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lunes, 26 de febrero de 2024

La causa palestina y el fútbol: lazos de identidad en tiempos de genocidio

Los orígenes étnicos, sociales y culturales del Club Deportivo Palestino permiten dilucidar la solidaridad que esa institución ha expresado públicamente al pueblo de Palestina.


Por José Abelardo Díaz Jaramillo

En el fútbol de Chile se registra uno de esos casos insólitos que convierten a aquel en un deporte atractivo, capaz de despertar intereses que van más allá de la monotonía del juego. Sucede que, en la liga local, en la cual compiten 16 equipos (entre los que sobresalen Colo Colo y Universidad de Chile), hay un onceno que, más que por su historial deportivo, se destaca por el nombre que posee: Club Deportivo Palestino. En principio, no debería resultar extraño, si se tiene en cuenta que en muchas ligas de fútbol hay equipos con nombres raros o rimbombantes. De hecho, en la liga chilena hay otros equipos que evocan países de Europa: Audax italiano y Unión Española. 

La referencia a Palestina, sin embargo, no es un hecho casual: como se demostrará en esta nota, el Club Deportivo Palestino, además de poseer un componente deportivo ligado a la competición futbolística, es un referente que involucra aspectos políticos y culturales de proyección internacional, que merecen conocerse, en un momento en que una ola de indignación recorre el mundo, a raíz del genocidio del pueblo palestino perpetrado por Israel desde octubre de 2023, y que, al día de hoy, ha ocasionado la muerte a más de veintinueve mil palestinos (la gran mayoría, niños y mujeres) y heridas a más de sesenta y ocho mil.

Algo de historia   

La historia del equipo de fútbol se remonta a la segunda década del siglo XX, cuando la colonia palestina radicada en la sureña ciudad de Osorno, decidió fundar una institución deportiva a la que dio el nombre de Club Deportivo Palestino. El hecho en sí no era inédito, ya que migrantes de otros países (Chile abrió sin temor sus puertas a extranjeros de distintos países de Europa y Asia) hicieron algo parecido: en 1897, la colonia española fundó el equipo de fútbol Unión Española y, en 1910, la colonia italiana hizo lo mismo, con Audax italiano. 

Hay que decir que, desde finales del siglo XIX y de manera sostenida, arribaron a Chile contingentes de palestinos que, con el paso de las décadas, dieron forma a la comunidad palestina más grande fuera del Medio Oriente (las cifras refieren quinientos mil, aproximadamente). Pese a las diferencias culturales, los palestinos lograron adaptarse, compenetrándose de tal modo que, con el paso del tiempo, formaron parte de la clase media, montaron negocios e invirtieron en renglones especiales de la economía, a tal punto que familias de origen palestino llegaron a ser piezas claves en la industria textil y de la construcción.  

Algunos datos resaltan la importancia adquirida por los palestinos residentes en Chile: miembros de esa comunidad controlan hoy una parte importante del sistema bancario chileno e incluso cuentan con algunas de las fortunas más grandes del país; cerca del 10% de los diputados del Congreso Nacional de Chile son de origen palestino (lo que ha dado origen a medidas adoptadas por las autoridades, como la prohibición por parte del Congreso de los productos provenientes de asentamientos israelíes y la declaración de Valdivia como «zona libre del apartheid israelí»); también se han promovido rupturas de relaciones con universidades israelíes, vía referéndums, en las facultades de Medicina, Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

Fundación del Palestino

El Club Deportivo Palestino fue fundado en Osorno en 1920, aunque con un nombre distinto: Palestino Football Club. La colonia de palestinos asentada en esa ciudad había organizado unos juegos olímpicos para inmigrantes y de ahí surgió la idea de crear un club deportivo. Luego, la institución deportiva se trasladó a Santiago, en donde ha permanecido hasta hoy. Desde su constitución, la historia del club de fútbol ha tenido variaciones (ya lo vimos con el nombre). Así, y de acuerdo con las fuentes consultadas, se puede establecer que en 1939 los socios del Palestina Sport Club (nombre que había adoptado en 1924) decidieron fusionarse con el Club Palestino, institución social que había sido creada en 1938. Luego de varios diálogos y acuerdos, la fusión entre ambas instituciones fue sellada el 8 de agosto de 1941, fecha en la que surge el nombre de Club Deportivo Palestino, más abarcador en cuanto a deportes se refiere. Desde entonces, el club comenzó a incursionar en deportes como el básquetbol o el hockey sobre patines. Al mismo tiempo, surgió la idea de tener un equipo de fútbol propio, iniciativa que se concretó el 19 de junio de 1949, cuando se reorganizó dicha rama con el objetivo de competir a nivel nacional. En 1952, por solicitud a la federación chilena de fútbol, el Club Deportivo Palestino inició su participación en la segunda división, recién creada, saliendo campeón en su primera temporada de participación, lo que le valió para ascender a la primera división del fútbol.  

Siendo –siempre lo ha sido- un equipo modesto, el Palestino registra algunos triunfos destacados: ha obtenido 2 títulos en Primera División, 2 títulos en Segunda División y 3 campeonatos en la Copa Chile. Su primera copa la obtuvo en 1955, año en que logró el ascenso a la primera división. Tiene, además, varias participaciones en la Copa Libertadores, incluyendo la de 2024 (competición en curso, actualmente), y una intervención en la Copa Sudamericana.

Cuatro datos adicionales resaltan el papel y la presencia del club en el fútbol de Chile: 

En sus inicios, el club contaba solamente con jugadores de origen palestino.

Tiene el invicto más extenso en la historia de Chile, con 44 partidos seguidos sin perder. 

Unión Española y Audax Italiano son sus rivales tradicionales, disputando con ellos el denominado «Clásico de Colonias», enfrentamiento que representa a las colonias extranjeras más numerosas e importantes en el país.

El estadio del equipo se ubica en la comuna del sur de Santiago, La Cisterna, donde se estableció en septiembre de 1988.

La causa palestina

La identificación del Club Deportivo Palestino con la historia y el presente de Palestina no es algo anecdótico o secundario. De hecho, es Palestina el principal componente identitario del club de fútbol. Así se expresa en dispositivos simbólicos como el escudo con los colores de la bandera de Palestina y el himno del equipo, este último compuesto por el músico chileno Luis Dinas (de origen palestino) en 1958. Sus contadas estrofas refieren hechos relacionados con jugadores insignias del equipo, pero también con aspectos de la historia de Palestina y de su resistencia como nación (“Con Palestino hemos de avanzar, porque de Oriente llega la luz”). Hay allí una clara intención de asociar la valentía y resistencia palestina con el trasegar del club de fútbol.    


Precisamente, los orígenes étnicos, sociales y culturales del Club Deportivo Palestino, permiten dilucidar la solidaridad que esa institución ha expresado públicamente al pueblo de Palestina y entender la condena abierta a las acciones militares acometidas por Israel. Es, por esos hechos que, además, el club de fútbol ha despertado simpatías y apoyos en el plano internacional, especialmente en la región del Medio Oriente. Detallemos algunos acontecimientos protagonizados por el equipo chileno de fútbol:   

En 2014, durante la ofensiva militar que el Ejército israelí desplegó contra la Franja de Gaza, el Club Deportivo Palestino reemplazó el número «1» de sus camisetas (1, 10, 11, 21, etc.) por el mapa de Gaza. A raíz de ese hecho, de una poderosa carga simbólica, la federación chilena de fútbol sancionó al club y prohibió nuevas presentaciones usando el referido “número”. Las camisetas con la Franja de Gaza en el espaldar se convirtieron en las más vendidas del fútbol chileno y en otras partes del mundo. 

Pero las acciones del club de fútbol no pararon ahí. En mayo de 2021, en un partido contra Colo Colo, los jugadores del Palestino salieron a la cancha de su estadio con kufiyas (el célebre pañuelo árabe), en un acto de solidaridad con Palestina, sacudida en esos momentos por hechos de guerra de Israel en Jerusalén. 

En 2022, el club abrió una escuela de fútbol en Gaza, destinada a la formación deportiva de niños y adolescentes nacidos allí. “No olvidamos nuestras raíces y la mejor forma de recordarlas es estar presente en Palestina a través del fútbol”, fueron las palabras que la institución deportiva chilena emitió al momento de anunciar la noticia. 

El 10 de noviembre de 2023, los jugadores del equipo saltaron a la cancha de La Cisterna con kufiyas y cintas negras de luto, en señal de solidaridad con los palestinos asesinados por Israel desde que este inició la invasión al territorio Palestino, el 7 de octubre de ese mismo año. Varios días después, el 23 de noviembre, en duelo deportivo frente al Everton, de nuevo en el estadio de La Cisterna, los jugadores del Palestino saltaron a la cancha con la camiseta de franjas verde, blanca y roja y el mapa de Palestina antes de la “creación” de Israel, estampado en la manga izquierda. Además, guardaron un minuto de silencio por los palestinos asesinados. En la foto de protocolo que quedó para el archivo, se observa a los jugadores junto a niños que portaban la kufiya.

En ese mismo partido, en las tribunas se instaló un cartel con el mensaje «En memoria de los que ya no están» y junto a él, una bandera de los territorios palestinos. «Decidimos que tuviéramos un espacio en nuestra tribuna y dejarla vacía en memoria de quienes ya no están, como un gesto del apoyo al pueblo Palestino y lo que está pasando en Gaza», explicó a la AFP el presidente del Club, Jorge Uauy.

La existencia del club chileno con origen árabe, y los apoyos de directivos, futbolistas e hinchada al pueblo palestino, han despertado una simpatía sin parangón alguno hacia el onceno en distintos países del Medio Oriente. De hecho, la cadena televisiva Al Jazeera suele retransmitir sus partidos. En 2014, por ejemplo, clasificado el Palestino a la Copa Libertadores, Al Jazeera trasmitió los juegos que disputó y tal fue el furor desatado por el equipo chileno, que el club decidió colocar pantallas en el estadio de La Cisterna, en las que se observaba a hinchas alentando desde Gaza y Cisjordania. 

Cuatro años después, en el marco de la final de la Copa Chile de 2018, en la que se enfrentaron los equipos Palestino y Audax Italiano (a la postre, resultaría campeón el Palestino), el club recibió una carta de apoyo del presidente de Palestina, Mahnud Abbas, en la que este expresó el orgullo de su pueblo porque sentían como propio el éxito del equipo sudamericano.

