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domingo, 13 de diciembre de 2020

El año de la pandemia fue también el de los deportistas organizados

El signo de 2020 fue el de los torneos en “burbujas”. Pero estrellas del fútbol, la NBA, el tenis y la Fórmula Uno salieron de la burbuja que a veces los aísla y humanizaron el deporte con reclamos colectivos.


Por Roberto Parrottino
Tiempo Argentino

Pierre Webó le preguntó seis veces al cuarto árbitro Sebastian Coltescu: “¿Por qué dijiste 'este negro'?”. París Saint-Germain-Estambul Başakşehir empataban sin goles el martes por la última fecha del Grupo H de la Champions. El árbitro, por indicación del rumano Coltescu, había expulsado al camerunés Webó, asistente técnico del equipo turco. Estallaron en el banco de suplentes. Neymar y Kylian Mbappé, estrellas de PSG, se sumaron a las recriminaciones. “No podemos jugar con este tipo”, instó Mbappé, de padre camerunés. Y los futbolistas, unidos contra el racismo, abandonaron el campo de juego del Parque de los Príncipes. Nunca había sucedido en la historia de los torneos de la UEFA. En las calles de Francia, semana tras semana, hay marchas que piden derogar la “ley de seguridad global”, que prohíbe filmar abusos policiales, resistida por antiinmigrante y antimusulmana. En 2020, los deportistas de élite, desde el fútbol y la NBA hasta el tenis y la Fórmula Uno, se organizaron: lucharon por sus derechos y se involucraron en asuntos sociales. En el año de las competiciones en “burbujas” por la pandemia, muchos salieron de la burbuja real que a veces los aísla en sus vidas. Humanizaron el deporte.

“Cállate y juega”, le había dicho Laura Ingraham, una de las periodistas más reconocidas de Fox News, a LeBron James. Era febrero de 2018. Crítico de Donald Trump, LeBron le respondió: “No nos vamos a callar y vamos a jugar”. Replicó las protestas de Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano que se arrodillaba ante el himno por la vergüenza que le producía un país que perseguía a su pueblo. El Black Lives Matter (“Las vidas de los negros importan”). En junio, después del asesinato de un policía blanco a George Floyd, LeBron se convirtió en el principal exponente en el reclamo de justicia. Y en un líder anti Trump. Lo apoyaron otras figuras de la NBA. Pero en septiembre, después de que un policía le disparara siete tiros al ciudadano negro Jacob Blake, organizó una asamblea en el epicentro de la “burbuja” de Disney, donde se cerraba la temporada de la NBA, y votaron un paro histórico que se replicó en otros deportes. Como en el Masters 1000 de Cincinnati, que se frenó a pedido de la tenista Naomi Osaka, de padre haitiano. “Antes que deportista, soy una mujer negra -dijo Osaka, japonesa, 23 años, quien ya ocupó el Nº 1 del ránking de la WTA-. Ver el genocidio de personas negras a manos de la policía me enferma”. Osaka, ganadora del US Open, mostró barbijos con nombres de víctimas de la brutalidad policial. “Odio cuando dicen que no deberíamos involucrarnos en política y solamente entretener”.

“Los atletas se despertaron en 2020 -dice Dave Zirin, editor de deportes en la revista The Nation- porque vieron las manifestaciones más grandes en la historia de Estados Unidos, después de que el asesinato policial de George Floyd fuera grabado y viralizado por todo el mundo. La burbuja que rodea a los atletas profesionales estalló”. En la Premier League inglesa, la liga más millonaria del fútbol, los jugadores salieron con camisetas del Black Lives Matter y se arrodillaron en las canchas. Marcus Rashford, delantero de Manchester United, uno de los diez futbolistas mejor pagos de Inglaterra, volvió a marcarle la cancha al gobierno conservador de Boris Johnson: le pidió al Parlamento que cubra “todas las comidas infantiles durante los días festivos y las vacaciones hasta el verano de 2021”. A mitad de año, después de publicar una carta, el gobierno había dado marcha atrás con el recorte de comidas en las escuelas en plena pandemia. En asociación con una editorial, lanzó ahora una campaña de lectura infantil. Hijo de Melanie, madre soltera que trabajaba 14 horas por día, Rashford es centro de ataques de partidos y medios de derecha, que le cuentan la compra de propiedades. “Tengo 23 años -les respondió-. Vengo de tener muy poco. Necesito proteger mi futuro y el de mi familia. Por favor, no escriban estos artículos haciendo referencia a mi 'campaña'”.

Lewis Hamilton, el campeón negro de la Fórmula Uno, horadó en el automovilismo, un deporte más cerrado que otros. Se arrodilló en las pistas y subió a podios con buzos que reclamaban el arresto de “los policías que mataron a Breonna Taylor”, ciudadana estadounidense. “Algunos de ustedes figuran entre las más grandes estrellas y sin embargo permanecen silenciosos frente a la injusticia”, les dijo el inglés a los demás pilotos. “Nadie mueve un dedo en mi industria, un deporte dominado por blancos. No se levantaron y se pusieron a nuestro lado”. Siete veces campeón de la Fórmula Uno (igualó a Michael Schumacher), piloto que más dinero ganó en la historia, Hamilton sufrió bullying y racismo en la escuela del barrio de Stevenage y, también, en los años iniciales de karting. Aprendió karate para defenderse, mientras dormía con un póster de Ayrton Senna en la pared de su habitación.

“Ya hemos estado aquí antes, con los proyectos de Derechos Humanos en los Juegos Olímpicos y la Democracia Corinthiana de Sócrates, por ejemplo. Pero sí, este año se ha experimentado un fuerte aumento. Es Black Lives Matter, pero también un número creciente de activistas climáticos entre los deportistas (Héctor Bellerín, Patrick Bamford) y contra la pobreza y el hambre (Rashford) -explica el sociólogo inglés David Goldblatt, autor de libros de fútbol-. Muchos deportistas se están volviendo más seguros a medida que toman más control sobre sus carreras ante los clubes y las federaciones. La antipolítica en el deporte está disminuyendo. Hay atletas más reflexivos y más educados también porque los gobiernos y los oligarcas han hecho del deporte lo que los atletas finalmente se dan cuenta”.

Son deportistas “incómodos”, como la estadounidense Megan Rapinoe, mejor futbolista del mundo, defensora de los derechos de la comunidad LGBT. El cambio propiciará otros a corto plazo. La revista Sports Illustrated eligió a LeBron como el “atleta activista” de 2020. Lo siguió Osaka. Pertenecen a una generación que levanta la voz ante las injusticias y comunican desde las propias redes sociales, un sentido diferente de ser. Sus voces son escuchadas. No sólo permanecen y transcurren. Son los continuadores modernos de Muhammad Ali, el boxeador que le dijo “no” a la Guerra de Vietnam. De los atletas del Black Power, que levantaron el puño con un guante negro en los Juegos de México 68. De Diego Maradona, que se le plantó a la FIFA en el Mundial 86 por los horarios de los partidos en el mediodía mexicano y que creó un sindicato de futbolistas. Fueron símbolos. Excepciones. Ahora parece ser colectivo.

martes, 16 de junio de 2020

Napoli-Juventus: historia de un choque cultural que se transformó en clásico

“Ganarle a la Juve no era sólo un partido -dijo alguna vez Maradona-. Era ganarle al Norte rico y próspero”. La antipatía es anterior al enfrentamiento en la cancha entre Diego y el francés Platini: se remonta nada menos que a 1861, con la unificación del país.


Por Roberto Parrottino
Tiempo Argentino

“¿Tenés dos chicas?”, le pregunta por teléfono Maradona a una mujer. Son las tres y media de la mañana del 7 de enero de 1991. La mujer, integrante de la Camorra, la mafia napolitana al mando del clan Giuliano, le dice que sí, y que espere, que no corte: su hijo lo quiere saludar. “¿Qué pasó en Turín, Diego?”, le pregunta. El día anterior, Napoli había perdido 1-0 ante Juventus. “Una desgracia -le responde-. Son unos hijos de puta”. La comunicación es intervenida por las autoridades locales. “Operación China”. La relación Italia-Maradona se había roto en el Mundial 90. En septiembre es condenado a 14 meses de prisión por tenencia de cocaína. Y luego de un doping positivo abandona la ciudad por la puerta de atrás.

