Por Gara
«El filme refleja una época siniestra de Uruguay, un país que tuvo una dictadura menos mediática que Argentina y Chile, pero no menos sangrienta», declaró ayer la directora de «Paisito», Ana Díez, y añadió que la trama «puede servir de metáfora para cualquier otra dictadura». La película viaja al Montevideo de 1973, cuando la dictadura militar empezaba a prender como un reguero de pólvora en el sur del continente y tiene como hilo conductor la historia de amor entre Xavi y Rosana, interpretados por Nicolás Pauls y María Botto en la edad adulta, ensalzada por la pasión por el fútbol que encandila este país en los años setenta.
Hijo de inmigrantes navarros, a quien dan vida Emilio Gutiérrez Caba y Andrea Davidovics, Xavi, que se convirtió en un famoso futbolista en Uruguay, al alcanzar su treintena es fichado por el Osasuna. Al llegar a Iruñea, se reencuentra con Rosana, exiliada con su familia y que esperó durante veinte años que Xavi viniera a buscarla. A partir de ahí, ambos viajarán al pasado para recordar aquello que les unió y les separó, con un diálogo cargado de inocencia, melancolía y reflexión y con una mirada tan irreconciliable como su propia historia de amor: Rosana se propone averiguar lo que pasó y reflexionar sobre su memoria, mientras Xavi no quiere saber nada del pasado.
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Heridas abiertas
La navarra Ana Díez, autora de largometrajes como «Algunas chicas doblan las piernas cuando hablan» (2001) y de documentales como «Galíndez» o «La mafia en La Habana», firma ahora «Paisito», nombre con el que los uruguayos se refieren a su país. Es una historia «desgarradora y tierna», que pretende reflejar «una época siniestra» de la historia de Uruguay y que tiene «conexiones con lo que pasó en España en un tiempo más lejano». Díez reiteró que como en el caso del Estado español, en Uruguay la transición «fue muy suave, muy pactada, hubo un pacto de no agresión mutuo» y ese pasado «está demasiado próximo y todavía no se han cerrado las heridas».
La dificultad para saldar cuentas con el pasado concuerda con la propia experiencia de Ana Díez en el rodaje: «Tuvimos que ser muy estilizados a la hora de plantear la historia, y decir que era una historia de amor de los setenta, porque no se podía decir 'en tiempos de dictadura'», aseguró.
La dictadura militar uruguaya, de menor repercusión mediática que las dictaduras de Argentina o Chile, «fue igual de cruel que las demás», declaró Díez. Pero «Paisito» no se centra en los hechos históricos sino en las vivencias de «la gente que está en el medio y que no quiso estar nunca involucrada en el horror que se vivió después», como ocurre a las familias protagonistas y en concreto a los padres de Rosana y Xavi.
La presencia del fútbol -así como un poema de Mario Benedetti- son un guiño a ese «Paisito», con el que Ana Díez ha querido recordar que «el fútbol es una religión en Uruguay», además de resaltar que «las dictaduras utilizan los espectáculos de masas».
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