El "deporte de masas" tiene una historia alternativa poco conocida y muchas veces omitida, que muestra su carácter popular, su vinculación a formas organizativas de la clase obrera, y su carácter de espacio de resistencia y rebeldía. Por Camilo Rueda NavarroPublicado originalmente en la revista Viento del Sur, N.2, abril de 2005. Origen y masificación Se dice que el fútbol, como muchas otras cosas, tiene sus orígenes en la China antigua. También hay indicios de la práctica de un violento deporte practicado con una bola en las civilizaciones precolombinas, principalmente mayas y aztecas. Pero el fútbol moderno, como lo conocemos hoy en día, tiene su origen en Inglaterra. Este deporte se popularizó a lo largo del siglo XIX, ligado al crecimiento de la clase obrera inglesa y escocesa. En esos años, la práctica del fútbol estuvo articulada a la lucha obrera por la disminución de la duración de la jornada laboral (en esas épocas de 14 ó 16 horas) y a las demandas de tiempo libre, deporte y recreación de los asalariados. En ese momento, el fútbol se conviertió en patrimonio popular, y las clases de élite migraron a la práctica de otros deportes como el rugby y el polo. Los trabajadores mercantiles de la gran flota inglesa lo empiezan a llevar por todo el mundo, a los dominios del gran imperio británico de finales del siglo XIX. Tiene particular arraigo en el Cono Sur y en los puertos de Latinoamérica, como Montevideo (Uruguay), donde es creado en 1887 el club Peñarol. Migrantes europeos, huyendo de sus países por razones políticas o por su crítico estado de pobreza, buscan una nueva vida en los países suramericanos. De esta forma, grandes colonias italianas y españolas traen consigo la práctica del fútbol al "nuevo mundo". El club Boca Júniors, de Buenos Aires, fue fundado por habitantes del barrio de La Boca, lugar donde queda el puerto de la ciudad y donde tienen su hogar numerosos migrantes que recién arribaban al país argentino. Los colores del club (azul y oro) fueron adoptados de la bandera de un barco sueco que llegó al puerto en el momento en que se formaba el nuevo equipo, en 1905. A los hinchas de Boca se les conoce como "los xeneizes", adjetivo para referirse en Italia a los nacidos en Génova, pues un alto número de migrantes provenientes de esta ciudad italiana habitaban en el barrio de La Boca y jugaban en este equipo, o eran simpatizantes de él. Así mismo, sus rivales los empiezan a llamar "los bosteros", pues por estas épocas el tránsito era a caballo, y las personas más humildes se ocupaban recogiendo la "bosta" o excrementos de los animales, y como en Boca tenían asiento trabajadores y migrantes desocupados, se les adjudica este calificativo. A su vez, trabajadores ferroviarios fundan múltiples equipos de fútbol, muchas veces adjuntos a sindicatos obreros. Tal es el caso de Ferrocarril Oeste, equipo fundado por los trabajadores del transporte en tren, símbolo del advenimiento del capitalismo industrial. Así mismo, Argentinos Júniors nació llamándose "Mártires de Chicago" por los obreros caídos el 1 de mayo, así como un 1 de mayo fue el día escogido para fundar el club Chacarita Juniors conformado por obreros anarquistas, en la biblioteca de un comité socialista argentino. En estos años, y siguiendo el ideario asociativo de socialistas y anarquistas, los obreros fundaban por doquier clubes sociales y deportivos, que son los antecedentes de los equipos de la actualidad. El fútbol como expresión política y social A mediados del siglo XX, los hinchas del Rácing Club de Argentina, reunidos en la barra "La Guardia Imperial", eran en su mayoría obreros del barrio de Avellaneda, en Buenos Aires, donde tiene su hogar el equipo albiceleste. El movimiento peronista tuvo su lugar de mayor arraigo y fortaleza en el barrio Avellaneda, donde habitaba la masa obrera seguidora del caudillo. Por esta razón, el estadio de Rácing lleva el nombre de Juan Domingo Perón. En España, el club catalán Barcelona, más conocido como el "Barça", siempre representó y simbolizó a la república española, en oposición al monárquico, franquista y aristocrático Real Madrid (que ha llegado a ser uno de los equipos más racistas del mundo: cuando el jugador colombiano Freddy Rincón fue contratado por el Real, los hinchas lo silbaban y hacían pintas en el estadio que decían: "negro salvaje, vuelve a la selva"). Mientras que en el Barcelona fue tal el grado de identificación con la República, que una vez iniciada la guerra civil española (en 1936), el equipo emprendió una gira internacional recaudando fondos para la resistencia republicana y la lucha contra el franquismo. Luego de la guerra, el Barça encarnó la oposición al unanimismo católico de la dictadura