Miguel Layún compartió esta semana una fotografía de la situación de los niños migrantes que han sido separados de sus padres
Por RT
El futbolista de la selección de México Miguel Layún expresó su preocupación frente a la actual problemática que ha suscitado la política de 'tolerancia cero' hacia los inmigrantes promovida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El lateral izquierdo del 'Tri' compartió este jueves una fotografía de uno de los centros de detención de una patrulla fronteriza. En ella, varios niños migrantes que han sido separados de sus padres aparecen encerrados, durmiendo en colchonetas en el suelo y arropados con mantas térmicas. "Estas imágenes me entristecen, me duelen", escribió en su cuenta de Instagram.
Layún pidió a la gente "que tiene la capacidad y el poder de hablar" de unir esfuerzos para ayudar a los menores involucrados "a que no sufran más": "Les suplico, hagan algo, los niños no son responsables de lo que está pasando".
"No todos somos padres, pero todos somos hijos, hagamos conciencia", finaliza el jugador.
Una serie de imágenes como esta, difundidas a través de los medios, indignó a la opinión pública y obligó a Trump a firmar un decreto esta semana para prohibir la separación de los niños de sus padres indocumentados mientras transcurre el proceso judicial que determina su estatus migratorio.
sábado, 23 de junio de 2018
jueves, 21 de junio de 2018
Fútbol por la reconciliación en Dabeiba, Antioquia
Así se vivió "Golpe de Estadio 2", un encuentro de fútbol por la paz de Colombia
El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Jacobo Arango, en la vereda Llano Grande, de Dabeiba, Antioquia, fue escenario de “Golpe de Estadio 2”, un encuentro por la paz y la reconciliación a través del fútbol. Participaron excombatientes de las FARC, el ELN y las AUC; fuerza pública y autoridades estatales; víctimas del conflicto; comunidades del municipio; entidades internacionales; exfutbolistas y personalidades.
El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Jacobo Arango, en la vereda Llano Grande, de Dabeiba, Antioquia, fue escenario de “Golpe de Estadio 2”, un encuentro por la paz y la reconciliación a través del fútbol. Participaron excombatientes de las FARC, el ELN y las AUC; fuerza pública y autoridades estatales; víctimas del conflicto; comunidades del municipio; entidades internacionales; exfutbolistas y personalidades.
jueves, 14 de junio de 2018
Así veían las Farc los mundiales en el monte
"Timo y Pastor, cediendo al entusiasmo de los guerrilleros, accedieron por fin a sacar el pequeño televisor a blanco y negro que cargaba una de sus tropas, mientras los muchachos se daban mañas para izar una antena"
Por Gabriel Ángel
Haber ingresado a las FARC en 1987, me ponía un año por delante del mundial de fútbol de 1986, que ganó Argentina con un Maradona elevado a la categoría de dios en las canchas mejicanas. Pasarían tres años antes de que se volviera a presentar otra copa mundo. Recuerdo que fueron esos los años de gloria del América de Cali en el torneo nacional, así como también los días amargos de la intromisión descarada de las mafias del narcotráfico en el fútbol rentado.
Todo eso había hecho que mi afición por el deporte de las multitudes menguara enormemente. En la guerrilla se sostenía que el fútbol era un negocio sucio en el que los resultados se ajustaban a los intereses de determinados grupos, de manera que el gran público resultaba ser siempre un juguete manipulado por estos. Pese a ello, un campeonato mundial de fútbol resultaba demasiado para cualquier argumento de esa naturaleza, sobre todo si Colombia había clasificado.
El mundial de 1990 me sorprendió en Santa Clara, un pueblecito de una veintena de casuchas ubicado en una hermosa cuchilla de 1400 metros, en jurisdicción de Fundación, Magdalena. Desde lejos tenía la forma perfecta de una hamaca y desde su calle central, la única además, se divisaban paisajes impresionantes hacia todos los puntos cardinales. Los blancos filos de la Sierra Nevada destacaban al oriente, al tiempo que al sur y al norte se atisbaban lejanías maravillosas.
Los hombres salían a trabajar en las fincas desde tempranas horas y los niños de la escuela ingresaban a clase en las primeras horas de la mañana. Después de la agitación que precedía la partida de los carros de la línea hacia el pueblo en el plan, Santa Clara quedaba casi vacía. Si no fuera por los altavoces de los equipos de sonido de algunos negocias de tienda y billar, en los que se podía oír las emisoras en FM de Barranquilla, el silencio lo habría invadido todo.
Colombia había ganado por 2 a 0 a Emiratos Árabes, y pese al empeño que puse por interesar a los escasos pobladores, en su mayoría mujeres, a seguir el juego contra Yugoeslavia por la televisión, nuestra selección terminó derrotada por un gol a cero. Algunas mujeres quisieron cogerme de burla por aquel resultado. Decidí responderles que no se trataba de un asunto personal, sino de la pasión del país entero. Allí jugaba nuestra selección nacional y todos teníamos el deber de apoyarla.
Entonces me propuse que el partido contra Alemania fuera a otro precio. De los seis guerrilleros asignados a la región, formé dos grupos con la misión de recorrer todas las veredas aledañas, invitando a los pobladores a ver aquel juego en el caserío. El día del partido había unos 150 espectadores. El dueño del billar más grande tenía uno de los dos únicos televisores a color en Santa Clara. Hablé con él para que permitiera ver el juego a todos allí.