En el entretiempo…

El fútbol es más que un simple deporte: es un hecho que involucra aspectos deportivos, por supuesto, pero, además, culturales, religiosos, económicos y políticos. Por esa razón, debe siempre ponerse su interpretación –la del fútbol- en una perspectiva que trascienda el contexto inmediato del juego, con sus tiempos fijos, la aplicación de sus reglamentos y el análisis de los resultados. A través del fútbol, es posible entender cómo funcionan o suceden muchas cosas en la sociedad. Las pasiones, muy presentes al opinar y sentir el fútbol, también se nutren de hechos que trascienden ese deporte. 

Lo que ocurre con el Club Deportivo Palestino es interesante porque permite establecer, por ejemplo, que las relaciones entre futbol y principios caros a los pueblos, como la dignidad y la soberanía, están finamente entretejidos. La solidaridad del club de futbol chileno con el pueblo palestino se explica, como ya se anotó, por las raíces árabes del club deportivo. De la misma manera, el apoyo del Medio Oriente al Palestino solo se comprende si no se pierde de vista que un pueblo que ha sido objeto de asesinatos colectivos, humillaciones y despojos materiales e inmateriales, a lo largo del siglo XX y en lo que va del XXI, encuentra en un plantel de futbol de un país lejano, una fuente de solidaridad permanente. Si los palestinos, de generación en generación, han sido presionados por las potencias imperialistas para que se asuman como una nación sin territorio (pareciera que, en realidad, lo que se busca es su exterminio), han encontrado, también, en una plantilla de fútbol, un referente que, sin rubor alguno, reivindica su identidad colectiva y se solidariza ante la cruel tragedia que padecen.

Tomado de elcuartomosquetero.com

lunes, 11 de septiembre de 2023

Estadio Nacional: de templo del fútbol a campo de tortura

Militares chilenos ejecutaron al menos a 38 prisioneros en 1973.


Juan Manuel Vázquez
La Jornada

Cuando las tropas golpistas de Augusto Pinochet consumaron la ignominia el 11 de septiembre de 1973, todo perdió sentido. El Estadio Nacional, un recinto dedicado a la consagración de los valores fraternos del deporte, fue durante más de dos meses un campo concentración y tortura donde los militares ejecutaron al menos a 38 prisioneros. Por sus gradas y galerías pasaron unos 12 mil detenidos, hombres y mujeres.

Fueron aprehendidos sin orden judicial, sólo por ser sospechosos o pertenecer a organizaciones proscritas, o como consecuencia de delaciones, allanamientos y arrestos arbitrarios, en los días posteriores al asalto del Palacio de La Moneda, donde murió el presidente Salvador Allende.

Desde las primeras horas llegaron camiones cargados de presos políticos. El estadio que albergó una Copa del Mundo en 1962 y que más partidos de Copa América ha recibido, fue habilitado como cárcel clandestina y centro de tortura.

Nada tenía sentido entonces. Uno de los detenidos, el periodista Fernando Villagrán, recuerda lo absurdo que resultaba estar preso en un campo donde el pueblo chileno seguía a clubes como Colo-Colo o a la selección de aquel país. En ese coloso, que admite casi 100 mil espectadores y que está ubicado en avenida Grecia, en el barrio de Ñuñoa, en Santiago, se alcanzaron niveles inconcebibles de degradación humana.

“Veía esa cancha verde tan luminosa que pensaba que de pronto saldrían unos futbolistas y jugarían. Pero recordaba: ¡estás preso, güevón!”, narra Villagrán en el documental Estadio Nacional, de Carmen Luz Parot.

Cada mañana se pasaba lista, mientras los presos políticos aguardaban en esas gradas en las que más de uno acudió a apoyar a su equipo de futbol. Eran citados para los interrogatorios, como llamaban a esas sesiones de tortura que arrancaban alaridos a los atormentados. La mezcla de la música que salía de los altavoces, la Marcha Radetzky, de Johann Strauss, por ejemplo, y los gritos de los martirios hacían de aquellos días algo parecido a una pesadilla.

“Muchos testigos de esas horas de desesperación relatan todavía la intensidad de los gritos, en algunos casos convertidos en alaridos, de quienes eran ‘interrogados’ por los especialistas del servicio de inteligencia militar”, escribió el periodista mexicano Manuel Mejido en su libro Esto pasó en Chile, apenas unos meses después de aquel episodio.

No sólo era el sinsentido de los acontecimientos, el terror y la incertidumbre de quienes fueron apresados. También había demasiada precariedad en los primeros días de reclusión clandestina. Relata Mejido: “La sorpresa de los arrestos, lo inesperado de los allanamientos, llevaron a cientos de personas hasta el Estadio Nacional, sin más pertenencias que lo puesto. No había comida, ni siquiera se había pensado en eso, para distribuir entre los encarcelados. El hambre no tardó en presentarse con sus inseparables características: reblandecimiento de la voluntad, tensión nerviosa, irritabilidad y el brote de los instintos animales en el hombre: pleitos a puñetazos por un pedazo de pan, insultos por una galleta. Hasta los hombres más enteros flaquearon carcomidos por el estómago vacío”.

No sólo fueron torturados de maneras directas sobre la carne, con golpes brutales y descargas eléctricas: también hubo simulacros de fusilamientos, puestas en escena que quebraban de terror a los detenidos que suponían iban a ser asesinados.

En esa eternidad de un par de meses, los prisioneros esperaban en las gradas durante horas interminables e inventaban cualquier argucia para engañar al tiempo y al miedo, eran momentos de zozobra, pero que dejaban espacio para ciertas formas del humor más macabro. En el documental de Luz Parot, uno de los sobrevivientes recuerda cómo miraban aburridos el paso de las podadoras de motor que se afanaban sobre el césped de la cancha. Todos estaban atentos de los recorridos del pequeño vehículo como si se tratara de un habilidoso jugador. Cuando la máquina entró a la portería para continuar con su labor, todos los que miraban gritaron emocionados: “¡Goool!”

El Estadio Nacional como campo de concentración funcionó hasta principios de noviembre. La razón por la que fue desalojado resultó siniestra: la selección chilena debía jugar el partido de vuelta del repechaje rumbo al Mundial de Alemania 1974 ante la Unión Soviética en ese mes. La FIFA tenía que inspeccionar antes y, si lo aprobaba, dar su visto bueno para realizar el juego.

El gobierno golpista intentaba ocultar a cualquier costo lo que ocurría dentro del estadio. Afuera, una multitud de mujeres se amotinaba para exigir información de sus desaparecidos, mientras la dictadura hacía esfuerzos ridículos por difundir propaganda en la que negaban la violación sistemática de los derechos humanos y que se recuperaba una normalidad. Con esa intención, buscaron la aprobación de la FIFA para enviar un mensaje al mundo de que en Chile todo estaba bajo control.

El 24 de octubre, una comisión internacional de la FIFA recorrió la cancha del Estadio Nacional. Los prisioneros no salieron ese día a las gradas, los dejaron encerrados en las galerías para ocultar lo que ahí ocurría.

Después de esa visita, algunos diarios cómplices del golpe publicaron: “La FIFA informa al mundo que la vida en Chile es normal”.

Como consecuencia de la aprobación del organismo rector del futbol, la primera semana de noviembre fueron liberados unos 5 mil presos políticos. Casi un millar fue trasladado a otros centros de detención, la mayoría fue enviada a la salitrera de Chacabuco en el desierto de Atacama.

El 21 de noviembre de 1973 se disputó ese partido para acudir a la Copa del Mundo. Fue uno de los partidos más vergonzosos de la historia. En el Estadio Nacional, la selección chilena anotó un gol ante un rival inexistente, a una portería vacía. La Unión Soviética nunca se presentó.

El gol más triste de Chile

En 1973, la selección trasandina tuvo que enfrentar a la Unión Soviética en un reprechaje para Alemania '74. El golpe de Pinochet, las denuncias del Kremlin y un partido que nunca se jugó.



Por Pablo Aro Geraldes



El camino al primer Mundial de Alemania, el de 1974, estuvo lleno de imprevistos para la selección chilena: el grupo eliminatorio que integraba con Perú y Venezuela quedó reducido a un simple partido y revancha tras la deserción de los venezolanos. Un 2-0 abajo en Lima y el resultado inverso en Santiago obligaron a un tercer partido de desempate, en Montevideo. En el estadio Centenario el triunfo fue para Chile, pero los pasajes para la Copa del Mundo no estaban listos aún, faltaba una escala poco conocida. El fixture preveía una instancia más para el ganador del grupo 3 sudamericano: debía enfrentar en un último repechaje al vencedor de la zona 9 europea.

Con los papeles en la mano, la amenaza tenía los colores de Francia, pero un empate inesperado de los galos ante la República de Irlanda en París dejó al equipo dirigido por Georges Boulogne en la obligación de vencer a la Unión Soviética en Moscú, pero el conjunto de la sigla CCCP en el pecho pegó fuerte y con el 2-0 hizo sonar el despertador en medio del sueño mundialista trasandino. La cita de los chilenos se programaba entonces para el 26 de septiembre de 1973, pero no en París, como imaginaban, sino en el Estadio Lenin de Moscú. Un país amigo. Con la mente puesta en el repechaje con los soviéticos, planearon una gira de preparación por Guatemala, El Salvador y México, que luego de varias escalas los llevaría a tierras rusas. La mano venía bien. Antes de partir golearon 5-0 a un combinado de Porto Alegre. La despedida se fijó para el 11 de septiembre, pero…

Chile vivía uno de los momentos más oscuros de su historia. El 11 de septiembre de aquel año la furia asesina de un general llamado Augusto Pinochet pisoteaba el mandato democrático del presidente Salvador Allende e imponía una de las dictaduras más crueles y sangrientas de la historia. Esa mañana, mientras el Palacio de la Moneda (sede del gobierno de Chile) ardía bajo los bombardeos y Allende moría intentando defender el mandato popular, la selección chilena debía presentarse en el campo de entrenamiento de Juan Pinto Durán para ultimar detalles con vistas a la visita a Moscú. Esa práctica jamás llegó a realizarse. El lateral izquierdo Eduardo Herrera jugaba en Wanderers de Valparaíso y durante sus días en Santiago se hospedaba en el Hotel Carrera, a 100 metros del escenario del golpe de Estado. Él tiene fresca la memoria de esa mañana con olor a pólvora: “Al llegar al campo de entrenamiento el técnico Luis Álamos nos ordenó que volviéramos a casa. Pero yo tenía que llegar hasta el hotel y en el trayecto me detuvieron los militares una decena de veces: Me salvé de ser detenido porque tenía el bolso con la inscripción ‘Selección Chilena de Fútbol’”.