Una rivalidad que antecede a Maradona

El Reino de Piamonte, cuya capital llegó a ser Turín, unificó en 1861 a Italia, hundió tras una guerra de diez años al Reino de las Dos Sicilias, cuya capital era Napoli. Robo de riquezas, desindustrialización, abandono y migración de trabajadores. De ahí que, como escribió el antropólogo francés Christian Bromberger, un triunfo de Napoli ante Juventus se considera “una especie de revancha de un Sur víctima de un Norte desdeñoso”. Juventus, el club de la automotriz FIAT (Fabbrica Italiana Automobili Torino), propiedad de los Agnelli, es presidido hoy por Andrea Agnelli, hijo, sobrino y nieto de presidentes. En 2017, Agnelli fue suspendido un año por entregarles entradas para la reventa a los ultras, vinculados a la 'Ndrangheta, la mafia calabresa. Porque los negocios sucios no son patrimonio del Sur de Italia.

“Ganarle a la Juve no era sólo un partido -dijo alguna vez Maradona-. Era ganarle al abogado Agnelli y al Norte rico y próspero”. El Sur de Italia -el mezzogiorno- había ganado un sólo scudetto antes de la llegada de Maradona: el Cagliari, en 1970. El Napoli con Diego gana dos Serie A (1987 y 1990), la Copa Italia 1987, la Copa UEFA 1989 y la Supercopa de Italia 1990. “Chi non salta juventino è”, cantan los napolitanos, y “velan” a Juventus en cajones bianconeros. Es la respuesta a los cantos racistas en los estadios del Norte. “Sentí qué olor, se escapan hasta los perros/ están llegando los napolitanos/ los colerosos, terremotati/ que con el jabón nunca se lavaron/ Napoli mierda”. En 1981, antes de que pasara de Argentinos a Boca, Juventus buscó a Maradona. El presidente Giampiero Boniperti viajó a Argentina. Ofreció 1.300.000 dólares a cambio de un préstamo por un año. Pero el pase se cayó: la FIAT atravesaba uno de los mayores conflictos sindicales de su historia. La familia Agnelli era también dueña de los diarios Corriere della Sera y La Gazzetta dello Sport. En 1984, ya con Diego en Napoli, le preguntaron a Gianni Agnelli, tío de Andrea, por qué no lo había contratado. “No somos tan ricos para tenerlo -dijo-, ni tan pobres para necesitarlo”. Era la Juventus del francés Michel Platini.

El coronavirus invirtió los papeles históricos entre Norte y Sur. Con epicentro en la región de Lombardía, muchas personas escaparon hacia el Sur. Se cerraron fronteras internas. Tres regiones del Norte (Emilia-Romaña, Piamonte y Lombardía) concentran el 70% de los casos de Covid-19, mientras que las seis regiones del Sur suman menos del 8%.

El duelo hoy

La actual Juventus, con Cristiano Ronaldo como estrella, hegemoniza la Serie A: ganó los últimos ocho scudettos. En el medio inauguró su moderno “Juventus Stadium”. El Napoli conserva el viejo y raído San Paolo. Pero lejos está de otros tiempos en los que llegó a jugar en la tercera división después de una quiebra económica. Rescatado por el productor de cine Aurelio De Laurentiis, Napoli fue cuatro veces subcampeón de Juventus. En 2012 hasta le ganó la final de la Copa Italia. Y en el actual equipo juega el delantero belga Dries Mertens, que en la reanudación del calcio post pandemia se convirtió en el máximo goleador histórico del club (122 goles), superando a Marek Hamšík (121) y a Maradona (115). Juventus tiene como entrenador a Maurizio Sarri, de paso exitoso por Napoli. Y a Gonzalo Higuaín, que “traicionó” a Napoli en 2016, y es hoy imagen de papeles higiénicos que se venden como souvenirs en la ciudad. “El abogado Agnelli -recordó por aquellos días Maradona- me cortejaba como un enamorado, me puso un cheque en blanco sobre la mesa. Pero no podía traicionar el amor de los napolitanos. La relación con Higuaín ha terminado, pero nunca lo hará conmigo”.

De aquellos duelos históricos entre Napoli y Juventus queda “el gol imposible” de Maradona en el San Paolo en 1985, anterior a los títulos. El 3 de noviembre se cumplirán 35 años. Tiro libre indirecto dentro del área. Stefano Tacconi en el arco de Juventus. La barrera adelantada, a casi cinco metros en lugar de los 9,15 reglamentarios. Sin ángulo. “No importa, tocala que yo me arreglo”, le dice Maradona a su compañero Eraldo Pecci. La última victoria de Napoli ante Juventus había sido 12 años atrás. Una caricia de zurda. Gol y triunfo 1-0.



“Juventus-Napoli es un choque cultural entre dos Italias muy lejanas y que entienden la vida y el fútbol completamente diferente -dice Antonio Moschella, periodista napolitano y tifosi de Napoli-. Y aquel momento fue la sublimación del acto de rebeldía del pueblo napolitano, siempre frustrado por su impotencia contra los tiranos del Norte. Si el Napoli mira hoy sin miedo y a los ojos a Juventus, es gracias a aquel gol de Diego”.

Tomado de: https://www.tiempoar.com.ar/nota/napoli-y-juventus-se-disputan-la-copa-italia-los-antecedentes-de-una-rivalidad-historica

miércoles, 24 de julio de 2019

Daniele De Rossi: el romántico de La Boca

Con 36 años, el italiano campeón del mundo tomó una decisión a contramano de estos tiempos: eligió jugar en Boca, en la Argentina. Las razones sólo se explican con el corazón: el corte del hilo con la Roma, el recuerdo de Maradona y el deseo de pisar La Bombonera.


Por Roberto Parrottino
Tiempo Argentino

Daniele De Rossi jugó 18 temporadas ininterrumpidas en el mismo club, la Roma, durante el siglo XXI, entre 2001 y 2019, años en los que el fútbol moderno corrió cada vez más rápido detrás del poder del dinero. De Rossi -36 años, campeón del mundo en Alemania 2006, tres Mundiales- será ahora el primer futbolista nacido y formado en Italia en jugar en la Argentina. Lo guían los gestos románticos. El futbolista “a contramano” jugará en Boca porque de chico veía por televisión a Diego Maradona en La Bombonera. Porque después le preguntó a los compañeros argentinos cómo eran sus hinchas, “El jugador Nº 12”. Y lo hará en el barrio donde flameó la bandera italiana en 1882, cuando obreros genoveses en huelga le enviaron al rey Humberto I de Saboya el acta fundacional de la República Independiente de La Boca, en pleno desarrollo como centro económico. Pero en 2019, con La Boca como eje de la “elitización” del PRO, espacio político creado por Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, y con la intención de la dirigencia también macrista de construir un nuevo estadio a 500 metros de La Bombonera, la cancha que enamoró a De Rossi.

“Daniele es un futbolista muy particular. Tiene una personalidad fuerte, que a veces también resulta difícil de comprender, atormentada. Incluso ha tenido que luchar en la Roma porque su manera de ser y de vivir siempre ha molestado a algunos”, dice Valerio Curcio, periodista de Il Romanista. “Siempre contó la fascinación por Boca. Lo que no dijo es que era su objetivo jugar en Boca, porque lo hubiese alejado de su familia y de la Roma. Al final, de la Roma lo echaron. Y se decidió por la opción más romántica, sin otra finalidad”. A De Rossi lo echó James Pallotta, el multimillonario empresario ítalo-estadounidense que preside la Roma. Patrón desde 2012, Pallota descartó a Francesco Totti primero como jugador y después como dirigente. Y, más tarde, se sacó de encima a De Rossi. Como Daniel Angelici, el presidente de Boca que despidió a los ídolos Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme. Los dueños ítalo-estadounidenses, también como Angelici, quieren construir un nuevo estadio en Roma. A los pocos días que presentaron la maqueta, estalló un escándalo de corrupción y mafia en el gobierno de la capital. “Lo que los romanos ven como una forma muy sentida de autoexpresión, los estadounidenses ven como una especie de entretenimiento, como una experiencia para ganar dinero -escribió Peter Simek en SB Nation en 2015-. La pregunta es si esas visiones pueden, o incluso deben, coexistir”.

