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La famosa campana del éxito mundial Hells Bells, de la banda de rock AC/DC, suena cuatro veces —¡dong!, ¡dong!, ¡dong!, ¡dong!— para luego dar paso al solo de guitarra con el que arranca la canción. ¿Qué tiene esto que ver con el fútbol? Pues que esos compases sirven para iniciar el ritual de los partidos que se disputan en el estadio Millerntor cuando el St. Pauli juega en casa. Con esa banda sonora como fondo, los once componentes del cuadro local y los once contrarios saltan al campo para medir sus fuerzas en la Bundesliga o en la Copa de Alemania entre la ensordecedora aclamación de los cerca de 25.000 espectadores que suelen abarrotar el caldero hamburgués.
Porque el St. Pauli y el fútbol son una pareja bien avenida. A primera vista, este club del norte de Alemania da la sensación de ser muy poquita cosa. Al fin y al cabo, nunca ha conquistado ningún título importante a lo largo de toda su historia. Entonces, ¿qué es lo que hace de esta casa, que este año celebra su centenario, una institución tan singular?
"El FC St. Pauli es, al igual que el Schalke 04, un club genuinamente arraigado en el terreno que pisa, con una hinchada que lo apoya con toda su alma y su pasión. Para mí, eso es algo muy importante. Los seguidores y los jugadores viven el club y eso nos da a todos nosotros la fuerza necesaria para hacer posible lo imposible", nos cuenta en su entrevista en exclusiva para FIFA.com el recién incorporado Carlos Zambrano, que llegó procedente del Schalke antes del comienzo de la temporada. Y agrega: "Hamburgo es la ciudad más bella de Alemania. ¡Me siento muy bien aquí!" El internacional peruano pronuncia ese veredicto unas semanas después de haber aterrizado en la ciudad hanseática.
También el otrora internacional alemán Gerald Asamoah se muestra más que encantado con su nuevo empleador ante los micrófonos de FIFA.com. "Me gustan los seguidores y la manera en la que aquí se aprovechan los medios disponibles. El club sabe optimizar sus posibilidades: eso es lo que me impresiona, lo extraordinario de este sitio".
Un club... ¡distinto!
La entidad a orillas del Elba tiene fama de ser, en efecto, "un club distinto". En la década de los años 1980, pasó a ocupar el estadio Millerntor en el barrio de St. Pauli, y adoptó la célebre enseña de la calavera pirata sobre fondo negro, que ha mantenido su vigencia hasta hoy. "Debe de haber sido en 1982 ó 1983", recuerda Doc Mabuse, quien, según cuenta la leyenda, fue el primero en llevarla al campo. "Fue entonces cuando compré la bandera de la calavera justo al lado del estadio, la grapé a un palo de escoba y me la llevé al partido". Otros punks lo vieron y decidieron imitarlo. Hoy en día, la imagen del club ha variado un tanto: ahora es "abierto, tolerante, alegre".
Hace algún tiempo, un estudio reveló que en Alemania hay más de 11 millones de simpatizantes del St. Pauli. El equipo de Hamburgo también disfruta de una nutrida hinchada en el extranjero, como por ejemplo en Francia y en Escocia, donde mantiene fuertes lazos de amistad con los seguidores del Celtic de Glasgow.
Es el conjunto lo llamativo. Porque no son sólo sus seguidores, sino también su ubicación lo que suscita interés. El Millerntor se halla en pleno barrio de St. Pauli, muy cerca de su célebre calle principal, la Reeperbahn, eje del distrito rojo en el centro de la ciudad, que todos los años atrae a millones de turistas. "Justo en medio se halla el estadio del FC St. Pauli, club legendario y bohemio, que una y otra vez despliega su fútbol refrescante y apasionado frente a los colosos de Alemania, para mayor gloria del campeonato", reza la publicidad de la oficina de turismo de la ciudad de Hamburgo en referencia a este curioso ente deportivo, que durante su historia ha ascendido cinco veces a la división de honor, se ha proclamado una vez campeón de Hamburgo, y ha sido una vez líder de la Bundesliga.
En tales circunstancias, no es de extrañar que también haya encontrado y siga encontrando caminos innovadores en lo concerniente al patrocinio. Actualmente, entre los patrocinadores del club se cuentan una marca de cerveza, un fabricante de fuegos artificiales y una empresa de erotismo que fabrica condones extra para beneficio del club. Anteriormente, las camisetas del St. Pauli lucían la publicidad de un fabricante de whisky, que era su principal mecenas.
La creatividad que se desborda en el estadio hamburgués de Millerntor se vio plasmada mejor que nunca con un suceso que ocurrió hace ocho años. En febrero de 2002, los Piratas de la Liga, que por entonces eran el farolillo rojo de la clasificación, ganaron por 2-1 en casa contra todo pronóstico al campeón histórico de Alemania, el Bayern de Múnich. A los responsables no se les ocurrió otra cosa que imprimir camisetas del club con la leyenda "Vencedor del campeón del mundo", habida cuenta de que el equipo muniqués se había coronado unas semanas antes campeón de la Copa Mundial de Clubes. Aún hoy pueden verse aficionados luciendo con orgullo esa prenda por las calles de la metrópoli.
Igual de inolvidable fue la denominada campaña de rescate, que un año después hubo de emprender la directiva para evitar la inminente quiebra y la subsecuente caída en la insignificancia: gracias a la iniciativa logró recaudar dos millones de euros en menos de tres meses. "Este tipo de inventiva es lo que me alucina", señala al respecto el entonces director técnico y actual Presidente del Bayern, Uli Hoeness.
La nueva era
No obstante, en los tiempos que corren, en los cuales se pueden ganar montones de dinero en el fútbol recurriendo al negocio publicitario, el FC St. Pauli ha logrado conservar hasta cierto punto su tradición: es uno de los pocos clubes de la Bundesliga que no ha vendido el nombre de su estadio. Ahora bien, eso no significa que se haya quedado con los brazos cruzados: el Millerntor se está modernizando y, tras las obras de reconstrucción, los campos de entrenamiento así como el centro de formación cumplen con los estándares más exigentes.
"Antes, en el St. Pauli había unos cuantos jugadores extranjeros de mediana categoría. Ahora estamos apostando deliberadamente por el talento de la región", comenta el actual entrenador, Holger Stanislawski, en relación a la nueva e inconspicua tendencia. Zambrano es el único profesional foráneo en la plantilla de los hanseáticos, 12 de cuyos 27 miembros provienen de los alrededores de Hamburgo.
En resumidas cuentas: el FC St. Pauli demuestra fehacientemente que también se pueden alcanzar grandes logros sin títulos y con escasos recursos financieros, y por eso llama tanto la atención en el cada vez más sofisticado mundo del fútbol. Será muy emocionante ver cómo se desenvuelve el recién ascendido en su octava campaña en la primera división alemana, y qué ingeniosas medidas toma para hacerse un hueco en el futuro.
Tal vez empiece esta misma semana, cuando salte al césped del Millerntor para batirse en feroz duelo con su archienemigo urbano y dinosaurio de la Bundesliga, el Hamburgo SV.
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