El fútbol del mundo siguió rodando normalmente en medio de dictadores y tiranos, de reyes despóticos y megalómanos con aires mesiánicos, incluso llegó a presenciar un Mundial en plena dictadura argentina, pero en aquel 1973 la Guerra Fría disparó un misil que dio de lleno en la pelota.

Durante el gobierno socialista de Allende, Chile mantuvo estrechas relaciones con el Kremlin y todo el bloque soviético. Con la irrupción de Pinochet y su dictadura apoyada desde los Estados Unidos hubo cambios: once días después del golpe, la Unión Soviética rompió relaciones diplomáticas con Chile, le ordenó a su personal diplomático que regresara al país y decretó el cierre de la embajada chilena en Moscú.

Al márgen de la cordillera todo era dolor y desconcierto. Tres días después del golpe era asesinado el cantautor Víctor Jara, una de las voces representativas de los trabajadores chilenos. Más lágrimas siguieron cayendo cuando el 23 de septiembre el poeta Pablo Neruda se murió rodeado de otras muertes y desapariciones, víctima de un cáncer que no le dio tregua. Y lo enterraron en soledad, sin sus amigos ni sus camaradas del Partido Comunista, todos perseguidos, en una tumba del cementerio General de Santiago, lejos de su amada playa de Isla Negra y su Premio Nobel de literatura.
El fútbol era lo de menos por entonces, pero la Selección Chilena conducida por Luis Álamos debía viajar hacia Moscú para cumplir su compromiso eliminatorio en medio de un clima sumamente hostil. Jugadores como Carlos Caszely y Leonardo Véliz, puntales del equipo y muy identificados con el gobierno socialista, temían por la suerte de sus familiares mientras ellos estuvieran de viaje.

El encuentro corría riesgo de no jugarse porque la dictadura decretó que no se podía abandonar el país. La Federación de Fútbol de Chile debía acatar la medida, pero el médico de la Selección, Dr. Jacobo Helo, resultó ser una influencia decisiva para que los chilenos pudiesen jugar en terreno moscovita: era medico personal del general Gustavo Leigh, Jefe de la Fuerza Aérea, y convenció al alto mando militar de que la participación del equipo favorecería la imagen internacional del gobierno militar. Finalmente, la Junta permitió el viaje, vía Buenos Aires. El largo sufrimiento comenzaba para muchos de los jugadores, amenazados. Les advirtieron sin eufemismos: “Si hablan, sus familias sufrirán las consecuencias”. El vuelo hizo escalas en Sao Paulo, Río de Janeiro y Panamá hasta que finalmente llegó a México. Una victoria 2-1 ante los aztecas sirvió como un relax para afrontar el siguiente tramo hacia Suiza (triunfo sobre el Xamax Neuchatel) y finalmente poner rumbo a Moscú.

El clima era terriblemente hostil. Antes de subir al último avión, los jugadores chilenos sintieron el miedo en carne propia cuando les advirtieron que si ingresaban a la URSS serían tomados como rehenes para cambiarlos por presos políticos de Chile.

Ya en Rusia, todo se agravó en la víspera del match, cuando el gobierno de los Estados Unidos reconoció oficialmente a la Junta Militar chilena. Para los rusos, el enemigo estaba de visita y buscaron hacerlo notar. Apenas llegados al aeropuerto Sheremetyevo, Caszely y Figueroa fueron retenidos algunas horas “por diferencias en las fotos de sus pasaportes”. Eran sólo jugadores de fútbol, pero para los soviéticos eran los representantes del país que derrocó al gobierno socialista.

Y así fue que el 26 de septiembre, a sólo dos semanas del golpe en Chile, el Estadio Lenin presenció un pálido cero a cero en medio de un frío inusual para el otoño que recién comenzaba: 5 grados bajo cero. Las actuaciónes notables de los centrales Elías Figueroa y Alberto Quintano hicieron posible el empate 0-0, pero hubo algo más que la gran tarea defensiva: Hugo Gasc, el único periodista chileno que estuvo en Rusia, contó alguna vez: “Por suerte el árbitro era un anticomunista rabioso. Junto a Francisco Fluxá, el presidente de la delegación, lo habíamos convencido de que no nos podía dejar perder en Moscú, y la verdad es que su arbitraje nos ayudó bastante”.

Igualmente, las actuaciones defensivas hicieron posible el empate y le pintaron a los chilenos un alentador panorama para la revancha en Santiago, pactada para el 21 de noviembre, en el Estadio Nacional de Santiago. Pero...

Otra vez “pero”. En el barrio de Ñuñoa, el Estadio Nacional se había convertido en algo más que el escenario de encuentros deportivos. Aunque la mayoría de los chilenos lo ignoraba (por censura de algunos medios y complicidad de otros) en las tribunas blancas, los militares habían montado un insospechado campo de concentración. Gregorio Mena Barrales era Gobernador de la localidad de Puente Alto –vecina a Santiago– por el partido socialista cuando fue detenido y trasladado al Estadio. Años después él relató: “Todos los días dejaban libres a veinte, cincuenta personas... Los llamaban por los altavoces. Los encuestaban. Les obligaban a firmar un documento declarando ‘no haber recibido malos tratos en el Estadio’ (aunque algunos aún lucieran muestras de las torturas y los golpes). Todos firmaban, era el precio que había que pagar. Muchos volvieron a caer (nadie es libre en una dictadura y menos en una como la chilena). La mayoría de ellos se incorporaba a la lucha clandestina. Todos esperábamos oír nuestro nombre alguna vez en las ‘Listas de Libertad’, era lógico y legítimo. No éramos culpables de otra cosa que la de ser defensores de legitimidad constitucional. Sin embargo cerca de mil quinientos nunca fuimos llamados.

Con el correr de los días las graderías se fueron despoblando: muchos libres, otros asesinados en las noches y un par de suicidas...".


Y el partido no empezaba... En medio del tormento, los militares cuidaban con tanta dedicación a sus prisioneros como al campo de juego. “El match de fútbol con la Unión Soviética debía realizarse allí, por ello cuidaban el césped con más cariño que el que le daban a una ametralladora”, destacó Mena Barrales, mientras recordaba que esa comisión de la FIFA y de la Federación de Fútbol de Chile “visitó el campo, se paseó por la cancha, miró con ojos lejanos a los presos y se fue dejando un dictamen: ‘En el estadio se podía jugar’”.
Conscientes del uso que le daban los militares al Estadio Nacional, en un momento las autoridades del fútbol chileno le propusieron al gobierno de Pinochet jugar la revancha en el Sausalito, de Viña del Mar, pero la Junta insistió con que debía jugarse en el Nacional, para mostrarle al mundo una cara pacífica de Chile. Francisco Fluxá era presidente de la Asociación Central de Fútbol (ACF) desde febrero de 1973 y le contó hace unos años al diario La Tercera que “entonces, los militares nos dijeron que no teníamos que decir que el Estadio Nacional era un ‘centro de tránsito, donde se identificaba a la gente que no tenía documentos’. Y para evitar problemas, propusimos el Sausalito como alternativa. Me comuniqué con el general Leigh y me explicó que ‘por órdenes de arriba no se puede en Sausalito: se juega en el Nacional o no se juega’”.

Sí, esta comitiva (integrada por el vicepresidente Abilio D’Almeida, brasileño, y el secretario general Helmuth Kaeser, suizo) visitó Chile el 24 de octubre y se quedó 48 horas en Santiago. Los militares limpiaron con esmero todo rastro de sangre, todo vestigio de tortura,aunque es muy probable que, amparados por su impunidad, los hayan dejado algunos detenidos a la vista, sabiendo que la FIFA no sospecharía de esas personas.


Los inspectores visitaron el estadio en el que permanecían aún unos 7 mil detenidos. Finalmente, estos emisarios ofrecieron una conferencia de prensa con el ministro de defensa, almirante Patricio Carvajal, a quien le obsequiaron un traba-corbata y un prendedor de oro con el logo de FIFA: “El informe que elevaremos a nuestras autoridades será el reflejo de lo que vimos: tranquilidad total”. El emisario brasileño se permitió aconsejar a los usurpadores del poder: “No se inquieten por la campaña periodística internacional contra Chile. A Brasil le sucedió lo mismo, pronto va a pasar”.

La FIFA había dado el OK. Pero claro, les habían ocultado el horror. “Después supimos que mientras estaba la gente de la FIFA en el estadio, varias decenas de detenidos fueron encerrados en pequeños camarines, con el fin de ocultarlos. Pero lo importante para nosotros era que el Nacional pasara la revisión”,
decía casi treinta años después el ex dirigente Fluxá, quien como única autocrítica aceptó que en el afán de ir al mundial se cometieron actos “éticamente cuestionables”. “Ahora pienso que no fue ético negar que en el Estadio Nacional había detenidos, pero en ese momento lo único que pensábamos era en llegar al Mundial de Alemania”, concluyó.

Sí, a pesar de todo el dolor, y de los reclamos soviéticos ante la FIFA (inclusive Bulgaria, Polonia y la Alemania Oriental amenazaron con boicotear el Mundial, cosa que finalmente no hicieron), Ñuñoa esperaba el repechaje para la Copa del Mundo Alemania 74. Pero...

Los soviéticos se negaron a viajar a Santiago, en un manifiesto repudio al régimen de Pinochet. Uno de los integrantes de aquel equipo soviético era el ucraniano Oleg Blokhin, quien no tiene buenos recuerdos de aquella eliminatoria: “Estuve presente en el 0-0 jugado en Moscú. Pero hablamos con el plantel y decidimos no jugar la revancha. No quisimos hacerlo porque estaba Pinochet en el gobierno. Para nosotros era peligroso viajar a Chile y le llevamos nuestra preocupación a la federación de fútbol. Al final se decidió abandonar la eliminatoria”. El Kremlin apoyó la decisión. Blokhin fue hasta 2006 diputado por el partido socialdemócrata de Ucrania a la vez que dirigió a la Selección nacional en Alemania 2006. Hoy es el técnico del FC Moscú.

La Federación de Fútbol de la Unión Soviética divulgó un comunicado para explicarle al mundo que no disputarían un match allí donde miles de supuestos opositores al régimen de Pinochet habían sido torturados y asesinados: “por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos (...) La Unión Soviética hace una resuelta protesta y declara que en las actuales condiciones, cuando la FIFA, obrando contra los dictados del sentido común, permite que los reaccionarios chilenos le lleven de la mano, tiene que negarse a participar en el partido de eliminación en suelo chileno y responsabiliza por el hecho a la administración de la FIFA”, explicaba la nota difundida a través de la agencia UPI.

