miércoles, 24 de julio de 2019

Daniele De Rossi: el romántico de La Boca

Con 36 años, el italiano campeón del mundo tomó una decisión a contramano de estos tiempos: eligió jugar en Boca, en la Argentina. Las razones sólo se explican con el corazón: el corte del hilo con la Roma, el recuerdo de Maradona y el deseo de pisar La Bombonera.


Por Roberto Parrottino
Tiempo Argentino

Daniele De Rossi jugó 18 temporadas ininterrumpidas en el mismo club, la Roma, durante el siglo XXI, entre 2001 y 2019, años en los que el fútbol moderno corrió cada vez más rápido detrás del poder del dinero. De Rossi -36 años, campeón del mundo en Alemania 2006, tres Mundiales- será ahora el primer futbolista nacido y formado en Italia en jugar en la Argentina. Lo guían los gestos románticos. El futbolista “a contramano” jugará en Boca porque de chico veía por televisión a Diego Maradona en La Bombonera. Porque después le preguntó a los compañeros argentinos cómo eran sus hinchas, “El jugador Nº 12”. Y lo hará en el barrio donde flameó la bandera italiana en 1882, cuando obreros genoveses en huelga le enviaron al rey Humberto I de Saboya el acta fundacional de la República Independiente de La Boca, en pleno desarrollo como centro económico. Pero en 2019, con La Boca como eje de la “elitización” del PRO, espacio político creado por Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires, y con la intención de la dirigencia también macrista de construir un nuevo estadio a 500 metros de La Bombonera, la cancha que enamoró a De Rossi.

“Daniele es un futbolista muy particular. Tiene una personalidad fuerte, que a veces también resulta difícil de comprender, atormentada. Incluso ha tenido que luchar en la Roma porque su manera de ser y de vivir siempre ha molestado a algunos”, dice Valerio Curcio, periodista de Il Romanista. “Siempre contó la fascinación por Boca. Lo que no dijo es que era su objetivo jugar en Boca, porque lo hubiese alejado de su familia y de la Roma. Al final, de la Roma lo echaron. Y se decidió por la opción más romántica, sin otra finalidad”. A De Rossi lo echó James Pallotta, el multimillonario empresario ítalo-estadounidense que preside la Roma. Patrón desde 2012, Pallota descartó a Francesco Totti primero como jugador y después como dirigente. Y, más tarde, se sacó de encima a De Rossi. Como Daniel Angelici, el presidente de Boca que despidió a los ídolos Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme. Los dueños ítalo-estadounidenses, también como Angelici, quieren construir un nuevo estadio en Roma. A los pocos días que presentaron la maqueta, estalló un escándalo de corrupción y mafia en el gobierno de la capital. “Lo que los romanos ven como una forma muy sentida de autoexpresión, los estadounidenses ven como una especie de entretenimiento, como una experiencia para ganar dinero -escribió Peter Simek en SB Nation en 2015-. La pregunta es si esas visiones pueden, o incluso deben, coexistir”.

De Rossi no será el primer italiano en jugar en el fútbol argentino. Ni tampoco el primer campeón del mundo con Italia en 2006. Mauro Camoranesi jugó en Racing y Lanús, pero nació en Tandil. Camoranesi se nacionalizó, como Gabriel Paletta y Daniel Osvaldo, que jugaron en Boca como Mario Busso, Juan Brattina y Nicolás Novello, nacidos sí en Italia, hijos de inmigrantes. “Tenés que saber -le advirtió Maradona a De Rossi, un italiano leyenda sin precedentes en el fútbol argentino- que cuando te pongas la camiseta de Boca es como el San Gennaro que licúa la sangre”. En el barrio de La Boca ya colgaron pasacalles: “Benvenuto nella Repubblica Popolare della Boca. Metà +1 ti aspettava. Questa è Boca”. Diego Perotti, actual jugador de la Roma, ex Boca y ex compañero argentino de De Rossi, se ríe: “Hasta que no lo vea dentro de la cancha…”.  “Yo creo que decidió ir a Boca -agrega Curcio, el periodista de Il Romanista, que editó hasta un libro sobre la despedida de De Rossi de la Roma- porque Daniele no podría jugar en ningún otro club italiano y tampoco podría jugar en una de esas ligas de bajo nivel donde no se siente la competencia ni la presión de los hinchas”.

De Rossi, fuera de la lógica dominante, no eligió retirarse en Catar, China o Estados Unidos. Vivirá otra experiencia en el fútbol argentino, nada tranquilo. Del viaje de su casa hasta el aeropuerto de Fiumicino, bromearon, a la Superliga le desapareció un descenso. “¿Podría haber un fichaje más romántico que el de De Rossi por Boca?”, se preguntó el portal español Diarios de fútbol. Show y manotazo dirigencial al margen, De Rossi cumplió años el miércoles y se autoregaló un viaje a la Argentina que sabe más cómo empieza pero menos cómo termina. En el fútbol, un deporte de equipo, no hay romanticismo sin efectividad. Si sucede, La Bombonera -y los futboleros- lo aplaudirán. Los diarios italianos titularon la llegada de De Rossi a Boca con el nombre de un clásico libro. Lo publicó Susanna Tamaro en 1994. Cuenta la historia de Olga, una abuela a la que le queda poco tiempo de vida y decide contarle a la nieta, que vive en otro país y con la que está peleada, cómo fue su vida. Intenta que la comprenda. De Rossi eligió vivir el último tiempo de vida como futbolista con la camiseta de Boca en La Bombonera. La novela se llama Va' dove ti porta il cuore. “Donde te lleve el corazón”.

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