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viernes, 5 de mayo de 2017

La República de Totti

Cuando el jugador símbolo de la Roma se solidarizó con la periodista Giuliana Sgrena, del diario Il Manifesto, secuestrada por yihadistas


Por Roberto Parrottino

El 20 de febrero de 2005, Francesco Totti salió al Olímpico para jugar ante el Livorno con una remera que pedía la liberación de Giuliana Sgrena, periodista del diario comunista Il Manifesto que llevaba 15 días secuestrada por la Yihad Islámica en Irak. La organización exigía el retiro de las tropas italianas para liberar a Sgrena. Amenazaba con asesinarla. Hasta entonces, el gobierno de Carlo Azeglio Ciampi y el Papa Juan Pablo II habían exigido su libertad. Un mes después de su captura, fue liberada.

En el camino al aeropuerto de Bagdad, el ejército estadounidense, en un confuso episodio, asesinó al agente italiano Nicola Calipari. “Hay americanos que no quieren que regreses”, contó Sgrena que le habían dicho durante su cautiverio; y en una columna en Il Manifesto, detalló que uno de sus captores se había sorprendido al observar en la TV a Totti con una remera que decía “Liberate Giuliana” mientras anunciaban su inminente ejecución.

“Era hincha de la Roma y su jugador favorito era Totti -relató Sgrena-. El lenguaje del fútbol llega a la mente y a los corazones de muchas personas alrededor del mundo. Si todos los grandes deportistas se comportaran como Totti, los gestos humanitarios tendrían un eco mucho más grande”.

Italia, bromearon los fanáticos, debería llamarse la República de Totti.

lunes, 28 de noviembre de 2016

El fútbol rinde homenaje a Fidel

El deporte de los pueblos también honra al líder histórico de la Revolución Cubana


Juan Cominges, de Cienciano de Cuzco, exhibió una camiseta con la leyenda "Hasta la victoria siempre, Fidel", al anotar el primer gol del partido que su equipo ganó 2-1 al Mannucci, en el fútbol peruano. La hinchada presente en el juego, disputado en el estadio Inca Garcilaso de la Vega, aplaudió el gesto.


El astro argentino Diego Maradona dijo que Fidel Castro fue "como un segundo padre" para él. Desde Zagreb (Croacia), donde presenció la final de la Copa Davis que Argentina le ganó al equipo local, Maradona expresó su agradecimiento a Fidel y a la Revolución Cubana. "Viví cuatro años en Cuba. El me abrió las puertas cuando en Argentina había clínicas que me las cerraban", dijo.


En las gradas del Livorno italiano también se homenajeó a Fidel Castro. Con banderas de Cuba y del Movimiento 26 de Julio, la hinchada del "amaranto" expresó mensajes al líder de la Revolución Cubana.


¡Hasta siempre, Fidel! dijeron los aficionados de Livorno.


"Fidel, por siempre Fidel", dijeron los hinchas de la Unió Esportiva Sant Andreu, de Barcelona.

martes, 4 de octubre de 2016

Humilde, goleador y comunista

Así es Cristiano Lucarelli, el ídolo del Livorno


Por Carles Viñas 
Panenka

‘Killer’ del área y todo un mito en su Livorno natal, Cristiano Lucarelli abandonó la práctica del fútbol profesional hace unas temporadas. Este trotamundos del balón colgó las botas en el Napoli tras militar en clubes como el Valencia –donde jugó a finales de los años noventa–, el Shakhtar Donetsk, el Torino, el Lecce, el Parma o su amado Livorno. Más allá de los 102 goles que marcó en las dos etapas en las que vistió la camiseta del conjunto amaranto, Lucarelli se convirtió en el santo y seña del club toscano, con permiso de insignes futbolistas como Igor Protti, por su actitud dentro y fuera del terreno de juego.

Su entrega sobre el césped era intrínseca a su amor por los colores, de pequeño ya era un asiduo de las gradas del vetusto estadio Armando Picchi. Sin embargo Lucarelli trascendió por su militancia comunista, algo común en Livorno, ciudad fundacional del Partido Comunista Italiano en 1921. Como buena parte de sus paisanos nunca ocultó sus preferencias políticas. Algo que en el mundo del fútbol profesional suele pasar factura. En su caso fue a raíz de marcar un gol con la selección italiana sub-21 ante Moldavia en 1997. Preso de la pasión se encaramó a la valla publicitaria para ofrecer el tanto a los aficionados mientras se levantaba la elástica azzurra para mostrar una camiseta con la efigie del Che Guevara y la leyenda ‘Il Livorno e’ una fede’. Un gesto que le valió ser ninguneado por la Federación Italiana, aunque eso a él no le importó. Su deseo no era triunfar con la selección sino con el club de sus amores. Persiguiendo este propósito, el año 2003 rechazó diversas ofertas millonarias de clubes de la Serie A para fichar por el Livorno, recién ascendido a segunda división. “Que se queden con los mil millones”, le espetó a su representante Carlo Pallavicino. Así fue como abandonó el Torino, renunciando a emolumentos considerables para poder cumplir su sueño. Y a fe que lo consiguió. Luciendo el 99 a la espalda –número que rememoraba el año de fundación de las BAL (Brigate Autonome Livornesi), el extinto grupo ultra amaranto– logró el ascenso del Livorno después de 55 años. Cristiano era más pobre pero su felicidad no se compraba con dinero.

Tras abandonar el club, después de clasificarse por primera vez en su historia para una competición europea, Lucarelli puso rumbo a Ucrania. Debutó en la Champions League con el Shakhtar para retornar el año siguiente a Italia. Parma fue su nuevo destino. Allí trabó amistad con su presidente, Tommaso Ghirardi, uno de los principales valedores de su fichaje, al que prometió que cuando colgara las botas ejercería como entrenador en el Parma.

Cristiano fue honesto hasta en su retirada, cuando reconoció que tras sufrir una grave lesión en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda no estaba para el trote que supone ejercer como delantero en el fútbol actual. Según declaró, “no tenía físico para ser el primer defensor del equipo”. Pero cumplió con su palabra. Esa misma temporada fichó por la entidad de Emilia-Romaña para entrenar al equipo alevín. En la rueda de prensa de presentación manifestó que contaba con las energías necesarias para afrontar con ánimo el reto. Lucarelli entendía su nuevo cargo como el mejor trampolín para acceder a banquillos de mayor entidad. Y por lo que parece, la apuesta no le va mal. Cristiano conserva intacta su sonrisa desde la banda, aleccionando a sus jóvenes discípulos cerca del césped. Unos chicos que escuchan atentos las lecciones de un míster atípico, aquel que en su brazo izquierdo luce tatuados los escudos de su ciudad natal y del Livorno. Por ello siempre será “Uno di noi!”

martes, 10 de marzo de 2015

Kobane resiste

Solidaridad desde Livorno


Las Brigadas Autónomas Livornesas, barra organizada del AS Livorno, enalteció la resistencia kurda contra el fascismo islámico.


Los hinchas livorneses, en el partido en el que su equipo venció 3-1 al Ternara el sábado pasado, exhibieron banderas solidarias con Kobane, localidad ubicada en el norte de Siria.

viernes, 26 de diciembre de 2014

"Quédense con sus millones"

Cuando el cariño por un club vence al poder del dinero


“Para algunos, un sueño es ser millonario. Comprarse un Ferrari, un yate. Para mí, lo mejor de mi vida sería jugar en Livorno”, dijo Cristiano Lucerelli, un futbolista muy distinto a sus colegas de la actualidad.