Los guerrilleros nos vestimos con los colores de la bandera nacional, y muchos niños siguieron nuestro ejemplo. Otra gente se pintó el rostro de tricolor. Cuando inició aquel juego el recinto del billar tenía un lleno a reventar. Procuré encender las barras con consignas y vivas. A los pocos minutos de juego noté que la pasión por nuestro equipo se había apoderado de todos y todas allí. Las mujeres que me burlaron eran las más fanáticas vivando nuestro equipo.
Hasta el punto de que cuando faltando apenas unos minutos Alemania nos hizo el gol, vi lágrimas de angustia en el rostro de muchas de ellas. Parecía que habían perdido a su ser más querido. Por un momento me sentí culpable, yo era quien había llevado las cosas a tal paroxismo. Pero cuando Fredy Rincón empató faltando un minuto para el final, la explosión de felicidad general lo compensó todo. La gente se abrazaba y lloraba de alegría, quizás fue lo más hermoso que vi en la vida.
La fiesta se nos desbarató en el partido contra Camerún. Quizás había el doble de gente en el mismo local. Lloramos con el error fatal de Higuita, nuestra estrella y orgullo nacional. Los cohetes comprados se quedaron sin lanzar. Pasarían casi cuatro años para volver a experimentar lo mismo que en Santa Clara aquel día del empate glorioso con Alemania. Esta vez fue en el sur de Bolívar. Veníamos de varios días de marcha por entre la selva ardiente del Magdalena Medio.
Recién había terminado un largo operativo. No teníamos idea cómo lo habían sabido, pero por unos documentos capturados al enemigo tras un combate, nos enteramos de que aquella embestida tenía por objeto capturar o dar de baja a Timoleón Jiménez, el miembro del Secretariado Nacional que tenía algunos meses de haber llegado a la zona del 24 Frente. Nadie, salvo las unidades que comandaba Pastor y el mismo Timo, conocía de su presencia en la zona.
Había llegado allá en un arriesgado vuelo en avioneta desde los llanos orientales, las proezas que hacía la guerrilla en plena época de la persecución contra el fugado Pablo Escobar. Del Magdalena Medio santandereano, lo habíamos trasladado al otro lado del río grande, siempre por agua, de noche, castigados por el implacable zancudero que domina la región. Tras tres meses de reuniones con los mandos que fundaban el Bloque, por fin salíamos de lo más profundo de la selva.
Recuerdo que cruzamos el río Tamar y nos metimos a la montaña que hacía parte de la finca de un viejo colono fundador de la zona, cuando alguien recordó que estaba por comenzar el partido entre Argentina y Colombia, por la clasificación a la copa mundo de 1994. Timo y Pastor, cediendo al entusiasmo de los guerrilleros, accedieron por fin a sacar el pequeño televisor a blanco y negro que cargaba una de sus tropas, mientras los muchachos se daban mañas para izar una antena.
El partido tenía lugar en Buenos Aires, creíamos que íbamos a perder por goleada. Más de una vez los jefes estuvieron a punto de ordenar que se apagara el aparato y recogieran todo. Las atajadas de Oscar Córdoba, portero colombiano, y los goles que desperdició Argentina, obligaban a lanzar exclamaciones de júbilo. Pero nada como los cinco goles sucesivos de Rincón, Asprilla, Rincón, Asprilla y el tren Valencia. Era imposible contener la felicidad y la bulla respectiva.
Quizás porque todo el mundo se hallaba presenciando el juego, nadie se percató de la gritería que brotaba de aquella montaña esa tarde de 5 de septiembre. Ni siquiera estaba claro que el Ejército hubiera abandonado la zona por completo. Podía haber patrullas camufladas entre la jungla. Quizás ellas estarían también alborotando. Lo cierto fue que apenas terminó el partido, abandonamos el sitio a toda prisa, se suponía que nadie debía conocer nuestra presencia.
Del mundial de 2002, apenas escuché por radio, en medio de la operación que siguió a la ruptura de los diálogos del Caguán, que Brasil había sido campeón y que Ronaldo había sido su figura excepcional. No hubo la menor oportunidad de ver la televisión en un solo juego. Hasta escuchar la radio resultaba peligroso. Igual pasó con el mundial de 2006, en las vegas de los ríos Duda y Guayabero. El famoso cabezazo de Zidane lo miramos tiempo después, en directo fue imposible.
En el 2010 las cosas fueron muy distintas. Para entonces me hallaba en la serranía de La Macarena y los bombardeos, desembarcos y operaciones terrestres que perseguían al Mono Jojoy adquirían dimensiones épicas. El día 11 de junio se llevaba a cabo el primer juego, que enfrentaba a Méjico y Sudáfrica. Desde la madrugada, a unos 15 kilómetros al norte de nuestra ubicación, se oyó bombardeo aéreo y de morteros desde las cuatro de la mañana.
A las once llegaron los aviones Súper Tucano a descargar sus bombas en las inmediaciones de nuestro campamento. Desde entonces no hubo tregua, todos los días y noches se presentaban los aviones a descargar su explosivo una y otra vez. Resultaba imposible escuchar por la radio las transmisiones de los juegos. Debíamos permanecer en un lugar durante el día, mientras en la noche buscábamos otro sitio en donde dormir.
