viernes, 26 de abril de 2013
Borussia Dortmund: un club para el pueblo
Al borde de la bancarrota hace ocho años, el Borussia, orgullo de toda una ciudad, se aferró a una idea romántica y ahora el 90% es de sus socios. Hoy tiene superávit y reparte dividendos.
Por Cayetano Ros
El País
“El fútbol no es un producto; es cultura”, es el lema de sus dirigentes. Ante el abismo económico, el Borussia Dortmund se aferró a esta idea romántica en noviembre de 2004 para escapar. Huir de una deuda oficial de 170 millones. Mucho más, en realidad. El club llevaba perdiendo unos 25 millones anuales en los últimos ocho años. Y lo iba vendiendo todo: el Westfalenstadion a un fondo de inversión dominado por el Commerzbank, los derechos de traspaso de jugadores, los acuerdos comerciales con Nike por cinco años… La masa salarial de la plantilla ascendía a 78 millones, sueldos desorbitados de futbolistas que, dos años antes, habían ganado la tercera Bundesliga: Rosicky, Metzelder, Frings, Amoroso, Jan Koller… El entrenador, Mattias Sammer, se había convertido en el primer campeón como jugador y como técnico.
Pero se trataba de una riqueza ficticia y mal gestionada por el presidente, Gerd Niebaum, y el director general, Michael Meier, desenmascarados por los trabajos periodísticos de Freddie Rockenhaus. Las acciones del Borussia, en Bolsa desde 2001, se desplomaron un 80% cuatro años después en el parqué de Fráncfort.
Se necesitaban medidas urgentes por parte del nuevo presidente, el abogado Reinhard Rauball, presidente a su vez de la Liga Alemana de fútbol, y su director general, Hans-Joachim Watzke. Fue esencial recuperar el estadio por unos 70 millones. Contaron con la ayuda del banco estadounidense Morgan Stanley, que les prestó 79 millones por 15 años. Y de Sportfive, la multinacional de la mercadotecnia, avanzándoles 50 millones por el marketing de 12 ejercicios. Eso les permitió cubrir el préstamo de Morgan Stanley. El estadio, otra vez en poder del club, supuso un valor estratégico. Es el mayor recinto de la Bundesliga, 80.720 localidades, y presume de la mayor asistencia media de Europa (80.500) por delante del Camp Nou y de Old Trafford.
Sin llegar a caer en la insolvencia, al comprar el campo, el club empezó a poder pagar los salarios. Y a renegociar los pagos con los acreedores, más de 100, entre ellos ocho bancos. Algunos aceptaron unas quitas de un 30 o un 50%. La empresa de seguros Signal Iduna concedió el nombre al estadio a cambio de cinco millones anuales. Evonik, compañía química, le aporta 10 millones anuales por el patrocinio de la camiseta. Y Puma, siete millones, por el material deportivo. El Borussia ingresó 189 millones en 2011-12: 60 de televisión, 97 de la explotación comercial y 31 de las entradas, todavía muy lejos de los 479 millones de ingresos del Madrid, los 451 del Barça y los 321 del Bayern en ese curso.
La ampliación de capital también fue decisiva. Los simpatizantes compraron 40 millones en nuevos títulos. El máximo accionista, Geske Bernd, un viejo aficionado, solo posee el 10%. El otro 90% pertenece a los 70.000 socios. Si Bernd adquiriera el 25%, tendría que ofrecer sus títulos a otros interesados. En Alemania, los socios tienen por ley el control del 51% de los clubes, disuadiendo así a los grandes accionistas.
Al cotizar en Bolsa, los salarios de los jugadores y técnicos son públicos. Cuando llegó Jürgen Klopp, en julio de 2008, el gasto en la plantilla bajó drásticamente a 30 millones. El actual tope salarial lo marcan Reus, Götze y Hummels, unos cinco millones antes de impuestos; Klopp, cuatro. Y Lewandowski, que acaba contrato en 2014 y no quiere renovar, 1,5 millones antes de impuestos (un 50%). A partir de ahora, el orgullo de pertenencia de los jugadores y entrenadores a una entidad diferente será puesto a prueba por las ofertas de clubes más poderosos.
La planificación deportiva, la cocción de jóvenes talentos, empezó a fructificar. La pasada campaña fue memorable. No solo retuvieron la Bundesliga, sino que conquistaron su primer doblete en 103 años de historia: la Liga y la Copa. Rompieron el récord de puntos (81) y el número de partidos invicto (28). La revista Kicker lo comparó con el salto de Beamon en México 1968.
En tres años antes del verano pasado, el Dortmund solo había gastado en fichajes dos millones, casi 60 millones menos, por ejemplo, que el Málaga, su rival en cuartos de final. En junio pasado compró a Marco Reus al Mönchengladbach por 17 millones, aunque lo compensó con la venta de Kagawa al United por 16. La plantilla cuesta unos 80 millones, cifra comparable al Sunderland o el Fulham, muy inferior a los 158 millones del Bayern y a los más de 200 de Madrid y Barça.