Lucarelli, delantero italiano, exjugador de varios clubes de la Serie A y otras ligas europeas, siempre había querido jugar para el club de sus amores, el AS Livorno.

Al finalizar la temporada 2002-2003, en pleno auge de su carrera, Lucarelli estaba buscando un nuevo equipo. Llegaron ofertas de varios clubes de Primera. Algunas jugosas: mil millones de liras, casi un millón de euros anuales.

Pero en ese momento el Livorno, que militaba en la tercera división, logró el ascenso. Y Lucarelli le encargó a su agente, Carlo Pallavicino, que le consiguiera un lugar en su equipo del alma, donde no había jugado nunca.

El cronista Enric González cuenta lo que ocurrió entonces: “El Livorno no podía pagar más que unos cientos de miles. Lucarelli aceptó, renunciando a sueldos que ascendían a más del doble, a la fama televisiva de otros clubes y a la comodidad de un puesto secundario. El propio Carlo Pallavicino ha publicado un libro sobre esa decisión y sobre lo que ocurrió después. ‘Quedaos con los mil millones’, se titula”.

Lucarelli finalmente cumplió su sueño: vestir la camiseta del “amaranto”, y con ella, conseguir el ascenso y jugar en primera. A veces el amor es más fuerte que el dinero.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Livorno and communism

The Amaranto’s fans have led fundraising initiatives after earthquakes in L’Aquila and Haiti, voiced their sympathy with Palestinian and Irish nationalists and unveiled birthday messages to Joseph Stalin and Fidel Castro.


By Greg Lea

At first glance, a trip to Livorno’s Stadio Armando Picchi appears to be an ordinary footballing experience. The 19,000-capacity arena may rarely sell out, but the area behind one goal is invariably densely populated with Livorno’s most vociferous followers, who congregate there to sing songs, display banners and wave flags.

So far, so normal. Yet on closer inspection, there is nothing conventional about Livorno’s supporters at all. The songs they sing do not just hail their star striker’s goalscoring abilities, they praise Che Guevara’s revolutionary spirit. The banners they display do not just disparage their rivals, they express solidarity with their employment troubles. The flags they wave are not Tuscan or Italian, but Cuban and Soviet Russian. Livorno fans are proudly Communist, and their home matches are used as an opportunity to show it.

Italy only became a united nation in 1861, and Livorno’s own history is perfectly representative of the country’s previous existence as a patchwork of competing city-states ruled by different dynasties. Built as a coastal fortress to protect the powerful Pisans from attack in the eleventh century, Livorno went on to be owned by Genoa and Florence before becoming a city in its own right.

It was in its period under Florentine ownership that today’s left-leaning political tendencies began to surface: the Medici family, who ruled the Republic of Florence for four centuries from the 1300s, built a new port in Livorno to improve trade and encouraged merchant workers from any background to move into the city and make it their home. Jews, Turks, Persians, Moors, Greeks and Armenians all did exactly that, creating a cosmopolitan mix of different ethnicities and religions; despite the diverse backgrounds, a strong sense of camaraderie and unity was soon fostered among the new Livornese citizens, the majority of whom worked long, hard days as dockers or fishermen. The workers were not afraid to protest against their wealthy bosses if they felt they were being unfairly treated, and when the unification of Italy led to Livorno losing its status as a free port, the people of the city demonstrated their inclination for activism by vocally challenging the decision in public.

It was within this political setting and social context that the Italian Communist Party formed in Livorno in 1921. Antonio Gramsci and Amadeo Bordiga, disenchanted members of the Partito Socialista, broke away to form the new group, deliberately choosing a birthplace where their cause would garner instant support. The party was banned by Benito Mussolini’s fascist regime a few years later, but went on – along with the city of its inception – to play a key role in the nation’s resistance movement. Even today, Livorno regularly elects far-left candidates in both regional and national ballots, its socialist identity now firmly entrenched.

The politicisation of football fan groups in Italy is a direct result of the country’s regionalism and post-Second World War history. From 1946 to 1992, the Christian Democratic party won the most votes in every single election for both of the country’s legislative chambers, their centrist positioning and catch-all nature allowing them to appeal to constituents from right across the political spectrum.

As time wore on, this led to disillusionment and frustration among sections of the electorate: the broad church setup of the Christian Democrats combined with the inevitability of their success meant that citizens felt their views were not being truly represented, and everyday life became increasingly politicised as people sought other outlets for their ideological beliefs. Football became one of the principal vehicles for expression, and clubs’ ultras began to revive or intensify political identities based on their town or city’s unique social history.

This helps to explain the atmosphere at Livorno matches, which are about far more than just the football. Aside from the aforementioned songs, banners and flags, the Amaranto’s fans have led fundraising initiatives after earthquakes in L’Aquila and Haiti, voiced their sympathy with Palestinian and Irish nationalists and unveiled birthday messages to Joseph Stalin and Fidel Castro. They have also developed friendships with the fellow left-wing fanbases of Marseille, Besiktas, St Pauli, Celtic and AEK Athens, while fierce rivalries exist with Italian sides Lazio and Verona, whose followers tend to be on the far-right. These relationships reinforce Livorno’s political character, and it is now very difficult to envisage a dilution or fragmentation of their collective identity.

Most young fans dream of one day representing their childhood club, and Cristiano Lucarelli was no exception. Born in Livorno in 1975, Lucarelli realised his lifelong ambition in 2003 when he signed for his hometown club from Torino, taking a £350,000 pay cut and dropping down a division to do so. “Some players buy a yacht or Ferrari [with their wages]”, the striker explained shortly after joining. “I just bought a Livorno shirt”.

Lucarelli was a hero to the Livornese public not just because of his on-field exploits – the target man netted 102 goals in 174 league games across two spells – but due to his political and social beliefs and willingness to voice them.  He introduced himself to the Italian public by revealing a Che Guevara t-shirt after scoring in an under-21 international against Moldova, an action that saw him ostracised from the Italy setup as the football authorities tried to steer clear of unnecessary controversy.

A particularly good domestic performance was dedicated to 400 sacked Florentine factory workers, meanwhile, and the number 99 jersey Lucarelli – who used the socialist anthem ‘Red Flag’ as his ringtone – adorned at Livorno was a tribute to the club’s leftist ultra group, the Brigate Autonome Livornese, who were formed in 1999. Lucarelli was the perfect embodiment of what it meant to be from Livorno, and the fans loved him for it.

Relegated back to Serie B from Italy’s top-flight last season, Livorno and their fans will be under much less scrutiny this campaign. Their worshipping of Castro and Guevara and pledges of solidarity with proletarians across the world are definitely not for show, though, and the dogmatic affirmations would likely continue even if they were the only people inside the stadium.

The fans’ actions have occasionally landed the club in trouble in the past – the booing by some supporters during a tribute to Italian troops killed in Iraq led to widespread condemnation, despite Livorno fans insisting that they were merely voicing their disapproval at Italy’s involvement in the war – but, for better or worse, the Amaranto are unlikely to tone down their public avowals of the Livornese political creed any time soon. The football may not always sparkle and Livorno certainly lose their fair share of games but, according to the club’s followers and the famous Chilean communist song, ‘the people united will never be defeated’.

sábado, 30 de agosto de 2014

Livorno, Lucarelli y su historia de amor



Livorno es un puerto industrial italiano, ciudad obrera y cuna del Partido Comunista. En Italia, ser de Livorno y ser de izquierda es sinónimo. Los hinchas del club local, el AS Livorno, están abiertamente adscritos a la ideología comunista y enmarcan las tribunas del estadio con el color rojo y banderas con la hoz y el martillo. Los cánticos de apoyo al equipo se alternan con himnos como “Bella Ciao” o el “Bandiera rossa”.