De Rossi no será el primer italiano en jugar en el fútbol argentino. Ni tampoco el primer campeón del mundo con Italia en 2006. Mauro Camoranesi jugó en Racing y Lanús, pero nació en Tandil. Camoranesi se nacionalizó, como Gabriel Paletta y Daniel Osvaldo, que jugaron en Boca como Mario Busso, Juan Brattina y Nicolás Novello, nacidos sí en Italia, hijos de inmigrantes. “Tenés que saber -le advirtió Maradona a De Rossi, un italiano leyenda sin precedentes en el fútbol argentino- que cuando te pongas la camiseta de Boca es como el San Gennaro que licúa la sangre”. En el barrio de La Boca ya colgaron pasacalles: “Benvenuto nella Repubblica Popolare della Boca. Metà +1 ti aspettava. Questa è Boca”. Diego Perotti, actual jugador de la Roma, ex Boca y ex compañero argentino de De Rossi, se ríe: “Hasta que no lo vea dentro de la cancha…”.  “Yo creo que decidió ir a Boca -agrega Curcio, el periodista de Il Romanista, que editó hasta un libro sobre la despedida de De Rossi de la Roma- porque Daniele no podría jugar en ningún otro club italiano y tampoco podría jugar en una de esas ligas de bajo nivel donde no se siente la competencia ni la presión de los hinchas”.

De Rossi, fuera de la lógica dominante, no eligió retirarse en Catar, China o Estados Unidos. Vivirá otra experiencia en el fútbol argentino, nada tranquilo. Del viaje de su casa hasta el aeropuerto de Fiumicino, bromearon, a la Superliga le desapareció un descenso. “¿Podría haber un fichaje más romántico que el de De Rossi por Boca?”, se preguntó el portal español Diarios de fútbol. Show y manotazo dirigencial al margen, De Rossi cumplió años el miércoles y se autoregaló un viaje a la Argentina que sabe más cómo empieza pero menos cómo termina. En el fútbol, un deporte de equipo, no hay romanticismo sin efectividad. Si sucede, La Bombonera -y los futboleros- lo aplaudirán. Los diarios italianos titularon la llegada de De Rossi a Boca con el nombre de un clásico libro. Lo publicó Susanna Tamaro en 1994. Cuenta la historia de Olga, una abuela a la que le queda poco tiempo de vida y decide contarle a la nieta, que vive en otro país y con la que está peleada, cómo fue su vida. Intenta que la comprenda. De Rossi eligió vivir el último tiempo de vida como futbolista con la camiseta de Boca en La Bombonera. La novela se llama Va' dove ti porta il cuore. “Donde te lleve el corazón”.

viernes, 5 de mayo de 2017

La República de Totti

Cuando el jugador símbolo de la Roma se solidarizó con la periodista Giuliana Sgrena, del diario Il Manifesto, secuestrada por yihadistas


Por Roberto Parrottino

El 20 de febrero de 2005, Francesco Totti salió al Olímpico para jugar ante el Livorno con una remera que pedía la liberación de Giuliana Sgrena, periodista del diario comunista Il Manifesto que llevaba 15 días secuestrada por la Yihad Islámica en Irak. La organización exigía el retiro de las tropas italianas para liberar a Sgrena. Amenazaba con asesinarla. Hasta entonces, el gobierno de Carlo Azeglio Ciampi y el Papa Juan Pablo II habían exigido su libertad. Un mes después de su captura, fue liberada.

En el camino al aeropuerto de Bagdad, el ejército estadounidense, en un confuso episodio, asesinó al agente italiano Nicola Calipari. “Hay americanos que no quieren que regreses”, contó Sgrena que le habían dicho durante su cautiverio; y en una columna en Il Manifesto, detalló que uno de sus captores se había sorprendido al observar en la TV a Totti con una remera que decía “Liberate Giuliana” mientras anunciaban su inminente ejecución.

“Era hincha de la Roma y su jugador favorito era Totti -relató Sgrena-. El lenguaje del fútbol llega a la mente y a los corazones de muchas personas alrededor del mundo. Si todos los grandes deportistas se comportaran como Totti, los gestos humanitarios tendrían un eco mucho más grande”.

Italia, bromearon los fanáticos, debería llamarse la República de Totti.

martes, 24 de marzo de 2015

“Cárcel a Videla y a los milicos asesinos”

Con este mensaje en la camiseta, Kurt Lutman festejó un gol en la reserva de Newell’s en el 2000. Un día especial, una historia diferente


Por Roberto Parrottino

Kurt Lutman se sentó el jueves a las siete de la tarde a una mesa instalada en una canchita auxiliar de Newell’s en el Parque Independencia. Entre los árboles, colgaba la bandera rojinegra del Departamento de Cultura. Mientras sonaba de fondo una música incidental de guitarra, presentó El agua y el pez, su libro de 19 relatos. De “Crónicas de un fútbol fantástico”, según el subtítulo. Entre los que lo escuchaban, sentados en las sillas plásticas, estaban Lucas Bernardi y Gabriel Heinze. Ex mediocampista de la Lepra, Godoy Cruz, Huracán de Corrientes, Campana de Carcarañá y Unión de Villa Eloísa, Kurt trabaja ahora en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros. Allí brinda un taller de recreación y juego. Como su nombre, que sale del personaje de una novela de la escritora española Corín Tellado, su vida es una historia romántica.

–¿Qué puntos de contacto hay entre fútbol y militancia?

–Son inseparables. Siento que los han ido acorralando y distanciando. Que el destino de nuestro lugar está atado a lo que hacemos. Hay infinidad de expresiones que han estado con un oído en la cancha y el otro afuera. El libro no sólo refleja militancia, sino que refleja “los otros fútbol”, que tienen que ver con ese que no sale en los medios grandes porque está ninguneado y silenciado y que está cargado de mística. Que no tiene que ver con el fútbol del que hablan los tontos de Niembro, que han hecho mucho daño porque son los que hablaban de fútbol durante el menemismo, los que creen que sólo importa ganar y que el fútbol es una billetera. En una de las 19 crónicas hablo de los ídolos de pueblo. Acá, en la Liga Cañadense, los pibitos no quieren ser como el Tata Martino o Maradona: quieren ser como el Chano Besso, que son gente que no la vas a conocer si no te acercás. Ellos son los reflejos. Eso me parece de verdad. Están ahí.

–¿Por qué empezaste a escribir?

-Gracias a El Eslabón, una cooperativa de prensa, de pibes que son unos leones. Son de distintos puntos de Rosario, de la carrera de Comunicación Social. Existe desde 1999. Ahí empiezo a repartir los periódicos como changa y, cada tanto, colaba una nota en la sección Deportes, que está conducida por dos periodistas impresionantes: Santiago Garat y Julio Rodríguez. Ellos me animaban a escribir cuando los repartía en la bici allá por los 2000, cuando había dejado de jugar y el país estaba en plena crisis.

–Jugaste el Mundial de Japón ‘93 con la Selección Sub 17. ¿Qué pasó con aquel chico que soñaba con ser un futbolista a esta persona que sos hoy?

-Un montón de cosas, pero fue importantísima la militancia en HIJOS. En 1999, antes de jugar en la Primera de Newell’s, empiezo. Tenía 23. milité tres años. Fue fundacional porque abrí una perspectiva personal. Dimensioné que había un montón de cosas por fuera del fútbol. Me hizo muy bien, porque cuando decidí retirarme tenía dónde saltar. El barco simultáneo de la militancia me llenaba. Entonces cuando tomé la decisión hinchado las pelotas con el fútbol caí ahí; llegó un momento que sentía que tenía que estar en la esquina con mis amigos, que disfrutaba más hacer el viaje para ir a ver a los Redondos a alguna provincia que concentrar y jugar un partido. Ahí fui a militar a los barrios y me encontré con la poesía. Eso ya era suficiente.

