"Dedico este triunfo a los mártires de la revolución egipcia”, afirmó Hussam Al Badri, el técnico del Al Ahly. El sábado pasado, su equipo echó por tierra los pronósticos y se consagró campeón de la Champions Legue africana, el máximo torneo continental de clubes del contienente. No importaba ya la falta de competencia en Egipto durante 9 meses. Ni el empate en el primer partido, que ponía a su rival, el Esperance de Túnez, como favorito para llevarse la copa. El Al Ahly se impuso por 2 a 1 como visitante y dedicó el triunfo a sus hinchas. "Queríamos este trofeo para ofrecerlo a las familias y a las almas de los mártires de Port Said”, dijo la estrella del equipo, Abdallah el Saied.
Si en algún lugar del mundo alguna vez alguien pudiese hacer una revolución en el fútbol, Egipto es hoy el lugar donde ese proceso es posible. Tras la tragedia de Port Said, donde murieron 74 personas, los hinchas organizados, liderados por los fanáticos del Al Ahly, han iniciado una batalla contra la Asociación Egipcia, los dirigentes deportivos, los dirigentes políticos, la policía e incluso la justicia, que entre otras cosas ha impedido la reanudación de la liga.
Aquella masacre de Port Said, ocurrida el 1º de febrero pasado, estuvo atravesada por la lógica política del país africano. En las revueltas que habían derrocado al presidente Hosni Mubarak a comienzos de 2011, los hinchas de los dos equipos más importantes del país tuvieron una activa participación, pero en distintos bandos. Mientras que los fanáticos del Al Ahly pusieron el cuerpo para enfrentar a las fuerzas de seguridad y derrocar al presidente, los hinchas del Al Masry se alinearon en defensa del primer mandatario.
Port Said fue una consecuencia de aquellos enfrentamientos previos en las calles. Hinchas del Al Masry invadieron el campo tras el final de un partido y atacaron directamente a los jugadores y fanáticos del Al Ahly. Las puertas del estadio estaban cerradas y la policía no intervino. Murieron 74 personas y más de 1.000 resultaron heridas.
Por aquella tragedia fue disuelta la junta directiva de la Asociación. El gobernador de Port Said y el jefe de la policía local abandonaron sus cargos. Desde entonces la liga está suspendida. La Asociación intentó la reanudación en septiembre primero y en octubre después, siempre con resultados fallidos. Pese a la falta de encuentros domésticos oficiales, los hinchas organizados se han mantenido activos y han logrado influir sobre los dirigentes deportivos, la política y la justicia del país.
La búsqueda de castigo para los responsables de la masacre ha sido el objetivo principal de las movilizaciones y los fanáticos no están dispuestos a permitir el reinicio de la competencia oficial hasta no ver a los responsables tras las rejas. Por ahora lo han logrado. Setenta y cuatro personas, entre ellas nueve agentes de seguridad, están entre los acusados de un proceso que no carga con ninguna sentencia.
Como bien relata el excelente blog "The Turbulent World of Middle East Soccer", el nuevo presidente del país, Mohamed Morsi, ha trabajado por la reanudación de la liga, ya que ve en el fútbol la posibilidad de demostrar que en Egipto poco a poco la situación vuelve a la normalidad tras la caída de Mubarak. Los dirigentes deportivos han empujado para que vuelva a correr el balón, pero el Ministerio del Interior ha exigido a los clubes mejoras en infraestructura, como la colocación de cámaras de seguridad y puertas electrónicas en los estadios. Las fuerzas de seguridad, mientras tanto, no apoyan el reinicio de la competencia por temor a nuevos incidentes. En pocos días se reanudarán los torneos de las ligas menores.
La policía y el ejército juegan un papel importante en el conflicto. Estos grupos funcionaron como una suerte de poder autónomo en los últimos 50 años. Actualmente, las fuerzas de seguridad son vistas por los fanáticos de fútbol y por buena parte de la sociedad egipcia como una institución con usos y costumbres del antiguo régimen, poco afectivas a las normas democráticas. El presidente Morsi relevó recientemente a los altos mandos de las fuerzas, pero no ha avanzado en una reforma integral de la policía.
Mientras tanto, los hinchas están en la calle, como lo hicieron en la caída de Mubarak. Fanáticos del Al Ahly marcharon a la sede de la federación en varias ocasiones e incluso se presentaron frente al palacio presidencial para reclamar por justicia para los 74 hinchas fallecidos. También participaron activamente de una manifestación contra la absolución de los 24 acusados por la llamada “Batalla de los Camellos”, un enfrentamiento previo a la caída de Mubarak que terminó con 11 manifestantes fallecidos, entre ellos varios fanáticos.
Los hinchas organizados del Al Ahly, que se unen bajo el título de “Ahlawy”, también se manifestaron frente a la sede del club y frente a algunos medios de comunicación por las falsas informaciones que se brindan sobre ellos. Sus reclamos obligaron al dirigente egipcio Hani Abu-Reida, miembro del comité ejecutivo de la FIFA, a abandonar su candidatura a presidente de la Asociación. Abu-Reida era acusado por los fanáticos por su filiación al Partido Nacional Democrático, liderado por Mubarak, y por operar para que el Al Masry no sea castigado tras los sucesos de Port Said. El presidente del Al Ahly, Hassan Hamdi, tiene prohibido salir del país y está bajo investigación por corrupción tras las protestas de los hinchas. La justicia también anunció que se investigarán las irregularidades financieras en la organización de la Copa de África 2006, que se disputó en Egipto.
Así las cosas, la reanudación de la liga se ha vuelto una fuerte disputa de poder entre hinchas, dirigentes deportivos, dirigentes políticos y las fuerzas de seguridad. El Ministerio de Deportes fue el centro de manifestaciones de hinchas y futbolistas a favor y en contra de la suspensión. En octubre pasado, en la previa del partido entre Sunshine Stars de Nigeria y el Al Ahly, por la semifinales de la Champions africana, un grupo de jugadores profesionales bloquearon la entrada al hotel del equipo nigeriano para reclamar por la vuelta de la competencia oficial. Hinchas del Al Ahly despejaron el camino por la fuerza.
Tras ganar la serie ante el Sunshine Stars, el Al Ahly jugó el primer partido de la final en una cancha militar, cerca de Alejandría, por razones de seguridad. El empate 1 a 1 parecía alejar las chances de victoria. El pasado sábado, poco antes de la revancha en Túnez, 51 niños egipcios murieron cuando su camión escolar fue embestido por un tren. El luto se mezcló con la alegría tras la victoria por 2 a 1. Un hincha del Al Ahly explicó en Twitter la sensación de muchos: "Cuando tengamos nuestra revancha por la muerte de mis 74 hermanos que murieron por #Ahly, solo entonces celebraré este victoria. Hasta entonces los guardaré en mi corazón”.
Tomado de: http://pelotaafuera.blogspot.com/
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