(JPG)
Las Brigadas Autónomas Livornesas, barra del AS Livorno.

El reavivamiento de la militancia política del club italiano está intrínsecamente relacionada con la historia de Cristiano Lucarelli, el hijo de un cargador portuario de la ciudad, afiliado al sindicato y militante del partido, que a los 22 años llegó a la primera división jugando con el Perugia. Luego pasó por Cosenza, Padua y Atalanta. Su fructífera carrera como delantero hizo que fuese fichado por el Valencia de España. Volvió a Italia donde pasó por el Lecce y el Torino.

En 1997 había sido convocado a la selección italiana Sub 21, con la cual anotó diez tantos en la misma cantidad de partidos. El gol que anotó frente a Moldavia lo celebró mostrando la camiseta con la efigie del Che Guevara que portaba por debajo de la oficial, imagen que se vio televisada en directo, y lo que le valió la censura de los dirigentes del calcio, quienes presionaron para evitar nuevas convocatorias de Lucarelli a los seleccionados nacionales. Solo hasta 2005 volvería a lucir la azzurra.

Al finalizar la temporada 2002-2003, un hecho marginal para el calcio marcaría el futuro tanto de Cristiano como del Livorno. El equipo rojo, que jugaba en tercera división, había logrado el ascenso a segunda. Lucarelli quería volver a su hogar y ponerse la camiseta del equipo de sus afectos, y vio la oportunidad de hacerlo. Poco importó que el Livorno no pudiera pagarle más que un modesto salario, y rechazó ofertas millonarias y la fama y comodidad de otros clubes. Esta decisión es relatada por el protagonista en el libro “Quédense con sus millones”.


En la temporada 2003-2004 Lucarelli fue el goleador del campeonato y logró conducir a su escuadra a ganar la liga y materializar el milagro de ascender a primera categoría. Allí se proclamó nuevamente goleador de la liga, luciendo en su camiseta el número 99, año de fundación de las Brigadas Autónomas Livornesas (BAI), la famosa barra del club.

En octubre de 2005, el alcalde de Livorno organizó la visita de la hija del Che, Aleida Guevara, quien visitaba Italia para recoger fondos para el hospital pediátrico cubano donde trabaja. Aleida se reunió con Lucarelli y con líderes de las BAI. En su visita, aseguró que “ese rostro es un símbolo de lucha. Espero que no se quede sólo en un mito, sino que sea un emblema para crear un mundo mejor”, en referencia a la imagen del héroe cubano-argentino omnipresente en Livorno.

El equipo toscano no sólo logró mantenerse en primera, sino que se clasificó a la Copa UEFA, campeonato en el cual, con un equipo luchador y compacto, llegó a rondas finales. Mientras tanto, el Lazio se convirtió en la principal rivalidad del club, dadas las tendencias fascistas del equipo romano, con el que Livorno disputa el enfrentamiento más político del torneo.

En julio del 2007, Lucarelli partió al fútbol ucraniano. Luego jugó para el Parma y se retiró en Nápoles. Siguió su carrera como entrenador de juveniles.

domingo, 20 de julio de 2014

Paulinho dice no al Verona per cori contro Morosini

Le società avevano un importante accordo in mano, ma Paulinho ha fermato tutto: non ha digerito i cori contro l'ex compagno Morosini


Blog di sport

Paulinho al Verona. Anzi, no. Al Verona proprio no. Sembra questa la ricostruzione impostata da “Il Tirreno” riguardo uno dei retroscena di mercato più incredibili dell’estate. Gli scaligeri avevano messo sul piatto 7 milioni più bonus, soddisfando le richieste del Livorno, pronto a concedergli il ritorno nella massima categoria. Il centravanti ferma tutto sul più bello e chiede altro tempo. E poi dice no.

Perché sembrano pesare troppo, stando alle stesse indiscrezioni riportate dal giornale di cui sopra, alcuni cori vergognosi rivolti dagli stessi tifosi dell’Hellas a (Piermario) Morosini, in quel 20 ottobre 2012, data della sfida tra Livorno e Verona. E una ferita come quella della morte di un compagno di squadra non si rimargina facilmente. Da lì la decisione di non esultare per quei colori.

domingo, 2 de junio de 2013

Livorno regresa a la Serie A

El equipo amaranto ganó el repechaje ante el Empoli y vuelve a primera división


El Livorno logró el ascenso a la Serie A italiana después de ganar 1-0 en su casa este domingo en el repechaje frente al Empoli (la ida había quedado 1-1).

Con esta victoria, el Livorno logra volver a la élite del fútbol italiano después de tres años. En su camino le acompañarán el Sassuolo (primer ascenso de su historia) y el Hellas Verona, los dos ascendidos en la temporada regular. Estos tres equipos remplazarán a Pescara, Siena y Palermo que descienden.

viernes, 10 de agosto de 2012

El sueño de un niño de Livorno

Por Enric González

Dinero, celebridad y comodidad son las tres llamadas irresistibles de los tiempos que corren. Existe, sin embargo, un tipo que no cedió al reclamo y prefirió, en cambio, un sueño. Se llama Cristiano Lucarelli, tiene 29 años, juega como delantero centro y en su ciudad será recordado por muchas generaciones. Pagó mil millones de liras, digamos cien millones de las antiguas pesetas, por una oportunidad: la oportunidad de realizar sus sueños y pasar a la historia. Y no falló.

Entre quienes guardarán en la memoria las gestas de Lucarelli no figuran, seguramente, los aficionados del Valencia, que le soportaron durante una temporada mediocre en 1998-1999. Tampoco tendrá monumentos a la entrada de los estadios del Perugia, el Cosenza, el Padua, el Lecce y el Torino, todos los equipos por los que pasó en diez años de carrera profesional. Ni quedará en los anales de la selección italiana. Su carrera internacional terminó en 1997, cuando, con la Sub-21, marcó un gol a Moldavia y se quitó la camiseta azurra para mostrar a las cámaras de televisión, en riguroso directo, la que llevaba debajo: una con la efigie del Che Guevara. Por alguna razón, aquello molestó a la Federcalcio. No volvió a ser convocado, ni con los jóvenes ni con los mayores.

Video del gol de Lucarelli donde muestra debajo de su camiseta la imagen del Che Guevara.

Lucarelli es de Livorno y comunista, lo que equivale, casi, a decir de alguien que es de Osaka y tiene los ojos rasgados. El Partido Comunista Italiano nació en Livorno, el puerto industrial de Toscana, en 1921. Y la ciudad siempre ha sido de izquierdas. Como Lucarelli, que se ha puesto en el móvil la melodía de Bandiera Rossa. Nació en un barrio marítimo de mala fama conocido como Shanghai, hijo de un estibador portuario militante del partido y del sindicato. El niño Cristiano estuvo rodeado desde el principio de banderas rojas, por el PCI, y granas, por el Livorno. De mayor quería ser el delantero del Livorno que marcara el gol del ascenso a Primera. Hoy recuerda que, pese a su pasión total por el Livorno, tenía una esquina del alma con los colores del Inter, “porque ellos tampoco ganaban nunca”. Lo cual da una idea del personaje y del Livorno, una de las sociedades con menos historial del calcio. Ganó una Copa en 1987, y ya está. Por resumir: desde 1949 merodeaba entre Segunda, en las temporadas triunfales, y Regional, en las normales.

