Caracas, 16 de marzo de 2009
Veo las fotos de los diarios desde lejos. Hay banderas que hablan de traición, de que “no sos más de Boca”, de códigos manchados (¿?). Veo a una parte de la hinchada más grande, colorida y festiva de Argentina, cuestionar a Diego Armando Maradona, el mejor 10 que tuvo esa hinchada, que lo vio jugar y festejar y llorar. Que lo vio despedirse de su puesto como capitán y jugador de fútbol, para siempre, en la Bombonera. Veo las fotos y estoy cada día más convencido que Argentina está patas para arriba. ¿Cuál fue ahora el pecado ignominioso que cometió Maradona? Ejercer como técnico de la selección argentina, exigir y responder a lo que él piensa que es lo mejor para el fútbol de la celeste y blanca.
¿Pero será posible que ahora ese pueblo de tribunas se ponga en contra del tipo que mejor representó al fútbol argentino y que se convirtió, por momentos, en un verdadero problema para los señores de la FIFA? No es raro ver a periodistas como Fernando Niembro o Enrique Macaya Márquez armar verdaderos operativos, dignos de Enrique Coty Nosiglia, contra alguien, y en ocasiones su blanco fue Maradona. ¿Pero tiene que ser la hinchada que lo ovacionó y que recibió de Maradona tantas alegrías la que ahora se mimetice con los “señores” del fútbol para atacar al técnico de la selección que toma decisiones y cumple su rol? ¿Cuántas cosas más va a tener que aguantar Maradona? Esa pregunta me ronda hace tiempo en la cabeza, me da vueltas y me asombra ver la capacidad de Maradona para soportar mentiras, difamaciones y demás pavadas (coloridas de supuesto periodismo) en su contra.
Siempre pensé que Maradona representaba al pueblo. Con sus contradicciones, errores y aciertos, en las acciones de Maradona muchas veces nos reflejamos y renegamos o nos alegramos de eso. Como lo hace él. Pero no tengo dudas que Maradona es más que el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. No sé si mucho o poco, pero es algo más. Mientras los grandes 10 del fútbol mundial, automáticamente finalizadas sus carreras se convirtieron en funcionarios de la FIFA (o sea, de la multinacional del fútbol), Maradona se peleó con esa institución, se reconcilió, se distanció y así continuamente. Mientras esos funcionarios religiosamente se reunían a sortear los grupos de los Mundiales, Maradona nunca aparecía en esas foto de “celebridades”. Y eso es una buena señal a favor de Maradona.
Pero la pregunta es siempre la misma: ¿cuánto más va a tener que soportar Diego? ¿Puede ser que, reconocido a nivel mundial por deportistas, líderes revolucionarios y gente de a pie, Maradona ahora se tenga que merecer el desplante de su hinchada? ¿Qué hizo Maradona? Le puso los puntos a un futbolista, algo bastante común para un técnico de fútbol... salvo que sea Maradona. Me cuentan algunos amigos que en los medios argentinos los buitres estaban emocionados por la “pelea” Maradona-Riquelme. Y cómo no lo van a estar si cada escándalo para ellos es abultar sus bolsillos y su poder de lobby, que haría temblar a la Casa Blanca.
La pregunta es la misma: ¿cuánto más va a tener que soportar Maradona? Pero le sumo otra más: ¿cuánto tiempo más vamos a dejar nosotros que Diego sea blanco de mercaderes, desvariados y resentidos sin sonrisas?
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