Tras un superávit de 34 millones, el mayor en la historia de la Bundesliga, el Dortmund dio dividendos el año pasado. Un total de 3,7 millones. La deuda queda reducida a menos de 40 millones. Y los beneficios superan a los del Bayern, macho Alfa del fútbol alemán, que ha ganado dinero en los últimos 19 años. A los bávaros les ha salido un adversario con una idea revolucionaria: el futbol es del pueblo, también es cultura.
Entradas más baratas
El fútbol es de todos en la Bundesliga y el precio de las entradas así lo confirma. En las semifinales de la Champions, por ejemplo. La localidad del Bayern en el Allianz Arena, el próximo martes ante el Barça, y la del Westafalenstadion, el miércoles ante el Madrid, es una media de 100 euros más barata que en la vuelta en el Camp Nou y en el Bernabéu a la semana siguiente. Las entradas se agotaron en ambos estadios alemanes y las colas de muchos aficionados del Dortmund, quedándose a dormir en torno al Iduna Park, fueron en vano. Para el público en general, el Bayern ofrece localidades en una horquilla entre 40 y 150 euros; su rival, el Barça, es el más caro de los semifinalistas: entre 91 y 359 euros. Por su lado, el Dortmund abre las puertas del Westfalenstadion por 45 euros hasta 175; y el Madrid, entre 70 y 325.
Los hinchas del Borussia ya se quejaron de la carestía de los precios del Bernabéu en el enfrentamiento en Madrid de la fase de grupos. La misma hinchada protestó en la Bundesliga por la subida de precios del Hamburgo, queja apoyada por su entrenador, Jürgen Klopp.
Con solo 600.000 habitantes, Dortmund es la octava ciudad de Alemania, lejos del glamour de otras, pero una de las más antiguas, muy relevante en la Edad Media y en la revolución industrial con la pujanza de la minería y la cerveza. Ni siquiera es la capital de Westfalia, honor que le corresponde a Düsseldorf. Lo único en lo que es la número uno es en el fútbol. Desde los años 50, cuando jugó la final de Copa en el 49, y en los sesenta, cuando ganó la Recopa al Liverpool en 1966.
Orgullosos de su equipo, todos los niños juegan en las calles de Dortmund. Hace 15 años querían ser como Riedle, campeón de Europa en 1997 al ganar 3-1 al Juventus; ahora como Reus. Sus dirigentes están comprometidos con que las entradas sean baratas para incluir a todas las clases sociales. Un abono anual cuesta 187 euros (109 los jóvenes) por unos 70 partidos. La Südtribune, la tribuna sur del Westfalenstadion conocida como Yellow wall (la pared amarilla), es la más grande de Europa. Una estampa impresionante para una ciudad enamorada del fútbol.
Tomado de www.elpais.com. Publicado originalmente el 16 de abril del 2013
martes, 23 de abril de 2013
Bayern Múnich: Un club judío y antinazi
El mayor club alemán tiene un origen con marcada presencia judía, y durante el nazismo se resistió a la cooptación del régimen. Estos antecedentes, ocultos en la historia del equipo, empiezan a resurgir.
Por Camilo Rueda Navarro
El equipo más laureado del fútbol alemán tuvo una importante presencia judía en sus primeros años. Con el nazismo, se vio muy afectado aunque resistió a la cooptación del régimen. Pero estos antecedentes fueron omitidos en la historia del club, que ochenta años después parece querer recuperarlos. Sobre el tema escribió el periodista Raphael Honigstein, quien publicó en The Guardian un artículo sobre las raíces ocultas del Bayern Munich.
Honigstein registra que el Bayern fue fundado en el bohemio barrio de Schwabing y fue un club con una importante presencia judía. Dos de los 17 firmantes del acta fundacional de 1900 eran judíos. Y varios jugadores y dirigentes de sus primeros años eran de origen hebreo, por lo que el Bayern era llamado “el club de los judíos”. Entonces llegó la era del nazismo, lo que afectó gravemente a la institución. El régimen hostigó al club y pretendió su cooptación, pero este se resistió.
Estos antecedentes fueron olvidados en la posguerra, lo que sumado al éxito que tuvo el equipo en las décadas del 60 y 70 dejó en un segundo plano estos episodios. En el 2011 esta historia fue recuperada en la obra “Der FC Bayern Juden und seine” (FC Bayern y sus Judíos) de Dietrich Schulze-Marmeling. Y como escribe Honigstein, “el club abraza su historia antinazi después de ochenta años de silencio”.
Kurt Landauer, de origen judío, es el principal personaje de esta historia. Fue presidente del club por tres periodos y consiguió el primer título del equipo en 1932. Pero meses más tarde Hitler tomó el poder y Landauer tuvo que dimitir junto con otros miembros del club. Landauer huyó a Suiza después de pasar 33 días en el campo de concentración de Dachau.
Ante la situación, el Bayern Munich se resistió a la cooptación por el nazismo y vivió varios incidentes de desafío. En 1934, por ejemplo, sus jugadores resultaron involucrados en una pelea con los ‘camisas pardas’, la milicia nazi.
Pero el mayor episodio tuvo lugar en Zurich en 1943. Después de un partido amistoso contra la selección nacional suiza, los jugadores del Bayern se alinearon para saludar al exiliado Landauer, presente en las gradas, lo que no gustó a la Gestapo, que amenazó con que el gesto tendría consecuencias.