En primavera de 2003, Lucarelli estaba en el Torino y su representante, el abogado Carlo Pallavicino, le estaba buscando nuevo equipo. Las ofertas, todas de clubes de Primera, eran razonables: casi un millón de euros por año. Pero resultó que el Livorno subió a Segunda. Y Lucarelli le encargó a Pallavicino que le encontrara un puesto en su equipo del corazón, donde no había jugado nunca. El Livorno no podía pagar más que unos cientos de miles. Lucarelli aceptó, renunciando a sueldos que ascendían a más del doble, a la fama televisiva de otros clubes y a la comodidad de un puesto secundario. El propio Carlo Pallavicino ha publicado un libro sobre esa decisión y sobre lo que ocurrió después. “Quedaos con los mil millones”, se titula.

Lo que ocurrió después fue que Cristiano Lucarelli volvió a su ciudad y vistió el grana de su equipo convertido en el jugador mejor pagado del Livorno y en símbolo del sueño secreto de decenas de miles de livorneses: poner el pie en Primera, 55 años después. Lucarelli, un hombre con más pasión que capacidad reflexiva, se echó la responsabilidad a la espalda como si nada y jugó como nunca en busca del sueño de su infancia.

El día en que marcó el gol número 25 de la temporada, el milagro estaba hecho. El Livorno ascendió.

Lucarelli anotó ayer otros dos tantos que valieron tres puntos. El presidente de la República, el impecable Carlo Azeglio Ciampi, livornés y livornista, debió celebrarlo por todo lo alto. El Livorno se acercó un poco más a la mitad de la tabla y al objetivo de la permanencia.

Cristiano Lucarelli es un tipo que ha cumplido sus sueños, que vive entre los suyos y que será recordado por muchísimo tiempo en su ciudad. Y sólo ha pagado mil millones de liras por todo eso.

Publicado originalmente el 13 de diciembre del 2004 en Historias del calcio

viernes, 20 de abril de 2012

El fútbol de luto, la lupa sobre la policía

Dos tradicionales clubes de Europa como el Athletic de Bilbao y el AS Livorno están de luto por la muerte reciente de dos jóvenes de sus filas: Iñigo Cabacas, hincha bilbaíno, y Piermario Morosini, jugador. En los dos casos resultaron involucradas las fuerzas policiales.


Por Camilo Rueda Navarro

Iñigo Cabacas y Piermario Morosini son los nombres de dos jóvenes fallecidos en el último mes en hechos relacionados con el fútbol. Iñigo, de 28 años de edad, era hincha del Athletic de Bilbao. Piermario, de 25, era jugador del Livorno, club de la segunda división italiana, a donde había llegado cedido por el Udinese.

Aunque los dos casos tuvieron contextos y circunstancias diferentes, tienen en común que la policía resultó involucrada y que los dos clubes afectados tienen antecedentes de reivindicaciones políticas y sociales.

La muerte de Iñigo Cabacas fue ocasionada por el impacto de una pelota de goma disparada por la policía autonómica vasca (la Ertzaintza), luego del partido entre el Athletic y el Schalke 04 por la Liga de Europa el 5 de abril, a las afueras del estadio.

En un principio el joven quedó en estado de coma, pero luego falleció producto de las graves lesiones cerebrales que sufrió por una fractura craneal, según determinó la autopsia. Los aficionados denunciaron exceso de fuerza de la policía, que también ha sido señalada por sus excesos en otros escenarios.

Por su parte, Piermario Morosini, nacido en Bérgamo y militante del Livorno, sufrió un repentino paro cardiaco en pleno partido, cuando su equipo visitaba al Pescara. Morosini fue socorrido por los servicios de salud del estadio y debió ser trasladado al hospital, donde finalmente murió. Pero durante el auxilio un carro de la policía municipal obstruyó por varios minutos la entrada de la ambulancia, tiempo crucial en el esfuerzo de salvarle la vida al jugador.

Al cuerpo de Morosini se le practicó una autopsia, que concluyó sin que se pudieran determinar las causas exactas de su muerte, a la espera de que se realicen nuevas pruebas. La Fiscalía de Italia y el Ayuntamiento de Pescara abrieron investigaciones sobre el caso para determinar eventuales responsabilidades de las autoridades. En un hecho poco habitual, la Federación Italiana de Fútbol suspendió todos los campeonatos del fin de semana.

Homenajes póstumos

Las dos instituciones, acongojadas por la pérdida de estos jóvenes, organizaron actos de protesta y de homenaje a los fallecidos. El técnico del Athletic, Marcelo Bielsa, se pronunció sobre el hecho y dijo sentir “una tristeza muy grande”.

Tres mil personas marcharon en silencio hacia el estadio San Mamés el domingo 15 de abril, día en que el Athetic recibía al Mallorca. Los jugadores lucieron camisetas alusivas a Iñigo. En las tribunas predominaron las prendas negras, y Fernando Llorente, autor del único gol del encuentro, se lo dedicó al homenajeado. La familia agradeció los gestos de la afición, y voceros de la hinchada rojiblanca pidieron justicia.

Por su parte, el Livorno rindió homenaje a Morosini el martes 17 de abril, tres días después de su fallecimiento. El féretro con el cuerpo del jugador fue llevado a bordo de un coche fúnebre al Estadio ‘Armando Picchi’ del club, donde dio vuelta a la pista atlética entre los aplausos de la afición. Algunos compañeros de equipo, con camisetas con el número 25 que lucía Morosini, depositaron sobre el féretro bufandas del Livorno, mientras los hinchas gritaban “Estás en nuestros corazones, Moro, estás en nuestros corazones”.

Un sector de la grada del Estadio ‘Armando Picchi’ llevará a partir de ahora el nombre de Piermario Morosini. Su cuerpo fue trasladado a su ciudad natal, Bérgamo, donde los aficionados del Atalanta lo recibiron. Así mismo, el Udinese se hará cargo de la hermana de Morosini, que sufre una discapacidad y quien perdió a toda su familia, pues sus padres también habían fallecido en un accidente.

Publicado originalmente en Semana.com

Miles de aficionados despidieron a Piermario Morosini

Miles de fanáticos abarrotaron las calles de Bérgamo para el funeral de Piermario Morosini, el futbolista italiano que murió por un ataque cardiaco durante un partido el fin de semana pasado.

El ataúd de Piermario Morosini estuvo cubierto por sus camisetas del Livorno y del Atalanta, adornado con coronas de flores. También por varias bufandas de otros equipos de fútbol, al lado de guayos y balones.

"Piermario realmente está en nuestros corazones", dijo el sacerdote Luciano Menenti al comienzo del funeral.

Morosini, un volante de 25 años que jugaba con el Livorno tras ser cedido a préstamo por Udinese, comenzó su carrera en las divisiones inferiores de Atalanta. Todo el plantel del Atalanta estuvo presente, al igual que jugadores de Udinese y varios excompañeros suyos, como Sulley Muntari.