Había que hacer trincheras en los dos lugares. Así que cavábamos por la mañana y por la tarde. Las trincheras estaban ubicadas a un lado de nuestras caletas, de manera que pudiéramos saltar a ellas a la menor señal de peligro. Pese a ello, la presencia de los aviones se fue convirtiendo en rutina. Los muchachos desenredaban las esponjas de bombril y se las arreglaban para colocar una de sus puntas en el lugar más alto posible, la rama de algún árbol gigantesco.
Llamaban dichas antenas parabólicas. Con ellas se sintonizaba a la perfección la señal de la radio. Así que mientras cavábamos seguíamos los partidos de fútbol. Recuerdo la tristeza de Gerson cuando Brasil perdió ante Holanda. En su parecer, la mejor selección del mundial era la auriverde. Pero había quedado por fuera del torneo. La gran final se llevaría a cabo el domingo siguiente y enfrentaría a Holanda contra España.
Alexandra, la holandesa, permanecía en el campamento de El Mono, a unos quinientos metros del nuestro. Allá, en solidaridad con ella, todos se habían hecho fanáticos de la Naranja Mecánica. Supimos que El Mono ordenaba prender la televisión cuando jugaba dicha selección, un aparato a color alrededor del cual las tropas de su unidad se arremolinaban para mirar sus partidos. La señal entraba colocando la antena lo más alta posible.
Hablé un día antes de la final con Alexandra, conocida por la prensa como Tanja. Ella decía que en las lenguas nórdicas la “j” sonaba como “i”, así que la pronunciación correcta era Tania y no Tanja. Le dije que la tercera era la vencida, que yo había seguido a Holanda en el 74 y en el 78, cuando había quedado de segunda. Esta vez sería la campeona. No hubo bombardeo el día de la final, así que vivieron en directo la angustia de ver caer a Holanda ante España.
Aquello parecía un mal presagio, se había aguado la fiesta general. Algo más de dos meses después, El Mono perecería en el más aterrador de todos los bombardeos sufridos. Pese a ello, en el 2014, en pleno proceso de paz, los que nos hallábamos en La Habana tuvimos la oportunidad de seguir el campeonato mundial que ganó Alemania. Coincidió con una reunión con la dirección del ELN. Timo y Gabino presenciaron el partido que perdió Colombia con Brasil. Las cosas habían cambiado.
Publicado originalmente en Las 2 Orillas
Haber ingresado a las FARC en 1987, me ponía un año por delante del mundial de fútbol de 1986, que ganó Argentina con un Maradona elevado a la categoría de dios en las canchas mejicanas. Pasarían tres años antes de que se volviera a presentar otra copa mundo. Recuerdo que fueron esos los años de gloria del América de Cali en el torneo nacional, así como también los días amargos de la intromisión descarada de las mafias del narcotráfico en el fútbol rentado.
Todo eso había hecho que mi afición por el deporte de las multitudes menguara enormemente. En la guerrilla se sostenía que el fútbol era un negocio sucio en el que los resultados se ajustaban a los intereses de determinados grupos, de manera que el gran público resultaba ser siempre un juguete manipulado por estos. Pese a ello, un campeonato mundial de fútbol resultaba demasiado para cualquier argumento de esa naturaleza, sobre todo si Colombia había clasificado.
El mundial de 1990 me sorprendió en Santa Clara, un pueblecito de una veintena de casuchas ubicado en una hermosa cuchilla de 1400 metros, en jurisdicción de Fundación, Magdalena. Desde lejos tenía la forma perfecta de una hamaca y desde su calle central, la única además, se divisaban paisajes impresionantes hacia todos los puntos cardinales. Los blancos filos de la Sierra Nevada destacaban al oriente, al tiempo que al sur y al norte se atisbaban lejanías maravillosas.
Los hombres salían a trabajar en las fincas desde tempranas horas y los niños de la escuela ingresaban a clase en las primeras horas de la mañana. Después de la agitación que precedía la partida de los carros de la línea hacia el pueblo en el plan, Santa Clara quedaba casi vacía. Si no fuera por los altavoces de los equipos de sonido de algunos negocias de tienda y billar, en los que se podía oír las emisoras en FM de Barranquilla, el silencio lo habría invadido todo.
Colombia había ganado por 2 a 0 a Emiratos Árabes, y pese al empeño que puse por interesar a los escasos pobladores, en su mayoría mujeres, a seguir el juego contra Yugoeslavia por la televisión, nuestra selección terminó derrotada por un gol a cero. Algunas mujeres quisieron cogerme de burla por aquel resultado. Decidí responderles que no se trataba de un asunto personal, sino de la pasión del país entero. Allí jugaba nuestra selección nacional y todos teníamos el deber de apoyarla.
Entonces me propuse que el partido contra Alemania fuera a otro precio. De los seis guerrilleros asignados a la región, formé dos grupos con la misión de recorrer todas las veredas aledañas, invitando a los pobladores a ver aquel juego en el caserío. El día del partido había unos 150 espectadores. El dueño del billar más grande tenía uno de los dos únicos televisores a color en Santa Clara. Hablé con él para que permitiera ver el juego a todos allí.
Los guerrilleros nos vestimos con los colores de la bandera nacional, y muchos niños siguieron nuestro ejemplo. Otra gente se pintó el rostro de tricolor. Cuando inició aquel juego el recinto del billar tenía un lleno a reventar. Procuré encender las barras con consignas y vivas. A los pocos minutos de juego noté que la pasión por nuestro equipo se había apoderado de todos y todas allí. Las mujeres que me burlaron eran las más fanáticas vivando nuestro equipo.
