Guida Maymó tiene 29 años y se gana la vida como arquitecta en Hamburgo. Cuando partió hacia territorio germano y una vez estuvo instalada, decidió buscar equipo para jugar a fútbol a nivel amateur. Sabía que hacerlo en un país extranjero sería toda una experiencia, lo que no esperaba era descubrir un club que le enseñaría otra manera de entender este deporte.
Por Alena Arregui
Revista Panenka
Desde bien pequeña ya jugaba al fútbol. Los primeros años con niños, los siguientes en un club de la comarca, de nuevo en otro equipo de barrio cercano a su localidad… Y así fueron pasando los años, aprendiendo del fútbol amateur, ese al que se le da tanto y del que se recibe tan poco, aunque siempre sigue valiendo la pena. Con gran capacidad para compaginar estudios de arquitectura y deporte, Guida nunca se planteó dejar de jugar, fuera al nivel que fuera.
Ni siquiera cuando tuvo que emigrar a Alemania en busca de un trabajo como arquitecta apartó la idea del balón de su cabeza. Tenía 29 años y toda la experiencia que una necesita para adaptarse a cualquier equipo, en un país totalmente nuevo. Esperaba poder entenderse con sus compañeras, aprovechar la oportunidad para integrarse en la nueva cultura y distraerse de la rutina alemana. Con esta intención, fue a parar a un club en el que descubriría una particular manera de entender el fútbol, la sociedad y la vida.
Logró encontrar un piso con el que compartir con su pareja en Eimsbüttel, barrio que queda al norte del distrito de St Pauli. Varias veces recorrió sus calles repletas de calaveras sin entender aun su significado. El día que pidió consejo a sus compañeros de trabajo para elegir un equipo femenino en el que ir a probar, la respuesta fue unánime: “Ve al St Pauli sin pensártelo”. No supieron explicarle bien el porqué, sólo le aseguraron que era un club especial, que ella ya lo vería. Así fue. Días después se presentó a las instalaciones que hay justo al lado del estadio Millerntor, con la intención de realizar algunos entrenamientos con el primer equipo femenino del club alemán, que juega en categoría regional.
“Estás capacitada deportiva y humanamente para formar parte de este equipo”. Así fue como le comunicaron a Guida que había pasado las pruebas para ser jugadora del St Pauli. Por aquél entonces, ella ya había empezado a entender la grandeza del club al que acababa de llegar. Siempre recordará el primer día que entró al vestuario y vio calaveras en cada atuendo que lucían las jugadoras; toallas, chaquetas, zapatillas, todo lucía con orgullo el cráneo y los huesos cruzados. Poco cuesta entender la filosofía de un club cuando las personas que forman parte de él la toman como propia.
Si el St Pauli es famoso en todo el mundo por ser un club asambleario, cada una de sus secciones y equipos es una pequeña muestra de esta premisa. Sus principios están tan arraigados al club como el club al barrio. El antifascismo, antisexismo, antirracismo y la antihomofobia han asentado las bases de una afición inconfundible, así como de un increíble ambiente los días de partido.
Eso también pudo sentirlo Guida en su propia piel la primera vez que pisó el pequeño estadio para ver al conjunto masculino. Ese día acudió con sus compañeras de equipo, se situaron en la Südkurve – parte de la grada donde los aficionados están de pie –, y se dedicó a observar. Guida nunca había visto algo similar. El público no dejó de animar a pesar de ese 0-2 que lucía el marcador. Daba igual, era una fiesta. Las gradas lucían un sinfín de pancartas. Entre ellas, una de curiosa que profería “ACABAB” (All Coppers are Bastards außer Boll), algo así como: “Todos los policías son unos bastardos, excepto Fabian Boll (capitán del equipo y policía de profesión)”.
Definitivamente, el St Pauli no era como los demás. Eso quedó claro a Guida por enésima vez cuando la sección femenina del club se enfrentó a un conflicto que se contradecía con sus propios valores feministas, antidiscriminatorios y sociales. El incidente sucedió en un proyecto social con el que colaboraban. En este caso, se trataba de un equipo femenino en Nairobi (Kenia) al que el St Pauli ayudaba económicamente para que pudieran jugar a fútbol. Dada la acérrima convicción católica de los directivos del equipo africano, no aceptaron que dos de sus jugadoras fueran homosexuales, así que decidieron echarlas. Cuando esto llegó a oídos del St Pauli, se creó un debate que duró más de un año. Éste concluyó con una última asamblea y una votación en la que se decidió abandonar el proyecto.
Cuando Guida pensaba que nada podía sorprenderle más en su experiencia en St Pauli, recibió una llamada desde Barcelona. Ésta le comunicaba que en la ciudad condal había un pequeño Fanclub que seguía con verdadero entusiasmo al club germano. Un grupo de personas que se sentía identificado con la filosofía del St Pauli y que trabajaba para hacer ‘paulinismo’ a 1800 kilómetros de Hamburgo.
El Fanclub Catalunya
La organización nació en 2010, cuando el colectivo decidió darle forma a una manera de entender la sociedad – y por consecuencia el fútbol – que todos sus miembros compartían. El odio eterno al fútbol moderno es la naturaleza más característica de todas sus actividades; ya sea a través de charlas, conciertos, presentaciones o torneos de fútbol sala que lleva a cabo el colectivo, la izquierda paulinista siempre está presente. Este particular Fanclub se reúne cada partido que juega el St Pauli en su sede social situada en el barrio del Poblenou. El ambiente de Millertor se reproduce a pequeñísima escala en una calle de Barcelona, en medio de tantas otras calles acostumbradas a vibrar cada fin de semana con otro tipo de fútbol muy diferente.
En enero, por fin, tuvo lugar el encuentro. Guida aprovechaba las vacaciones de Navidad para estar con su familia, residente en la provincia de Barcelona. Antes de partir de nuevo hacia Alemania, tenía una cita pendiente. Se acercó a la sede del Fanclub Catalunya, donde la esperaban impacientes algunos de los socios de la organización. Querían escuchar la experiencia en primera persona de alguien que milita en el St Pauli. En un coloquio distendido y con mucha participación de los presentes se trataron muchos temas: cómo se traduce la ideología del St Pauli en el día a día con sus jugadores y jugadoras, la organización asamblearia de la entidad, el trato a la sección femenina… un sinfín de curiosidades que Guida contó con orgullo.
Pronto, la jugadora empezará la segunda vuelta de su competición regional. Al mismo tiempo, se retomará la Bundesliga, y el primer equipo masculino intentará mantenerse entre las primeras posiciones de la Segunda Liga. El Fanclub seguirá los dos acontecimientos con verdadera pasión, porque si hay una palabra que les define es precisamente esta, ‘pasión’, y no exclusivamente por unos colores, sino también por unos ideales.
Casi por sorpresa, Guida descubrió que en su ciudad natal existía un extraordinario grupo de personas que seguía incondicionalmente a su equipo, y habían hecho de él su manera de vivir. O quizá había sido al revés, y habían encontrado en el St Pauli un equipo que se adaptaba a la perfección a su manera de entender el mundo. La comunión era perfecta. Guida se sintió como en casa cuando visitó la sede del Fanclub Catalunya. Lo hará cada vez que les recuerde desde Hamburgo.
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