También acudieron representantes de otros equipos y de la liga italiana, incluyendo al presidente de la federación italiana, Giancarlo Abete, y el técnico de la selección nacional, Cesare Prandelli.

Con información de Starmedia

lunes, 9 de mayo de 2011

Livorno: ¡Viva Stalin!

Por Santi Plaza
Notas de Fútbol



Situados en la llamada “zona roja” de Italia, los aficionados del Livorno son un caso casi único de alineación deportivo-ideológica. Sus hinchas se sitúan en el pensamiento de la extrema izquierda y adornan los fondos del estadio con el omnipresente color rojo, hoces y martillos, estrellas y fotografías del ‘Che’ o Lenin acompañan las del ídolo local Lucarelli. Los cánticos de ánimo al equipo se entremezclan con otras canciones como el “Bella Ciao” o el “Bandiera rossa” y a menudo los emblemas que se exhiben son más políticamente incorrectos. Tanto que el personal de seguridad se esmera en revisar las pancartas que los hinchas llevan al estadio en procesión, cual revolución cultural de Mao.

Un amigo italiano me contó que, en una ocasión, un guardia interceptó una pancarta enorme con el lema “Viva Postalino!”. Intrigado, interrogó a los portadores sobre qué significaba. Estos le explicaron que Postalino era un amigo suyo, hincha acérrimo del Livorno, que había fallecido recientemente en un accidente de tráfico y que de esta forma querían rendirle un homenaje póstumo. Conmovido, el guardia los dejó pasar sin más. Los muchachos desplegaron la pancarta, que ocupaba casi todo el fondo norte. Despegaron cuidadosamente los caracteres “Po” y la “o” final, que estaban superpuestos y dejaron ver el auténtico mensaje: “Viva Stalin!”.

El Livorno se enfrentó al Espanyol en la pasada ronda de los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA, con el estadio sin público a causa de los lamentables incidentes que pasaron entonces en Sicilia. Todos conocemos a las Brigadas Blanquiazules, en las antípodas ideológicas de los aficionados del Livorno, así que un partido con público era sin duda un partido de alto riesgo, aunque seguramente sin haber llegado a los extremos de los enfrentamientos con el Lazio, el enfrentamiento más político la liga italiana.

Publicado originalmente en el 2007.

lunes, 25 de abril de 2011

Catenaccio y lucha de clases. Entrevista a Toni Negri

Una pequeña frivolité, rareza o lo que se quiera. Negri conversa en junio de 2006 con los periodistas de Libération Renaud Dely y Rico Rizzitelli. Fútbol, fordismo y lucha de clases son algunos de los tópicos que van tratándose a lo largo de la entrevista.

Traducción: Diego L. Sanromán.

http://colaboratorio1.files.wordpress.com/2007/10/giuseppe_meazza_italy.jpg

¿Cómo puede ser que usted, filósofo marxista, pensador de la radicalidad y del altermundismo, anime al Milán AC de Silvio Berlusconi?


¡Pues es que no puedo salirme de mi pellejo! ¡Soy esclavo de mi pasión! ¡Es como cuando la mujer de uno se pone en plan puta: la amas de todos modos! Antaño, un hombre de derechas y uno de izquierdas estaban unidos bien al Inter, bien al Milán AC. Era paralelo a su compromiso político. Ahora es más confuso. No hay que tomarse muy en serio la organización económica de un club. Yo amo al Milán AC porque se trata del club de mi padre, y del de mis hijos. Participé en la creación de las Brigate rossonere (1), que no tienen nada que ver con las Brigadas Rojas; fue antes, en los años '60. Éramos seguidores de izquierda que nos instalábamos en el fondo sur del estadio. Tengo tres hijos y todos son ‘milanistas’. Mi hija se casó con un interista, lo que supuso un gran problema (sonrisas). Me hizo feliz que se separasen. De todos modos, el fútbol no es más que un juego…

Para Berlusconi, ¿ser propietario del Milán AC es también cosa de juego?

En parte sí. Sin duda, espera utilizar el club para conseguir fuerza en política. Pero es difícil desplazar la simpatía, el apoyo en el deporte hacia la política. Se mantiene una frontera. Berlusconi es un perro rabioso. Sin embargo, siempre ha sido lo bastante prudente para no mezclar demasiado los dos. Sabe que puede volverse contra él si el equipo pierde.

Pero también la política está en el deporte. El estadio del Milán se llama Giuseppe Meazza, el capitán de la Squadra fascista de 1938…

El fascismo jugó mucho con el fútbol, como todo el mundo en aquella época. Eche un vistazo a las fotos del equipo: todos tenían el brazo levantado. Es el deporte nacional y se trataba de una dictadura. El fascismo italiano se corresponde con un momento preciso, la entrada en el fordismo, en la industrialización forzada y generalizada.

Un jugador como Di Canio, del Lazio de Roma, sigue haciendo el saludo fascista hacia las tribunas…

Se trata de racismo, de provocación… ¡como Le Pen! Entendámonos, no quiero defender el ‘fascismo histórico’… Pero el caso es que se adaptó a una determinada situación de desarrollo italiano, a una transición. Igual que el estalinismo se adaptó a ciertas transformaciones de la sociedad rusa. Pero tanto los fascistas como los estalinistas de hoy en día son unos cabrones. El Lazio es un equipo vinculado a la extrema derecha. Gianfranco Fini, antiguo vice-presidente del Consejo, es su protector. Otros equipos, infinitamente más simpáticos, están vinculados a la extrema izquierda: es el caso del Livorno. Si quieren divertirse, vayan a verlos. Son muy originales… Son nostálgicos, de ultraizquierda.

¿También en el fenómeno hooligan se trata de política que invade el deporte?

No es un fenómeno particular del deporte. Los fascistas intentan dar la vuelta a las cosas positivas que hace la gente. Lo hacen con las relaciones sociales creadas por los progresistas, y lo hacen igualmente con el fútbol. Pienso que el fascismo está en la base del hooliganismo. Pero se trata, antes que nada, de un fenómeno asociado a la violencia urbana. Por ejemplo, el drama de Heysel llegó de fuera. Fue como un meteorito que cayó sobre el estadio. Tal vez el fútbol sea un terreno favorable, pero es preciso distinguir entre terreno favorable y causa. La causa es exterior. El fútbol es inocente.

Con ocasión del referendum sobre el tratado constitucional europeo, usted llamó a votar ‘sí’ desde las páginas de Libération (3) porque el tratado, según usted, contribuía a ‘destruir esta mierda del Estado-nación’. ¿Y en el fútbol? ¿Se inclina usted del lado del G14, que pone en cuestión la existencia de las selecciones nacionales?

Cuando hablo del fin del Estado-nación, no hablo del fin de lo local, de las pasiones. El espacio europeo es muy importante para constituir una potencia contra los estadounidenses y el liberalismo. No se ha hecho nada de esto, ¡y ésa es la razón de que estemos en la mierda! Sostengo que tenía razón. Pero soy amigo de Chávez y estoy contra las naciones. Estoy a favor de Europa, ¡pero también de la Squadra Azzura! ¡Viva el fútbol y viva Maradona! (Risas). Aunque si Bruselas nombrase un comisario para formar un equipo europeo, no estoy muy seguro de que estuviese de acuerdo. Incluso si se tratase de Capello…

En Francia, esta separación entre política y fútbol es más delicada…

Yo, por mi parte, acepto la contradicción y la gestión desde el interior.