Luego de finalizada la guerra, Landauer regresó a Munich y fue nuevamente nombrado presidente del club para completar su tercer mandato, entre 1947 y 1951. Pero su legado se perdió en las memorias del club. Según Schulze-Marmeling, el autor de ‘Bayern y sus Judíos’, se borraron los rastros de Landauer para evitar polémicas raciales y políticas.
Muchos años después hubo una ola de libros académicos y artículos periodísticos con interés renovado en la era de Landauer, pero la dirigencia del Bayern no estuvo segura de cómo reaccionar.
El gerente general del Bayern, Uli Hoeness, evadió a un periodista inquisitivo con el pretexto de que "no estaba vivo en ese momento", y el directivo Fritz Scherer más tarde admitió que el club no quiso hacer hincapié en sus raíces judías “por temor a reacciones negativas”.
Schulze-Marmeling sospecha que el actual interés comercial en Asia también pudo haber sido la razón por la cual el Bayern trató de restar importancia a su herencia judía, dado el conflicto árabe-israelí.
Sin embargo, la actitud del club ha cambiado notablemente en los últimos años, según registra Honigstein en el Guardian. Hinchas del club han celebrado a Landauer, y Rummenigge, insignia y vicepresidente de la institución, lo ha reconocido como "el padre” de la era moderna del Bayern.
El club también donó parte del dinero que permitió al club judío TSV Múnich Maccabi construir un campo con el nombre de Landauer en el 2010. El terreno fue inaugurado con un partido amistoso contra un equipo de estrellas del Bayern.
Además, la era Landauer tendrá un lugar de honor en el museo del equipo. "He estado en el club durante muchos años, pero tenía muy poca idea acerca de todas estas historias increíbles", dijo Hans-Peter Renner, directivo del museo. "Ha sido profundamente conmovedor aprender acerca de todas estas personas y las cosas que hicieron para el club”.
Otro guiño político del Bayern ocurrió cuando aceptó jugar un partido amistoso con el FC St. Pauli de Hamburgo en el 2002. El St. Pauli, que habitualmente juega en la segunda división alemana, es un equipo estatutariamente antifascista y cuya peculiaridad merece una página aparte.
En esa ocasión, el Bayern Munich, entonces campeón mundial de clubes, visitó la casa del St. Pauli, que emprendía una campaña de apoyo para sobrevivir a una grave crisis económica. Sorpresivamente, el triunfo fue para los del barrio rojo de Hamburgo, que se adjudicaron el título de “vencedor del campeón mundial de clubes”.
Pero más allá del resultado, lo importante fue la mano solidaria que brindó el poderoso Bayern a su “amigo” antifascista. Ahora sabemos que su gesto tuvo también una fuerte raíz histórica.
Publicado originalmente en Semana.com en mayo del 2012.
Por Camilo Rueda Navarro
El equipo más laureado del fútbol alemán tuvo una importante presencia judía en sus primeros años. Con el nazismo, se vio muy afectado aunque resistió a la cooptación del régimen. Pero estos antecedentes fueron omitidos en la historia del club, que ochenta años después parece querer recuperarlos. Sobre el tema escribió el periodista Raphael Honigstein, quien publicó en The Guardian un artículo sobre las raíces ocultas del Bayern Munich.
Honigstein registra que el Bayern fue fundado en el bohemio barrio de Schwabing y fue un club con una importante presencia judía. Dos de los 17 firmantes del acta fundacional de 1900 eran judíos. Y varios jugadores y dirigentes de sus primeros años eran de origen hebreo, por lo que el Bayern era llamado “el club de los judíos”. Entonces llegó la era del nazismo, lo que afectó gravemente a la institución. El régimen hostigó al club y pretendió su cooptación, pero este se resistió.
Estos antecedentes fueron olvidados en la posguerra, lo que sumado al éxito que tuvo el equipo en las décadas del 60 y 70 dejó en un segundo plano estos episodios. En el 2011 esta historia fue recuperada en la obra “Der FC Bayern Juden und seine” (FC Bayern y sus Judíos) de Dietrich Schulze-Marmeling. Y como escribe Honigstein, “el club abraza su historia antinazi después de ochenta años de silencio”.
Kurt Landauer, de origen judío, es el principal personaje de esta historia. Fue presidente del club por tres periodos y consiguió el primer título del equipo en 1932. Pero meses más tarde Hitler tomó el poder y Landauer tuvo que dimitir junto con otros miembros del club. Landauer huyó a Suiza después de pasar 33 días en el campo de concentración de Dachau.
Homenaje de los aficionados del Bayern a Landauer.
Ante la situación, el Bayern Munich se resistió a la cooptación por el nazismo y vivió varios incidentes de desafío. En 1934, por ejemplo, sus jugadores resultaron involucrados en una pelea con los ‘camisas pardas’, la milicia nazi.
Pero el mayor episodio tuvo lugar en Zurich en 1943. Después de un partido amistoso contra la selección nacional suiza, los jugadores del Bayern se alinearon para saludar al exiliado Landauer, presente en las gradas, lo que no gustó a la Gestapo, que amenazó con que el gesto tendría consecuencias.
