Por Fernando Acosta Riveros
“Estamos sufriendo la sede de los Juegos Panamericanos”, dijo recientemente el señor Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco. Algunos ciudadanos jaliscienses añadirían que Guadalajara, Zapopan ó la Zona Metropolitana Tapatía tiene la sede pero le faltan más deportistas de calidad. Empresarios y gobernantes de Jalisco y todo México han estado preocupados por comercializar el deporte. Con honrosas excepciones, a ningún gobernador o gerente de empresa nacional o multinacional le ha interesado el deporte como práctica para los ciudadanos.
México ha tenido deportistas de calidad, pero no los suficientes, para alcanzar grandes logros en competencias nacionales, regionales y mundiales. En los últimos nueve años, conocidos como “los tiempos del cambio” ha prevalecido la corrupción en los ámbitos directivos del deporte. En los medios de comunicación, principalmente en la televisión, se exalta la información espectacular sobre todo del fútbol. Se cubre poco o nada lo relacionado con otras disciplinas deportivas.
En Guadalajara mucha gente se considera de “espíritu deportivo” porque se sienta frente a un televisor, destapa una lata de cerveza, la combina con botanas grasosas y grita “¡viva!” a los equipos de primera división, que considera suyos, a la Selección Nacional de Fútbol que también considera su representante. Equivocación completa, porque los dueños de los equipos no invierten para favorecer a la población en materia deportiva. Los futbolistas de la selección nacional, quienes ganan igual o más que los diputados y senadores tampoco están interesados en que se promueva la práctica masiva de los deportes. Para ellos, lo interesante son los negocios, sobre todo sus grandes negocios, donde también hay corrupción y mafia.
El deporte es un derecho legítimo de los pueblos que va vinculado a la salud física y mental. Los países verdaderamente triunfadores en materia deportiva ven dicha actividad como una ciencia aplicada. No hay que ir muy lejos ni pretender compararse siempre con Estados Unidos ó Canadá. Cuba, país amigo y hermano de México, es un ejemplo de calidad deportiva.
Miles de hombres y mujeres especialistas, antropólogos, médicos, psicólogos, profesores de educación física, han trabajado con entusiasmo, durante los últimos 50 años para tener entre sus logros a figuras sobresalientes como: Alberto Juantorena, en atletismo y Teófilo Stevenson, en boxeo. A pesar de las condiciones difíciles impuestas por el bloqueo criminal estadounidense, Cuba es un ejemplo deportivo. Sus entrenadores tienen en cuenta la tradición cultural, las dietas, el clima, el peso y las tallas, todas las dimensiones antropométricas, porque en la patria de Ana Fidelia Quirot, el deporte está vinculado a la ciencia y la técnica, mientras en México, lamentablemente prevalecen los malos negocios, el individualismo, la transa, el robo y el engaño.
Ana Guevara en el atletismo y Belem Guerrero en el ciclismo, son figuras clave en la vida deportiva reciente de México. Hay que reconocerles su máximo esfuerzo y dedicación. Ocasionalmente recibieron apoyo de los gobiernos e incluso del sector empresarial. Sin embargo, es claro que los gobiernos se aprovechan del talento de algunos deportistas para presentarlos luego públicamente como sus representantes. En el año 2004, Alfredo Harp Helú, exitoso empresario, entregó a través de su fundación filantrópica 500 mil pesos a las ganadoras en los juegos olímpicos de Atenas. Son buenos esos estímulos, pero México no debe vivir esperando acciones de filantropía, sino que el Estado cumpla con la Constitución y proteja el deporte, la educación y la salud de todos los mexicanos sin excepción.
En Jalisco el gobierno se preocupa por apoyar a Lorena Ochoa, quien también ha tenido grandes logros y merece reconocimientos por su dedicación a la actividad deportiva. Cosecha triunfos, como recientemente en Japón, donde logró el subcampeonato y remontó 27 lugares. Ochoa tiene
triunfos deportivos y también mucho dinero. Las autoridades jaliscienses deberían trabajar por los adolescentes y jóvenes que viven en colonias y fraccionamientos marginados donde no existen espacios ni voluntad para practicar el deporte.
La situación deportiva en la Zona Metropolitana se parece a la actividad cultural como lo tituló recientemente el diario El Informador (léase El Inquisidor) en relación con la lectura en Jalisco: “Guadalajara tiene desde hace más de dos décadas la Feria Internacional del Libro (FIL) pero le faltan lectores”. Es verdad, por eso no pudo ser Capital Mundial del Libro. Ahora en 2009, Jalisco tiene la sede para los Juegos Panamericanos, pero le faltan más deportistas de calidad. Algunos conductores de espacios noticiosos en los canales de televisión hablaron recientemente con sorna y desprecio sobre Bogotá Distrito Capital, Colombia y Lima, Perú, ciudades hermanas de nuestra América, por su aspiración o la de sus gobiernos locales, para conquistar la sede de unos futuros juegos panamericanos. El alcalde de Bogotá, compañero Samuel Moreno Rojas, quien por cierto pertenece al Polo Democrático Alternativo, opositor al régimen narco paramilitar de Álvaro Uribe Vélez, ha promovido la cultura y el deporte de calidad entre los bogotanos y colombianos que residen en la ciudad que vio nacer al gran revolucionario de América: el padre Camilo Torres Restrepo, cura de los pobres y guerrillero heroico de la patria.
Una gran noticia deportiva en nuestra América durante este año 2009 fue el triunfo de la ciudad brasileña Río de Janeiro al obtener la sede para las Olimpiadas de 2016. Entre los deportistas de países africanos, asiáticos y latinoamericanos que integramos el llamado Tercer Mundo, se comparte la alegría que inundó al queridísimo Brasil donde muchísimos hombres y mujeres se esfuerzan cotidianamente y realizan tareas a favor del deporte de calidad para toda la población.
ABP
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