Hasta el punto de que cuando faltando apenas unos minutos Alemania nos hizo el gol, vi lágrimas de angustia en el rostro de muchas de ellas. Parecía que habían perdido a su ser más querido. Por un momento me sentí culpable, yo era quien había llevado las cosas a tal paroxismo. Pero cuando Fredy Rincón empató faltando un minuto para el final, la explosión de felicidad general lo compensó todo. La gente se abrazaba y lloraba de alegría, quizás fue lo más hermoso que vi en la vida.
La fiesta se nos desbarató en el partido contra Camerún. Quizás había el doble de gente en el mismo local. Lloramos con el error fatal de Higuita, nuestra estrella y orgullo nacional. Los cohetes comprados se quedaron sin lanzar. Pasarían casi cuatro años para volver a experimentar lo mismo que en Santa Clara aquel día del empate glorioso con Alemania. Esta vez fue en el sur de Bolívar. Veníamos de varios días de marcha por entre la selva ardiente del Magdalena Medio.
Recién había terminado un largo operativo. No teníamos idea cómo lo habían sabido, pero por unos documentos capturados al enemigo tras un combate, nos enteramos de que aquella embestida tenía por objeto capturar o dar de baja a Timoleón Jiménez, el miembro del Secretariado Nacional que tenía algunos meses de haber llegado a la zona del 24 Frente. Nadie, salvo las unidades que comandaba Pastor y el mismo Timo, conocía de su presencia en la zona.
Había llegado allá en un arriesgado vuelo en avioneta desde los llanos orientales, las proezas que hacía la guerrilla en plena época de la persecución contra el fugado Pablo Escobar. Del Magdalena Medio santandereano, lo habíamos trasladado al otro lado del río grande, siempre por agua, de noche, castigados por el implacable zancudero que domina la región. Tras tres meses de reuniones con los mandos que fundaban el Bloque, por fin salíamos de lo más profundo de la selva.
Recuerdo que cruzamos el río Tamar y nos metimos a la montaña que hacía parte de la finca de un viejo colono fundador de la zona, cuando alguien recordó que estaba por comenzar el partido entre Argentina y Colombia, por la clasificación a la copa mundo de 1994. Timo y Pastor, cediendo al entusiasmo de los guerrilleros, accedieron por fin a sacar el pequeño televisor a blanco y negro que cargaba una de sus tropas, mientras los muchachos se daban mañas para izar una antena.
El partido tenía lugar en Buenos Aires, creíamos que íbamos a perder por goleada. Más de una vez los jefes estuvieron a punto de ordenar que se apagara el aparato y recogieran todo. Las atajadas de Oscar Córdoba, portero colombiano, y los goles que desperdició Argentina, obligaban a lanzar exclamaciones de júbilo. Pero nada como los cinco goles sucesivos de Rincón, Asprilla, Rincón, Asprilla y el tren Valencia. Era imposible contener la felicidad y la bulla respectiva.
Quizás porque todo el mundo se hallaba presenciando el juego, nadie se percató de la gritería que brotaba de aquella montaña esa tarde de 5 de septiembre. Ni siquiera estaba claro que el Ejército hubiera abandonado la zona por completo. Podía haber patrullas camufladas entre la jungla. Quizás ellas estarían también alborotando. Lo cierto fue que apenas terminó el partido, abandonamos el sitio a toda prisa, se suponía que nadie debía conocer nuestra presencia.
Del mundial de 2002, apenas escuché por radio, en medio de la operación que siguió a la ruptura de los diálogos del Caguán, que Brasil había sido campeón y que Ronaldo había sido su figura excepcional. No hubo la menor oportunidad de ver la televisión en un solo juego. Hasta escuchar la radio resultaba peligroso. Igual pasó con el mundial de 2006, en las vegas de los ríos Duda y Guayabero. El famoso cabezazo de Zidane lo miramos tiempo después, en directo fue imposible.
En el 2010 las cosas fueron muy distintas. Para entonces me hallaba en la serranía de La Macarena y los bombardeos, desembarcos y operaciones terrestres que perseguían al Mono Jojoy adquirían dimensiones épicas. El día 11 de junio se llevaba a cabo el primer juego, que enfrentaba a Méjico y Sudáfrica. Desde la madrugada, a unos 15 kilómetros al norte de nuestra ubicación, se oyó bombardeo aéreo y de morteros desde las cuatro de la mañana.
A las once llegaron los aviones Súper Tucano a descargar sus bombas en las inmediaciones de nuestro campamento. Desde entonces no hubo tregua, todos los días y noches se presentaban los aviones a descargar su explosivo una y otra vez. Resultaba imposible escuchar por la radio las transmisiones de los juegos. Debíamos permanecer en un lugar durante el día, mientras en la noche buscábamos otro sitio en donde dormir.
Había que hacer trincheras en los dos lugares. Así que cavábamos por la mañana y por la tarde. Las trincheras estaban ubicadas a un lado de nuestras caletas, de manera que pudiéramos saltar a ellas a la menor señal de peligro. Pese a ello, la presencia de los aviones se fue convirtiendo en rutina. Los muchachos desenredaban las esponjas de bombril y se las arreglaban para colocar una de sus puntas en el lugar más alto posible, la rama de algún árbol gigantesco.
