Por Camilo Rueda Navarro
Los desbordados y sentidos gestos de solidaridad hacia la Asociación Chapecoense de Fútbol han sorprendido no sólo a los propios afectados sino a algunas personas en Colombia que han llegado a cuestionarlos.
Se habla de un supuesto “dolor selectivo” cuando la tragedia aérea del Chapecoense ha conmovido a multitudes, en una odiosa comparación con temas como, por ejemplo, los líderes sociales asesinados en nuestro país.
Resulta injusto y desacertado poner en tela de juicio el dolor que la comunidad del fútbol ha sentido por el accidente que sufrió el vuelo de un humilde equipo brasilero que venía al país a jugar su primera final internacional. ¿Por qué descalificar los gestos de solidaridad hacia un pequeño club que hace pocos años jugaba en divisiones inferiores y que, a punta de lucha y amor propio, soñaba con conseguir un trofeo continental, superando en la cancha a grandes del continente como Independiente y San Lorenzo?
Un estadio abarrotado para homenajear a las 71 víctimas mortales de la tragedia, a los seis sobrevivientes y a sus familias conmovió al país y al mundo del fútbol. Fue el mismo estadio donde hinchas de Nacional y Medellín habían dicho “Sí a la paz” antes de que los acuerdos entre las FARC y el gobierno se pusieran a consideración de las urnas.
De esta forma, se pone en entredicho el dolor que sienten los aficionados al fútbol, como si estos no sintieran como propias, por ejemplo, las más de 120 víctimas mortales de la Marcha Patriótica o como si fueran indiferentes por los menores de La Guajira que mueren de hambre.
Esos mismos señalamientos desconocen que hay activistas sociales que también sufren y gozan con el fútbol, que los hinchas han emprendido iniciativas de ayuda a las comunidades de La Guajira o que han enarbolado causas como la defensa de la educación pública y la solidaridad con Palestina.
Quienes juzgan así estos hechos, tal vez, ignoran que justo hace un año era Independiente Santa Fe el que soñaba con esa Copa Suramericana que buscaba Chapecoense, que eran sus jugadores e hinchas los que recorrían el continente en su búsqueda y que podrían ser ellos mismos los que sufrieran un accidente como el ocurrido en Antioquia. Por eso, este club le entregó su trofeo -el único continental que posee- al cuadro de Chapecó en un enorme gesto de fraternidad.
Sí, ojalá las causas de los movimientos populares convocaran de la misma manera en que lo ha hecho este accidente. Pero, resulta al menos odioso desacreditar las pasiones que genera el fútbol y la solidaridad que ha recibido merecidamente Chapecoense.
*Publicado originalmente en El Turbión
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