Graves incidentes se registraron el pasado 6 de marzo en la ciudad de Hamburgo (norte de Alemania) antes del encuentro entre el FC St. Pauli y el Hansa Rostock por la segunda división de la Bundesliga.
De acuerdo a informes, los hinchas arrojaron piedras, botellas y explosivos a la policía. "Fuimos atacados por hinchas de ambos equipos, sobre todo con piedras", dijo una portavoz policial, quien indicó que un policía resultó herido.
El encuentro entre los rivales del norte terminó con una victoria de 3-2 para el St.Pauli, pese a que su rival ganaba 2-0. Como consecuencia fue despedido el entrenador del Rostock Dieter Eilts.
Una vieja rivalidad
"Las dos aficiones están tan enemistadas que sólo piensan en agredirse", dijo el portavoz de la policía, que llegó a utilizar camiones con cañones de agua, porras antidisturbios y aerosoles de pimienta contra ambas hinchadas.
La rivalidad existe al menos desde la década de 1990, a causa de que el Hansa Rostock cuenta con un gran número de seguidores nazifascistas, mientras que el St. Pauli es de marcada filiación izquierdista, y en sus estatutos está consagrado el antifascismo como principio.
Los enfrentamientos se iniciaron ya antes de comenzar el partido y la policía detuvo a los primeros hinchas del St. Pauli local por provocar a los seguidores del conjunto visitante.
Los aficionados de Rostock necesitaron escolta policial para desplazarse desde la estación central de Hamburgo hasta el campo del St.Pauli, aunque los agentes no pudieron evitar que a sus puertas se produjeran enfrentamientos y que ambas hinchadas acabaran incluso atacando unidas a los agentes del orden con piedras y botellas.
En el descanso del partido los aficionados del Rostock calentaron aún mas los ánimos al encender numerosas bengalas y material pirotécnico, que envolvió el estadio en una gran nube de humo.
Al término del partido y a la salida del estadio se repitieron de nuevo las agresiones entre ambas hinchadas, que no acabaron hasta que los cerca de 1.500 seguidores del Rostock abandonaron en tren la ciudad tras ser escoltados de nuevo hasta la estación central de Hamburgo por un amplio dispositivo policial.
Pese a todo, un millar de aficionados del St.Pauli, a los que se sumaron activistas radicales de izquierda del llamado movimiento autónomo, se concentraron en la plaza del Pferdemarkt, donde protagonizaron nuevos enfrentamientos con la policía.
"Todo lo que se podía mover fue tirado por la calle, desde contenedores de basura a baldosas de las aceras", explicó el portavoz policial, quien señaló que la situación se tranquilizó finalmente bien entrada la noche.
El presidente del St. Pauli, Corny Littmann, reconoció ante la prensa que son "conscientes de los problemas con la hincada de Rostock" y se mostró aliviado de que por lo menos consiguieran "que se jugaran los 90 minutos de partido".
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