Un 26 de junio, el de 1969, la república de El Salvador rompe relaciones diplomáticas con Honduras en lo que se considera el preludio de la “guerra de las 100 horas” o la “guerra del fútbol”.
Por Notas.org.ar
En 1969 los países miembros de la Confederation of North, Central American and Caribbean Association Football (Concacaf) estaban definiendo las clasificaciones para el próximo Mundial de México 1970. Los ganadores de los cuatro grupos de la primera ronda, que debían enfrentarse en dos seminfinales, fueron Estados Unidos y Haití, por un lado, y Honduras y El Salvador, por otro.
La primera semifinal entre ambos países centroamericanos se juega en Tegucigalpa, capital de Honduras, y los locales se imponen por 1 a 0. El partido de vuelta se juega una semana más tarde en El Salvador y la selección local triunfa por 3 a 0. Esta victoria se produce en el marco de una fuertísima campaña antihondureña del gobierno y los medios de El Salvador, que deriva en incidentes en el estadio y en la persecución de la delegación hondureña hasta la frontera.
El contexto de la escalada de agresiones, por supuesto, poco tenía que ver con el fútbol. Ambos países estaban dirigidos por gobiernos militares (Oswaldo Enrique López Arellano en Honduras y Fidel Sánchez Hernández en El Salvador) y la situación económica era crítica. El Salvador, con una burguesía algo más desarrollada, consideraba a una Honduras meramente agroexportadora como el destino natural de su producción industrial. A principios de año el gobierno Hondureño comienza a poner restricciones a las importaciones de su vecino y decide impulsar una reforma agraria que expulsa a miles de hacendados salvadoreños afincados en esas tierras por lo menos desde la década del 20.
Esta decisión se constituye en un buen motivo para la persecución de los trabajadores salvadoreños en Honduras, llevada adelante particularmente por el grupo paramilitar conocido como “La mancha brava”. Miles de salvadoreños debieron abandonar Honduras por el acoso creciente, que se acentuaría luego de la goleada a la selección hondureña con agresiones y saqueos a casas y negocios de salvadoreños en Honduras. Los medios jugaron un rol muy importante en la escalada, propagando discursos chovinistas y violentos en ambos países.
Así las cosas, debía jugarse el partido definitorio. La FIFA dispone que se juegue el 27 de junio en el Estado Azteca mexicano. Producto de las agresiones desatadas en el partido previo y sus repercusiones en Honduras, el gobierno de El Salvador decide romper relaciones diplomáticas con Honduras el 26 de junio, víspera del partido definitorio. En tierras mexicanas el partido se desarrolla con normalidad, aunque con juego fuerte, y la selección salvadoreña gana 3 a 2 en tiempo suplementario. Ganador de su semifinal, El Salvador enfrenta a Haití y, luego de una serie de tres partidos, se clasifica para el mundial al vencer el Kingston a la selección local por 1 a 0.
Sin embargo, el histórico éxito futbolítistico que le permite por primera vez la clasificación a un Mundial, no descomprime las tensiones belicistas. Y el 14 de julio El Salvador lanza una ofensiva militar sobre territorio hondureño, en la que logra ocupar 1600 kilómetros cuadrados. La llamada “guerra del fútbol” (bautizada así por el reportero polaco Ryszard Kapuściński) duró apenas cinco días, pero dejó entre 4 mil y 6 mil víctimas civiles y provocó el éxodo de entre 60 y 130 mil salvadoreños residentes en Honduras. El 18 de julio la OEA decreta un cese el fuego y ambas naciones lo acatan, pero continúan en estado de guerra latente hasta que en 1980 restablecieron relaciones bilaterales. El conflicto limítrofe se resolvió en 1992 ante la Corte Internacional de La Haya.
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