¿Cómo?

¡Me divierte hacer la revolución! ¡Me divierte ir al fútbol! Cuando uno tiene energía, la pone por todos lados. Nunca he comprendido a la gente que separa estos dos universos. En Italia, había grupos que hacían tales razonamientos. Eran los católicos, gentes con una concepción extremadamente purista. ¿Por qué los intelectuales italianos o ingleses hablan con facilidad de deporte mientras que los franceses se han sentido incómodos durante tanto tiempo? ¡Porque los intelectuales franceses son gente absurda, que vive fuera de la realidad! Son inteligentes y capaces de construir sistemas porque están en lo universal. Nosotros, sin embargo, vivimos en una realidad más concreta, más viva, más biopolítica. El deporte es muy importante para revelar la consistencia material de las relaciones sociales y de las pasiones en niveles que no son elementales, pero sí las primeras configuraciones fenomenológicas de lo real. Buf, disculpe la jerga…

¿Por qué es el fútbol, en su opinión, un deporte universal?

Su gran logro está en que hace que la gente hable entre sí, aunque como deporte sea bastante aburrido. Como el cine, el teatro o la ópera. Por otro lado, tiene el mismo sentimiento melodramático que la ópera. Con un personaje, el entrenador, que desempeña un papel fundamental. De él nació mi amor por el fútbol. Tuve una gran aventura (sic). Se trataba de Nereo Rocco, el inventor del catenaccio a la italiana. A finales de los años '50, entrenó al Trieste, y después al Padua. Aquí, con un equipo medio, inventó una forma de juego defensivo a la italiana, el juego a la italiana más aburrido, el más duro, el más feroz. Más tarde, llevó el mismo juego a Milán. Y Gianni Brera, periodista, durante los años '60, de Il Giorno, un periódico socialista y progresista, lo teorizó, viendo en él un cierto carácter nacional.

Philippe Séguin, gran conocedor del fútbol, decía estar de acuerdo con los cronistas marxistas de Le Miroir du football que explicaban, en los años '70, que el catenaccio era el sistema de juego más reaccionario que existe. ¿Qué tiene que decir al respecto?

¡Jamás permitiría a un reaccionario de derechas como él hablar mal del catenaccio! (Risas). Gianni Brera decía que el catenaccio estaba asociado al carácter de los italianos, un carácter duro, de campesino, del terruño. El catenaccio constituía el equivalente del rugby en el fútbol. Era la lucha de clases: uno es débil y tiene que defenderse. Justo lo contrario de lo que dice Séguin. El catenaccio nació en Venecia, una tierra que la gente, en los años '50, se veía obligada a abandonar para emigrar porque no tenían qué comer; fueron las grandes migraciones de los albañiles o de los vendedores de helados hacia Bélgica, Suiza, la línea del Rin. El catenaccio se corresponde con la naturaleza de esas regiones del norte, de emigrantes fuertes, duros, fieros porque tenían hambre.

¿Era usted fan de la Squadra Azzurra en el tiempo en el que, durante los años 60-70, fue usted profesor de la Universidad de Padua?

Yo era fan del equipo de Italia cuando ganó en 1982. Me encontraba en prisión. Fue el único día en que nos abrazamos con los guardianes. Nos habían autorizado a que hubiese una quincena de detenidos en la misma celda para ver el partido. Y cuando el partido acabó, abrieron la puerta y nos abrazamos. ¡Resultó un poco equívoco! (Risas). El fútbol tiene una lógica muy diferente del resto del mecanismo de la sociedad. Es muy peligroso pensar que pueda ser un elemento de mistificación en las relaciones sociales. En última instancia, la alegría producida por una victoria… Pero, para los tifossi, no se trata de un partido sin más. En Italia, un acontecimiento deportivo desencadenó, en 1948, toda una retórica nacional: la victoria de Bartali en el Tour de Francia. La guerra civil era una amenaza porque Togliatti, el líder del PCI, había resultado herido en un atentado político. El Presidente de la República telefoneó a Bartali para pedirle que ganase. Y esa victoria exaltó el elemento de unificación nacional contra lo que era un elemento de conflicto extremadamente duro en el país tras aquel atentado fascista contra el jefe del Partido Comunista.

¿Una victoria como la de 1982 puede exaltar los sentimientos de la nación contra el extranjero?

No creo, no. Puede haber momentos dramáticos en la historia de un país, de los que ni siquiera se libra el deporte, pero es algo absolutamente excepcional. El fútbol no es muy nacionalista. Si echa usted un vistazo a los clubes italianos, ¿cuántos jugadores nacionales quedan en los equipos? No muchos, ¿verdad? Y mire a los franceses. ¡Están por todos lados, los franceses!

Eso es porque el dinero se ha impuesto a la nación. ¿Qué opina usted de las consecuencias de la sentencia Bosman? En principio, se trata de un ‘derecho sindical’ a favor de un jugador machacado por el sistema…

¡Un retroceso ‘sindical’ que determina la liberación del mercado! Se trata de la desregulación del mercado nacional y, en consecuencia, de la constitución de un mercado mundial… europeo, en realidad. El único modo de equilibrar esta situación capitalista es constituir sociedades populares y de accionariado popular. Es necesario apoyar la posibilidad de alternativas en este terreno a través de los poderes públicos; de lo contrario, está la alternativa revolucionaria. ¡O se destruye el capitalismo o se constituyen sociedades de inversión popular!

Todos los jugadores franceses que se mueven por Italia están desconcertados por la importancia de la táctica durante los entrenamientos…

Se debe a que los italianos son ‘maquiavelianos’ (sic). El maquiavelismo consiste en arreglártelas con lo que tienes entre las manos. Nadie como los franceses para sentirse estupefactos ante esta insistencia en la táctica. Los franceses nunca han sido ‘maquivelianos’; siempre han sido teóricos de la razón de Estado, lo que es diferente. Pero si los italianos pensasen un poco menos, ganarían más a menudo. Sus resultados no son extraordinarios; no son, desde luego, como los brasileños… Y eso que los franceses no han empezado a ganar partidos hasta fechas recientes, mientras que los italianos ya los ganaban desde los años '30 con la mano de Piola (4), ¡algo así como la mano de Maradona!

¿Por qué está la historia deportiva italiana tan llena de rivalidades: el Milán AC contra el Inter, el Roma contra el Lazio, Coppi contra Bartali, Moser contra Saronni, etc.?

La unidad italiana se remonta sólo a 1870. La historia de Italia es una historia de ciudades: Florencia contra Pisa, Venecia contra Milán, Roma contra Nápoles, etc. La lengua italiana no llegó a constituirse hasta los años '30, bajo el fascismo y a través de la radio. Hasta entonces, no se podía meter en un mismo regimiento a la gente del Valle de Aosta y a los sicilianos. ¡Cuando se les pedía avanzar, algunos retrocedían! La historia del país es reciente; la historia de las ciudades, sin embargo, es muy antigua y es una historia de clases.

Su mujer es interista y dice del Inter: ‘Pierden todo el tiempo, y eso es magnífico’… ¿Cómo la mítica derrota de Hungría en 1954 (5)?