Luego de finalizada la guerra, Landauer regresó a Munich y fue nuevamente nombrado presidente del club para completar su tercer mandato, entre 1947 y 1951. Pero su legado se perdió en las memorias del club. Según Schulze-Marmeling, el autor de ‘Bayern y sus Judíos’, se borraron los rastros de Landauer para evitar polémicas raciales y políticas.
Muchos años después hubo una ola de libros académicos y artículos periodísticos con interés renovado en la era de Landauer, pero la dirigencia del Bayern no estuvo segura de cómo reaccionar.
El gerente general del Bayern, Uli Hoeness, evadió a un periodista inquisitivo con el pretexto de que "no estaba vivo en ese momento", y el directivo Fritz Scherer más tarde admitió que el club no quiso hacer hincapié en sus raíces judías “por temor a reacciones negativas”.
Schulze-Marmeling sospecha que el actual interés comercial en Asia también pudo haber sido la razón por la cual el Bayern trató de restar importancia a su herencia judía, dado el conflicto árabe-israelí.
Sin embargo, la actitud del club ha cambiado notablemente en los últimos años, según registra Honigstein en el Guardian. Hinchas del club han celebrado a Landauer, y Rummenigge, insignia y vicepresidente de la institución, lo ha reconocido como "el padre” de la era moderna del Bayern.
El club también donó parte del dinero que permitió al club judío TSV Múnich Maccabi construir un campo con el nombre de Landauer en el 2010. El terreno fue inaugurado con un partido amistoso contra un equipo de estrellas del Bayern.
Además, la era Landauer tendrá un lugar de honor en el museo del equipo. "He estado en el club durante muchos años, pero tenía muy poca idea acerca de todas estas historias increíbles", dijo Hans-Peter Renner, directivo del museo. "Ha sido profundamente conmovedor aprender acerca de todas estas personas y las cosas que hicieron para el club”.
Otro guiño político del Bayern ocurrió cuando aceptó jugar un partido amistoso con el FC St. Pauli de Hamburgo en el 2002. El St. Pauli, que habitualmente juega en la segunda división alemana, es un equipo estatutariamente antifascista y cuya peculiaridad merece una página aparte.
En esa ocasión, el Bayern Munich, entonces campeón mundial de clubes, visitó la casa del St. Pauli, que emprendía una campaña de apoyo para sobrevivir a una grave crisis económica. Sorpresivamente, el triunfo fue para los del barrio rojo de Hamburgo, que se adjudicaron el título de “vencedor del campeón mundial de clubes”.
Pero más allá del resultado, lo importante fue la mano solidaria que brindó el poderoso Bayern a su “amigo” antifascista. Ahora sabemos que su gesto tuvo también una fuerte raíz histórica.
Publicado originalmente en Semana.com en mayo del 2012.
sábado, 20 de abril de 2013
Sindicatos piden retirarle sede del Mundial a Catar
La Confederación Sindical Internacional (CSI) escribió a la FIFA solicitando que repita la votación para la Copa del Mundo 2022, y que establezca el respeto de los derechos laborales como criterio indispensable para cualquier nominación futura.
La iniciativa se ha materializado tras una serie de promesas rotas y ningún indicio de cambio por parte de la FIFA ni del Gobierno de Catar para abordar el hecho de que cientos de trabajadores pierdan la vida y miles resulten lesionados en el país.
La secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, ha dicho que más de un millón de trabajadores migrantes se enfrentan a una explotación constante, recibiendo unos salarios de miseria y sin poder disfrutar de los derechos más fundamentales.
“No es una iniciativa que nos tomemos a la ligera. La Copa del Mundo 2022 se adjudicó años antes de lo previsto, de modo que si se selecciona un nuevo país en los próximos dos años, sigue quedando tiempo para organizar toda la infraestructura necesaria para la celebración de los juegos. La FIFA tiene que actuar ya – cuánto más espere, más trabajadores sufrirán y morirán.
“La FIFA y Catar han hablado a menudo de la necesidad de reforma, pero sus historiales están repletos de promesas rotas. Los qataríes han prometido asegurarse de que las normas internacionales del trabajo se cumplan, mientras los trabajadores de la construcción mueren a un ritmo ocho veces mayor que en otros países ricos”, explica la secretaria general de la CSI, confederación que representa a 175 millones de trabajadoras y trabajadores en 156 países y territorios, y cuenta con 315 organizaciones afiliadas nacionales.
Una copia filtrada obtenida por Equal Times de una “Carta de los trabajadores” escrita por el comité de organización local para los juegos, deja patente las contradicciones con la legislación qatarí y da prueba de que los trabajadores no gozan de derechos reales ni de protección contra unas condiciones de esclavitud.
La Copa del Mundo 2022 ha estado plagada de controversia desde que fue adjudicada a Catar en diciembre de 2010.
“Alegaciones de corrupción y compra de votos entre los ejecutivos de la FIFA, el calor extremo que supone un riesgo para los atletas y los trabajadores migrantes que reciben unos salarios de miseria y escasa protección jurídica, son razones suficientes para que la FIFA reabra el proceso de votación”, añade Sharan Burrow.
