Un grupo de hinchas del Manchester United, disconformes con la venta de la institución al magnate Glazer, fundó un club disidente en 2005. Desde entonces no para de ascender y de sumar adeptos en todo el mundo.
Por Waldemar Iglesias
El Clarín
"I don´t have to sell my soul". No había dudas. Traducida al español esa frase escrita en uno de los carteles fundacionales del Football Club United of Manchester era un mundo nuevo, un principio, una búsqueda: "No tengo que vender mi alma".
El FC United es un club inglés nacido como respuesta a un rasgo muy propio de estos tiempos: las instituciones están en manos de cualquier empresario dispuesto a poner una pila de dinero. Se trata de una escisión del Manchester United famoso y poderoso, generada a partir de la venta del club original al multimillonario estadounidense Malcolm Glazer, en 2005. Cuenta el blog Fútbol Rebelde: "Aquella operación soliviantó a los seguidores de toda la vida del United y un grupo de ellos se animó a constituir un nuevo club con la voluntad de convertirse en depositario del auténtico espíritu del Manchester United". Desde su nacimiento, estos Red Rebels ("Rebeldes Rojos", su apodo) no paran de crecer (consiguieron tres ascensos en tres años y pasaron del décima al séptimo nivel del fútbol inglés) y de sumar adhesiones incluso desde otras geografías lejanas. Hay cierta lógica en el fenómeno de acumulación de simpatías: este club disidente representa al fútbol como espacio de pertenencia y no como negocio.
Malcolm Glazer jamás leyó aquello que solía contar Albert Camus, arquero vocacional, escritor de Premio Nobel: "Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol". Ese dueño de su propio imperio económico jamás tiró un centro ni lo cabeceó; no atajó penales ni los pateó; no sufrió jamás una derrota con amigos; tampoco entendió nunca a esos hinchas capaces de gritar un gol bajo la lluvia sin temor a disfonías ni resfríos.
Hijo de inmigrantes lituanos, Malcolm Glazer es el dueño de First Allied Corporation, un holding que le permite controlar sus inversiones inmobiliarias, participaciones en compañías energéticas y de alimentación, también sus inversiones en gas natural y petróleo, en salud y en medios de comunicación. Para manejar al Manchester United -uno de los tres clubes más ricos del mundo- hizo lo que suele hacer: derivar tareas. Nombró a sus hijos (Joel y Avram) como directivos. Cuentan los medios que no le pertenecen que invirtió 810 millones de libras, que se financiaron gracias a préstamos bancarios, con bienes del club como garantía.
Tras las reuniones fundacionales del FC United, realizadas en el Manchester Methodist Hall y en el Apollo Theatre, más de 4.000 hinchas se comprometieron a dar ayuda financiera al lanzamiento del nuevo club. Se tomaron en la semana siguiente las primeras medidas: se designó a Karl Marginson como entrenador y abrieron las puertas a todos aquellos futbolistas y entusiastas que quisieran probarse para jugar en el FC United. Novecientos presentaron su solicitud (a modo de curriculum), 200 fueron admitidos inicialmente para las prácticas y de ellos quedaron los 17 que empezaron a representar a la institución. Al mismo tiempo, se estableció como fecha oficial de inicio de actividad el 14 de julio.
Con algunos de esos futbolistas de la prueba inicial y con otros que se fueron sumando, los resultados llevaron a ritmo de vértigo. Y con ese andar también llegaron algunas críticas. Alex Ferguson -histórico y exitoso entrenador del Manchester United- cuestionó la creación del club y acusó a los disidentes de "egoístas". También defendió la llegada del clan Glazer al club de Old Trafford. El mejor de los gerentes elogiaba a los patrones nuevos. Los rebeldes volvieron a mirarlo con desprecio.
El año pasado el FC United produjo uno de los grandes asombros de la historia de la FA Cup (la competición de clubes más antigua del mundo). Contra todo y contra todos, este equipo de la séptima división superó seis eliminatorias y generó un entusiasmo enorme entre los habitantes de las periferias de Manchester (el Greater Manchester). "Hubo seguidores que dijeron que en caso de emparejarse con el ManU no irían a Old Trafford para no proporcionar dinero a los Glazer", contó entonces Ashley Gray, periodista del Daily Mail. Otra declaración de principios; otro mensaje de una misma militancia.
Aquel eventual cruce habría sido el perfecto retrato del duelo del gigantón contra el pequeñín intrépido. Lo expresa Josep Coves, del diario Sport: "Todas las comparaciones con el Manchester United resultan hilarantes. Cada socio –unos dos mil– son accionistas del club. Pagan una cuota de entrada de 12 libras –tres los niños– y tienen derecho a un solo voto, independientemente de la cantidad donada. La junta directiva se elige de forma democrática. A nivel deportivo, los dos clubs están a años luz. Mientras el ManU tiene un volumen de negocio de 287 millones de libras, el FC United apenas rebasa las 440.000 libras por no hablar de las fichas de los jugadores".
Lo contó alguna vez el escritor mexicano Juan Villoro: "Desde luego que es posible escribir novelas sobre fútbol. El tema es qué tan buena puede ser esa novela. Tengo la impresión de que el fútbol está tan codificado que deja poco margen a la invención. Tiene misterios marginales, y por eso se presta más para el cuento. Por lo demás, sus excesos son ideales para la crónica. Pero tal vez me equivoco y sí es posible un Joyce o un Faulkner de las canchas". Sea cuento, novela o crónica, cuando alguien decida retratarla en el ámbito de la literatura, la del FC United será esencialmente una historia de amor a la esencia del deporte.
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