viernes, 4 de diciembre de 2009

Aquella noche faltó una estrella: el ícono del fútbol rebelde

En la inaguración del Mundial Alemania 2006 faltó una estrella. El ícono del fútbol rebelde desertó de la ceremonia, manteniéndose firme en su lucha personal contra un organismo que no garantiza como debería los derechos de los futbolistas. El antagonismo entre el astro argentino y la "multinacional del fútbol", la FIFA, continúa: el Pelusa no estará en el sorteo del Mundial 2010 por una sanción. Nota especial desde Munich, publicada el 14 de junio de 2006.

Por Amado Hidalgo
Periodista Costarricense

Mis ojos lo buscaron, abriendo surcos entre la multitud de estrellas que caminaban por el Allianz Arena, mientras una nube de mujeres-mariposa abanicaban sobre las cabezas de tantas luminarias.

Me encontré a la "Pantera" Eusebio, al "Matador" Kempes, al capitán de los franceses del 98, Deschamps, a los ítalos Bergomi y Tardelli, a Lothar Matthaeus, a Rummenigge, al "Káiser" y al gran Pelé.

Lo extrañaron los ojos del mundo, mientras en medio de la ceremonia, los aficionados lo miraban ascender hacia el palco de transmisión de una televisora española. Cuando "El Rey brasileño" acompañó a Claudia Schiffer a custodiar la Copa del Mundo, comprendí el motivo de la ausencia de Diego Armando Maradona.

Maradona junto a su hija asistiendo a un partido del Mundial Alemania 2006

Se apostó en su silla, y no tardó en acomodarse, cuando Leonardo Cordero, de Monumental, decidió ir por la presa. Le dejó ir la pregunta de rigor y esperó.

Salieron palabras casi amables deseando suerte a Costa Rica y pronosticando cosas grandes para su querida albiceleste.

Al día siguiente lo volví a ver en el estadio de Hamburgo. Enfundado en la camisa argentina, en el palco donde vio el triunfo sobre Costa de Marfil. Como en viejos tiempos, se refugió en Claudia, quien dejó de ser su esposa, pero sigue siendo su mujer.

Puedo decirles que es más famoso que cualquier rey o príncipe.

Es el ícono del futbol rebelde, sobreviviente de amargas luchas contra la FIFA. El último desplante fue ese, pero igual tuvo su noche, aplaudido por la masa, elevado por su ego.


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