El 19 de julio de 1966 Corea del Norte clasificó a cuartos de final gracias a una épica victoria 1 – 0 sobre Italia, como siempre favorita para ganar la Copa del Mundo. La sorpresiva gesta despertó elogios y arrojó un sinfín de curiosidades como el rumor, aún mentado por los historiadores del balón, según el cual los coreanos, aprovechando su parecido físico, prácticamente cambiaban el equipo en el entretiempo, pues no se encontraba razón que explicara el alto desempeño físico de sus jugadores, corredores incansables que pusieron en jaque a los rivales que enfrentaron.
Muchos años después el mito de los cambios se fue a pique por una explicación técnica: resulta que los coreanos hicieron una estupenda preparación física antes del Mundial. Su lugar de concentración fue Meckelenburg, Alemania, donde solamente se dedicaron al entrenamiento físico, restándole prioridad a los trabajos con balón. En Inglaterra también causó curiosidad el consumo de pimienta –un kilo diario- por parte de la plantilla, además de la numerosa delegación (75 personas) que llevaron a un país con el que no mantenían buenas relaciones diplomáticas, ya que fueron rivales en la Guerra de Corea y la BBC calificó a sus jugadores como “tan desconocidos que podrían venir volando desde el espacio exterior”.
Parte del exitoso desempeño del equipo tiene sus raíces en la ideología comunista y el periodo de cambio vivido en este país después de la guerra. “Chollima” -caballo de la mitología coreana- fue la denominación con la que se conoció la expansión económica de este país y también se utilizó para calificar al seleccionado que jugó sus partidos por fase de grupos en el Ayresome Park de Middlesbrough. El “Equipo Chollima” constantemente era espoleado por frases de batalla, llamados nacionalistas que tuvieron himno propio: “Podemos vencer a cualquiera, también a los más fuertes”, era una de sus estrofas.
La clave para que el público inglés se encariñara con los coreanos fue el fútbol desplegado en sus partidos. El espíritu combativo los impulsó a empatar con Chile (1 - 1) y aunque la Unión Soviética los goleó 3 – 0 el partido clave con los italianos se selló con una victoria histórica por 1 – 0, anotación de Doo Ik Pak, quien además de jugar era dentista del ejército. Italia sufrió mucho antes, durante y después de este partido.
Corea del Norte tuvo la fortuna de jugar con un hombre de más durante buena parte del compromiso, a raíz de la lesión de Giacomo Bulgarelli en el minuto 35 del primer tiempo y cuando Italia atacó encontró bien ubicado al portero Li Chan Myong, en portero más joven en la historia de los mundiales con 19 años. Sus manos desnudas no fueron obstáculo para frenar cada arremetida feroz e igualmente impotente.
La victoria trastocó los planes del equipo asiático, escéptico antes de jugar con Italia a tal punto que había reservado los pasajes para regresar a su país. En contraste, los italianos fueron recibidos con una lluvia de tomates en Génova. “Por suerte, se decidió ir a Génova a último momento para no aterrizar en Milán ni en Roma. Allí, seguro que nos mataban”, fue el testimonio de un futbolista de la azurra que prefirió el anonimato (Tomado del libro Historias Insólitas de los Mundiales de Fútbol). Años después la otra Corea también frustró los intereses italianos en la Copa del Mundo de Corea – Japón 2002, eliminándola en octavos de final.
El sueño mundialista de Corea del Norte perduró unos días más hasta que se cruzó con Portugal, su verdugo en cuartos con un 5 – 3 demoledor, pese a que el equipo asiático llegó a tener ventaja de tres goles en Goodison Park. Para la historia quedó esta primera participación de Corea del Norte, criticada y elogiada por la prensa internacional.
Futbolete.com
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