La campaña de Equal Times de la CSI www.rerunthevote.org pide a los sindicalistas y aficionados del fútbol que presionen a la FIFA para que seleccione otro escenario para la Copa del Mundo 2022, a menos que se respeten los derechos laborales.
Catar podría mantener su candidatura para los juegos de 2022, pero su nominación únicamente debería confirmarse una vez se demuestre que cumple verdaderamente con las normas internacionales del trabajo y deje de tratar como esclavos a las personas que construyen las instalaciones para el Mundial de Fútbol.
Campaña por el Juego Limpio
Juega Limpio es una campaña mundial en la que participan diversas federaciones sindicales internacionales y ONG, como la CSI, la Federación Internacional de Trabajadores del Textil, Vestuario y Cuero (FITTVC), la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera (ICM) y la Campaña Ropa Limpia, una alianza internacional de ONG y sindicatos que obran en pro de la mejora de los derechos y condiciones de trabajo en el sector del deporte.
Los fanáticos del deporte, trabajadores, militantes y consumidores del mundo entero se han unido en una campaña para hacer que los eventos deportivos sean justos tanto para las trabajadoras y trabajadores que fabrican los artículos deportivos y construyen las sedes deportivas, como para los atletas, ya se trate de las Olimpiadas, la UEFA, la FIFA, los Juegos de la Commonwealth o cualquier otro evento deportivo. Se tienen que respetar las normas internacionalmente reconocidas tanto en los lugares de trabajo como en los estadios.
La campaña mundial está disponible en 11 idiomas: alemán, árabe, coreano, español, francés, holandés, inglés, italiano, japonés, portugués y ruso. Los materiales de la campaña pueden descargarse en www.rerunthevote.org . Las organizaciones afiliadas a la CSI pueden obtener un Paquete de Campaña contactando a press@ituc-csi.org .
*Tomado de CSI EnLínea, difundido por la Agencia de Información Laboral de la Escuela Nacional Sindical.
martes, 16 de abril de 2013
El Diego y Fidel sostuvieron fraternal encuentro
El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, sostuvo el sábado pasado un fraterno encuentro con el astro argentino Diego Armando Maradona.
Maradona llegó a La Habana la noche del viernes procedente de Caracas, en donde visitó el histórico Cuartel de la Montaña. Allí rindió un sentido homenaje al Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías, y se reunió con el presidente Nicolás Maduro.
El diálogo entre Fidel y Maradona constituyó un animado y fructífero intercambio entre dos viejos amigos.
Fuente: Cubadebate
viernes, 12 de abril de 2013
"Chávez cambió la forma de pensar de los latinoamericanos": Maradona
El astro argentino le rindió un homenaje al líder bolivariano en el Cuartel de la Montaña
El futbolista argentino Diego Armando Maradona expresó este viernes que el líder de la Revolución Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, cambió la forma de pensar de los latinoamericanos.
“Él nos metió en la cabeza que podíamos caminar solos, por eso es tan querido y respetado, y para mi ha sido una pérdida enorme, como para todos los que lo queríamos “, manifestó el astro del fútbol mundial desde el Cuartel de la Montaña, donde le rindió un homenaje.
Asimismo, Maradona ofreció sus condolencias a la familia del comandante eterno y pidió disculpas por no haber estado presente en los actos fúnebres del gigante de Latinoamérica.
Instó al pueblo venezolano a continuar con el legado de Chávez. “Aunque físicamente no está, con Nicolás vamos a seguir en la misma línea de no dejarnos pisotear por nadie”, señaló.
Finalmente, puntualizó que para los revolucionarios “es un honor poder seguir el camino que nos trazó Chávez”.
Correo del Orinoco
El futbolista argentino Diego Armando Maradona expresó este viernes que el líder de la Revolución Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, cambió la forma de pensar de los latinoamericanos.
“Él nos metió en la cabeza que podíamos caminar solos, por eso es tan querido y respetado, y para mi ha sido una pérdida enorme, como para todos los que lo queríamos “, manifestó el astro del fútbol mundial desde el Cuartel de la Montaña, donde le rindió un homenaje.
Asimismo, Maradona ofreció sus condolencias a la familia del comandante eterno y pidió disculpas por no haber estado presente en los actos fúnebres del gigante de Latinoamérica.
Instó al pueblo venezolano a continuar con el legado de Chávez. “Aunque físicamente no está, con Nicolás vamos a seguir en la misma línea de no dejarnos pisotear por nadie”, señaló.
Finalmente, puntualizó que para los revolucionarios “es un honor poder seguir el camino que nos trazó Chávez”.
Correo del Orinoco
jueves, 11 de abril de 2013
miércoles, 10 de abril de 2013
Maradona asistirá al cierre de campaña de Maduro
El astro argentino ya está en Caracas para acompañar la clausura de la campaña chavista.
El presidente encargado y candidato del chavismo, Nicolás Maduro, anunció este miércoles que el astro del fútbol argentino, Diego Maradona, llegó a Caracas para asistir el jueves a su cierre de campaña para los comicios presidenciales del domingo, en los que se enfrentará al opositor Henrique Capriles.