–¿Por qué en HIJOS?

–No tengo una historia directa. HIJOS Rosario es una regional que nunca le dio pelota a la filiación directa. Siempre se consideró que todos los pibes somos hijos de una historia y de una generación. En un punto, cada uno aportaba lo suyo y yo venía del palo del fútbol. Pude sumar los bombos. Nací el 11 de septiembre del 76, el año del golpe cívico-militar. Eso me estalló la cabeza. “Loco, cuando yo nací pasaban estas cosas”. Después leí La voluntad, de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, y me encontré con la militancia de los 70. La vieja Ana María Ferrari fue una mina que me marcó. Está en una de las crónicas, que se llama “Ella”.

–En ese marco decidiste festejar con la remera.

–Fue el 19 de marzo de 2000. Era la previa al 24. Ya andaba a los chispazos con el expresidente (Eduardo) López y me bajan a la reserva, y no porque andaba jugando mal. Si no que se solía hacer. Esto era medio particular. Había agitado un poco para entrar con una bandera y López lo pescó y no quería saber nada. Y me baja a reserva y tengo el culo histórico de hacerle dos goles a Belgrano. Y levanto la camiseta y me había escrito: “Cárcel a Videla y a todos los milicos asesinos”. Fue una reafirmación. Até mi pasión del fútbol con la de afuera. Era una forma de decir: “Yo soy todo esto”.

–¿Qué te había pasado antes, cuando jugabas en Godoy Cruz?

–Eso fue un cachetazo. En 1995. Caminaba por la Plaza Independencia de Mendoza y me crucé con una marcha. Veía nombres en blanco y negro en las fotos de los que me enteraría que eran los desaparecidos. Las consignas en las banderas. Los pañuelos blancos en las cabezas de las madres y abuelas. Se me partió la cabeza. Me acuerdo que me acerqué a preguntar qué pasaba, que me contaron amablemente, y me senté a un costado y no podía levantarme. No podía entender lo que había pasado. No tenía ni idea. Y eran otras marchas, con muy poca gente. Eso no era un documental. Estaba ahí, en vivo.

–¿Es cierto que te peleaste a piñas con un represor?

–En realidad fue un escrache que habíamos organizado con HIJOS en los Tribunales de Rosario por la causa del represor Eduardo “Tucu” Constanzo, torturador de Quinta de Funes. Teníamos preparados los huevos para tirárselos cuando saliera de declarar: y cuando nos acercamos, y vimos que no había vallas y estábamos cara a cara, uno de los hijos de Constanzo pensó que le íbamos a pegar y ahí se cruzó con el hijo del desaparecido Cabezón Toniolli. Intenté separarlos pero se armó un revoleo de piñas importante.

-¿Cuando jugaste en Huracán de Corrientes el preparador físico te acuchilló después de reclamar el pago de los sueldos para tus compañeros?

–Resultó que llegué de Rosario y comencé a cobrar al día. Venía de los manejos de López. Dije: “Esto es el paraíso”. Y después me enteré que nos pagaban a los que habíamos venido de afuera. A los pibes de Corrientes les debían seis meses. Entonces hablamos con los dirigentes para reclamar por el grupo y hasta amenazamos con no viajar a jugar contra Almirante Brown. Al club lo manejaba, como a toda la provincia, el gobernador Romero Feris. Estaba uno de los hijos. Y un día, en una práctica con 40 grados, el preparador físico, a quien lo mandaban para que nos bardeara, le dijo a un compañero, a Hernán Pedraza, que se pusiera la remera. Estábamos todos en cuero. Como se negó, sacó un facón de atrás del pantalón y lo amenazó. Salí corriendo para meterme, me tiró un cuchillazo y me cortó en la panza.

–¿Cómo vas a vivir este 24 de marzo?

–Aunque ya no milite orgánicamente hace tres años, y es bueno aclararlo porque aún me reconocen como el loco que milita, vamos a ir a copar el Monumento a la Bandera, como siempre. Ahora milito para mis hijos: Juan, de once, y Francisca, de nueve. Porque más allá de las causas abiertas, y de que me considero kirchnerista y defiendo el modelo de inclusión del gobierno, es un momento de encuentro. Así que ahí estaremos con toda la banda.

viernes, 13 de marzo de 2015

El comandante, las ideas y la pelota

Entrevista a Gilberto Carrillo y David Rosas, autores de "Chávez es fútbol", un compilado de historias con el expresidente como protagonista.


Por Roberto Parrottino

Ni Gilberto Carrillo ni David Rosas son periodistas. Gilberto es técnico en Minería y, desde hace una década, trabaja como servidor en la oficina del registro civil de El Vigía, una ciudad de Mérida, al noroeste de Venezuela. Eso sí: estudió Historia. David, en cambio, se recibió: es diseñador gráfico. El hilo que los une es Hablamos Fútbol, un colectivo de personas que, se definen, son amantes de la pelota y de los cambios sociales.

Gilberto y David son los compiladores de Chávez es fútbol (2014), un libro de distribución gratuita en el que se enmarca la frase del filósofo italiano Antonio Gramsci –“el fútbol es el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”–; en el que se repasan las historias de las banderas dedicadas al expresidente venezolano en las canchas del mundo; en el que se destaca el capítulo de Ilich Suárez, estudiante de Comunicación Social y barra de Trujillanos, el club del estado más chavista del país; en el que se marca que Venezuela ocupaba en 1998 el puesto 129 del ranking FIFA, y que 2011 alcanzó el 39, el pico más alto de su historia; en el que se detalla la clasificación de la Sub 20 a Egipto 2009, la primera de una selección a un Mundial; en el que escribe Eduardo Galeano y Ángel Cappa; en el que, al fin de cuentas, Gilberto y David volcaron cinco años de investigación, y por el que son hoy felices.


–¿Por qué un libro sobre Hugo Chávez y el fútbol?

Gilberto: –El sueño del era ser beisbolista, no militar. Quizás eso explica por qué su gobierno fue tan diferente al de los militares que implementaron dictaduras en América Latina. Era y es un hombre de pueblo. Por eso juntamos el amor que le tenemos con la pasión que sentimos por el fútbol. No es del todo cierto eso de que el beisbol es el principal pasatiempo de los venezolanos; para muestra basta decir que el béisbol se juega exclusivamente en la zona central del país, mientras que el fútbol cuenta con equipos regados en toda la geografía nacional.

David: –Por el simple hecho de que el Comandante es pueblo y sus ideas llegaron a los pueblos del mundo, esos que se expresan con la alegría del fútbol, y no con la del béisbol. Pese a que muchos países del Caribe jugamos béisbol o “pelota” –como le decimos acá– somos fanáticos del fútbol y leales al Comandante.

–¿Qué fue el fútbol para Chávez como política de Estado?

G: –No diría que el fútbol solamente, sino el deporte en general. Fue tan amplia la visión de Chávez, que le otorgó al deporte rango constitucional en la Carta Magna de 1999. Fue gracias a su gestión que se creó la Universidad Iberoamericana del Deporte, un Ministerio del Poder Popular. Por ejemplo, se dignificó el papel de los atletas paralímpicos, excluidos por todos los gobiernos de derecha; y qué decir de la Copa América de fútbol de 2007, el evento deportivo de mayor envergadura albergado en el país.

D: –El fútbol es y fue tomado en cuenta por el gobierno como política de Estado. Muestra de ello no sólo es la Copa: es también el Centro de Alto Rendimiento en la Isla de Margarita, una infraestructura a la altura de las grandes potencias.

–¿Por qué fue tan crucial la Copa América?

G: –La Copa América nos permitió mostrar al mundo de lo que somos capaces cuando la voluntad y las ganas se ponen por delante. El torneo le dejó al país majestuosos estadios y eso ha sido elemental para el crecimiento de nuestro fútbol. Chávez disfrutó del torneo porque vio feliz a su pueblo; anotó un golazo de cariño, aprecio y agradecimiento.