Ante esta negativa, un integrante del Comité Ejecutivo de la FIFA se animó a vociferar: “Si Granatkin (presidente de la federación soviética) dice que el Estadio Nacional está ocupado con detenidos, yo saco una carta en la cual el Gobierno de Chile asegura que varios días antes del 21 de noviembre ese escenario estará a disposición del fútbol”. No les importaba nada, ni la sangre, ni la tortura, ni la muerte. La farsa debía continuar.

La noticia de la suspensión del partido llegó a la selección chilena en la medianoche previa al encuentro. El delantero Carlos Caszely hoy lo recuerda: “Esperábamos en la concentración de Juan Pinto Durán cuando nos comunicaron que los soviéticos no vendrían. Todo aquello, para quienes estábamos comprometidos con la libertad era de una tristeza terrible. Los familiares de los desaparecidos se me acercaban y me pedían: ‘Chino, tu que estarás en el estadio, por favor, averíguate si está mi hijo, o mi compañero de la universidad”.


El delantero Leonardo Véliz tiene recuerdos horribles de aquella tarde del 21 de noviembre. “Fue escalofriante. Creo que aún había rastros de lo que había acontecido en los vestuarios y fue algo muy difícil de asumir”, recordó 30 años más tarde.

Desde fines de octubre ya no quedaban detenidos bajo los graderíos del estadio. A la hora señalada, Chile y el árbitro local Rafael Hormazábal salieron al campo de juego. Era puro formalismo, para obtener el paso al mundial por descalificación de los soviéticos. La parodia se completó con una banda de Carabineros tocando el himno chileno mientras se izaba la bandera nacional.

Los jugadores de rojo –qué paradoja– sacaron del medio y trotaron torpemente pasándose la pelota ante un arco vacío. Hasta que Francisco Valdés, el Chamaco, llegó a la línea y esperó a que los fotógrafos enfocasen bien para empujarla de derecha. Tremenda payasada tenía un objetivo: Chile estaría en el Mundial Alemania ’74. Para otros, se trataba de una victoria del régimen pinochetista sobre el comunismo soviético.

Después, para entretener a las 18.000 personas que habían comprado su ticket, se improvisó un amistoso ante Santos de Brasil, que estaba en Chile. En vez de festejar la clasificación a la Copa del Mundo, se volvieron a casa con la amargura de un 0-5 humillante.

Entre el público que había ido a ver Chile-Unión Soviética estaba Mena Barrales, que volvía al estadio, ahora sin cadenas ni mordazas. “Fuimos los espectadores más ‘fanáticos’. Esperamos sentados, a la fuerza, un partido que nunca se efectuó”.
Igual, Chile tuvo que esperar hasta el 5 de enero de 1974. Ese día la FIFA aprobó su participación en la Copa.

La Selección Chilena participó en el Mundial de Alemania y se despidió sin ganar ningún partido. Tampoco consiguió victorias en sus dos participaciones siguientes, España ’82 y Francia ’98. En enero de 1998, en su hogar adoptivo de Austria, Mena Barrales esperaba la Copa del Mundo de Francia. Imaginaba viajar a Saint-Etienne para ver Chile-Austria, sus tierras queridas. Pero la muerte, la misma que esquivó bajo las tribunas del Estadio Nacional, esta vez se acordó de él. Ya no existían la Unión Soviética ni la Guerra Fría. La dictadura de Augusto Pinochet se prolongó hasta el 11 de marzo de 1990.


Artículo publicado en la revista Fox Sports, en octubre de 2008. Tomado de http://arogeraldes.blogspot.com.ar/

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Jugadores chilenos deciden no jugar amistoso ante Perú

Selección de Chile desiste de jugar el encuentro previsto en la fecha FIFA debido a la situación social que vive el país. Futbolistas se han solidarizado con las movilizaciones.


La selección chilena de fútbol decidió cancelar el partido amistoso ante Perú, programado para este 19 de noviembre, debido a la situación que vive el país, informó la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP). El director técnico, Reinaldo Rueda, dejó en libertad a los convocados.

Los jugadores del plantel habían comenzado prácticas, pero luego de una reunión decidieron que lo adecuado era desistir del viaje a Perú debido a la crisis que vive la nación austral, luego de cuatro semanas de movilizaciones sociales contra el gobierno.

"Los jugadores convocados a la Selección Absoluta de Chile han decidido no disputar el partido amistoso internacional ante la selección de Perú, programado para el próximo martes 19 de noviembre, en Lima. La decisión fue adoptada por el plantel tras una reunión realizada esta mañana en el Complejo Juan Pinto Durán", reportó la ANFP.

"El seleccionador nacional Reinaldo Rueda liberó de manera inmediata a todos los futbolistas, quienes desde este momento quedan a disposición de sus respectivos clubes. La Federación de Fútbol de Chile ya le comunicó la situación a su par de Perú", agregó la entidad.

Las protestas iniciaron a raíz de un aumento del precio del pasaje del Metro de Santiago; pronto se convirtieron en una movilización de alcance nacional para exigir reformas sociales. La convocatoria a una Asamblea Constituyente es una de las demandas.

La represión policial y militar ha causado alrededor de 20 muertos, decenas de heridos y miles de detenidos.

Varios futbolistas chilenos han expresado su apoyo público a las protestas.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Jugadores de "La U" de Chile rinden homenaje a víctimas de la dictadura

Isaac Díaz y David Pizarro llevaron una ofrenda floral al memorial del Estadio Nacional de Santiago, a 45 años del golpe militar contra Salvador Allende


David Pizarro e Isaac Díaz, jugadores del Club Universidad de Chile, dejaron una ofrenda floral en el memorial del sector norte del Estadio Nacional de Santiago, en tributo a las víctimas de la dictadura militar de Augusto Pinochet.

El gesto se da en el marco de la conmemoración de los 45 años del golpe militar que terminó con el gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

Previo al encuentro, la hinchada de "La U" organizó además una actividad cultural en sectores aledaños al estadio, escenario que después del golpe de 1973 fue usado por los militares como centro de presidio y tortura.

lunes, 19 de marzo de 2018

Un médico comunista, empleado de Colo-Colo, es "el tipo más querido del Monumental"

Colo-Colo homenajea a Álvaro Reyes, un médico comunista, víctima de la dictadura de Pinochet y actual funcionario del club. Atendió a Salvador Allende cuando este era presidente de Chile y fue parte de la resistencia después del golpe militar que lo derrocó



Por Disidentes.net

Una historia llena de convicción, política y grandeza es la que rodea al gran Álvaro Reyes, el doctor de 90 años que trabaja en Colo Colo y es considerado “el más querido del Monumental”.  Es por eso que desde la entidad del cacique, lo homenajearon en el Estadio Monumental, dándole un galardón por su larga trayectoria en los albos.

A la ceremonia acudió el presidente Aníbal Mosa, el goleador Esteban Paredes, y los históricos Raúl Ormeño, Pablo Contreras y Luis Mena.  El jugador que está cerca de los 200 goles, en primera división declaró  “me enorgullece que le hagan un homenaje al doctor. Me siento privilegiado de estar con usted hoy y se merece todo esto”.

Y desde afuera también le llegaron los mensajes de cariño y agradecimiento como el crack mundial Arturo Vidal, y el crack noventero Marcelo Barticciotto quien dijo conocer toda su historia y lo consideraba un tipo tremendamente admirable.

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En una reciente entrevista, Reyes había hablado de política y del periodo de la Unidad Popular. Acá el texto íntegro:

Fútbol, vida y política con el tipo más querido del Monumental

Por Leonardo Salazar
Colocolo.cl

Tal vez él no lo sabe, pero Álvaro Reyes es el tipo más querido del Monumental. Respetado, admirado y activo, el médico jefe del Fútbol Joven goza con un pasado lleno de historias y emociones, un presente donde enseña y un futuro esplendor que lo espera para seguir cosechando un buen rato más… ¿Sus pasiones? El fútbol, el espíritu crítico, la vida misma.

“Nunca fui jugador”, dice de entrada Álvaro Reyes Bazán a sus 85 años, sentado en su escritorio-consulta en las dependencias del Fútbol Joven. Lo suyo era el rugby. “Jugué por la Universidad Católica y por el Stade Francés”, apunta.

Como hincha sí, ha vibrado desde siempre con el fútbol. Su padre, el también médico Alejandro Reyes Pérez, lo llevaba a ver a Colo-Colo desde pequeño, aunque el jugador que más recuerda con la casaca alba lo comenzó a conocer ya de adulto: Francisco “Chamaco” Valdés.

“Colo-Colo era el equipo que más me entusiasmaba, el que me gustaba de niño. Pero recuerdo también a las dos universidades. El Clásico Universitario era una fiesta popular”, dice.

¿Cómo entra a trabajar en el fútbol?

Mi primera experiencia fue con la famosa Universidad de Chile del Ballet Azul. Yo era cabro, no tenía un año de profesión. Dejé eso porque necesitaba continuar mis estudios de traumatología.

¿Trabajando en la Posta –donde ya era un reconocido anestesista- había llegado a la U?

Yo trabajaba con el doctor Arturo Lavín en la posta y él era director de la U. de Chile. Él me pidió que fuera a trabajar a la U, ad honorem, invitado por él. Ahí conocí el Ballet, dirigidos por el Zorro Álamos. Era una U especial.

Llego y me encuentro que había un médico de planta, dos dentistas, una asistente social, un psicólogo. Y eso llevó a la U a ser campeón y crear al Ballet Azul. Ningún club tenía eso.

¿Cómo sigue? 

Después entré a Ferrobádminton porque un amigo y colega mío, el doctor Carlos Salinas Apablaza me empezó a pedir que me fuera a ayudarle a Ferrodádbminton, porque él trabajaba para Ferrocarriles del Estado.

Llegué cuando Ferro estaba en Segunda División. Lo dirigía Francisco Hormazábal que fue un muy buen técnico (N de R: campeón con Colo-Colo en 1970). Y ocurre que salimos campeón y pasamos a Primera.

De ahí se alejó un buen tiempo

Pasó el tiempo. Estando de vacaciones en Papudo, junto con Nicanor Molinare –con quien teníamos una relación de parentesco (los dos éramos casados con las hermanas Zuanic)- me dijo: ‘Anda aquí en Papudo Paco Molina, que es técnico de la Unión Española y necesita un médico ¿Qué te parece que conversemos con él?’.