Llamaban dichas antenas parabólicas. Con ellas se sintonizaba a la perfección la señal de la radio. Así que mientras cavábamos seguíamos los partidos de fútbol. Recuerdo la tristeza de Gerson cuando Brasil perdió ante Holanda. En su parecer, la mejor selección del mundial era la auriverde. Pero había quedado por fuera del torneo. La gran final se llevaría a cabo el domingo siguiente y enfrentaría a Holanda contra España.
Alexandra, la holandesa, permanecía en el campamento de El Mono, a unos quinientos metros del nuestro. Allá, en solidaridad con ella, todos se habían hecho fanáticos de la Naranja Mecánica. Supimos que El Mono ordenaba prender la televisión cuando jugaba dicha selección, un aparato a color alrededor del cual las tropas de su unidad se arremolinaban para mirar sus partidos. La señal entraba colocando la antena lo más alta posible.
Hablé un día antes de la final con Alexandra, conocida por la prensa como Tanja. Ella decía que en las lenguas nórdicas la “j” sonaba como “i”, así que la pronunciación correcta era Tania y no Tanja. Le dije que la tercera era la vencida, que yo había seguido a Holanda en el 74 y en el 78, cuando había quedado de segunda. Esta vez sería la campeona. No hubo bombardeo el día de la final, así que vivieron en directo la angustia de ver caer a Holanda ante España.
Aquello parecía un mal presagio, se había aguado la fiesta general. Algo más de dos meses después, El Mono perecería en el más aterrador de todos los bombardeos sufridos. Pese a ello, en el 2014, en pleno proceso de paz, los que nos hallábamos en La Habana tuvimos la oportunidad de seguir el campeonato mundial que ganó Alemania. Coincidió con una reunión con la dirección del ELN. Timo y Gabino presenciaron el partido que perdió Colombia con Brasil. Las cosas habían cambiado.
Publicado originalmente en Las 2 Orillas
martes, 12 de junio de 2018
Así será el Mundial para los maradonianos
Desde que le cortaron las piernas en Estados Unidos 94, Maradona igual estuvo presente en cada Copa del Mundo. Rusia 2018 no será la excepción: 'De la mano del diez' continuará el camino de 'De Zurda', todas las noches por Telesur
Por Nicolás Zuberman
Tiempo Argentino
Un Mundial es, entre otras cosas, la posibilidad de convivir con Diego Armando Maradona. Y en Rusia 2018, como sucedió en cada Copa del Mundo desde España 82 -a excepción del de 2002 cuando Japón le negó la visa-, eso volverá a ocurrir: Diego aparecerá 32 noches consecutivas en la pantalla de Telesur como conductor del programa De la mano del Diez junto al relator uruguayo Víctor Hugo Morales. Desde el 13 de junio, el día previo al partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudita, hasta que se juegue la final, estará al aire todas las noches por el canal con sede en Caracas que en Argentina ya no aparece en la TDA pero sí en los cableoperadores y también transmite en vivo por su sitio de Internet. Será una continuidad de De Zurda, el programa que marcó el mundial de Brasil 2014 para todos los maradonianos. Por la diferencia horaria, se grabará como un falso vivo después del último partido de la jornada y saldrá al aire a las 23 de Argentina.
A diferencia de lo que ocurrió en 2014, esta vez habrá presencia de Maradona en los estadios. La FIFA que organiza este Mundial no tiene la misma relación con el Diez que cuatro años atrás. Diego llega a Moscú no sólo como conductor televisivo sino también como embajador FIFA, lo que le abrirá más puertas que en la última Copa del Mundo. Según contaron desde la producción, están pactadas entrevistas entre el mejor jugador de todos los tiempos y Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, y Vladimir Putín, el presidente ruso.
De la mano del Diez será un programa político, social y cultural que tendrá al fútbol como excusa. Tal como fue con De Zurda el foco estará puesto en el andar de las selecciones latinoamericanas: Argentina, Uruguay, Colombia, Argentina, México, Perú y Costa Rica. Maradona estará en al menos un partido de esas selecciones. Y la impronta de la Patria Grande -como ocurrió con el hit que cantaron en 2014 Gustavo Santaolalla, Gustavo Cordera, Julieta Vengas y los colombianos de ChocQuibTown- estará presente desde la cortina musical. En este caso, le pondrán la voz Lila Downs, Charo Bogarín, de Tolonec, y el aporte del grupo colombiano, quienes fusionarán el ritmo latinoamericano con la sinfónica rusa.
Desde que le cortaron las piernas en Estados Unidos 1994 Maradona siguió presente en cada Mundial, pero dejando su impronta del otro lado de la línea de cal. Después de despedirse de la mano de Sue Carpenter, con la 10 en la espalda y la cinta de capitán atada al bíceps izquierdo, volvió cuatro años después para Francia 98 como comentarista: salió al aire por el canal América junto a Miguel Simón, Juan Pablo Varsky y Ángel Cappa. Ya se había retirado del fútbol casi un año atrás y mantenía una enemistad con Daniel Alberto Pasarella, el entrenador de aquella Selección: luego de la eliminación contra Holanda se autopostulaba como sucesor del Kaiser.
El Mundial siguiente, en Corea-Japón, lo siguió desde Cuba, donde se recuperaba luego de haber gambeteado a la muerte en Punta del Este a comienzos del 2000. Sí participó en dos spots publicitarios memorables: uno para Quilmes, donde con voz en off se asumía como hincha de la Selección, y otro para DirecTV, en el que iba casa por casa tocando timbres para despertar a la gente: “Arriba, Argentina, que empieza el Mundial”.