D: –Significó nada más y nada menos que saldar una cuenta pendiente con todo el pueblo venezolano, ya que éramos los únicos que no habíamos organizado una Copa América.

-¿Cómo era su relación con Maradona?

G: –Chávez vio en Pelusa a un hombre que amaba al pueblo. Y el Pelusa vio en Chávez a un luchador por las causas de los que siempre habían sido humillados. Tanto Diego como Chávez portaban la bandera de los humildes y eso los fue envolviendo en una sincera amistad. “Te sentimos venezolano, Diego. Que no se pongan celosos los argentinos”, fue una de las frases con las que Chávez le expresó su admiración a Maradona, el culpable de que el Comandante aprendiera a amar el fútbol.

D: –¡Amigos! Eran grandes amigos. Se conocieron gracias a Fidel Castro, coincidiendo en ideas, y junto a Fidel son las tres zurdas de América.

–¿Qué les dijo Maradona en el programa De Zurda?

G: –Recuerdo que mi intervención la inicié así: “Para los que amamos el fútbol…”. Y allí Diego me interrumpió diciendo que le fascinaba cuando alguien decía que amaba el fútbol. Haber conocido a Maradona es una emoción comparada sólo con el nacimiento de mis hijos. Estrechar la mano del morochito que –sin disparar una bala– hirió el orgullo de los ingleses y elevó su gloria al cielo en memoria de los caídos en Malvinas fue un honor. Crecí viendo a Maradona en la pantalla chica. Amo el fútbol y a Argentina; te podrás imaginar lo que significó haberlo conocido justo en la cuna de Simón Bolívar y Chávez. El genio del fútbol mundial nos pidió que incentiváramos el desarrollo del deporte en los niños, y eso haremos.

D: –Nos felicitó y nos obsequió una camiseta de De Zurda. Nos dijo: “Para ustedes, muchachos. Se la ganaron”. Fue un honor por venir de las manos de uno de los futbolistas que levantó su voz en contra de los mecanismos capitalistas que se han encargado de que el fútbol deje de ser un juego.

-¿Cuál es la pequeña gran anécdota que más les gusta de Chávez y el fútbol?

-G: Hay un video donde aparece jugando. Gozo mucho cada vez que lo veo, y también lloro. En un programa de televisión el presidente Chávez echa el cuento de aquel juego e incluso empieza a narrar las imágenes que van pasando. De allí me inspiré para titular “El Comandante jugó y narró su partido de fútbol”. Es difícil impedir que las lágrimas rueden cuando vez allí a Chávez corriendo detrás de un balón y en su propia voz pedir que le repitan un gol que acababa de marcar.

D: –Un artículo llamado “El Vinotinto increíble”, que escribió el artística plástico Milton Gómez Burgos. Es simplemente increíble: es Chávez a viva voz y alma hablándonos de fútbol. Realmente, a quienes sentimos esto tan fuerte en el alma, nos hace llorar con sus palabras.

viernes, 13 de febrero de 2015

United of Manchester: El dinero no consiguió comprar a los hinchas

Fanáticos del Manchester United, enojados por la venta del club, crearon otro que compite en las divisiones más bajas del fútbol inglés.


Por Roberto Parrottino

El punto de inflexión, contó Andy Walsh, socio fundador del Football Club United of Manchester, no fue la adquisición de la familia Glazer de más de la mitad de las acciones del Manchester United en 2005 para ser el único propietario del club: en 1999, el año en que ganó la Champions League con los goles de Teddy Sheringham y Ole Gunnar Solskjaer en el tiempo de descuento ante Bayern Munich en el Camp Nou, los hinchas habían alejado las intenciones de compra de Rupert Murdoch, el magnate australiano de las telecomunicaciones. La frustración, por eso, fue doble. Pero, sobre todo, pasajera: un grupo de socios del Manchester fundó el 14 de julio de 2005 el FC United, una asociación civil sin fines de lucro –“un socio, un voto”, “nuestro club, nuestras reglas”–, con la asamblea de una comisión como instancia para decidir hasta el diseño de la camiseta.

Karl Marginson, exjugador del ascenso inglés, vendedor de frutas y verduras, realizó las pruebas y formó el primer plantel. A casi diez años del nacimiento, el club está ahora en la Northern Premier League Premier Division, la séptima categoría de Inglaterra. En mayo inaugurará su estadio con capacidad para cinco mil hinchas en el distrito de Moston, en el noreste de la ciudad, con un partido ante el Benfica de Portugal.

El periodista Sam Borden, corresponsal del New York Times, le preguntó a Vinny Thompson, hincha y empleado del FC United, si se podía cambiar de pasión, dejar atrás la historia del Manchester United, olvidarse de Old Trafford. “No sé –dijo–; es complicado. Manchester United podría ser mi esposa y el FC United mi amante. O tal vez al revés. No estoy seguro”.

“El FC United of Manchester es admirado por muchos hinchas europeos, no sólo británicos. Aunque la Premier League y, específicamente, el Manchester United no ven al FC United como una amenaza a su dominio económico, se puede detectar una tendencia creciente de toma de conciencia por parte de muchos hinchas de aquí. Cada temporada aumenta el interés en el concepto de clubes estructurados como asociaciones civiles sin fines de lucro”, detalla a El Gráfico Diario Steven Powell, secretario general de la Federación de Aficionados de Fútbol de Inglaterra y Gales, una especie de organización sindical que pelea por los derechos de los hinchas y que logró, entre otras cosas, un voto en la asamblea anual de la Football Association (FA).

La construcción del estadio del FC United fue financiada por los hinchas, por el municipio y a través de cuotas a cargo de la comunidad. De ahí que albergará un centro médico y deportivo gratuito. En Old Trafford, mientras tanto, se ven de tanto en tanto a modo de protesta camisetas y bufandas amarillas y verdes que recuerdan a los colores que llevaba el Newton Heath, como se llamó en sus orígenes el Manchester, fundado por los trabajadores ferroviarios de la Lancashire and Yorkshire Railway Company en 1878.

Plata dulce

La familia Glazer, dueña además de los Tampa Bay Buccaneers del fútbol americano, dedicada al negocio de bienes raíces y del petróleo, compró el Manchester United con préstamos bancarios cuya deuda, después, le cargó al club. “El FC United –escribió el cronista Daniel Taylor en The Guardian después de visitar al nuevo club– todavía tiene un largo camino por recorrer en una ciudad en la que el Manchester City está a cargo de un jeque de Abu Dhabi y el United en manos de los inversionistas de la Florida”.

Alex Ferguson, el histórico entrenador del Manchester, siempre se proclamó socialista. Hijo de un obrero industrial de Govan, un suburbio escocés de astilleros, admitió su adhesión por el Partido Laborista. Andy Walsh recordó que en 2005, como líder de la Asociación Independiente de Aficionados del Manchester United, le pidió a Ferguson que renunciara en oposición al desembarco de los Glazer. Era, para Walsh, una jugada clave, una mano en el bolsillo de los estadounidenses, ya que, al mismo tiempo, había apalabrado a hinchas millonarios del Manchester para recomprar el club. Recién en 2013, luego de dejar el cargo de técnico después de 27 años, Ferguson le dispensó unas líneas en su autobiografía a los hinchas que le propusieron su renuncia y, ya sin respuesta, fundaron el FC United: “Son unos tristes. No me interesan”. Walsh le respondió: “No voy a juzgarlo, pero la gente no siempre actúa de acuerdo con sus creencias establecidas”.

Otros casos

El FC United quiere seguir el éxito del AFC Wimbledon, fundado en 2002 por hinchas del Wimbledon FC que se alejaron después de que el club se mudara a 80 kilómetros de Londres y hasta cambiara el nombre por el de la ciudad de Milton Keynes. “El AFC Wimbledon -aporta Steven Powell- ha ascendido del décimo al cuarto nivel del fútbol profesional inglés. Es decir, ya juega en la Football League Two; y hace poco enfrentó al Liverpool de local por la FA Cup”.