¡Cuidado! Se trata de un francesa que ha vivido mucho tiempo en Italia y que, antes que yo, tuvo un compañero que era seguidor del Inter. Se ha creado una especie de nostalgia de los Nerazzurri. El Inter tiene una imagen de equipo extremadamente ‘pensador’, en el que la gente tiene más en consideración el interior que el exterior. Hungría es el gran equipo del fútbol ‘danubiano’: un estilo extremadamente delicado, jugado más a través de las líneas que de las masas. El gran fútbol italiano es una síntesis de dos orígenes: el fútbol ‘danubiano’ y el fútbol argentino. Los danubianos son las líneas; los argentinos, los individuos. Y de ahí procede lo que el periodista Brera llamaba ‘la raza campesina italiana’. Es preciso poner juntos estos tres elementos, y ya tiene usted la síntesis dialéctica perfecta, las masas del fútbol italiano.

¿Va todavía al estadio cuando está en Milán?

No, prácticamente nunca. Cuando me encuentro en París, voy a ver los partidos a casa de un amigo. Somos un grupo de antiguos exiliados, nos reunimos los martes o los miércoles. Entre nosotros hay un cocinero, dueño de un gran restaurante de París. Comemos muy bien y vemos el partido. Hay gente del Milán, otra del Juventus, así que nos peleamos. Recreamos una especie de gran comedia clásica italiana…

No habla usted jamás del fútbol francés…

En 1954-1955 pasé un año en Francia, en la ENS; no imaginaba que el fútbol existiese en Francia en aquella época. Aquí es un producto del colonialismo. ¡Cuidado, no quiero ser lepenista diciendo algo así! No quiero expulsar de Francia a los jugadores de color, pero, en Francia, el fútbol nació de los italianos de la inmigración.

Francia es el único país de Europa occidental en el que prácticamente todas las capas de la inmigración han jugado en la selección nacional. ¡El primer jugador negro inglés no llegó a su selección hasta 1978!

Así que ¡viva la integración a la francesa!

Notas:

(1) Asociación culta de seguidores del Milán AC creada en los años '60 y que existe todavía hoy.
(2) Antiguo ministro del gobierno de Berlusconi. Renovó la extrema derecha a comienzos de los años '90 para transformar al MSI neofascista en la Alianza Nacional ‘postfascista’.
(3) 13 de mayo de 2005.
(4) Autor de 30 goles en 34 partidos con el equipo de Italia, dos de ellos en la final de la Copa del Mundo de 1938 (4-2 contra Hungría), Silvio Piola se hizo famoso con un gol metido con la mano en 1939 contra los ingleses (2-2).
(5) Entre 1950 y 1955, la selección de Hungría no perdió más que 1 partido de 33 jugados: la final de la Copa del Mundo contra Alemania (2-3), a la que había sometido a un severo correctivo en la primera vuelta (8-3).

Publicada originalmente en otubre de 2007. Tomada de http://colaboratorio1.wordpress.com/

viernes, 11 de febrero de 2011

Il compleanno dell´A.S. Livorno Calcio

Il 14 Febbraio, come tutti gli appassionati dei colori amaranto ben sanno, non sarà soltanto “San Valentino” festa degli innamorati, ma sarà il giorno in cui ricorre la nascita dell’Unione Sportiva Livorno.


Il 14 Febbraio 1915 infatti le due squadre di calcio cittadine la Spes e la Virtus Juventusque per opera dei loro dirigenti, in particolare dell’avvocato Giorgio Campi, decisero di unirsi per formare un unico forte team che avrebbe potuto lottare con gli squadroni della penisola. Dopo lunghe e fitte riunioni il 14 Febbraio 1915 in via Grande fu siglato l’accordo definitivo della fusione. Il colore sociale fu l’amaranto: quello della città.

La notizia non fu data subito perché molti tifosi di Spes e Virtus non erano d’accordo e si temevano ripercussioni per il forte antagonismo tra le due compagini. Il comunicato stampa ufficiale alla città fu diramato solo il 17 Febbraio a cose ormai avvenute.

sábado, 6 de febrero de 2010

La dimensión política de los clubes de fútbol en Italia

A propósito de una frase inoportuna de Lucarelli.



El otro día, Cristiano Lucarelli, delantero del Livorno, se quejó de un mal arbitraje de una forma peculiar: “Nos quieren enviar a Segunda por cuestiones políticas”, dijo, “quieren que acabemos como el Empoli, el Módena, el Ancona y el Perugia porque nuestra afición es de izquierdas y enarbola retratos del Che Guevara”. Lo de Lucarelli fue un poco animal y el futbolista se disculpó de inmediato. Pero abrió un debate muy interesante, esquivado por la prensa (hablar de política y deporte es de mal gusto) e intensísimo en las radios deportivas y, sobre todo, en Internet.

Por Enric González
Periodista catalán

Los clubes italianos solían atribuirse, en otro tiempo, una identidad política. En Turín, el Juventus era de derechas y el Torino, de izquierdas. En Milán, el Milan se consideraba progresista y el Inter, conservador. En Roma, el Lazio atraía a la ultraderecha (Mussolini era tifoso) y el Roma, a los comunistas. El Bolonia y casi todos los toscanos, como el Livorno, tendían a la izquierda. Ascoli, Verona, Padua y Triestina eran percibidos como neofascistas.

Las cosas, por supuesto, son mucho más complejas y en cada casa hay de todo. El propietario del Milan, Silvio Berlusconi, no tiene nada de izquierdista. El dueño del Inter, Massimo Moratti, es, en cambio, un magnate petrolero que simpatiza con el antiberlusconismo y el pacifismo, se empeña en numerosas causas sociales y proporciona equipamento deportivo a los indígenas de Chiapas. En cuanto a Lazio y Roma, sus aficionados más ruidosos compiten actualmente en ultraderechismo, quizá con una cabeza de ventaja de los laziales por su irreductible racismo, pero en el Estadio Olímpico caben todas las ideologías.

La policía sigue creyendo en las identidades después de investigar a los grupos más violentos. Un informe del grupo policial que trabaja en los estadios establece que entre los 128 clubes de Primera, Segunda y Tercera hay 27 “orientados” a la derecha, 15 más o menos de izquierda y siete mixtos. Los demás son, según ese informe, “apolíticos”. La policía opina que Milan y Roma han virado a la derecha, que Lazio y Verona son “feudos de la ultraderecha” y que Ancona, Bolonia, Brescia, Génova y Livorno son “zona roja”.

Todo eso debe ser más o menos cierto. Pero el fútbol es deporte sobre el césped, negocio en los despachos y fantasía en la grada. Y en los foros de Internet en los que se ha discutido la frase de Lucarelli ha quedado muy clara una cosa: los clubes están cargados de ideología, y ésta corresponde, siempre, a la de cada aficionado. Un tal Antonio aseguraba que su club, el Lazio, era “desde siempre la casa de los socialistas romanos”. ¿Y por qué no? Lo que sí puede darse por finiquitado es el antiguo filocomunismo del Milan. Silvio Berlusconi, que nunca se equivoca, rezó antes de la final Milan-Steaua de Bucarest, en 1989. Y explicó luego el sentido de la oración: “He rezado para que pierdan los comunistas”, dijo.

Publicado originalmente en Historias del calcio, el 18 de octubre de 2004.

miércoles, 6 de enero de 2010

Un equipo de zurdos

El Livorno juega en la Serie A del Calcio. No es famoso por sus victorias ni por sus títulos, sino por su militancia política: es el equipo de la izquierda. Cristiano Lucarelli, su futbolista-símbolo, es una de las caras del comunismo en Italia.