En Alemania 2006, volvió a ser comentarista. Esta vez, para la Cadena Cuatro de España. Una de las condiciones fue poder ir a ver los partidos de Argentina: en una de sus mejores versiones, mientras filmaba La Noche del Diez, estuvo en todos los partidos argentinos de ese mundial menos el de la eliminación ante Alemania, porque a algunos amigos que llegaban con él no los dejaron entrar. En Sudáfrica 2010 cumplió su profecía y llegó con el buzo de entrenador puesto. Fue su última oportunidad como protagonista. Después de ese 0-4 ante Alemania –“una trompada de Tyson”, lo definió el Diez- volvió a la televisión. En Brasil 2014 llegó De Zurda. Y ahora, en Rusia, tendrá continuidad con De la mano del Diez.
Por Nicolás Zuberman
Tiempo Argentino
Un Mundial es, entre otras cosas, la posibilidad de convivir con Diego Armando Maradona. Y en Rusia 2018, como sucedió en cada Copa del Mundo desde España 82 -a excepción del de 2002 cuando Japón le negó la visa-, eso volverá a ocurrir: Diego aparecerá 32 noches consecutivas en la pantalla de Telesur como conductor del programa De la mano del Diez junto al relator uruguayo Víctor Hugo Morales. Desde el 13 de junio, el día previo al partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudita, hasta que se juegue la final, estará al aire todas las noches por el canal con sede en Caracas que en Argentina ya no aparece en la TDA pero sí en los cableoperadores y también transmite en vivo por su sitio de Internet. Será una continuidad de De Zurda, el programa que marcó el mundial de Brasil 2014 para todos los maradonianos. Por la diferencia horaria, se grabará como un falso vivo después del último partido de la jornada y saldrá al aire a las 23 de Argentina.
A diferencia de lo que ocurrió en 2014, esta vez habrá presencia de Maradona en los estadios. La FIFA que organiza este Mundial no tiene la misma relación con el Diez que cuatro años atrás. Diego llega a Moscú no sólo como conductor televisivo sino también como embajador FIFA, lo que le abrirá más puertas que en la última Copa del Mundo. Según contaron desde la producción, están pactadas entrevistas entre el mejor jugador de todos los tiempos y Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, y Vladimir Putín, el presidente ruso.
De la mano del Diez será un programa político, social y cultural que tendrá al fútbol como excusa. Tal como fue con De Zurda el foco estará puesto en el andar de las selecciones latinoamericanas: Argentina, Uruguay, Colombia, Argentina, México, Perú y Costa Rica. Maradona estará en al menos un partido de esas selecciones. Y la impronta de la Patria Grande -como ocurrió con el hit que cantaron en 2014 Gustavo Santaolalla, Gustavo Cordera, Julieta Vengas y los colombianos de ChocQuibTown- estará presente desde la cortina musical. En este caso, le pondrán la voz Lila Downs, Charo Bogarín, de Tolonec, y el aporte del grupo colombiano, quienes fusionarán el ritmo latinoamericano con la sinfónica rusa.
Desde que le cortaron las piernas en Estados Unidos 1994 Maradona siguió presente en cada Mundial, pero dejando su impronta del otro lado de la línea de cal. Después de despedirse de la mano de Sue Carpenter, con la 10 en la espalda y la cinta de capitán atada al bíceps izquierdo, volvió cuatro años después para Francia 98 como comentarista: salió al aire por el canal América junto a Miguel Simón, Juan Pablo Varsky y Ángel Cappa. Ya se había retirado del fútbol casi un año atrás y mantenía una enemistad con Daniel Alberto Pasarella, el entrenador de aquella Selección: luego de la eliminación contra Holanda se autopostulaba como sucesor del Kaiser.
El Mundial siguiente, en Corea-Japón, lo siguió desde Cuba, donde se recuperaba luego de haber gambeteado a la muerte en Punta del Este a comienzos del 2000. Sí participó en dos spots publicitarios memorables: uno para Quilmes, donde con voz en off se asumía como hincha de la Selección, y otro para DirecTV, en el que iba casa por casa tocando timbres para despertar a la gente: “Arriba, Argentina, que empieza el Mundial”.
En Alemania 2006, volvió a ser comentarista. Esta vez, para la Cadena Cuatro de España. Una de las condiciones fue poder ir a ver los partidos de Argentina: en una de sus mejores versiones, mientras filmaba La Noche del Diez, estuvo en todos los partidos argentinos de ese mundial menos el de la eliminación ante Alemania, porque a algunos amigos que llegaban con él no los dejaron entrar. En Sudáfrica 2010 cumplió su profecía y llegó con el buzo de entrenador puesto. Fue su última oportunidad como protagonista. Después de ese 0-4 ante Alemania –“una trompada de Tyson”, lo definió el Diez- volvió a la televisión. En Brasil 2014 llegó De Zurda. Y ahora, en Rusia, tendrá continuidad con De la mano del Diez.
lunes, 4 de junio de 2018
Primera jornada de “Save the football”
Se pone en marcha "Save the football", una iniciativa que busca reivindicar en barrios y universidades el fútbol popular
El pasado sábado 2 de junio se llevó a cabo el primer conversatorio del colectivo “Save The Football”. Estos tienen como objetivo realizar un ciclo de conferencias en universidades y barrios sobre las apuestas existentes alrededor del fútbol en las que se impulsan proyectos deportivos, de investigación, producción escrita, entre otros, que den ejemplo de cómo a través de este deporte se encuentra una herramienta de paz, de construcción de sociedad y formación en valores.