y al centralismo madrilista. Durante las décadas de 1960 y 1970, en el Cono Sur, las nacientes "barras bravas" se convierten en una auténtica manifestación social en contra del autoritarismo de las dictaduras en Argentina, Chile y Uruguay. Estos espacios, integrados mayoritariamente por jóvenes, se convierten durante estos años en espacios de resistencia, donde se entonan cánticos rebeldes, y se extienden banderas que en ocasiones denunciaban la violación de los derechos humanos o exigían el fin de la dictadura. Desde la modernidad, los pueblos son representados en el contexto mundial por Estados nacionales. Pero hoy en día, uno de los principales símbolos de representación es la selección nacional de fútbol. Por esa razón, en años recientes se ha conformado la selección nacional de Palestina (donde juega el delantero de Santa Fe, Alejandro Naif) que, a causa del bloqueo y la ocupación israelí sobre sus territorios, se ha conformado con jugadores de países del exterior, a base de palestinos migrantes, como los que viven en Chile y Argentina, quienes, pese a estar "latinoamericanizados", mantienen la cultura árabe y, sobre todo, la nacionalidad y tradición palestina, y por ello defienden sus colores en una cancha de fútbol. La selección de Palestina, cuyo pueblo ha existido por muchos años sin su propio Estado, ha sido reconocida internacionalmente en primer lugar por la FIFA (antes de que lo haya hecho la ONU), ganando su estatus internacional como nación. En 1999, durante la agresión militar de Estados Unidos y la OTAN contra la desaparecida Yugoslavia, decenas de jugadores de ese país, que militaban en equipos de Europa, emprendieron un movimiento en contra de la guerra y la agresión. Cuando anotaban goles, festejaban mostrando avisos en sus camisetas que decían "OTAN asesinos"; "abajo la OTAN"; o "fuera tropas de Yugoslavia", entre otros. Este movimiento tuvo una gran repercusión internacional, que causó que la FIFA decretara como infracción la muestra de avisos en las camisetas, sancionando a los jugadores que lo hicieran, en un abierto atentado contra la libertad de expresión. El fútbol ha sido una de las muestras de la idiosincrasia de los pueblos, reflejando características nacionales como el pragmatismo inglés, la recia actitud alemana, la alegría brasilera, la "garra charrúa" de los uruguayos, o la "fuerza guaraní" de los paraguayos, entre otros muchos casos de verdadera representación social. Pero trascendiendo el espacio nacional, el fútbol también ha reflejado las contradicciones sociales y las diferencias en el seno de las sociedades. Por ejemplo, el Boca representó los migrantes pobres y trabajadores que llegaban a Buenos Aires y se instalaban cerca del puerto, en el barrio de la Boca. Su rival tradicional, el River Plate, tiene sus instalaciones en un prestigioso barrio de la ciudad, y cuenta con un lujoso estadio donde juega la selección nacional. A River se les apoda "los millonarios", haciendo alusión a sus grandes recursos económicos y a las costosas transferencias de jugadores que han hecho en la historia. En el caso colombiano, el equipo Los Millonarios, como su homónimo argentino, encarna valores como el triunfalismo, la tradición y el prestigio. El equipo que ha sido llamado el "ballet azul", se le reconoce por la contabilidad mercantilista de sus "13 estrellas" obtenidas. Mientras su histórico rival de ciudad, Santa Fe, ha representado "la garra" y la fuerza del pueblo, el sacrificio, la humildad, la nobleza, y la capacidad de entrega frente a la adversidad. Santa Fe, que fue el primer campeón del fútbol colombiano sin ser favorito, se convirtió en un equipo grande a punta de sacrificio, y en los últimos años, enfrentó a los "narco-dreamteams" de Gacha, Escobar y los Rodríguez. En un país donde echó raíces el dogmatismo político y la intolerancia, mecánicamente se relacionó el azul del uniforme de Millonarios con el conservatismo. Por el contrario, en una de las banderas de las barras de Santa Fe encontramos al caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán, figura recordada por esta hinchada, y al que se le recuerda como "del pueblo", es decir, santafereño. Fútbol y capitalismo Luego de su popularización y éxito en muchos países del mundo, el fútbol es rápidamente mercantilizado e incorporado por el capitalismo. Las grandes empresas empiezan a ver en él una jugosa fuente de ganancias. Así, y con el beneplácito y complicidad de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), el fútbol pasa a ser un negocio redondo. En él, el jugador pasa a convertirse en una mercancía, y ahora no defenderá su camiseta, sino que será un "mercenario del deporte" que servirá a la causa del mejor