"Ha llegado a acompañarnos mañana en el apoteósico cierre de campaña que vamos hacer en siete avenidas de Caracas, la estrella del fútbol Diego Armando Maradona, gran amigo de Venezuela", dijo Maduro ante una multitud de seguidores en un mitin en el estado Falcón.
"Los amigos de la patria llegando del mundo para ser protagonistas de la gran victoria de Venezuela, de la gran victoria de las fuerzas de Chávez", añadió el presidente interino, explicando que Maradona no pudo llegar al acto en Falcón.
Chávez, que murió el 5 de marzo víctima de un cáncer que batalló por casi dos años, y Maradona tuvieron una estrecha relación y se reunieron en varias ocasiones. La estrella del fútbol llegó a participar en varios actos políticos del fallecido mandatario.
En julio del 2011 en La Habana, fue la última vez que ambos se reunieron junto con el líder cubano Fidel Castro, en momentos en que Chávez se sometía a sesiones de quimioterapia luego de que el mes previo le diagnosticaran la enfermedad.
Maduro, designado por Chávez como su sucesor político pocos meses antes de morir, y Capriles, gobernador de Miranda y candidato unitario de la oposición, cerrarán el jueves sus campañas, que encabezaron durante escasos diez días, para las elecciones convocadas tras la muerte de Chávez.
AFP
lunes, 8 de abril de 2013
La mujer que alejó a los obreros del fútbol
Por Mauricio Cabrera
Margaret Thatcher siempre tuvo lo necesario para ser líder donde quiera que se parara. En su apodo de tres palabras llevaba una descripción perfecta. En ella no cabían los titubeos ni las vueltas atrás cuando tomaba una decisión. Era una mujer que mandaba con la fuerza propia del hombre y con la convicción de la mujer que ordena cada pieza de su entorno con precisión milimétrica. Su ADN resultaba tan transparente que bautizarla como Dama de Hierro fue más una consecuencia que un acto de inspirada creatividad.
A partir de sus decisiones políticas, Thatcher jugó y perdió en la Copa del Mundo México 1986. Su decisión de recuperar las Malvinas al costo que fuera trasladó la política a la cancha. Desde que las fuerzas inglesas derribaron el crucero General Belgrano del ejercito argentino, en La Pampa se lanzó una promesa de venganza que años más tarde se materializaría con la épica tramposa y divina en simultáneo de Diego Armando Maradona. A Thatcher debió importarle poco la revancha argentina. Fue derrotada en la cancha, que ignoraba salvo cuando brotaba la violencia, pero aquella jugada de guerra en 1982 fue más que un detonante para la ira argentina, también abrió las puertas de una revolución en el fútbol inglés, que a partir del thatcherismo comenzó a dejar de ser auténticamente de los obreros para pasar a las clases altas.
Las tragedias se desencadenaron con brutalidad. El 29 de mayo de 1985 el fútbol perdió 39 a 1 en la final de la Copa de Campeones en el estadio Heysel. Hooligans del Liverpool empujaron a la fanaticada rival siguiendo el manual de los estadios británicos. Lo consiguieron de la peor manera. Treinta y nueve personas murieron aplastadas. El partido, pese a los muertos que aún no llegaban al cielo, se jugó. Desde los once pasos, con esa astucia natural que tiene para aparecer en momentos de alta trascendencia política y mediática, Michel Platini marcó el gol de la victoria para Juventus.
Thatcher declaró la guerra a los hooligans, esos fanáticos extremistas que deben su mote a una riña callejera en 1898 en que destacó en el informe policial un hombre llamado Hooligan. “Hay que limpiar el fútbol inglés de los hooligans”, mencionó para iniciar una lucha de poderes que desafiaba a los grupos que reinaban el futbol desde la década de los sesenta y que resultaban intocables en los ochenta.
Pese a la promesa, Thatcher tardó en pasar de la retórica a la práctica. Sus prioridades de gobierno la distrajeron de su deber con la seguridad en los estadios. Sin embargo, en 1989, el peligro que representaban los hooligans alcanzó un punto de no retorno. La sobreventa de entradas para un partido semifinal de la FA Cup de 1989 entre Liverpool y Nottingham acabó con hooligans entrando por la fuerza al estadio. Y una vez más lo consiguieron después de aplastar contra el alambrado a quienes ya habían ingresado. Noventa y tres muertos fueron demasiada sangre como para volver a limpiarla con un paño que apostara al olvido.
Se produjo entonces el golpe que alejó a los hooligans de los estadios. Si de por sí las políticas de Thatcher siempre habían sido clasificadas de clasistas, el fútbol se convirtió en el espejo de su manera de gobernar. El Informe Taylor, nombre dado a la profunda investigación para dar con las teclas que debilitaran el poder de los hooligans, dio paso al Football Spectators Act, que como puntos centrales tenía el incremento de poder para la policía, la imposición de medidas más severas por perpetrar actos violentos en el estadio y una modernización de los mismos, que incluía la prohibición de zonas sin asientos, mejores accesos y cámaras de vigilancia para atrapar a los responsables de la violencia.
