Por Roberto Quesada
Escritor y diplomático hondureño en resistencia
Honduras va al mundial, dice una nueva consigna en las calles hondureñas, y Zelaya a la presidencial. Sí, la Selección de Fútbol de Honduras se clasificó al mundial Sudáfrica 2010 en medio de un golpe de Estado militar.
Antes de la clasificación de la selección de fútbol hubo muchas preguntas entre el golpeado pueblo hondureño, como el hecho de que los jugadores de la selección no se pronunciaban sobre el golpe de Estado. Incluso hubo una encuesta tele-radial cuya pregunta era qué deseaba el público: que se clasificara la selección o que volviese el presidente Zelaya a ocupar la presidencia. Asombrosamente ganó el deseo popular de que se restituyera al presidente Zelaya. Por primera vez, la Selección Nacional de Fútbol perdió en una encuesta.
La noche en que Estados Unidos jugó contra la oncena local en Tegucigalpa, mientras comenzaba el partido, el gobierno golpista montaba una campaña de terror frente a la embajada brasileña donde se refugian el presidente constitucional Manuel Zelaya y muchos de sus seguidores. El gobierno de facto llevó reflectores, grúas en las que iban francotiradores enviando desde sus fusiles las inconfundibles luces láser. Recordando la historia de que Honduras en 1969 entró en guerra con El Salvador a raíz de un partido de fútbol (usado por las oligarquías de ambos países para justificar la guerra), cualquier cosa podía esperarse, por tanto volvió efectivo el teatro del terror que presentaba el gobierno golpista de Micheletti frente a la sede diplomática de Brasil.
Mucha gente, como en un cuento del realismo mágico, pidió que esa noche perdiera la Selección Nacional de Fútbol de Honduras, pues la atmósfera que se respiraba es que el gobierno de facto aprovecharía la euforia de un triunfo en suelo patrio e invadiría la sede diplomática o asediaría con armas químicas de tal manera que los ocupantes de la embajada no tuvieran otra opción que salir del edificio.
Afortunadamente, la selección hondureña fue derrotada, y por esa noche se sobrevivió al terror implementado por la delirante mancuerna Micheletti-Vásquez Velásquez.
Sin duda, en Honduras al futbolista, aun por los seguidores más acérrimos del fútbol, como Mario Ramos, lo han visto como alguien ágil con los pies, con los quiebres de cintura y que ocupa la cabeza para despejar cuando es defensa o para cabecear al marco si de delantero se trata. Nunca para pensar.
Eso no es cierto, los jugadores antes que nada también son ciudadanos, seres humanos. Recuerdo que el entrenador Julio César Menotti ponía a leer a sus seleccionados: novela, cuento, poesía. Incluso, Menotti tuvo un problema con un libro que iba a publicar durante la dictadura Argentina porque en él mencionaba a la recientemente fallecida cantante Mercedes Sosa. Leí una entrevista del futbolista, también argentino, Fernando Redondo, que una de las cosas más extraordinarias que le había sucedido en España era haber conocido en un restaurante a Gabriel García Márquez.
Jorge Valdano, estrella de fútbol, como técnico escribió un libro que fue prologado nada menos que por Mario Benedetti.
En su libro Fútbol a sol y sombra, el escritor Eduardo Galeano (de quien recientemente el presidente Hugo Chávez obsequiara su libro las Venas abiertas de América Latina, al presidente Barack Obama), sobre el Mundial de Futbol Argentina 78, escribió: “A la hora de recibir los trofeos, los jugadores holandeses se negaron a saludar a los jefes de la dictadura argentina”. Fue precisamente a este mundial al que se negó a asistir la estrella mundial, el holandés Johan Cruyff, argumentando: “Que no participaba por las violaciones a los Derechos Humanos que hacía la dictadura militar argentina”.
Y qué decir del gran Diego Armando Maradona, el Diego de la gente, quien por defender a sus compañeros futbolistas se ha metido en más de un rollo, como su reconocida enemistad con el ex presidente de la FIFA Joao Havelange. Y así por el estilo como revoltoso creador de sindicatos para futbolistas.