Cuando me encuentro con Paco Molina le dije: ‘Salí de Ferro porque me cansé’. Yo estaba cansado de la escasez de recursos, de la poca capacidad y creatividad de los dirigentes.

¿Estaba decepcionado?

Quedé con ese sabor un poco amargo, frustrante del fútbol… Me tocó ir a ver a un jugador de Primera División, profesional, un central de Ferrobádminton de apellido Valenzuela, a una población en invierno y tuve que entrar a la casa pisando ladrillos que habían puesto para no meterse al barro. Me meto a la pieza de este jugador y no tenía pavimento, nada, pisando la tierra. Eso es una imagen que le doy para ver las carencias del futbolista de ese tiempo.

Luego, en Papudo, Paco Molina me dice: ‘Hombre, Unión es otra cosa’. Me convencieron entre Paco Molina y Nicanor Molinare. Y me fui a encontrar con Abel Alonso que era el presidente de la rama de fútbol. Conversó conmigo, me dijo que iba a contar con todo lo que quisiera.

Es parte de la Unión tres veces campeón en los 70 y finalista de la Copa Libertadores

Sí, era un gran equipo ese.

También trabaja en la selección

Sí, con el Zorro Álamos. Estábamos jugando con Unión en Asunción, por Copa Libertadores 73, y me piden que desde allí me sume a la selección que jugó unos amistosos en México y Haití. De regreso pasamos a Lima y jugamos con Perú por las Eliminatorias.

Después de eso llega a verme a la Posta un funcionario de la Asociación Central a pedirme el uniforme de la selección. Nada más.

¿Así salió de la selección?

Así me sacaron. Inmediatamente nombran médico a un oficial de la Fuerza Aérea. Evidentemente estaban preparando todo para el Golpe.

¿Cómo vivió el Mundial del 62?

Me aboné. Fui a todos los partidos del Nacional. En esos años no era lujo. Fue grandioso. Nunca he visto una organización mejor que esa. Los partidos eran a las 2 de la tarde y yo entraba a mi turno a la Asistencia Pública a las 16 horas. Salía del fútbol, tomaba mi auto y llegaba a las 16 horas. El tránsito todo de bajada por avenida Grecia. En minutos estaba en Diagonal Paraguay con Portugal.

Y la organización era perfecta, uno tenía su asiento, no se lo quitaba nadie, estaba cómodo. La capacidad estaba muy bien calculada, los horarios eran perfectos…

¿Cuándo llega a Colo-Colo por primera vez?

En 1979, cuando llegó Pedro Morales (como DT). Él me trajo porque habíamos salido campeones en Everton (en 1976).

Después tuve un problema con el presidente Patricio Vildósola (1984) y me sacaron. Ya me habían sacado de la selección para el Mundial del 82.

Pero al poco tiempo volví a Colo-Colo cuando llega Arturo Salah (1986) y desde ahí, hasta ahora. Es toda una vida en Colo-Colo.

VIDA

Álvaro Reyes nació en Concepción, el primer día de 1928. A los 6 años partió junto a su familia a Santiago. Su padre Alejandro y su madre Ana Luisa se trasladaron por razones familiares. “Fue un periodo muy duro. Mi padre tenía muy buena situación en Concepción, era profesor de la Universidad de Concepción. Llegó a Santiago sin tener trabajo. Fue difícil la vida”, narra.

Cuénteme de su llegada a Santiago

Entré al Instituto Alonso de Arcilla y luego al tercer año de secundaria al Instituto Nacional. En el curso inmediatamente anterior al mío estaba el hijo del Presidente de la República de la época, Juan Antonio Ríos. No había ninguna cosa diferente. Era un espacio sumamente democrático. Estaba el hijo del Presidente pero yo tenía otros compañeros hijos de un almacenero, de un carnicero, así.

¿Cómo fue su niñez?

En Concepción, interesante. Mi padre era un hombre extraordinariamente interesante. De gran capacidad intelectual. Artista, escritor, poeta, aparte de ser médico. Tenía una virtud, era un conversador. A él lo invitaban a tertulias para escucharlo.

¿Heredó cosas de él?

Muchas. La parte de las letras. Él me enseñó mucho. Salíamos al cerro Caracol y me enseñaba las plantas. Le gustaba mucho la botánica, escribió un libro sobre el litre. Fue el primer hombre en Chile que se preocupó de la alergia.

¿Su padre también participaba en política?

Sí. Era un hombre de izquierda pero no era militante. Fue parte de la Federación de Estudiantes del año 20, famosa porque tenían un espíritu revolucionario.

Ese ambiente me formó a mí. Mi padre tenía muchos amigos artistas, escritores. Mariano Latorre, Luis Durand visitaban mi casa. Pintores como Pacheco de Altamirano. Había muchos cuadros de ellos en la casa de mis padres en Concepción. Siempre la casa era visitada por gente de mucha cultura. Yo de niño recuerdo que mis padres me llevaron a un concierto de Claudio Arrau. Esas vivencias tengo yo de niño. Leía mucho. Tenía un diccionario enciclopédico, un tomo grande. Lo ojeaba, leía. Aprendí las cosas más insólitas. Solo. Mis padres me decían: ‘Ya, son las 10 de la noche, anda a acostarte’. Y yo entretenido leyendo la enciclopedia. Eso a uno le crea un espíritu inquieto.

Seguramente ese espíritu hace que usted se haga militante del Partido Comunista

No tan pronto. Llegué al Instituto Nacional y me encontré con un ambiente muy diferente a donde yo estaba. Yo nunca fui creyente. Mis padres eran librepensadores, pero concurrían a misa. Me bautizaron de niño-grande, por cuestiones sociales. En el Instituto Alonso de Ercilla entré a los 8 años, salí a los 12. Tenía una voz muy especial. Me escogieron para cantar en el coro del Colegio, una Schola Cantorum.

¿¡Fue cantante!?

La Schola Cantorum era muy conocida en los medios religiosos de Santiago porque cantábamos misa, Te Deum. Los fines de semana, si no estábamos en la Iglesia de Los Sacramentinos, cantábamos en otra iglesia importante en Santiago.

A veces cantaba solo en la misa. Tenía buena voz… Yo nunca tuve fe. Hice mi primera comunión en el colegio, cerca de los 11 años y con todo lo que me habían hablado pensé que iba a sentir algo extraordinario cuando recibiera la hostia… y no pasó na’ (risas). Da risa pero esa fue una cosa especial.

Nos habían dicho que la fe era una gracia de dios y yo no tenía esa gracia. Llegué al Instituto y el ambiente era totalmente librepensador. Cuando estaba en el último año fui presidente del Instituto de Letras y tuve oportunidad de invitar a grandes escritores. Compañero de la Academia de Letras era José Miguel Varas. Ahí conocí a numerosa gente derechamente de izquierda.

POLÍTICA

¿Cuándo entra al Partido Comunista?

Ya después de ser médico. A los 26 años.

En 1972 usted va a La Moneda y atiende a Salvador Allende

Él visitaba con frecuencia la Asistencia Pública. Cuando fui a verlo, a La Moneda, fue porque él llamó a la Posta para decir que le mandaran un médico porque se había torcido una rodilla y estaba con mucho dolor. Y el médico jefe de la posta, el doctor Raúl Zapata, que era un DC parece o algo así, me llamó a mí y me dice: ‘Anda tú a ver’. Sabían cómo yo pensaba.

Ahí conocí a la Payita, la secretaria que tenía él. Ella me recibió. Atendí al presidente, le coloqué una rodillera de yeso, porque tenía un esguince de ligamento medial y después la Paya me invitó a almorzar. Yo iba con un paramédico. Almorcé en La Moneda.

¿Qué tal Salvador Allende?

Un hombre de una tremenda personalidad, muy sencillo, muy corriente, pero se notaba su peso intelectual y su personalidad, fuerte. Cuando llegamos a La Moneda, me llamaron cerca de la 1 de la tarde. Él había almorzado y sagradamente dormía una siesta de 20 a 30 minutos todos los días. Y no se podía hablar nada porque estaba durmiendo la siesta el compañero. Así que tuve que esperar a que se recuperara de la siesta para atenderlo. Y lo vi durmiendo… ¡si dormía en un sillón, en cualquier parte! No se retiraba para eso. El resto se retiraba para que él durmiera (risas).

¿Lo sorprendió el golpe militar?

No. Se veía venir. Había conflictos dentro del sector de la UP porque había gente que decía que había que avanzar sin transar y otros que pensaban que tenía que ser una cosa gradual.

¿Usted que pensaba?

Cuando salió Allende pensé que podía ser una cosa gradual. Y de hecho defendí ese planteamiento siempre. En la Asistencia Pública donde yo trabajaba había socialistas, había gente del MIR, el FTR tenía bastante gente. Conversaba con Abel Sepúlveda (hoy también en Colo-Colo), que era del FTR, le decía cuando conversábamos en la Posta: ‘Mira Abel: Lo más importante es que tú debes saber hacia qué lado disparas’. Empleé esa terminología porque él era de los partidarios de las armas. ‘Debes saber para qué lado disparas’. Y ellos estaban disparando contra el gobierno popular en ese momento.

El MIR estaba contra Allende y estaba traicionando al gobierno popular. Y el mismo Altamirano se restó del trabajo de apoyo a Allende. Si Allende era apoyado por el Partido Comunista al final solamente. Y con el Partido Comunista se conversó la posibilidad de pedir la alianza de la Democracia Cristiana para defender la democracia.

Usted estaba a cargo del Comité Empresa de la Posta. Era probable el golpe ¿Se había tocado el tema en la mesa, había algún instructivo?

Había un instructivo que había que prepararse para un enfrentamiento posible pero nosotros no teníamos armas. Teníamos instrucción de proveernos de elementos artesanales de defensa.

Tampoco era que usted y su gente iban a ir a La Moneda el día que ocurriera el golpe… No había nada preparado en ese sentido. Eso surgió espontáneamente para El Tanquetazo. Pero fue una reacción popular. No hubo nada preparado.

¿Cómo recuerda el 11?

Cuando iba para la posta, en el auto, escuché el discurso de Salvador Allende. Esa mañana partí poco antes de las 8 desde la casa. Deben haber sido las 8:10 cuando llegué a la posta. En el auto escuché la radio Magallanes. Escuché la declaración de los cuatro generales.