La modernización ahuyentó a los hooligans de manera definitiva. Para garantizar que las medidas se cumplieran, el Estado giró préstamos a los clubes. Estos, por presión económica y también como parte de los esfuerzos para extinguir el hooliganismo, subieron los costos de las entradas hasta en un trescientos por ciento. Y desde entonces, esos aficionados rebeldes y extremistas, provenientes en su mayoría de los sectores más bajos, se fueron diluyendo como soldados caídos en la batalla. La televisión se mantuvo como su único punto de contacto con el fútbol.
La Dama de Hierro también fue un parteaguas para el futbol británico. Los hooligans se han ido a grado tal que Manchester United analiza cómo mejorar la acústica de Old Trafford para que su estadio pese como debería hacerlo. En lo deportivo, los ingleses viven dándole vueltas al porqué su invento ha bañado de gloria a otras naciones y no a la propia. Desde Inglaterra 1966 algo empezó a torcerse, y para algunos enamorados de la naturaleza popular del juego, la culpa la tiene Margaret Thatcher por haber alejado al aficionado y, sobre todo, a ese futbolista en peligro de extinción de raíces obreras, de corazón valiente y de espíritu indomable. Su forma de gobierno también acabó imponiéndose en el fútbol.
Tomado de www.laciudaddeportiva.com
Margaret Thatcher siempre tuvo lo necesario para ser líder donde quiera que se parara. En su apodo de tres palabras llevaba una descripción perfecta. En ella no cabían los titubeos ni las vueltas atrás cuando tomaba una decisión. Era una mujer que mandaba con la fuerza propia del hombre y con la convicción de la mujer que ordena cada pieza de su entorno con precisión milimétrica. Su ADN resultaba tan transparente que bautizarla como Dama de Hierro fue más una consecuencia que un acto de inspirada creatividad.
A partir de sus decisiones políticas, Thatcher jugó y perdió en la Copa del Mundo México 1986. Su decisión de recuperar las Malvinas al costo que fuera trasladó la política a la cancha. Desde que las fuerzas inglesas derribaron el crucero General Belgrano del ejercito argentino, en La Pampa se lanzó una promesa de venganza que años más tarde se materializaría con la épica tramposa y divina en simultáneo de Diego Armando Maradona. A Thatcher debió importarle poco la revancha argentina. Fue derrotada en la cancha, que ignoraba salvo cuando brotaba la violencia, pero aquella jugada de guerra en 1982 fue más que un detonante para la ira argentina, también abrió las puertas de una revolución en el fútbol inglés, que a partir del thatcherismo comenzó a dejar de ser auténticamente de los obreros para pasar a las clases altas.
Las tragedias se desencadenaron con brutalidad. El 29 de mayo de 1985 el fútbol perdió 39 a 1 en la final de la Copa de Campeones en el estadio Heysel. Hooligans del Liverpool empujaron a la fanaticada rival siguiendo el manual de los estadios británicos. Lo consiguieron de la peor manera. Treinta y nueve personas murieron aplastadas. El partido, pese a los muertos que aún no llegaban al cielo, se jugó. Desde los once pasos, con esa astucia natural que tiene para aparecer en momentos de alta trascendencia política y mediática, Michel Platini marcó el gol de la victoria para Juventus.
Thatcher declaró la guerra a los hooligans, esos fanáticos extremistas que deben su mote a una riña callejera en 1898 en que destacó en el informe policial un hombre llamado Hooligan. “Hay que limpiar el fútbol inglés de los hooligans”, mencionó para iniciar una lucha de poderes que desafiaba a los grupos que reinaban el futbol desde la década de los sesenta y que resultaban intocables en los ochenta.
Pese a la promesa, Thatcher tardó en pasar de la retórica a la práctica. Sus prioridades de gobierno la distrajeron de su deber con la seguridad en los estadios. Sin embargo, en 1989, el peligro que representaban los hooligans alcanzó un punto de no retorno. La sobreventa de entradas para un partido semifinal de la FA Cup de 1989 entre Liverpool y Nottingham acabó con hooligans entrando por la fuerza al estadio. Y una vez más lo consiguieron después de aplastar contra el alambrado a quienes ya habían ingresado. Noventa y tres muertos fueron demasiada sangre como para volver a limpiarla con un paño que apostara al olvido.
Se produjo entonces el golpe que alejó a los hooligans de los estadios. Si de por sí las políticas de Thatcher siempre habían sido clasificadas de clasistas, el fútbol se convirtió en el espejo de su manera de gobernar. El Informe Taylor, nombre dado a la profunda investigación para dar con las teclas que debilitaran el poder de los hooligans, dio paso al Football Spectators Act, que como puntos centrales tenía el incremento de poder para la policía, la imposición de medidas más severas por perpetrar actos violentos en el estadio y una modernización de los mismos, que incluía la prohibición de zonas sin asientos, mejores accesos y cámaras de vigilancia para atrapar a los responsables de la violencia.