Ahora que visitó el funeral de Mercedes Sosa, a quien quiso como a una madre, el Diego contó: "Yo estaba jugando en el Barcelona y ella andaba fuera del país por todo lo que le había pasado desde tiempo atrás durante la dictadura (1976-1983). Fue a cantar a Barcelona y ahí hicimos amistad", recordó.
El concierto se tuvo que suspender, porque algunos que la identificaban con la resistencia a la dictadura argentina quisieron lanzarle piedras a Mercedes Sosa y "nosotros nos agrupamos con ella. Estaba también César Luis Menotti".
Otra estrella del fútbol, el camerunés Samuel Eto'o, es un ferviente defensor de los derechos humanos, por lo que ha creado una fundación contra el racismo. Por supuesto, existen muchos más futbolistas comprometidos con la humanidad más allá de la cancha.
Por todo ello no debe de extrañarnos que los futbolistas hondureños que integran la selección en algún momento tenían que reaccionar contra la dictadura, contra el golpe de Estado militar perpetrado el 28 de junio, sacando a fuerza de bayonetas al presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales y abandonándolo, en pijama, en el aeropuerto Juan Santamaría, de Costa Rica.
Al día siguiente del golpe de Estado, Milton Núñez, ex seleccionado hondureño, aseguró que Zelaya fue elegido democráticamente y no había por qué destituirlo por medio del ejército.
Otra estrella del fútbol hondureño, Tyson Núñez, expresó: “Si hemos elegido a un Presidente hay que respetarlo. Aquí lo que se está pidiendo es una opinión del pueblo (consulta ciudadana), si unos dicen sí y otros no, está bien, pero no era algo como para hacer un desorden político, definitivamente” (La Reforma, México).
El momento no pudo ser más oportuno: luego de clasificar por segunda vez, desde 1982, a una Copa Mundial de Fútbol. Dos de las estrellas mundialistas: Julio César León (Rambo) y Amado Guevara (El Lobo) rechazaron ser homenajeados por el dictador Micheletti.
Al día siguiente, Amado Guevara dejó una camiseta dedicada y una tarjeta al presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales. De ella hizo entrega a La Pichu, hija del presidente, nada más ni nada menos que la madre del futbolista, doña Flor Guevara.
Este gesto ha sido y es una alegría para la gran mayoría de hondureños y hondureñas. Juro que cuando vi a la madre de Amado entregando la camiseta, mientras escuchaba la entrevista no pude contener las lágrimas, en donde la madre dijo textualmente que sus dos ídolos son: “Primero, mi hijo, Amado Guevara, y segundo, usted Señor Presidente Manuel Zelaya…” Sin olvidar que doña Flor es participante activa de las marchas del pueblo hondureño por volver al orden constitucional, por tanto ella también ha sido víctima de la represión, de los gases lacrimógenos que han estado a la orden del día en Honduras.
También pensé que no tardaría en aparecer Amado Guevara negando haberle dejado la camiseta al presidente, negando cualquier cosa. Pero es obvio que eso sería así: ese fue un revés para la dictadura. Ahora que digan lo que digan ya no pueden quitárselo de encima.
Es probable que Amado Guevara haya sido víctima de amenaza, chantaje. Amenazarlo, por ejemplo, con dejarlo fuera del mundial. Algo que sería grave para alguien que su pasión es el fútbol y que ha vivido para ello. Por eso es comprensible que Amado defienda ese lugar en el mundial que merecidamente ha ganado. No importa si para ello tenga que contradecir a su madre. La gran mayoría de madres siempre comprenden a sus hijos. Y también el pueblo hondureño tenemos que responder a nuestra selección y no dejar que se efectúe ninguna sanción contra ninguno de nuestros futbolistas que ejerza su derecho humano a opinar sobre el tema que desee.
Y como ya es vox populi: “Honduras al mundial, y Zelaya a la presidencial.”