El FC United, hoy en una división semiprofesional y con un promedio de dos mil hinchas por partido, lo que lo sitúa entre los 100 clubes ingleses más convocantes, no está solo. Eric Cantona, la leyenda del Manchester, el antisistema, deseó: “Tan sólo espero que este club tan especial siga creciendo y ojalá dentro de 50 años podamos estar hablando de un club campeón de la Champions”.

sábado, 19 de julio de 2014

Alemania: Grupo neonazi atacó a hinchas antifascistas

Fue en Hamburgo, durante los festejos por el campeonato del mundo.


Roberto Parrottino
El Gráfico

En el bar Shebeen de Hamburgo, los hinchas alemanes festejaban el domingo por la noche entre una luz roja que cortaba la oscuridad y la cerveza tirada que alegraba la vida. Alemania había salido campeón del mundo en Brasil. De pronto, las ventanas estallaron y se desató una lluvia de piedras. “¡Son mierda, St. Pauli, mierda!”, les gritaron los tipos que manipulaban palos de madera y botellas partidas. “Fue aterrador. Muchos de nuestros clientes huyeron rápidamente por las escaleras hasta la parte trasera del pub –contó un empleado del Shebeen–. No hubo pelea. Habría sido inútil; estábamos claramente en minoría”. Tres personas terminaron en el hospital. Los testigos no dudaron: los agresores eran hinchas del Hamburgo SV, el rival de la ciudad. Era el grupo minoritario neonazi que en los clásicos cuelga banderas con la palabra “Hass” –odio– y con el lema “Zecke verrecke!”, que proclama la muerte para esas garrapatas. Fue un ataque directo al Shebeen, un reducto de los hinchas del St. Pauli, el club antifascista más importante del mundo.

“El FC St. Pauli empezó a ser conocido en la comunidad futbolera internacional por ser el primer club profesional que se consideró expresamente antifascista. Esto generó que empezara a ganar simpatizantes en varios países, primero en Europa, y luego en todo el mundo. Además, el club y su hinchada empezaron a abanderar causas como la lucha contra la homofobia y el racismo en el fútbol, la solidaridad con Cuba y los pueblos del tercer mundo, entre otras”, explica a El Gráfico Diario Camilo Rueda Navarro, el periodista colombiano que creó la página Fútbol Rebelde.

En 2002, de hecho, Corny Littmann asumió como presidente de la institución. Actor, empresario teatral y activista gay, Littmann reveló en la presentación que afrontaba el reto de conducir al club después de claudicar en el intento de dirigir una ópera. “Estoy en una edad donde busco cosas nuevas para mi vida”, dijo Littmann. Tenía 51 años y estaba, allí, vestido de mujer. Fue presidente hasta 2010.

La Selección alemana se entrenó en mayo en el Millerntor, el estadio del St. Pauli, como preparación para la Copa del Mundo. La frase de la tribuna “Kein fussball den faschisten” –“Fútbol sin fascistas”–, durante la práctica, fue tapada por una lona verde. El club emitió un comunicado en el que aclaraba que estaba “sorprendido” y “molesto” por la censura con la Federación Alemana de Fútbol.

“Por otra parte, el St. Pauli representa todo un ícono por su estrecha relación con la cultura punk y el movimiento social de Hamburgo. Es un equipo que ha llegado a jugar en la Bundesliga aunque ahora esté en la segunda división y que condensa todos estos valores. Se convirtió en símbolo y en vanguardia de los hinchas antifascistas y de izquierda –agrega Rueda Navarro–; por esta razón, en algunas ciudades han surgido agrupaciones de simpatizantes que difunden estos valores, organizan visitas a Hamburgo y difunden la actualidad del club. Una de las más activas es la de Barcelona, aunque también están Piratas del Sur, el primer grupo de hinchas del St. Pauli en toda Sudamérica”.


En las paredes del Millerntor hay una plaga de mensajes. Uno: “Ninguna persona es ilegal”. Hay un dibujo de dos chicos besándose: “Sólo el amor cuenta”; y en las calles se ven rostros del Che Guevara, eslóganes de los movimientos independentistas vasco y catalán, la bandera de Jamaica y los colores del movimiento LGBT. Fundado en el barrio portuario de St. Pauli en 1910, fue en la década del 80 cuando el club se convirtió en lo que es hoy a partir de los movimientos okupa y de la música punk. Cuando juega de local, el equipo entra con la canción “Hell’s Bells”, de AC/DC, y cuando mete un gol se escucha “Song 2”, de Blur. La banda de Die Toten Hosen adoptó la calavera que identifica al club, ya que la piratería era común en el río Elba. La revolución, incluso, alcanza a la dirigencia: los hinchas son representados en la comisión por dos miembros. No se toman decisiones sin preguntarles qué opinan a los fanáticos, que se aglutinan en peñas. Este año rechazaron la oferta de la empresa eléctrica alemana RWE para ser el patrocinador en la camiseta marrón, blanca y roja.

En la Argentina, el compañerismo con el club alemán lo encarna Platense, hoy en la B Metropolitana. Mauricio Benítez Draghi y Hernán García, hinchas del Marrón, son los creadores de Piratas del Sur, la peña argentina. De ahí que en Saavedra se vean camisetas del St. Pauli. “Investigamos la historia del club y conseguimos similitudes entre ambos –contaron a No, el suplemento joven de Página/12–; por lo que nos empezamos a entusiasmar, al punto de que cuando vemos los partidos por Internet en el barrio no entienden por qué gritamos los goles”.

Con el Celtic se enlazaron en Escocia: jugarán el 26 de julio un amistoso de pretemporada en el Millerntor, y los hinchas ya organizan festivales punk como previa. Livorno en Italia y Rayo Vallecano en España, también antifascistas, son amigos del St. Pauli. No resulta curioso, en definitiva, que los hechos de violencia que se registraron en los festejos por el Mundial en Alemania, que incluyeron un joven apuñalado en Bremen, hayan sido informados casi en soledad por Neues Deutschland, el histórico diario socialista que mantiene una línea contraria a los medios grandes, como el St. Pauli en el fútbol.

lunes, 25 de marzo de 2013

Eric Cantona: Un rebelde que rompió todos los moldes

Delantero talentoso, antisistema, actor y también cineasta.


Por Roberto Parrotino

Eric Bishop, un cartero de Manchester y miembro del FC United, una organización de hinchas que se opone a que el club sea una empresa de los multimillonarios estadounidenses Glazer, está desahuciado: abandonado por su mujer, inmerso en la cotidianidad de su empleo y a cargo de dos hijastros adolescentes en conflicto. El suicidio, piensa, es una opción de escape. Hasta que fuma marihuana y, de repente, el hombre del póster en la pared de su habitación se baja de allí. En la película Looking for Eric, Cantona lo ayuda a encarrilar la vida. Aún hundido, el cartero Eric le dice: “A veces olvidamos que eres un hombre”. Eric Cantona, entonces, le clava la mirada y le devuelve.

–No soy un hombre: soy Cantona.

El crack francés dejó el fútbol profesional en 1997 y, desde ese entonces, dividió su tiempo entre el fútbol playa como jugador-entrenador de la selección de su país y el cine. Además de ser el protagonista principal en las campañas publicitarias de la marca deportiva Nike apareció en 22 películas. Elizabeth (1998) -film candidato al Oscar-, La fortuna de vivir (1999), La Gran Vía! (2001), L’Outremangeur (2002) -allí conoció a su mujer- y Switch (2011), entre otras. Para Looking for Eric (2009), en cambio, él acudió a Ken Loach, el director emparentado con la estética del realismo social, adherente a la izquierda británica y un fanático del fútbol que supo aportar dinero para salvar al Bath, el club de fútbol de la ciudad en la que vive, nombrada patrimonio de la humanidad por sus teatros, museos y edificios medievales. “Su juego estaba lleno de sorpresa e improvisaciones. Era un rebelde. Y actúa como si jugara al fútbol, con talento y creatividad. Un buen actor te mira directamente a los ojos y te dice con el corazón”, dijo Loach de Eric.