De inmediato captó que no era como el Tanquetazo

Nooooooo. Llegué a la posta y estaban los compañeros en la puerta, esperándome. ‘¡Compañero qué hacemos!’, me dicen. Y yo les dije: ‘Compañeros, esto es demasiado grande, así que hagamos cuenta de que viene un vendaval y nosotros nos agarramos de una rama, de un árbol, de lo que sea y esperemos que pase, a ver qué hacemos después. Por el momento cada uno en sus puestos, trabajando, ayudando en lo que se pueda’.

En la Posta, ese día, usted recibe y ayuda a la Payita

Entre las instrucciones que le di a la gente nuestra de la Posta, gente de la UP, era que salieran las ambulancias hacia el centro con gente de confianza. Salían las ambulancias sin que las llamaran. Va pasando una ambulancia por Morandé y, según ella contó, un Oficial le dice: ‘Y tú aquí Payita’. Justo pasa la ambulancia y dice: ‘Ella está herida’. Y se la llevan.

Llegó a la Posta en shock, con crisis de pánico, abrumada… Le puse una rodillera de yeso y justifiqué que quedara arriba en el 4° piso y no en Urgencias, en primer piso. Eso nos permitió sacarla en ambulancia.

La persona que la atendió, una auxiliar de enfermería, le ofreció llevarla a un departamento. Al personal de la ambulancia se le dio la dirección, ella les dio las llaves y ahí se fue la Payita.

Sospechaba que en algún momento llegarían a buscarlo los militares

Sí, sabía que era posible. Tuve un alivio cuando vi en la prensa que la Payita se asiló… Cuando me detuvieron, en el interrogatorio lo orientaron a saber de la Payita. Me torturaron sabiendo que la Payita estaba asilada.

¿Dónde lo toman detenido?

En la misma Posta. A mí me echaron de la Posta a los 6 días del Golpe. Mi exoneración aparece en marzo. Estuve sin ingresos todos esos meses…

Me llama un médico que había trabajado en la Asistencia Pública y que lo nombran director del Hospital Barros Luco. Me dice: ‘Vente para acá’. Me fui a la Posta a buscar los papeles. Entro y una enfermera conocida me ve y le noto una cara de pánico… No alcanzó a decirme nada porque un Oficial de Carabineros me toma por la espalda. Me dicen: ‘Sígame’. Me sacan al patio y me suben a un furgón de Carabineros. Un tipo alto, que yo había visto antes, me sube con un par de patadas al furgón.

Me llevaron a una comisaría, estuve una hora u hora y media y me trasladaron a la Escuela de Especialidades de la FACh. Esto fue el 17 de diciembre del 73. Ahí pasé la Pascua. Y me sometieron a interrogatorios y torturas. Me vendaron la vista, custodiado por dos conscriptos me llevaron al lugar de interrogatorio. Me preguntaron detalles de la Payita y gente de la UP de la Asistencia Pública. Fueron por lo menos unas dos, tres horas sometido a interrogatorio.

Lo primero que me hicieron para debilitarme fue hacer flexiones de rodillas. No era un chiquillo, tenía 44 años, pero buen estado físico. Me hicieron hacer unas 100 flexiones. Al día siguiente no podía caminar. Me trataba de parar y se me doblaban las rodillas.

Ese fue el inicio de la tortura. Después me zambulleron de cabeza en un tonel con agua, el submarino que le llaman, varias veces.

Luego me aplicaron corriente. Primero me hicieron tomar unos cables y luego me enrollaron en los genitales un cable eléctrico. Pensé: ‘Voy a gritar’.

Me tenían amarrado en una silla metálica, vendado. .. Gritaba. Por debajo de la venda veo un pie que se levanta y me dan una patada en el pecho.

De repente un tipo me pone una pistola en la cabeza, me pide que no haga ruido, ni una palabra... Entra una persona y era la jefa de personal de la Asistencia Pública. Yo estaba desnudo, vendado. Ella –se notaba- también entró vendada.

No sabía que estaba yo… Por eso el gallo me dijo que me callara. Le preguntaron sobre mí. Ella respondió. Debe haber estado más asustada que yo.

¿Logró verle las caras a los que lo torturaron?

Nooooo. Todo el tiempo yo estaba vendado. Ninguna noción de quién fue.

Luego, mientras estaba detenido, lo van a visitar los jugadores de la Selección Chilena

Yo pasé por el Estadio Chile como dos semanas y luego me trasladaron a la Penitenciaría. Inmediatamente me comenzaron a visitar amigos. Pedro García se portó estupendo conmigo. Debe haber sido en abril del 74 cuando fueron a verme los dirigentes de Unión Española, me regalaron un televisor Antú para ver el Mundial. Fue Abel Alonso. Incluso Fluxá (Presidente de la Asociación Central de Fútbol) y los capos grandes trataron de interceder ante el Gobierno Militar.

Luego, los seleccionados –me contaron después- iban hacia el aeropuerto y le pidieron al chofer del bus que pasaran al Penitenciaría y se bajó un grupo grande a saludarme. Y me regalaron un banderín firmado. Dentro de lo triste, esas cosas eran súper alentadoras.

¿Después no pensó salir del país?

Me lo ofrecieron pero decidí quedarme. Por mis principios y mis ideas decidí ayudar a luchar contra la dictadura. En la clandestinidad. Una vez me detuvieron los Carabineros por un control rutinario y yo llevaba una pila de propaganda dentro del auto. Me podrían haber eliminado.

Siempre pensé que, cuando estuve preso, no me eliminaron porque yo era una persona conocida. En una clínica donde trabajé a fines de los 70 e inicios de los 80 atendí a gente clandestina del Partido Comunista. Incluso gente del Frente Patriótico. En la clínica nunca se dieron cuenta.

miércoles, 5 de abril de 2017

El Frente Patriótico Manuel Rodríguez y el fútbol

"Cambio de juego, historias desconocidas del fútbol chileno", es un libro de Nicolás Vidal en el que recopila crónicas sobre el balompié chileno. A continuación un fragmento de su primer capítulo, dedicado al Frente Patriótico Manuel Rodríguez y su vínculo con el fútbol:


Era cerca de la medianoche: los últimos suspiros del 20 de octubre de 1984. A Fernando Larenas -jefe operativo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez- le quedaba menos de una cuadra para llegar a la casa de seguridad que tenían en La Reina, pero le llamó la atención el movimiento inusitado en la vereda y el jardín. Recién había caído su encargado logístico: sólo podía ser la CNI. No se detuvo y partió a su hogar, en Gran Avenida. Al llegar se encontró con una situación parecida, pero esta vez lo vieron: un par de autos salieron disparados detrás suyo. Apoyó toda la fuerza de su pie derecho en el acelerador y no le importaron luces rojas, discos Pare o cualquier otra señal de tránsito. Ya no eran dos sino cinco los vehículos que lo perseguían. Con medio cuerpo fuera de la ventana los agentes apuntaban, cada uno con su pistola. Fernando sólo podía verlos a través de los espejos. Y escuchar el silbido de los balazos; o el estruendo del vidrio trasero reventándose y dejando el flanco abierto para que los tiros entraran con facilidad en esa portería salvajemente asediada.

El ex arquero del Orompello aguantó hasta Santa Rosa esquivando balazos y luces rojas. Pero se le atravesó un camión. Su Charade se chantó en el pavimento y los agentes aparecieron por todas partes. Estaba desarmado. Una misión imposible: atajaba solo frente a un equipo completo. Le  dispararon a quemarropa con un fusil Galil, de fabricación israelí, a través de la ventana del conductor. Alcanzó a levantar el brazo izquierdo, desviando levemente el proyectil. Recibió el balazo en la cabeza. Los agentes quebraron las ventanas con sus culatas y lo arrastraron hacia la calle. Parte de su masa encefálica quedó en el pavimento. Entre todos patearon ese bulto para después dejarlo desangrándose, con la satisfacción que sólo entregan las misiones cumplidas, al menos para un asesino.

***

Ramiro se refugia en la oscuridad que da la sombra del árbol. Prefiere no exponerse. Un viento salado vuelve más fresco ese anochecer de verano. Baja la mirada hacia su reloj continuamente, preguntándose, tal vez, si es que ha ocurrido algo. Comienza a impacientarse. Se pone en puntillas y mira hacia los dos lados de la calle. Respira aliviado cuando ve que se acerca por Los Placeres el auto en que viene su hermano. Iván no está solo. Lo acompañan, como de costumbre, los dirigentes del equipo San Francisco.

Se dirigen a la cancha. Hace algunos años que no juega en el Orompello. Ahora reside en Santiago y dejó de llamarse Mauricio Hernández Norambuena. Vive oculto -en las sombras- y sólo sale a la luz para jugar el campeonato nocturno Osmán Pérez Freire, el más importante que se disputa en Valparaíso durante el verano. Vuelve al puerto sólo para vestirse de corto. El San Francisco armó un equipo cuyo único objetivo es la copa. Y para eso trajo a los hermanos Hernández.

En los camarines, Ramiro vuelve a ser Mauricio, el futbolista. Recuerda esos minutos previos a los partidos del Orompello, cuando se vestía con Fernando Larenas y su hermano Iván. Pero ahora juegan en otro equipo, y Fernando ya no está. No deja que la nostalgia lo saque de ese partido. Ya está acostumbrado a vivir con esa sensación de que en cualquier momento te pueden disparar en la cabeza, unida a la adrenalina que viene con la compañía del miedo. Pero de todas formas se estremece con las tres mil personas que abarrotan el estadio en esa final del campeonato contra el Econa. En el campo de juego, como tantas veces -junto a su hermano Iván- se olvida del Frente, de la tensión, el miedo y cualquier otra cosa que no sea el equipo rival. Ganan por tres a cero. Reciben la copa ante un estadio lleno y dan la vuelta olímpica: el insustituible sabor de la gloria, tan lejana al anonimato. Después de celebrar, vuelve a esconderse donde el amigo que le da alojamiento.