En su primera edición, se llevó a cabo en el auditorio del torreón de la Universidad Pedagógica Nacional, estando liderado por Edwin Medina en calidad de moderador, quien es periodista y fundador del blog “La guerra del gol” y el fanpage “Sócrates Oliveira”. El panel de ponentes estuvo conformado por Camilo Rueda Navarro, periodista y creador del blog “Fútbol Rebelde”, el cual cumple 10 años de existencia; Nandy Nieto, psicóloga, investigadora sobre liderazgo transformacional en barras populares y editora del fanpage “Fútbol del Sur”, y Sebastián Sánchez, licenciado en Ciencias Sociales en formación, quien se desempeña como docente de la escuela de fútbol popular “Bukaneros”.
La primera ponencia fue la de Nandy Nieto, quien realizó una introducción a lo que fue su proyecto investigativo; cuál fue el método de investigación empleado, cómo se desarrolló y cuáles fueron sus hallazgos. Se centró en el liderazgo transformacional en particular, ya que es el liderazgo que busca fortalecer y empoderar a cada uno de sus integrantes a través de 4 ejes como la consideración individual, motivación inspiracional, influencia idealizada y estimulación intelectual. Se presentó la descripción sociodemográfica de esta población y los hallazgos, donde se resalta el fútbol como herramienta de resiliencia, organización comunitaria y con alto potencial de acción y manejo de grupos que impactan de manera positiva en las necesidades de su entorno.
La siguiente ponencia fue la de Camilo Rueda Navarro, quien hizo una presentación de cómo su blog surgía como un medio para resaltar las historias de fútbol rebelde que se alejan de lo que es fútbol moderno y su modelo de negocio. En su presentación resaltó la historia del fútbol y cómo llegó al nivel de organización actual, presentando una breve historia de la FIFA, sus dirigentes y manejos inadecuados que dieron origen al capítulo conocido como “Fifa Gate”, junto a ejemplos de manejo de grandes marcas presentes en el fútbol tales como Adidas y Puma y su relación con el fútbol negocio. Cerró su intervención presentando ejemplos de fútbol rebelde tales como Drogba y su rol como mediador de paz en Costa de Marfil y Sócrates y la democracia corinthiana.
La ponencia final estuvo a cargo de Sebastián Sánchez, quien inició con un aporte audiovisual sobre la localidad de Usme y las características de la misma donde se ejecuta el proyecto de “Bukaneros Fútbol Popular”. El video presenta el entorno del barrio, sus problemáticas y el espacio donde se realizan los entrenamientos. Se hace énfasis en el fútbol no como un fin, si no como un medio a través del cual se enseñan valores, disciplina, perseverancia y sobretodo se promueve el reconocimiento con el otro, donde se enseña ver a los pares como iguales y no como enemigos por un color o simples competidores. Se presenta la organización actual de la liga de fútbol popular y cómo este ejercicio se extiende a las familias y como apoyo en casos de maltrato infantil, o reconocimiento en paz de las diferencias.
El moderador realiza una ronda de preguntas iniciales a los ponentes como abrebocas y posteriormente el público muestra mayor motivación a interactuar con los panelistas. Se realizan cuestionamientos sobre el papel de las familias en la construcción de ética y valores a través del fútbol popular, sobre la postura de los ponentes frente a las asignaciones salariales vistas en el fútbol moderno, el impacto de las divisiones territoriales en las barras frente a la participación democrática y reconocimiento con el otro, herramientas para que el fútbol no sea una herramienta de distracción frente a las problemáticas nacionales e invitaciones por parte de los asistentes a abrir espacios de interacción, acción e investigación desde sus propios proyectos tales como escuelas de fútbol popular y BMX.
Esta primera edición deja una grata impresión sobre los proyectos existentes a través del fútbol como herramienta positiva de rebeldía, resistencia y resiliencia, junto a un público motivado en conocer más y aportar desde cada uno de ellos, un grano de arena para que entre todos salvemos el fútbol. Quedamos con gran expectativa sobre la segunda edición.
El pasado sábado 2 de junio se llevó a cabo el primer conversatorio del colectivo “Save The Football”. Estos tienen como objetivo realizar un ciclo de conferencias en universidades y barrios sobre las apuestas existentes alrededor del fútbol en las que se impulsan proyectos deportivos, de investigación, producción escrita, entre otros, que den ejemplo de cómo a través de este deporte se encuentra una herramienta de paz, de construcción de sociedad y formación en valores.
En su primera edición, se llevó a cabo en el auditorio del torreón de la Universidad Pedagógica Nacional, estando liderado por Edwin Medina en calidad de moderador, quien es periodista y fundador del blog “La guerra del gol” y el fanpage “Sócrates Oliveira”. El panel de ponentes estuvo conformado por Camilo Rueda Navarro, periodista y creador del blog “Fútbol Rebelde”, el cual cumple 10 años de existencia; Nandy Nieto, psicóloga, investigadora sobre liderazgo transformacional en barras populares y editora del fanpage “Fútbol del Sur”, y Sebastián Sánchez, licenciado en Ciencias Sociales en formación, quien se desempeña como docente de la escuela de fútbol popular “Bukaneros”.
