un delantero, que le pegaba a la pelota con una potencia que nunca había visto. Marcelo era un arquero de calidad mediana. El Negro López era, como se decía entonces, un buen back derecho y aguerrido”. Estefanell coincide sobre la habilidad de Bonomi. “Era muy bueno, un 10 excelente que llevaba la cabeza levantada, era hábil con las dos piernas, gran pasador y temible en cada tiro libre. Una especie de Andrea Pirlo”.

El 12 de marzo de 1985, cuando la represión en el Penal “había aflojado mucho” y el momento de la liberación parecía cercano, algunos de los detenidos en ese segundo piso “tuvieron la idea de jugar el último partido”.

“Hicieron dos equipos con los mejores jugadores. Yo era uno de esos 22, pero cuando me preguntaron si estaba dispuesto a jugar dije que no porque tenía miedo a lastimarme. Como insistieron mucho, y en honor a quienes durante años habían mantenido la liga, acepté. Pero les pedí que me pusieran de puntero derecho, un puesto en el que nunca había jugado y que yo suponía iba a ser de poco esfuerzo”, evoca Liscano, hincha de Peñarol.

Era después del mediodía en Libertad. El sol caía perfecto y el calor abarcaba todo el lugar. Los soldados vigilaban a los jugadores atrás del alambrado. Cada vez que la pelota se iba para el otro lado se paraba el partido. Un detenido tenía que salir a buscarla caminando, porque estaba prohibido correr, con las manos a la espalda y acompañado de un soldado. “Lo que yo me temía ocurrió. Salté a cabecear y al caer apoyé mal el pie y me hice un esguince muy doloroso en el tobillo derecho. Salí lesionado y me llevaron a la celda. No recuerdo cómo terminó el partido”, lamenta Liscano.

Al final de esa jornada, sin embargo, conocieron la noticia de la liberación. Algunos, entre ellos José Pepe Mujica, ya habían dejado el Penal días antes. “El Pepe llevaba, bien agarrada, la escupidera rosada” en la que había plantado caléndulas y que habían florecido, mencionan Mauricio Rosencof y Heleuterio Fernández Huidobro en su libro Memorias del calabozo. Rosencof y Fernández Huidobro también estuvieron alojados en Libertad.

“El Pepe Mujica era horrible jugando al fútbol. Raúl Sendic, nuestro máximo líder, también era un perro con la pelota”, recuerda Estefanell.

El jueves 14 de marzo, dos días después del último partido, llegó la orden: “Todos abajo”. La mayoría corrió por las escaleras. Unos pocos se distrajeron jugando al truco en la celda y fueron llamados a los gritos antes de subir al micro que iba a trasladar a los últimos 42 presos políticos, luego de varios trámites, hacia sus hogares. Mientras apuraban el paso, algunos militares les advertían: “Afuera será más fácil hacerles la boleta”.

“Nos encontramos con Carlos uno minutos antes de subir al ómnibus que nos llevaría a la cárcel central de Montevideo, en la Jefatura de Policía. Fuimos la última tanda de liberados. Atrás –parece mirar Estefanell- dejábamos una cárcel vacía”.

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José Alberto Pepe Mujica: fue diputado, senador, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca y presidente de Uruguay desde el 1 de marzo de 2010. Integró el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fue herido de seis balazos en enfrentamientos armados, se fugó dos veces de la cárcel de Punta Carretas pero pasó detenido más de 12 años en el Penal de Libertad hasta su liberación, en 1985.

Carlos Liscano: también formó parte de los Tupamaros. Fue detenido por las fuerzas militares a los 23 años y liberado a los 36. Luego se exilió en Suecia hasta 1996, cuando regresó a Uruguay. Es escritor, fue viceministro de Cultura y desde 2010 dirige la Biblioteca Nacional del Uruguay.

Marcelo Estefanell: Fue detenido en 1972, mientras cursaba tercer año de Facultad de Veterinaria en Montevideo, por su militancia en los Tupamaros. En la cárcel leyó unos 1.600 libros. Tras ser liberado en 1985 comenzó a trabajar como diseñador gráfico y se especializó en redes informáticas y comunicaciones. También es escritor.

Eduardo Bonomi: se desempeñó como ministro del Interior y de Trabajo y Seguridad Social. Perteneció al Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros. Estuvo detenido entre el 21 de julio de 1972 y el 8 de marzo de 1985.

*Publicado originalmente en www.defutbolsomos.com.ar