Al día siguiente, ya de vuelta en Santiago, es el mismo de siempre: Ramiro, el que tiene a su cargo a los grupos especiales. Y por eso mismo es que está junto a Raúl Pellegrin (“Rodrigo” o “José Miguel”), el número uno del Frente. Ya se conocen, se tienen confianza; por eso sus conversaciones suelen comenzar con alguna trivialidad. Bueno, ¿y cómo están las pichangas? Sí, a veces, muy de vez en cuando jugamos en alguna canchita con los amigos, sólo cuando se puede y hay tiempo… El golpe seco del diario -arrojado con violencia sobre la mesa- corta sus palabras. Su mirada sólo sigue el dedo firme de Rodrigo, que apunta a la penúltima página de ese ejemplar de La Tercera. Esa foto, hace un tiempo, lo hubiera llenado de orgullo, pero ahora hace que su estómago se revuelque. El San Francisco con la copa. Su nombre -Mauricio Hernández Norambuena- justo debajo de su foto. Así que ahora todos tus hermanos del Frente saben que Ramiro en verdad se llama Mauricio. La puteada que viene a continuación es la del líder del Frente a un combatiente que ha faltado gravemente a sus obligaciones de clandestinidad y de compartimentar la información, poniendo en riesgo su seguridad y la del movimiento, sobre todo cuando todavía está fresco lo de Fernando. Todo por jugar a la pelota.

***

Los hermanos Hernández Norambuena (Iván, el mayor, y Mauricio, el menor) y Fernando Larenas siempre jugaron en el mismo equipo.

Partieron en el Deportivo Recreo de Viña del Mar, cuando eran unos mocosos de quince o dieciséis años. Vivían en la población Lord Cochrane, en Valparaíso. En ese equipo conocieron a un personaje clave en esta historia: el profesor Óscar Gallardo, que se los llevó desde ahí al Orompello. Ojo, no hablamos de un gris entrenador de inferiores en clubes de barrio, sino del mejor formador de jugadores que ha tenido la Quinta Región. Dos años después, Gallardo partió a Santiago Wanderers, donde descubrió a jugadores como David Pizarro, Reinaldo Navia, Claudio Núñez, Jorge Ormeño y Eugenio Mena.

El año 1976, los tres pasaron al equipo juvenil del Orompello. Larenas al arco, Iván de central y Mauricio de lateral derecho. Ahí -con esos chicos- comienza la historia grande del Orompello. Salieron campeones invictos de la Asociación Valparaíso.

Tras esta campaña, Mauricio fue nominado a la selección de Valparaíso para el Campeonato Nacional Juvenil que se jugó en la salitrera Pedro de Valdivia, en enero de 1977. En ese equipo también jugaba el ex delantero de la selección chilena Juan Carlos Letelier. Así recordó a Mauricio en una entrevista con El Gráfico: “Era defensa central, crespo y chuletero”. Pero Letelier no era el único ilustre en ese equipo porque el arco era protegido por Jaime Zapata, quien después jugaría en Everton y Wanderers.

Mientras tanto, su hermano Iván fue ascendido ese mismo año al primer equipo del Orompello, donde alcanzó a jugar los últimos cuatro partidos en el Campeonato Regional de la Quinta Región. Pudo sentir, por primera vez en la historia del club, ese contacto glorioso con la copa del campeón.

En 1978 fueron promovidos Mauricio Hernández y Fernando Larenas. Al Loco Larenas se lo podía encontrar parado sobre la línea de gol, dispuesto a recibir cualquier disparo del equipo rival. Iván y Mauricio se repartían la defensa y la banda diestra. Jugaban bien. Hasta que llegaron a la campaña del Campeonato Regional de 1979. Faltando seis fechas para el final, estaban peleando la punta palmo a palmo contra Quintero Unido.

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El estadio de Villa Alemana. Los tablones de las graderías levemente curvadas por el peso de los hinchas que saltan, cantan y no dejan de moverse sobre ellas. Es la final, el partido de desempate entre el Orompello y Quintero Unido. Mauricio Arenas, el arquero filósofo, no fue convocado para jugar pero es uno de los que apoyan desde las graderías, junto a la rama cultural.

El viento tibio hace bailar la melena de Fernando Larenas. Está parado sobre la línea del arco, con la hinchada del Orompello detrás. Es impulsivo, a veces se apresura, pero tiene unos reflejos que le permiten atajadas imposibles, como el movimiento insólito de su brazo izquierdo contra ese disparo a quemarropa que el delantero quinterano ya celebraba como la apertura del marcador. El fútbol, la salida del equipo siempre pasa por los pies criteriosos de Iván Hernández. A veces juega corto con su hermano por la banda derecha o lanza pelotazos cruzados en busca de los delanteros. Incluso, en más de una oportunidad driblea a un atacante que intenta presionarlo. Un partido trabado, como buena final entre equipos parejos. Trancadas, barridas, pierna fuerte al límite del reglamento. Pero el que más corre, el que más mete, sin duda, es Mauricio Hernández. Basta que uno de sus compañeros caiga al suelo para que vaya a guapear con los rivales. Van al alargue, empatados a uno. Ya hay muchos acalambrados, pero Mauricio sigue corriendo sin parar. Muestra un aguante que muchas veces termina contagiando al resto… si es que no se pasa de revoluciones. Roja para Mauricio. Podría haber sido la causa de la derrota, pero el Orompello sigue jugando con la intensidad del jugador expulsado, hasta que por fin logran desequilibrar con un gol agónico que les da el campeonato.

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Las cifras que se manejaban en el fútbol, en ese tiempo, eran miserables comparadas con las de hoy. Usando un lugar común, se jugaba por amor a la camiseta. Mauricio Hernández y Fernando Larenas fueron a probarse a Audax Italiano, en Santiago. El inicio de una carrera como futbolistas profesionales.

¿Se habría transformado Mauricio en el Comandante Ramiro? ¿Habría sido el Loco el jefe operativo del Frente? Nunca lo sabremos porque ninguno de los dos decidió quedarse, a pesar de haber pasado la prueba futbolística. La plata era muy poca (ni siquiera daba para mantenerse en Santiago), y además implicaba abandonar los cerros de Valparaíso y sus estudios en la Universidad de Playa Ancha.

De vuelta en el puerto, ambos -junto a Iván- fueron nominados para jugar por la selección de Valparaíso en un amistoso contra Santiago Wanderers. Los tres fueron titulares. El Loco Larenas defendió la portería, con una boina en la cabeza, y sólo pudieron hacerle un gol en ese empate a uno que fue visto por más de cuatro mil personas.

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Fernando Larenas se juntó con Ramiro para revivir viejos tiempos y sentir de nuevo esa protección que le inspiraba el camarín del Orompello, especialmente en esos días en que estaba preocupado por su seguridad. Desde avenida Matta  se fue a la casa de seguridad que tenía el Frente en La Reina, justo antes de ser emboscado por la CNI.

Los vecinos de Santa Rosa, que esa noche tenían una fiesta, lo vieron tirado en la calle. El cadáver aún respiraba. Llamaron a la policía y lo llevaron al hospital Barros Luco. Gracias a la fortaleza de su cuerpo de futbolista, y después de pasar veinticinco días inconsciente, logró sobrevivir. Pero tenía un daño neurológico importante. Funciones como el habla o la coordinación apenas respondían. Volvió a ser un niño. No lo habían matado, pero tampoco podían interrogarlo bajo tortura en esas condiciones. Cuando estuvo estabilizado, decidieron llevarlo a la clínica Las Nieves, en la comuna de San Miguel, esperando que se rehabilitara para sacarle información…

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Fernando, después de ser rescatado del hospital, escapó de Chile haciéndose pasar por mudo. Logró llegar a Cuba, donde pudo rehabilitarse. Todavía está prófugo -en el extranjero- como tantos otros que se levantaron en armas contra la represión. Tiene ciertos problemas para hablar, pero se le entiende. Lo que no le falla, eso sí, es la memoria. Y todavía se acuerda de esos momentos en que volaba de un palo a otro con su melena al viento, resguardando la portería del Orompello, sin imaginarse que pocos años después sería uno de los protagonistas de la revolución armada que intentó derrocar a la dictadura.

Raúl Pellegrin era el líder indiscutido del Frente, pero me atrevo a afirmar que Ramiro fue su combatiente más importante en Chile. El rescate de Fernando Larenas marcó el comienzo de una serie de operaciones claves en las que estuvo involucrado, ya sea en su planificación directa o en su ejecución. Sólo enumerarlas resulta abrumador.

Tuvo a su cargo uno de los grupos de cinco fusileros en el atentado a Pinochet, en 1986. Fue parte también del secuestro del coronel Carlos Carreño, liberado tres meses después en Brasil a cambio de trece camiones de ropa y alimentos para los pobladores (…). Se le atribuye participación en los atentados contra Gustavo Leigh, ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea, y su socio Enrique Ruiz, protector del Comando Conjunto. Apartándose de esa línea -y en lo que él mismo ha llamado como un grave error político-, se le acusa de participar en el asesinato de Jaime Guzmán. Por último, estuvo a cargo del secuestro de Cristián Edwards.

Fue detenido en 1993 y condenado a doble cadena perpetua en un recinto inexpugnable: la Cárcel de Alta Seguridad, recién inaugurada. Al parecer esa loca idea fue suya: irse volando. Un día se abrieron las nubes y apareció un helicóptero con dos fusileros del Frente disparando con una sola mano, equilibrándose sobre las patas de la nave. Así, a toda velocidad, al medio del patio, soltaron un cordel que contenía un canastito. Esta fue la vía de escape para Ramiro y otros tres compañeros, despegando del suelo como el Loco Larenas cuando jugaba al arco. Subieron con la rapidez de una operación militar, pero con el tono de esas cámaras lentas con que el cine distingue los momentos inolvidables: la ascensión entre los aplausos descontrolados de miles de presos que no podían creer lo que veían.

Estuvo prófugo un tiempo, pero en el año 2002 cayó en Brasil por el secuestro de un publicista. Ahí se encuentra, desde hace quince años, encerrado en condiciones durísimas, esperando que lo extraditen a Chile para cumplir con sus condenas.

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Iván Hernández Norambuena terminó contagiándose por sus compañeros de equipo. Quiso entrar al Frente en Valparaíso, pero era un tipo muy conocido en el puerto, principalmente por sus cualidades futbolísticas. Tuvo que partir a Santiago y entrar en la clandestinidad el año 1985. No era de los que disparaban: aportaba desde la logística.

Tuvo que salir del país el mes de agosto de 1986, para no ser detenido. Permaneció en Buenos Aires, para volver a Chile el año 1990. En el futuro seguiría viajando entre estos dos países.

Sigue viviendo en Valparaíso, sobre el cerro Esperanza, a pocas cuadras de la sede del Orompello.