Por Waldemar Iglesias
Clarín

Cuando el estadio Armando Picchi, con capacidad para 19.238 espectadores, luce repleto, la impresión sorprende: el evento en cuestión se parece más a un acto político del comunismo italiano que a un partido de fútbol disputado por el equipo local. Sucede que AS Livorno Calcio es el club que reúne a militantes de izquierda y a muchos simpatizantes con ideas afines. Es frecuente ver en sus tribunas toda la iconografía que los identifica: la hoz y el martillo, que dominaba en la bandera soviética; la figura del Che Guevara; retratos de Lenin; banderas rojas; y expresiones en defensa de las ideas que abrazan.

Fundado en 1915, el Livorno regresó en la temporada 2008/09 a la máxima categoría del Calcio, al finalizar tercero en la Serie B. Ahora, en total, acumula 17 temporadas en la elite del fútbol italiano. Sin embargo, nunca pudo ganar el Scudetto. Sus mejores campañas fueron en las temporada de 1919/20 y de 1942/43, cuando resultó subcampeón. Su clásico también tiene que ver con cuestiones políticas: más allá de que el Pisa es el archirrival de la región de Toscana, Lazio -asociado a la ultra derecha italiana- aparece como el equipo al que cada uno de los hinchas del Amaranto -su apodo- quieren ver de rodillas. Cada partido con el equipo romano es considerado de "alto riesgo". Ayer se enfrentaron en el Olímpico y el gol de Bergvold a los 7 minutos alimentó las ilusiones del Livorno. Pero en el segundo tiempo llegó el aluvión de goles celestes y el final fue un 4-1 de esos que duelen mucho.

En el sitio Notas de Fútbol, Santi Plaza cuenta una anécdota vinculada a los hinchas del Livorno, que sirve de preciso retrato: "(...) el personal de seguridad se esmera en revisar las pancartas que los hinchas llevan al estadio en procesión, cual revolución cultural de Mao. Un amigo italiano me contó que, en una ocasión, un guardia interceptó una pancarta enorme con el lema '¡Viva Postalino!' Intrigado, interrogó a los portadores sobre qué significaba. Estos le explicaron que Postalino era un amigo suyo, hincha acérrimo del Livorno, que había fallecido recientemente en un accidente de tráfico y que de esta forma querían rendirle un homenaje póstumo. Conmovido, el guardia los dejó pasar sin más. Los muchachos desplegaron la pancarta, que ocupaba casi todo el fondo norte. Despegaron cuidadosamente los caracteres 'Po' y la 'o' final, que estaban superpuestos y dejaron ver el auténtico mensaje: "Viva Stalin!"

Los ultras del Livorno tienen también hinchadas afines. En primer lugar están el Olympique de Marsella (conocidos como Comando Ultras 84) y el AEK Atenas (los Original 21). A los tres juntos se los conoce como "El Triángulo de la Hermandad". Hay otros tres clubes afines, en términos ideológicos: el Adana Demirspor, de Turquía; el St. Pauli, de Alemania; y el Omonia Nicosia, de Chipre. Y también hay rivales considerados en las antípodas: por ejemplo, en la temporada 2006/07 de la Copa de la UEFA, el partido frente al Espanyol de Barcelona se debió disputar sin público por temor a incidentes. Había una razón: las Brigadas Blanquiazules, una suerte de barra brava del club catalán, se manifiestan de extrema derecha.

En cuanto a su actualidad futbolística, el Livorno comenzó esta temporada 2009/10 con el claro objetivo de evitar el descenso. Dirigido por el histriónico Serse Cosmi, cuenta en su plantel con el colombiano Nelson Rivas (ex River; a préstamo de Inter), el uruguayo Leonardo Migliónico (en Argentina jugó para Justo José de Urquiza y para Estudiantes de Buenos Aires) y el lituano Tomás Danilevicius, una de las figuras históricas de su seleccionado. También hay un argentino en el plantel: Gastón Andrés Javier Cellerino, un delantero de 23 años, nacido en Viedma, quien jamás jugó profesionalmente en nuestro país.

De todos modos, la gran figura del equipo es Cristiano Lucarelli. A los 34 años, está cumpliendo su segundo ciclo en el club. En el primero se ganó el reconocimiento a fuerza de goles: hizo 92 en 146 encuentros y resultó el máximo anotador de la Serie A en la temporada 2004/05, delante de -por ejemplo- el ucraniano Andriy Shevchenko. También jugó para el seleccionado italiano, en el que debutó a los 29 años. Sin embargo, la idolatría de los hinchas se la ganó con sus ideas. Admirador del Che Guevara, llegó a decir: "Los árbitros nos cobran en contra porque somos comunistas". Cada vez que sale al campo de juego del Armando Picchi, un puñado de banderas con su número (el 99) le rinde tributo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Lucarelli finanzia un nuovo quotidiano

Lucarelli presenta il nuovo giornale (FOTO BIZZI)


Che Cristiano Lucarelli fosse un tipo “controcorrente” ormai lo si era capito da un pezzo. Ecco l’ultima del bomber: mentre il primo ministro italiano, Silvio Berlusconi, invita tutti a non leggere piu’ i giornali, il buon Cristiano Lucarelli che fa? Ovvio, pubblica un nuovo giornale!

La nuova testata, che coprira’ la provincia di Livorno, si chiamera’ il Corriere di Cecina e Rosignano, e sara’ in edicola da lunedi 14 settembre. Il nuovo giornale si aggiunge quindi al Corriere di Livorno che proprio in questi giorni ha compiuto due anni di vita.

Durante la presentazione ufficiale svoltasi ieri sera, il presidente della provincia di Livorno, Giorgio Kutufa’, ha ribadito che piu’ giornali ci sono, piu’ voci ci sono, piu’ forte e’ la democrazia.

Che cos’altro possiamo aggiungere?

cristianolucarelli.com

sábado, 20 de junio de 2009

Il Livorno torna in serie A!


Dopo un anno di purgatorio Tavano, Diamanti e Bergvold riportano il Livorno nella massima serie. La partita è terminata su un perentorio 3 a 0 .

Primo tempo dominato dagli amaranto, che trovano tra loro e la porta un Viviano insuperabile che tiene in partita i suoi.

Al quarto minuto della ripresa Diamanti vede al centro dell’area Tavano, lo serve con un cross millimetrico e Ciccio di testa gira dove neanche Viviano può far niente. Sull' 1 a 0 il Brescia si scopre e al 14’ Bergvold crossa dalla parte opposta a Diamanti che con il destro trova un rasoterra imparabile. Lo stadio (quasi tutto esaurito) diventa una bolgia. Al 29’ in contropiede Tavano vede Danilevicius al limite dell’area bresciana, Tomas con un tocco di tacco prolunga per l’accorrente Bergvold, il cui sinistro si insacca sotto la traversa. Sul 3 a 0 si fa solo accademia e si attende il triplice fischio per festeggiare.

Grande prestazione di tutti i giocatori in campo, la partita non è mai stata in discussione. Tavano e Diamanti con i loro 3 goal a testa nei playoff ci hanno condotti per mano alla promozione dopo un anno di purgatorio.

Dopo Bari e Parma è il Livorno la squadra a essere promossa. A fine partita tutti in campo per festeggiare la promozione, con i tifosi che si sono raccolti sotto il balconcino per acclamare il Presidente Spinelli che ha risposto con evidenti gesti di soddisfazione.