La modernización ahuyentó a los hooligans de manera definitiva. Para garantizar que las medidas se cumplieran, el Estado giró préstamos a los clubes. Estos, por presión económica y también como parte de los esfuerzos para extinguir el hooliganismo, subieron los costos de las entradas hasta en un trescientos por ciento. Y desde entonces, esos aficionados rebeldes y extremistas, provenientes en su mayoría de los sectores más bajos, se fueron diluyendo como soldados caídos en la batalla. La televisión se mantuvo como su único punto de contacto con el fútbol.
La Dama de Hierro también fue un parteaguas para el futbol británico. Los hooligans se han ido a grado tal que Manchester United analiza cómo mejorar la acústica de Old Trafford para que su estadio pese como debería hacerlo. En lo deportivo, los ingleses viven dándole vueltas al porqué su invento ha bañado de gloria a otras naciones y no a la propia. Desde Inglaterra 1966 algo empezó a torcerse, y para algunos enamorados de la naturaleza popular del juego, la culpa la tiene Margaret Thatcher por haber alejado al aficionado y, sobre todo, a ese futbolista en peligro de extinción de raíces obreras, de corazón valiente y de espíritu indomable. Su forma de gobierno también acabó imponiéndose en el fútbol.
Tomado de www.laciudaddeportiva.com
jueves, 4 de abril de 2013
lunes, 1 de abril de 2013
Sindicato minero inglés protesta contra nombramiento del fascista Di Canio como DT del Sunderland
Por David Moreno
SemanarioVoz.com
El nombramiento del italiano Paulo di Canio, confeso militante fascista, como técnico del Sunderland el domingo 31 de marzo generó de inmediato rechazo entre los seguidores del club inglés, cuya afición tradicional está en la combativa clase obrera.
La Asociación de Mineros de la vecina ciudad de Durham (DMA), que conserva la memoria del histórico sindicato del mismo nombre, hizo un fuerte pronunciamiento exigiendo que una de sus banderas, que adorna el estadio del club, sea devuelta a los trabajadores.
Dave Hopper, secretario general de la DMA, quien trabajó 27 años en la antigua mina de Wearmouth, donde se construyó el estadio, describió el nombramiento de Di Canio como un insulto y una traición a quienes lucharon y dieron su vida contra el fascismo.
“Nuestra bandera representa la larga lucha de los mineros de Durham por los derechos de la clase obrera, los cuales fueron aniquilados por el fascismo en Alemania, Italia, España y Chile”.
“Tenemos un compromiso sagrado con los millones de personas que fueron exterminados por Hitler, Mussolini y Franco, y nos oponemos al fascismo en cualquier lugar y contexto en que este credo maligno asome su cabeza, especialmente ahora cuando el pueblo trabajador está siendo obligado a pagar la crisis capitalista, como sucedió en Europa en los años 20 y 30”.
La DMA mantiene la tradicional Gala de los Mineros, uno de los mayores eventos del sindicalismo clasista en el mundo, que se remonta a 1871.
Las banderas del DMA son famosas en todo el mundo. La de la mina de Chopwell, por ejemplo, que representa a los tres héroes de sus trabajadores: Marx, Lenin y Keir Hardie, un socialista escocés que fue el primer líder sindical en llegar al Parlamento británico, fue obsequiada a los mineros rusos como gratitud por los alimentos que enviaron a sus colegas ingleses durante la huelga general de 1926.
SemanarioVoz.com
El nombramiento del italiano Paulo di Canio, confeso militante fascista, como técnico del Sunderland el domingo 31 de marzo generó de inmediato rechazo entre los seguidores del club inglés, cuya afición tradicional está en la combativa clase obrera.
La Asociación de Mineros de la vecina ciudad de Durham (DMA), que conserva la memoria del histórico sindicato del mismo nombre, hizo un fuerte pronunciamiento exigiendo que una de sus banderas, que adorna el estadio del club, sea devuelta a los trabajadores.
Dave Hopper, secretario general de la DMA, quien trabajó 27 años en la antigua mina de Wearmouth, donde se construyó el estadio, describió el nombramiento de Di Canio como un insulto y una traición a quienes lucharon y dieron su vida contra el fascismo.
“Nuestra bandera representa la larga lucha de los mineros de Durham por los derechos de la clase obrera, los cuales fueron aniquilados por el fascismo en Alemania, Italia, España y Chile”.
“Tenemos un compromiso sagrado con los millones de personas que fueron exterminados por Hitler, Mussolini y Franco, y nos oponemos al fascismo en cualquier lugar y contexto en que este credo maligno asome su cabeza, especialmente ahora cuando el pueblo trabajador está siendo obligado a pagar la crisis capitalista, como sucedió en Europa en los años 20 y 30”.
La DMA mantiene la tradicional Gala de los Mineros, uno de los mayores eventos del sindicalismo clasista en el mundo, que se remonta a 1871.
Las banderas del DMA son famosas en todo el mundo. La de la mina de Chopwell, por ejemplo, que representa a los tres héroes de sus trabajadores: Marx, Lenin y Keir Hardie, un socialista escocés que fue el primer líder sindical en llegar al Parlamento británico, fue obsequiada a los mineros rusos como gratitud por los alimentos que enviaron a sus colegas ingleses durante la huelga general de 1926.
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