Por Grupo BDS Madrid
Uno de los mayores retos propagandísticos del Estado israelí es intentar presentarse al mundo como un estado normal, vender una imagen cosmopolita y occidental para que nos olvidemos poco a poco del régimen de apartheid al que somete al pueblo palestino. Así, quizás ya nos haya dejado de sorprender que participe en competiciones deportivas o actividades culturales europeas como si fuera un país más de la Unión Europea, como si la región en la que existe no es suficiente para él.
El deporte es una herramienta de ocupación que Israel utiliza sin ningún pudor. Una de las incontables formas en las que se materializa esta ocupación es a través de la negación sistemática del normal desarrollo de las actividades deportivas palestinas: encarcela a jugadoras y jugadores, impide su libertad de movimiento y su formación, destruye estadios… El caso del futbolista Mahmoud Sarsak es especialmente significativo, fue detenido mientras se trasladaba de su ciudad natal en Gaza a Nablús, en Cisjordania, donde iba a empezar a jugar para el equipo Balata Youth. En este desplazamiento fue detenido por las fuerzas israelíes y encarcelado durante tres años aplicándole la detención administrativa, mecanismo israelí que permite encarcelar durante periodos de seis meses renovables indefinidamente sin pruebas ni juicio. Ante esta violación de los derechos humanos, como muchos otros presos políticos inició una huelga de hambre que duró tres meses. Las secuelas de tanto tiempo sin comer y de las torturas físicas y mentales que sufrió en prisión las arrastrará el resto de su vida.
Si con esto no fuera suficiente, a menudo nos encontramos voceras sionistas utilizando el discurso recurrente y falaz de «no mezclar deporte y política». Lo hacen al mismo tiempo que se esconden tras la saludable y conveniente imagen de deportistas para tapar sus crímenes de guerra, o utilizándoles en campañas propagandísticas del Ejército. El Maccabi de Tel Aviv, que ha visitado en varias ocasiones las canchas del estado español, se jacta de haber ido a «animar» a las tropas israelíes en la frontera con Gaza durante la sangrienta operación Plomo Fundido (2008-09), que acabó con la vida de más de 1.400 personas palestinas (incluyendo más de 300 menores), dejando miles de heridas y las ciudades reducidas a escombros.
Estadio Paralímpico de Gaza, destruido en un bombardeo israelí durante la operación Plomo Fundido. Foto: Desde Palestina.
El viernes 15 de noviembre a las 20h, presentamos la campaña de boicot deportivo en la Taberna Castellana (C/ Picos de Europa 45, Portazgo)
¡Saca la tarjeta roja a la colonización!
Tomado de: Palestinalibre.org
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