El primer estadio nacional de fútbol de Cisjordania corre el riesgo de ser demolido si un tribunal israelí le da la razón a colonos judíos que residen en las cercanías, a pesar de que la construcción es financiada por la FIFA, Alemania y Francia.
Por Jerrold Kessel y Pierre Klochendler
IPS Noticias
La Asociación Palestina de Fútbol pretendía inaugurar el estadio Faisal Husseini a fines de este mes, pero las autoridades israelíes ordenaron el cese de la construcción. La obra abarca 1,2 hectáreas en el pueblo cisjordano de El Bireh, junto al asentamiento judío de Psagot, construido a principios de los años '80 cuando Israel comenzó una política de colonización sobre las localidades palestinas.
El estadio prácticamente concluido, con capacidad para 8.000 personas, se convirtió así en el último ejemplo de cómo se emplea la burocracia para dejar de lado las aspiraciones palestinas en la Cisjordania ocupada por Israel hace 42 años.
Los colonos nacionalistas judíos de Psagot objetan la construcción misma del estadio y, de hecho, la mera existencia del pueblo palestino.
Aunque Psagot (cumbre en hebreo) se instaló en El Bireh en los años 80, para los colonos judíos son los palestinos quienes han vivido como intrusos durante generaciones en la localidad donde está ubicado el estadio.
Ahora, los colonos decidieron dar un paso más y no sólo objetar el derecho de los palestinos a planificar sus vidas y a dónde jugar al fútbol. Recurrieron al Alto Tribunal Israelí de Justicia de Jerusalén con el argumento de que el estadio amenaza el futuro desarrollo de su asentamiento.
Hasta la fecha, la selección nacional palestina estuvo obligada a jugar sus partidos lejos de su tierra natal, en Jordania o Qatar.
El mes pasado, con bombos y platillos, el estadio celebró su primer partido internacional, en un encuentro entre las selecciones femeninas de Jordania y Palestina. Al mismo asistió el primer ministro palestino Salam Fayyad y el presidente de la Asociación Palestina de Fútbol, Jibril Rajoub, una destacada personalidad que estuvo al frente del Aparato de Seguridad Preventivo en Cisjordania.
La FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) financia la construcción general del Faisal Husseini, mientras Alemania y Francia pagaron por la construcción de las gradas. La infraestructura, las luces y el tablero de puntuación corren por cuenta del municipio de El Bireh, propietario del terreno.
Hace un año, el presidente de la FIFA Sepp Blatter sentó la piedra angular del estadio, junto con Fayyad.
La jurisdicción por el territorio de Cisjordania ha sido fuente de batallas legales, políticas, diplomáticas e incluso armadas entre palestinos e israelíes, en general por los planes de Israel de expandir sus asentamientos, casi siempre ganadas por este último.
El futuro de Cisjordania también fue el quid de los acuerdos de paz de Oslo, celebrados en 1993. La zona, denominada "Área C" por el tratado, permanece bajo control israelí hasta que se negocie la paz definitiva.
Esa es la base actual de la batalla jurídica y burocrática por el estadio. Veinte años antes de Oslo, el municipio de El Bireh solicitó la autorización a la Administración Civil Israelí, o sea, a las autoridades de la ocupación, para llevar a cabo un plan edilicio en la zona donde está ubicado el Faisal Husseini.
Siete años después, el Consejo Nacional de Planificación y Construcción y el Consejo Supremo de Planificación de Israel dieron su aprobación definitiva.
Pero la saga del estadio no terminó allí. Parecería que lo definitivo nunca es tal en las batallas entre colonos judíos y palestinos, aun cuando el proyecto tiene el apoyo pleno de la FIFA y la aprobación del gobierno israelí.
El 11 de octubre, funcionarios de la Administración Civil israelí, acompañados por soldados, entregaron en el estadio una orden de suspensión de la obra.
El documento sostiene que la obra en las gradas del estadio se lleva a cabo "sin permiso… Por la presente se le obliga, de acuerdo con la ley de Planificación de 1966… a cesar la actividad y el uso sobre dicho terreno, y a demoler el edificio… y restaurar la localidad a su estado previo en el plazo de siete días".
Se advirtió al municipio de El Bireh que, de no cumplir la orden, "se tomarán todas las medidas legales en su contra, incluida la demolición de la estructura… a vuestro costo".
El terreno donde se construyó el estadio se encontraría dentro de la zona definida como Área C por el tratado de Oslo de 1993, "una designación política que supuestamente iba a ser temporaria", explicó a IPS Samih Al Abed, ex ministro de planificación de la Autoridad Palestina e integrante de los equipos de negociación de paz con Israel.
Los colonos de Psagot, con el apoyo de Regavim – una organización defensora de los asentamientos --, solicitaron al Alto Tribunal en noviembre que ordenara al Ministerio de Defensa israelí y la Administración Civil la demolición del estadio.
Ante el tribunal, los solicitantes esgrimieron la hipótesis de que "10.000 palestinos enardecidos se retiraran de un partido y desahogaran su ira o frustración o frenesí en la contigua Psagot".
Regavim se define como un "movimiento apolítico dedicado a preservar los terrenos estatales y los recursos territoriales nacionales".
El tribunal aprobó una orden judicial que congeló la continuación de la obra en el estadio hasta que reconsidere el tema en la segunda semana de este mes.
Funcionarios del municipio de El Bireh sostienen que la objeción al estadio tiene otros motivos. Ven una conexión entre la orden de suspensión de la obra con otra medida adoptada por el gobierno israelí: el congelamiento parcial de los asentamientos anunciado la semana pasada por el Primer Ministro Benjamín Netanyahu.
La Autoridad Palestina se niega a volver a la mesa de negociación con Israel mientras este no cese por completo la construcción de asentamientos, incluso en la ocupada Jerusalén oriental.
"Es un caso típico de presión israelí. El momento no es ninguna coincidencia. Como si dijeran ‘vuelven a negociar o los castigamos. Haremos lo que sea para perturbar sus vidas’", dijo Samih al Abed.
"Esto podría convertirse en un importante problema diplomático entre Alemania e Israel", declaró un funcionario alemán al diario Haaretz, de Tel Aviv. "Imagínese que un proyecto con financiación internacional sea demolido. Sería un escándalo político".
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