Aunque nunca hubo una época tan gloriosa como esos últimos años de los setenta, ve que los dirigentes del club miran su historia con ánimo de olvidarla, de bajarle el perfil. Incluso, la copa de campeón que ganaron en esa final a Quintero Unido, ha desaparecido misteriosamente. Muchos jóvenes ignoran lo que pasó ahí, quiénes fueron los que llevaron al Orompello a la gloria. Pero, para Iván, esta historia es parte de la memoria del cerro Esperanza, de Valparaíso y de Chile. Y, como toda épica, merece ser contada.

*Tomado de Qué Pasa

martes, 13 de diciembre de 2016

Abbás recibe a Palestino de Chile, que realiza gira en Medio Oriente

El presidente palestino dice que su país es “el único con dos selecciones”


Redacción
Fútbol Rebelde

El Club Palestino de Chile emprendió una gira por Medio Oriente, donde jugará partidos amistosos y socializará con comunidades y autoridades.

“El objetivo de esta gira es que los jugadores se conecten con las raíces del club, conozcan en vivo al maravilloso pueblo que representamos y vean la alegría que generan en la gente a pesar de la triste situación en la que viven”, explicó Jorge Sabag, dirigente del cuadro chileno.

Palestino arribó a la ciudad de Ramallah, donde fue recibido por aficionados y autoridades como el ministro palestino de Deportes, Jibril Rajoub, representantes del Bank of Palestine (actual auspiciador del equipo), y el embajador chileno en Palestina, Francisco Bernales.

“El recibimiento de la gente ha sido increíble, son personas muy cariñosas. Nosotros sabíamos que teníamos seguidores, pero realmente esto ha superado todas nuestras expectativas”, dijo el entrenador Nicolás Córdova a su llegada a territorio palestino.

El 12 de diciembre, el equipo visitó la sede de la Autoridad Nacional Palestina, donde se reunieron con su presidente, Mahmud Abbás, quien agradeció su presencia. “Somos el único país del mundo que tiene dos selecciones nacionales”, señaló Abbás, quien sostiene que el Palestino de Chile tiene un estatus de selección para su pueblo.

“El gran desempeño del equipo ha permitido que la bandera de Palestina flamee por toda Latinoamérica y el pueblo palestino nos ha manifestado su profundo agradecimiento por eso. Para ellos, Palestino es su segunda selección”, explicó el entrenador Córdova. Sus dirigidos tuvieron una destacada actuación en la pasada Copa Suramericana, la cual avivó las simpatías por el club en la comunidad palestina.

La agenda de Palestino prosiguió este martes con un amistoso ante la selección nacional anfitriona. El juego se disputó en Nablús y terminó con un triunfo 3-0 para el local.

La gira prosigue con actividades en campos de refugiados, otro partido con el equipo Al Ahli de Hebrón, y un recorrido por Jerusalén. Luego viajarán a Jordania, donde culmina la expedición, prevista para diez días y organizada por el Bank of Palestine y la Federación Nacional de Fútbol de Palestina.

lunes, 24 de octubre de 2016

Camila Vallejo también habla de fútbol

La diputada comunista chilena reflexiona sobre el deporte más popular del mundo


Por Camilo Rueda Navarro

En una reciente entrevista, Camila Vallejo dio sus opiniones sobre el fútbol. La exdirigente estudiantil y diputada por el Partido Comunista reconoció sus simpatías con la Universidad de Chile, aunque expresó que recientemente siente “mucha cercanía” con Palestino.

“Me regalaron la camiseta y cuando pueda iré a verlos”, contó al periodista Felipe Bianchi, en un diálogo en formato de Twitter publicado en el diario La Tercera.

La diputada explicó que en su viaje a Palestina encontró que el Club Palestino de Chile es como una segunda selección para ellos, y desde entonces, quiere “que siempre les vaya bien”.

“El fútbol puede ser una excelente escuela de vida, como cualquier actividad humana que se conduzca con buenos fines y valores positivos”, respondió la exdirigente estudiantil a una pregunta sobre Albert Camus, que decía que su mejor escuela de vida fue el fútbol.

Vallejo también apoyó el llamado de Jean Beausejour para que la Selección Nacional juegue en regiones y se baje el precio de las entradas. “Totalmente de acuerdo. ‘La Roja’ es de todos y los precios son muy caros”, dijo, avalando la postura del jugador.

Sobre los integrantes de la selección, dijo que su preferido es Gary Medel, “por la garra que pone”, y el propio Beausejour, “porque tiene opinión política y la manifiesta”.

Y sobre la organización del fútbol chileno, manifestó: “La ley SAD permitió la captura de los clubes. Por eso, con Matias Walkerp propusimos algunos cambios inspirados en el futbol alemán”.

También reivindicó al futbolista Carlos Caszely, integrante de la selección cuando iniciaba la dictadura de Augusto Pinochet. “Fue el único que no lo saludó antes de viajar al Mundial 74”, recordó. (Ver artículo "Yo le negué la mano a Pinochet": Carlos Caszely).

Camila Vallejo, de 28 años, fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y en la actualidad es parlamentaria del Partido Comunista.

martes, 14 de junio de 2016

“En política y en la cancha juego por la banda izquierda”

El futbolista chileno Jean Beausejour considera “una fortuna” pertenecer a dos pueblos muy revolucionarios: el afro y el mapuche


Por Fútbol Rebelde

Jean Beausejour se considera orgulloso de pertenecer a dos pueblos que considera “muy revolucionarios”: el afrodescendiente y el mapuche. (Leer “Beausejour, orgulloso de ser mapuche”).

El jugador de la selección chilena, en una extensa entrevista publicada en el portal “The Clinic”, reivindicó que un futbolista o cualquier persona pueda opinar sobre ámbitos diferentes al de su profesión.

Beausejour, que pertenece al Consejo Ciudadano de Observadores del Proceso Constituyente, respondió a los cuestionamientos por su incursión en la política. “¿Cómo alguien puede ser tan estrecho de mente que imagina que un futbolista, o cualquiera, sólo puede opinar sobre el ámbito en que se desenvuelve, y no pueda tener otros intereses?”, controvirtió. (Leer también “Beausejour recordó a los detenidos en el Estadio Nacional”)

“En política soy parecido a lo que hago en la cancha. Juego por los mismos sectores en ambos escenarios: por la banda izquierda”, expresó -además- sobre su postura política.

El jugador, de padre haitiano y madre mapuche, dijo también que es “una fortuna pertenecer a dos pueblos muy revolucionarios: el haitiano, que fue la primera colonia en independizarse de Francia, y el mapuche, pueblo que nunca fue conquistado por ninguna colonia extranjera”.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Chile-Argentina un 24 de marzo: La dirigencia del fútbol insulta a la memoria

Se juega la eliminatoria al Mundial de fútbol cuando Argentina conmemora el 40 aniversario del doloroso golpe militar que padeció


Por Gabriel Casas
Marcha

¿Era necesario que Chile-Argentina por las eliminatorias sudamericanas tuviera como fecha el 24 de marzo? ¿No se podría haber gestionado desde la AFA hacia la FIFA la modificación para que se jugara el 23 o el 25? ¿En qué cambiaría tanto un día más o menos en las fechas FIFA? Es bueno recordar que en la última doble fecha de las eliminatorias, Argentina-Brasil se jugó un día después por las malas condiciones climáticas en Buenos Aires y nada raro pasó por eso.

(Ver también "Fútbol en Chile un 11 de septiembre: mucho más allá de las eliminatorias", sobre un episodio similar).

Ahora ya sería inútil presionar a la AFA para cambiar la fecha, pero el problema es que nadie en el máximo organismo del fútbol argentino haya saltado en el momento en que se conoció dicha fecha. Obvio que quizás los viejos carcamanes y Daniel Angelici no tengan muy en cuenta al 24 de marzo como un día muy especial para los argentinos. Resulta extraño en Hugo Moyano, ante tantos sindicalistas desaparecidos por la última siniestra dictadura cívico-militar. O en Matías Lammens, que es un joven dirigente que creció bajo la lucha por la memoria, verdad y justicia.

Ya que la FIFA no permite manifestaciones políticas en los partidos que organiza, estaría bueno que los futbolistas y el cuerpo técnico se manifestaran de diferentes maneras ante el 40 aniversario de un día de luto para los argentinos. No podrán salir a la cancha y portar una bandera que recuerde a los 30.000 compañeros desaparecidos. Entonces, al menos sería una buena señal que salieran con los brazaletes negros que usan en condición de luto.

También, que en esta semana previa, en el predio de la AFA en Ezeiza, Messi y compañía reciban a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. También a los integrantes de H.I.J.O.S. Sería una manera de que el fútbol se involucre a su manera. Y que ahí le cuenten, por si no lo saben, la historia del estadio Nacional de Santiago de Chile, donde irán a jugar. Allí, la dictadura asesina de Augusto Pinochet, lo utilizó en los años 70 como campo de concentración y de exterminio de los desaparecidos chilenos.

También contarles, por si no lo saben, que las dictaduras de Jorge Videla y Pinochet casi llevan a una guerra entre Argentina y Chile en 1980 por las islas del Atlántico sur. Que sólo se frenó en ese momento por la intervención del papa Juan Pablo II. Y recordarles que como los militares argentinos se quedaron con las ganas, y para tratar de mantener a la dictadura, dos años después iniciaron una guerra por las Islas Malvinas bajo el mando de Leopoldo Galtieri, en la que murieron cientos de soldados argentinos sin preparación adecuada para la batalla.

Recordarles que la Junta Militar de Videla, Massera y Agosti estuvo en los estadios durante el Mundial 1978 y celebraron el título en el estadio de River, mientras que muy cerca de ahí, en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) funcionaba un centro clandestino de detención donde se torturaba y mataba a compatriotas. Que la dictadura militar utilizó al Mundial para intentar limpiar su imagen en el exterior. Y que también en su momento, Galtieri fue a visitar a la Selección Argentina antes del Mundial de España 1982 (que nuestro equipo lo jugó mientras el país estaba en la guerra de Malvinas) y abrazó al entrenador César Luis Menotti.

O sea, hacerles sentir con la verdad de sus testimonios, que la dictadura también manchó a la pelota. Generarle la conciencia de lo que significa este 24 de marzo, como todos los años desde 1976. No hay que pedirles a los futbolistas o entrenadores que hablen u opinen sobre el tema si no se sienten capacitados. Pero sí que sepan que son parte de la historia del país. Y un mensaje de ellos, con un fútbol tan globalizado mundialmente, puede generar mucho en los que admiran a los jugadores acá y en cualquier parte del planeta. Y demostrar que los argentinos seguimos luchando después de 40 años por la memoria, la verdad y la justicia.