Una investigación de ‘France Football’ y otra de la Europol prendieron las alertas.
Por Isabel Ferrer y Miguel Mora
El País
Una red corrupta de apuestas futbolísticas coordinada desde Singapur, destapada esta semana por la Europol, y una investigación de la revista France Football que aporta datos, pruebas y testimonios sobre una operación de corrupción política que dio lugar a la designación de Catar como sede del Mundial 2022, tienen en jaque el fútbol. Y aunque hay defensas y excusas de un lado y otro, lo cierto es que hoy el deporte pasa por una crisis de credibilidad mundial, si a ello se le suma la reciente confesión de Lance Armstrong, el todopoderoso siete veces campeón del Tour de Francia, sobre sus prácticas de dopaje.
El primer golpe del año para el fútbol lo propinó dicha revista francesa al acusar a las dos asociaciones internacionales, a la Confederación Africana, a las federaciones de Francia y Emiratos Árabes Unidos, al expresidente francés Nicolás Sarkozy y al presidente de la Uefa, Michel Platini, de haber colaborado en una trama que favoreció los intereses comunes de los presuntos implicados en el tema.
Inclusive Platini reconoce haber estado presente en una cena, celebrada en el Palacio del Elíseo a finales de 2010, junto al presidente Sarkozy y el primer ministro de Catar, Hamad al Thani, en la que se supuestamente se pactaron los votos y se trató sobre las ventas del PSG y de los derechos de televisión de la Ligue 1 a la familia real catarí.
La revista afirmó entonces que el presidente de la Uefa aceptó votar por Catar y no por Estados Unidos, como pensaba hacer, y que su voto funcionó como contrapartida para una operación más amplia, diseñada supuestamente por Sarkozy y sus aliados cataríes.
El 2 de diciembre de 2010, efectivamente, Catar se impuso en la votación del comité ejecutivo de la Fifa. Aunque Estados Unidos partía como gran favorito, y pese a que la candidatura árabe tenía grandes puntos oscuros y multitud de infraestructuras sin proyectar, Catar logró 14 votos de los 22 emitidos.
No es la primera vez que se habla del supuesto amaño de la designación de Catar. Hace unos meses, el exvicepresidente de la Fifa Jack Warner había insinuado que cuatro miembros del comité habían recibido unos 20 millones de dólares a cambio de su voto por ese país. Y se apuntaron los nombres del camerunés Issa Hayatou, el paraguayo Nicolás Léoz, el argentino Julio Grondona y el guatemalteco Rafael Salguero.
Mientras el mundo espera una declaración oficial de la Fifa sobre el caso de Catar, el fútbol recibió un segundo sacudón, luego de que la policía europea anunciara, tras una investigación que se llevó a cabo en 13 países, un amaño en por lo menos 380 partidos disputados entre 2009 y 2011. Según policías y fiscales, al menos 150 de los encuentros fueron acomodados en 15 países, entre ellos Austria, Eslovenia, Hungría, Croacia, Holanda, Gran Bretaña, Turquía y Alemania.
En la lista de partidos comprados aparecen varios de clasificación para la Copa del Mundo, de la Liga de Campeones —dos partidos, uno de ellos disputado en Inglaterra— y de varias ligas nacionales. Las operaciones generaron unos beneficios de unos ocho millones de euros. Los sobornos pagados a unas 425 personas, entre jugadores, árbitros, jueces de línea y directivos de los clubes, sumaron dos millones. Una serie de correos personales, enviados por la red desde Singapur, servían para hacer entrega de sobres de 100.000 euros, lo que se pagaba de media por cada soborno. Las actividades delictivas llegaron hasta América Central y Suramérica, África y Asia, donde hay dudas de 300 partidos más.
“Sospechamos de dos fases clasificatorias del Mundial disputadas en África, y de otra en América Central”, dijo Fridhelm Althans, inspector de la policía germana. Solo en su país, 14 personas han sido condenadas a un total de 39 años de prisión por apuestas ilegales y amaños. “Es un día triste para el fútbol europeo, que muestra también la influencia corruptora del crimen organizado en la sociedad. Es un problema de integridad, como sucede con el ciclismo. Erradicar estas prácticas requiere un esfuerzo conjunto para llevar a los culpables ante la justicia”, añadió Rob Wainwright, director de la Europol.
En enero de este año, el secretario general de la propia Uefa, Gianni Infantino, subrayó su voluntad de borrar del fútbol “este cáncer de los amaños, que amenaza el deporte mismo”.
Como Europol, Infantino pidió la colaboración “de la familia futbolística y de otros órganos deportivos para preservar los valores del juego”. La Fifa, por su parte, ya suspendió en agosto de 2011 a seis dirigentes húngaros y bosnios por comprar sendos choques amistosos (entre Letonia y Bolivia, y entre Bulgaria y Estonia), valiéndose a su vez de las apuestas.
Las investigaciones de la Europol siguen su curso y de ahí que no haya desvelado datos concretos sobre los partidos comprados. Sí cifró en 13.000 el total de correos electrónicos analizados para desentrañar el funcionamiento de la red corrupta y lograr la detención de 50 personas. Para otras 80 se han pedido órdenes de arresto tras 18 meses de investigaciones. Solo en Europa, las apuestas por internet generan unos 12.000 millones de euros anuales.
En España, esta modalidad de juego de azar contabilizó 250 millones de euros en 2012, según informes de la Universidad Complutense de Madrid. En el curso de sus rastreos, la policía europea no ha encontrado visos de corrupción en la Primera División española, ya fuera a través de sus árbitros, clubes o jugadores. “Alguno de los partidos estudiados sí fue en España, pero esa es toda la relación”, según Althans. Sin embargo, hace poco más de 15 días, Javier Tebas, vicepresidente de la Liga de Fútbol Profesional, denunció en Onda Cero que en España se amañaban resultados: “Hay una verdad real y una verdad jurídica. La verdad real: uno es consciente de que se compran partidos. La verdad jurídica es que hay que demostrarlo para poder sancionar. Y ese paso es el que tenemos que estar dando. Estamos intentando desenmascarar a los tramposos, porque hay tramposos en el fútbol español”, dijo.
La Europol mostró como ejemplo un vídeo de un partido de las selecciones sub-20 de Argentina y Bolivia disputado en diciembre de 2010 y que servía como preparación para el Suramericano del año siguiente en Perú. En dicho encuentro, el árbitro, Lengyel Kolos, de nacionalidad húngara, señaló un penalti muy dudoso a favor de los argentinos en el minuto 100, por un leve contacto con el albiceleste Araújo. Además, añadió 13 minutos de descuento en total, sin que pudieran justificarse por pérdidas de tiempo. Argentina ganó por 1-0.
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