La localidad francesa inaugura un estadio de fútbol con el nombre del jugador en honor a sus abuelos, dos republicanos catalanes que cruzaron la frontera y se refugiaron allí tras la Guerra Civil Española.
Por Público
Con los zapatos rotos, los estómagos vacíos, los pantalones sucios hasta las rodillas de una mezcla de estiércol y grasa de coche, más 100.000 republicanos españoles cruzaban los Pirineos a pie. Huyendo de las tropas franquistas. Era el año 1939 y la Guerra Civil estaba prácticamente perdida para las fuerzas republicanas. Era el momento de huir. Sálvese quien pueda.
Entre esos miles de españoles que cruzaban los Pirineos a pie estaban, entre otros, el poeta Antonio Machado, que fallecería poco después, y también los desconocidos Pere Raurich y Francesca Farnós, que llegaban desde la localidad catalana de Martorell (Barcelona). Pues bien, estos dos últimos son los abuelos de Eric Cantona, uno de los mejores y más controvertidos futbolistas franceses de toda la historia.
Ahora, 80 años después, el estadio de fútbol de la localidad de Argelès-sur-Mer (Argelers de la Marenda, en catalán) lleva el nombre del futbolista. Se trata de un homenaje que la ciudad quiere brindar a los miles de republicanos que llegaron a la localidad huyendo del dictador y que fueron hacinados en barracones instalados en la playa. Este viernes, de hecho, Cantona acudió a la inauguración del estadio, participó en un partido amistoso y, antes de todo, visitó el monolito que recuerda el exilio de miles de republicanos españoles. Sobre el partido de fútbol una curiosidad: todos los jugadores vestían el número 7 que Cantona popularizó en el Manchester United.
La historia de los abuelos de Cantona
El futbolista francés contó sus orígenes recientemente en una larga carta publicada en The Players Tribune. En ella, el jugador, declarado antifascista, explicó que abuelos maternos abandonaron España en 1939 al término de la Guerra Civil.
"Mi abuelo materno era de Barcelona y luchó contra Franco hasta el amargo final. Al final de la guerra, era buscado y tenía apenas unos minutos para escapar antes de que los Nacionales [franquistas] capturasen la ciudad. Antes, pasó a buscar a su novia y le pregunto si le seguiría. Ella aceptó. Era mi abuela. Llegaron a un campo de refugiados en Argelès-sur-Mer. ¿Te imaginas que los franceses les hubieran echado? Pero no, tuvieron compasión. Mis abuelos llegaron sin nada y tuvieron que empezar otra vez".
El de Marsella también cuenta en esa misiva que encontró una imagen de su abuelo Pere en una exposición del famoso fotógrafo Robert Capa: "Cuando la exposición llegó a Francia llevé a mi madre y ahí estaba. Le pregunté si era él y me dijo que sí".
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