“Cantona es uno de los pocos jugadores que son extraordinarios tanto adentro como afuera de las canchas. Se ha caracterizado por ser una persona contestataria e irreverente, pero en los últimos años trascendió esta característica. Se convirtió en un ídolo al ser una figura del fútbol que asumió algunas banderas sociales. Y, además, es una persona muy carismática”, opina Camilo Rueda Navarro, el periodista colombiano que creó la página Fútbol Rebelde. “Además -resalta Rueda Navarro- tiene una faceta actoral que ha explotado muy bien. De grabar comerciales pasó a ser protagonista de filmes”.

El año pasado, Cantona volvió a rotar de posición. Produjo Rebeldes del fútbol, un documental que cuenta las historias de cinco futbolistas. Predrag Pašic, el bosnio que durante la Guerra del Golfo entrenaba a los niños para alejarlos del infierno; Carlos Caszely, el chileno que se le plantó a la dictadura de Augusto Pinochet a pesar de que su madre había sido secuestrada y torturada; Rachid Mekhloufi, el argelino  que se escapó de la concentración de la selección de Francia en la previa al Mundial de Suecia 1958 para unirse al equipo del Frente Nacional de Liberación argelino; Sócrates, el brasileño que ejercía la medicina en los hospitales públicos mientras jugaba y que impulsó la Democracia Corintiana, un oasis de libertad en plena dictadura de Brasil; y Didier Drogba, el marfileño que intervino para frenar la guerra civil en su nación. Todos bajo el prisma de Cantona, que en la presentación en el Festival de Sarajevo explicó la razón de ser de este trabajo: “Creo que el fútbol puede ser una educación extraordinaria para la gente. Es un juego que une a diferentes personas y atrae a los unos a los otros. Cuando pensás de esa manera, cuando educás así a los niños para que sean de mirada abierta, entonces eso es brillante”.

Cantona, mientras filmaba, también apoyó causas nobles y elevó consignas de alcance global. Eric, un antisistema, propuso en 2010 una revolución contra los bancos: sacar todos los ahorros. Atrajo a la prensa cuando se candidateó para ser presidente de Francia, atrajo a la prensa, lo negó y de ese modo visibilizó de ese modo el pedido de las viviendas públicas de los marginados. Reclamó la libertad de Mahmoud Sarsak, un futbolista palestino que fue detenido sin cargos ni juicios por Israel en la Franja de Gaza y que recién fue liberado después de realizar una huelga de hambre. “De seguro -apunta Rueda Navarro a El Gráfico Diario- seguirá siendo noticia en el futuro”. Eric se ha analizado: “No me considero ni artista ni rebelde, no me gustan las etiquetas. Prefiero que me llamen rebelde a que me tomen por un burgués, por ejemplo, pero me siento incómodo cuando la gente me llama de esa manera. Lo que siempre intenté fue defender el fútbol que me gustaba cuando era pequeño. Siempre perseguí el juego y la belleza del fútbol. Siempre disfruté de las pequeñas cosas de la vida: vivir, reír, compartir una comida”. The King, como lo llamaban en su época de oro en el Manchester United, es hoy el director deportivo del renovado Cosmos de Nueva York, al que quiere adosarle el estilo del Barcelona.

Cantona -46 años, oriundo de una familia de peones rurales, la barba ya ahora canosa, el cuello de la camiseta levantado por siempre, un lector de libros de filosofía, presente en aquel homenaje a Diego Maradona en La Bombonera- no es un hombre. Es más que eso: es un ser humano.

Publicado originalmente en "El Gráfico".

martes, 26 de julio de 2011

La pesadela de Sócrates

Desde Argentina se rescatan las más recientes declaraciones de Sócrates, la máxima figura de la democracia corinthiana, "la utopía en juego", como él mismo llamó a esta experiencia revolucionaria surgida en Brasil en los años ochenta. "El Doctor" sostuvo que los gauchos ganarán el próximo Mundial de la mano de Messi, y criticó las obras que se hacen para dicho evento.


Por Roberto Parrottino

"¿Que si Argentina va al Mundial 2014? Es más, lo ganará. Lo de Brasil va a ser una vergüenza. Lionel Messi va a aparecer.” Estas palabras pasaron desapercibidas. Se mantuvieron calmas, bien lejos, acaso debajo de la alfombra mediática. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Olivera (Belém, Pará; 1954), uno de los cracks históricos del fútbol brasileño, anunció eso: un nuevo Maracanazo. Puntualizó, además, que Argentina vencerá 2-0 a Brasil en la final, con dos goles de Messi, y que escribirá un libro a partir de ese hito global. Si sucede, por supuesto, no será el único. No fue un sueño. Ni siquiera suspiró “¡qué pesadela!”, como Diego Maradona en una publicidad en la que estaba enfundado en la camiseta verdeamarela. Sócrates lo piensa y lo expulsa. No calla. Criticó la construcción de algunos estadios y a la organización. Ha sido su elección en la vida. Brasil no sólo es el país de la próxima Copa del Mundo: un año después afrontará la Copa América de 2015.

Esas declaraciones fueron reproducidas por el portal gazetaesportiva.net. Durante la Copa América que termina esta tarde, Sócrates escribió columnas para la agencia de noticias Associated Press. Se preguntó por qué despierta tanta pasión el fútbol, aseguró que más allá de la industrialización del deporte el arte del juego no se ha acabado, escribió que Neymar, la joyita brasileña prometida, “es un dribleador, un malabarista, no un líder de equipo”, y observó cómo el alma de Messi “se deshizo en la hierba, perdido en la selva de la impotencia que de vez en cuando mata”. Por eso no extraña cuando dice que va escribir un libro. El nombre elegido por su padre proviene de la lectura de La República, de Platón, e incluso él publicó Democracia Corintiana. La utopía en juego junto al periodista Ricardo Gozzi en 2002. Explicó un oasis en un equipo de fútbol enclavado en el centro de la última dictadura brasileña. “Fue una sociedad donde el trabajador más simple tenía el mismo peso que su patrón en las votaciones colectivas –respondió hace tres años a este cronista–. Ni en la familia existe hoy eso. Fue una extrema necesidad de eliminar las diferencias sociales y las injusticias. Creo que el futuro de cualquier organización pasa por algo similar o muy parecido.”

Sócrates, que se recibió de médico mientras jugaba, actuó en los Mundiales de España 1982 y México 1986. Allí, junto a Maradona y el francés Michel Platini, apuntó contra la FIFA por los horarios de los partidos, por el infierno del sol azteca. Para domar a sus ensortijados rulos, utilizaba vinchas con inscripciones: “Paz”, “Reagan es un asesino”. Antes de jugar, fumaba un cigarrillo o bebía un trago de cerveza. Incursionó en la pintura, en el cine, en la música y en el teatro. Cuando se retiró, a los 33 años, se ofreció como médico residente en un hospital público de Río de Janeiro. Es un ídolo de Corinthians. Es un miembro consecuente del Partido de los Trabajadores, pero no escatima reparos. Volvió al fútbol a los 50, sólo unos minutos, en el Garforth Town, un club de un barrio minero de Inglaterra que viste una camiseta amarilla a modo de homenaje a la Selección brasileña. Su gran pasión, ahora, es Cineclube Cauim, un ONG que acerca y estimula las expresiones culturales en Ribeirão Preto.

Zé Miguel Wisnik, cantautor y profesor de Literatura Brasileña en la Universidad de São Paulo, lo homenajeó con una canción llamada “Héroe civilizador”. A propósito: Sócrates, a quien apodaban “Magrão” por su desgarbado cuerpo y tranco atildado, tiene una idea: los futbolistas deberían estar obligados a estudiar, porque, dice, “sus declaraciones son más escuchadas que las de cualquiera”. Llegó a proponer un cambio en la Constitución para que los jugadores de fútbol puedan acceder a una formación intelectual. Sócrates lo piensa y lo expulsa. Esta semana fustigó la construcción de un estadio en São Paulo para el Mundial. Dijo que hubiera sido mejor utilizar el Morumbi. “Y no es lo peor; harán estadios en Mato Grosso y Brasilia, con capacidad para 70 mil personas, para que después no juegue nadie. Pasaremos vergüenza. Será el peor Mundial.” Eso, tal vez, también lo escriba. “Lo que pretendo cada vez más es inmiscuirme en la literatura”, me había escrito aquella vez. La realidad, muchas veces, supera a la ficción.

