Desde Argentina se rescatan las más recientes declaraciones de Sócrates, la máxima figura de la democracia corinthiana, "la utopía en juego", como él mismo llamó a esta experiencia revolucionaria surgida en Brasil en los años ochenta. "El Doctor" sostuvo que los gauchos ganarán el próximo Mundial de la mano de Messi, y criticó las obras que se hacen para dicho evento.
Por Roberto Parrottino
"¿Que si Argentina va al Mundial 2014? Es más, lo ganará. Lo de Brasil va a ser una vergüenza. Lionel Messi va a aparecer.” Estas palabras pasaron desapercibidas. Se mantuvieron calmas, bien lejos, acaso debajo de la alfombra mediática. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Olivera (Belém, Pará; 1954), uno de los cracks históricos del fútbol brasileño, anunció eso: un nuevo Maracanazo. Puntualizó, además, que Argentina vencerá 2-0 a Brasil en la final, con dos goles de Messi, y que escribirá un libro a partir de ese hito global. Si sucede, por supuesto, no será el único. No fue un sueño. Ni siquiera suspiró “¡qué pesadela!”, como Diego Maradona en una publicidad en la que estaba enfundado en la camiseta verdeamarela. Sócrates lo piensa y lo expulsa. No calla. Criticó la construcción de algunos estadios y a la organización. Ha sido su elección en la vida. Brasil no sólo es el país de la próxima Copa del Mundo: un año después afrontará la Copa América de 2015.
Esas declaraciones fueron reproducidas por el portal gazetaesportiva.net. Durante la Copa América que termina esta tarde, Sócrates escribió columnas para la agencia de noticias Associated Press. Se preguntó por qué despierta tanta pasión el fútbol, aseguró que más allá de la industrialización del deporte el arte del juego no se ha acabado, escribió que Neymar, la joyita brasileña prometida, “es un dribleador, un malabarista, no un líder de equipo”, y observó cómo el alma de Messi “se deshizo en la hierba, perdido en la selva de la impotencia que de vez en cuando mata”. Por eso no extraña cuando dice que va escribir un libro. El nombre elegido por su padre proviene de la lectura de La República, de Platón, e incluso él publicó Democracia Corintiana. La utopía en juego junto al periodista Ricardo Gozzi en 2002. Explicó un oasis en un equipo de fútbol enclavado en el centro de la última dictadura brasileña. “Fue una sociedad donde el trabajador más simple tenía el mismo peso que su patrón en las votaciones colectivas –respondió hace tres años a este cronista–. Ni en la familia existe hoy eso. Fue una extrema necesidad de eliminar las diferencias sociales y las injusticias. Creo que el futuro de cualquier organización pasa por algo similar o muy parecido.”
Sócrates, que se recibió de médico mientras jugaba, actuó en los Mundiales de España 1982 y México 1986. Allí, junto a Maradona y el francés Michel Platini, apuntó contra la FIFA por los horarios de los partidos, por el infierno del sol azteca. Para domar a sus ensortijados rulos, utilizaba vinchas con inscripciones: “Paz”, “Reagan es un asesino”. Antes de jugar, fumaba un cigarrillo o bebía un trago de cerveza. Incursionó en la pintura, en el cine, en la música y en el teatro. Cuando se retiró, a los 33 años, se ofreció como médico residente en un hospital público de Río de Janeiro. Es un ídolo de Corinthians. Es un miembro consecuente del Partido de los Trabajadores, pero no escatima reparos. Volvió al fútbol a los 50, sólo unos minutos, en el Garforth Town, un club de un barrio minero de Inglaterra que viste una camiseta amarilla a modo de homenaje a la Selección brasileña. Su gran pasión, ahora, es Cineclube Cauim, un ONG que acerca y estimula las expresiones culturales en Ribeirão Preto.
Zé Miguel Wisnik, cantautor y profesor de Literatura Brasileña en la Universidad de São Paulo, lo homenajeó con una canción llamada “Héroe civilizador”. A propósito: Sócrates, a quien apodaban “Magrão” por su desgarbado cuerpo y tranco atildado, tiene una idea: los futbolistas deberían estar obligados a estudiar, porque, dice, “sus declaraciones son más escuchadas que las de cualquiera”. Llegó a proponer un cambio en la Constitución para que los jugadores de fútbol puedan acceder a una formación intelectual. Sócrates lo piensa y lo expulsa. Esta semana fustigó la construcción de un estadio en São Paulo para el Mundial. Dijo que hubiera sido mejor utilizar el Morumbi. “Y no es lo peor; harán estadios en Mato Grosso y Brasilia, con capacidad para 70 mil personas, para que después no juegue nadie. Pasaremos vergüenza. Será el peor Mundial.” Eso, tal vez, también lo escriba. “Lo que pretendo cada vez más es inmiscuirme en la literatura”, me había escrito aquella vez. La realidad, muchas veces, supera a la ficción.
Publicado originalmente en Tiempo Argentino el 24 de julio de 2011.
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