La primera ponencia fue la de Nandy Nieto, quien realizó una introducción a lo que fue su proyecto investigativo; cuál fue el método de investigación empleado, cómo se desarrolló y cuáles fueron sus hallazgos. Se centró en el liderazgo transformacional en particular, ya que es el liderazgo que busca fortalecer y empoderar a cada uno de sus integrantes a través de 4 ejes como la consideración individual, motivación inspiracional, influencia idealizada y estimulación intelectual. Se presentó la descripción sociodemográfica de esta población y los hallazgos, donde se resalta el fútbol como herramienta de resiliencia, organización comunitaria y con alto potencial de acción y manejo de grupos que impactan de manera positiva en las necesidades de su entorno.
La siguiente ponencia fue la de Camilo Rueda Navarro, quien hizo una presentación de cómo su blog surgía como un medio para resaltar las historias de fútbol rebelde que se alejan de lo que es fútbol moderno y su modelo de negocio. En su presentación resaltó la historia del fútbol y cómo llegó al nivel de organización actual, presentando una breve historia de la FIFA, sus dirigentes y manejos inadecuados que dieron origen al capítulo conocido como “Fifa Gate”, junto a ejemplos de manejo de grandes marcas presentes en el fútbol tales como Adidas y Puma y su relación con el fútbol negocio. Cerró su intervención presentando ejemplos de fútbol rebelde tales como Drogba y su rol como mediador de paz en Costa de Marfil y Sócrates y la democracia corinthiana.
La ponencia final estuvo a cargo de Sebastián Sánchez, quien inició con un aporte audiovisual sobre la localidad de Usme y las características de la misma donde se ejecuta el proyecto de “Bukaneros Fútbol Popular”. El video presenta el entorno del barrio, sus problemáticas y el espacio donde se realizan los entrenamientos. Se hace énfasis en el fútbol no como un fin, si no como un medio a través del cual se enseñan valores, disciplina, perseverancia y sobretodo se promueve el reconocimiento con el otro, donde se enseña ver a los pares como iguales y no como enemigos por un color o simples competidores. Se presenta la organización actual de la liga de fútbol popular y cómo este ejercicio se extiende a las familias y como apoyo en casos de maltrato infantil, o reconocimiento en paz de las diferencias.
El moderador realiza una ronda de preguntas iniciales a los ponentes como abrebocas y posteriormente el público muestra mayor motivación a interactuar con los panelistas. Se realizan cuestionamientos sobre el papel de las familias en la construcción de ética y valores a través del fútbol popular, sobre la postura de los ponentes frente a las asignaciones salariales vistas en el fútbol moderno, el impacto de las divisiones territoriales en las barras frente a la participación democrática y reconocimiento con el otro, herramientas para que el fútbol no sea una herramienta de distracción frente a las problemáticas nacionales e invitaciones por parte de los asistentes a abrir espacios de interacción, acción e investigación desde sus propios proyectos tales como escuelas de fútbol popular y BMX.
Esta primera edición deja una grata impresión sobre los proyectos existentes a través del fútbol como herramienta positiva de rebeldía, resistencia y resiliencia, junto a un público motivado en conocer más y aportar desde cada uno de ellos, un grano de arena para que entre todos salvemos el fútbol. Quedamos con gran expectativa sobre la segunda edición.
viernes, 1 de junio de 2018
Seminario “Save the football”: el fútbol moderno, a debate
Inicia este sábado en la Universidad Pedagógica Nacional, en Bogotá
Este 2 de junio se realizará la primera sesión del seminario “Save the football”, una iniciativa que busca debatir en torno al fútbol y su relación con el poder y la sociedad.
En esta jornada se harán ponencias sobre fútbol femenino, la mercantilización del fútbol y las experiencias de fútbol popular como escenario de resistencia.
“Save the football” busca llegar a universidades y barrios populares de Bogotá para crear espacios de reflexión sobre el fútbol, sus dinámicas actuales y su potencial de transformación social.
Además, el equipo organizador espera que la actividad sirva para apoyar la Escuela de fútbol popular Bukaneros, que funciona en la localidad de Usme de la capital. Por ello invita a donar implementos deportivos para los niños y jóvenes que se benefician de este proyecto sin ánimo de lucro.
Primera sesión:
Sábado, 2 de junio, 3:00 pm.
Torreón B419, Universidad Pedagógica, calle 72 11-86.
Bogotá.
Este 2 de junio se realizará la primera sesión del seminario “Save the football”, una iniciativa que busca debatir en torno al fútbol y su relación con el poder y la sociedad.
En esta jornada se harán ponencias sobre fútbol femenino, la mercantilización del fútbol y las experiencias de fútbol popular como escenario de resistencia.
“Save the football” busca llegar a universidades y barrios populares de Bogotá para crear espacios de reflexión sobre el fútbol, sus dinámicas actuales y su potencial de transformación social.
Además, el equipo organizador espera que la actividad sirva para apoyar la Escuela de fútbol popular Bukaneros, que funciona en la localidad de Usme de la capital. Por ello invita a donar implementos deportivos para los niños y jóvenes que se benefician de este proyecto sin ánimo de lucro.
Primera sesión:
Sábado, 2 de junio, 3:00 pm.
Torreón B419, Universidad Pedagógica, calle 72 11-86.
Bogotá.
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