Publicado originalmente en Tiempo Argentino el 24 de julio de 2011.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Decisiones de un futbolista

Hace 30 años, Sócrates llegaba al Corinthians para novelar una historia entrañable. La vida de un extrovertido del fútbol, que se recibió de médico mientras jugaba e incursionó desde la política hasta el teatro. Además, su palabra desde Brasil.

Por Roberto Parrottino
El Gráfico

El fútbol, para él, fue un compañero de viaje en la vida. Sólo eso. Y todo eso. De adolescente, disfrutó a Pablo Neruda y a Gabriel García Márquez. Mientras peloteaba, se recibió en la Facultad de Ribeirão Preto de médico, su oficio y amor por siempre. Ya cuando jugaba en Primera, izó la bandera de la Democracia Corinthiana en Brasil, en años de dictaduras militares en América Latina. Ya de grande, llamó Fidel a su sexto y último hijo, en gratitud al líder de la Revolución Cubana. Sócrates, además, fue un futbolista exquisito y un bicho raro en el mundo de la pelota.

Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira -tal es su nombre completo- nació el 19 de febrero de 1954 en Belém, Estado de Pará, bien al norte de Brasil. Su papá lo bautizó como Sócrates mientras leía La República, de Platón. Y así, también escogió los nombres de Sófocles y Sóstenes para los hijos venideros. Hasta que nació Raymundo, su otro nene, y Sócrates le advirtió a papá que había perdido la creatividad. Pelotitas en la sangre, Raymundo no es otro que Raí, el mediocampista de la Selección de Brasil campeón del mundo en Estados Unidos 1994.







Sócrates en el juego Brasil - Italia, del Mundial España 1982


Sócrates, por su parte, participó de los Mundiales de España 1982 y México 1986, donde paseó su fútbol de tranco atildado, inventiva y habilitaciones de taco, su jugada característica. O Doutor, como futbolistas menos robotizados o de viejas épocas, fumaba un cigarrillo o bebía un trago de cerveza antes de los partidos. “Nunca soñé en convertirme en un jugador profesional. Mi sueño fue siempre ser un brillante médico. Me acerqué a la medicina por una cuestión de sensibilidad social”, le comentaba a El Gráfico en 1990. Consecuente, cuando se retiró en Flamengo, a los 33 años, se ofreció como médico residente en un hospital público de Río de Janeiro.

Pincel, micrófono, pluma y libreto

Magrao -apodado así por su desgarbado cuerpo- encontró en el fútbol un medio de expresión, un arte para ensayar en cada estadio. Inquieto y bohemio, Sócrates incursionó en distintas facetas culturales. Se dedicó a la pintura, a la música, a la escritura y hasta tuvo el placer de dirigir una obra de teatro, Futebol, que con música y humor lanzaba denuncias sociales con el deporte como nexo. Además, con 50 años, volvió al fútbol, pero solo unos minutos, en el Garforth Town, un club de un barrio minero de Inglaterra. “Siempre estoy abierto a nuevas experiencias”, le contaba a los periodistas mientras firmaba el contrato, como un indicio de su personalidad.

Un mundo dentro de otro mundo

Sin embargo, para Sócrates la mejor experiencia como futbolista comenzó hace 30 años, cuando llegó al Corinthinas, no sólo por los campeonatos paulistas de 1979, 1982 y 1983. En el segundo equipo más popular de Brasil, una flor creció en el pantano. El club paulista revolucionó las estructuras organizativas del fútbol -y del país- porque entre los dirigentes, cuerpo técnico y plantel acordaron debatir las decisiones en conjunto, desde cuándo entrenar, cuándo concentrar y cómo jugar, hasta la comida, las contrataciones y los momentos de esparcimiento. Fue un oasis de libertad en el centro de la última dictadura brasileña. La Democracia Corinthiana tuvo su emblema, y ese fue Sócrates, militante del Partido de los Trabajadores, del por entonces líder sindical Lula, hoy presidente de Brasil.

Desde ese movimiento futbolero y comprometido, los propios jugadores impulsaron a la sociedad la consigna de elecciones inmediatas “Directas já”. Sócrates habló de los sin techo y la desnutrición en su país ante un millón de personas en un acto y prometió no aceptar ir al fútbol italiano si en Brasil se autorizaba el sufragio popular directo. Al poco tiempo, se incorporó a la Fiorentina de Italia, y dejó de escucharse en el vestuario antes de cada partido Andar com Fé, de Gilberto Gil, una canción que despetaba alegría y, sobre todo, esperanza.

Gestos


(JPG)

Tampoco ocultó sus pensamientos en el Mundial de México ´86. Allí, lució una vincha -una contención para sus endemoniados rulos- con la inscripción “Paz” y otra con “Reagan es un asesino”. Y, con la mira de la FIFA encima, dijo: “Hay que decirle la verdad a la gente, que se compran personas, resultados y campeonatos”. Sócrates fue un futbolista fino y talentoso, pero, además, un tipo extraño y molesto para los poderosos. Mal no vendría en estos tiempos. Por fútbol y por decisiones.




Su palabra

- ¿A qué te dedicás ahora?
- Ahora escribo para el diario Agora, de San Pablo, para un semanario y ya publiqué un libro, Democracia Corinthiana. A utopia em jogo; lo que pretendo cada vez más es inmiscuirme en la literatura. También estoy en la televisión nacional con un programa semanal, TV Cultura às quartas. Hago, además, un programa de entrevistas en la televisión regional hace 15 años y producí una película hace dos. También tengo un laboratorio de análisis clínicos. Sin embargo, mi gran pasión es Cineclube Cauim, una ONG que tiene como objetivo difundir la cultura a través de la música, el teatro y el cine, para que la población municipal pueda disfrutar de una herramienta educativa.

¿Nada más? Sócrates continúa respondiendo desde Brasil para elgrafico.com.ar.

- Hace 30 años llegabas al Corinthians, ¿fueron tus mejores momentos?
- Sí. Fueron los grandes momentos que pasé como futbolista profesional, principalmente por la Democracia Corintiana. Sin dudas.

- ¿Cuál es el recuerdo que perdura en tu memoria de aquellos años?
- La intensa participación que tuvimos en la redemocratización del país.

- Si te piden una definición, ¿cómo le explicarías a un hombre que desconoce lo que fue la Democracia Corinthiana?
- Como una sociedad en donde el trabajador más simple tenía el mismo peso que su patrón en las votaciones colectivas. Ni en la familia existe eso.

- ¿Qué se dio para que naciera ese estilo de organización?
- Una extrema necesidad de eliminar las diferencias sociales y las injusticias. Creo que el futuro de cualquier corporación de ese estilo pasa por algo similar.

- ¿Cómo vez la organización del fútbol actual?
- Como siempre, extremadamente centralizadora y conservadora, cuando no reaccionaria.

- ¿Quiénes son los futbolistas que te despiertan alegría al verlos jugar?
- Hoy, pocos. Messi, Kaká, Riquelme, Ronaldinho Gaúcho.

- ¿Cómo vez al fútbol de tu país en general?
- El fútbol está muy feo en el mundo entero. Falta alegría, creatividad y libertad.

- ¿Continúas siendo miembro del Partido de los Trabajadores, de Lula? Leí que le formulaste algunas críticas en materia de deportes.
- Sí, sigo siendo miembro del PT. Lo que pasa es que hay muy poca preocupación por el deporte, que podría ser importantísimo para las políticas públicas de educación.

- ¿Seguís ejerciendo la medicina?
- Sí, a mi manera.