postor. El dios dinero pasará a dominar por completo el fútbol. En la era del predominio del capital financiero, en el fútbol pasan a un segundo plano el barrio, el puerto, el sindicato, la ciudad, la región y la nación, otrora estandartes del futbolista. El fútbol será concebido ahora como un "espectáculo de masas", propio para el lucro individual, donde llegarán con sus garras las empresas multinacionales como Coca-Cola, Mastercard, LG, o Cerveza Águila. Y la FIFA será la gran empresa multinacional del fútbol, administrando la rentabilidad de todo el negocio. Y más aún, el fútbol será el complemento perfecto al orden social existente, con el castigo respectivo a los desobedientes. Han existido casos como el mundial Argentina 78, que fue apoyado por los militares para limpiar ante el mundo la mala imagen de la dictadura. Y en muchos otros casos, el fútbol será manipulado por gobiernos para legitimar sus acciones, y para distraer a la gente de los problemas sociales. Maradona, el rebelde del fútbol Diego Armando Maradona, como muchos de los futbolistas profesionales, tiene un origen humilde. Nació en el paupérrimo barrio de Villa Fiorito en Buenos Aires, donde vivía en un rancho con su familia. Allí aprendió a jugar fútbol en los potreros y calles, y pronto se convirtió en figura del fútbol. Después de jugar en Boca Juniors, Maradona va en 1986 al mundial con la selección argentina. En México 86 "caen las tropas de su majestad": la selección inglesa. Justo después de la guerra de Malvinas, Maradona hace lo que no pudieron los militares argentinos: derrotar a Inglaterra liderando el "ejército" de Bilardo, representante de la nación argentina, dolida por la derrota de 1982. Con dos genialidades de Maradona: la célebre "mano de dios" y un gol de antología, calificado como el mejor de los mundiales, Argentina deja por fuera del mundial a los ingleses, y luego, derrotando 3-2 a Alemania, se corona campeón. Al año siguiente, en 1987, Maradona va al club italiano Nápoles, en Italia. Allí, como en muchas partes del mundo, el país está dividido en dos: el Norte industrializado, rico y próspero, y el Sur, agrario, atrasado y pobre. Cuando el Nápoles, equipo de la principal ciudad del Sur, jugaba en el Norte, era recibido con carteles que decían "Bienvenidos a Italia". Con Maradona "cayó el Norte de la Italia rica". El astro argentino logró hacer grande a un equipo chico. Con sus goles consiguió que el Nápoles fuera campeón de Italia, derrotando a los tradicionales Lazio, Inter y demás equipos del norte. (Maradona es aborrecido por los seguidores del Milán, un equipo que tiene como hinchas a jóvenes "cabezas rapadas" simpatizantes del fascismo, y como propietario a Silvio Berlusconi, el dueño de los principales medios de comunicación y de media Italia, y para completar, desde hace unos años, primer ministro). Pero el Nápoles, ahora con Maradona, fue y derrotó al equipo que los había ofendido. Y luego, derrotando a los grandes equipos del continente, logró que el Nápoles fuera campeón de Europa. Pero Maradona también jugó fuera de las canchas. Fue el primer promotor del movimiento sindical del fútbol. En Argentina logró la consolidación de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), sindicato de los jugadores de ése país. Y con otras figuras del fútbol, ha promovido la creación de una asociación internacional de futbolistas que defienda sus intereses. Desde el mundial de 1986, Maradona se opuso a los partidos bajo el sol inclemente de mediodía, pues la FIFA programaba los encuentros para que coincidieran con el horario estelar de la noche en Europa, para comercializarlos en TV. Así mismo, exigió la fiscalización de los recursos de la FIFA, que recibe una millonaria suma por el fútbol, sin beneficio alguno para los que generan esta ganancia. Maradona ha sido crítico de los militares, del Papa, de la FIFA, de los medios... y de todos los poderosos. Y admirador del Che, amigo de Fidel, enamorado de Cuba. Nos afirma que "tipos como Videla hacen que el nombre de Argentina esté sucio afuera; en cambio, el del Che nos tendría que hacer sentir orgullosos". Por estas razones, Maradona fue blanco en varias oportunidades de persecución y montajes. Y más aún, fue la antítesis de Pelé, el que dio el paso de ser un gran jugador y figura ejemplar para todos los futbolistas, a ser el consentido de la FIFA y símbolo de Mastercard (todo un símbolo comercial). Pelé negro, Maradona blanco. Pelé diestro, Maradona zurdo. Pelé brasilero, Maradona argentino. Pelé sonriendo con la FIFA, Maradona criticando a la FIFA. Pelé entregado al capital, promoviendo "la tarjeta mundial", Maradona rebelde, promoviendo el movimiento sindical... Tiempo de adición El capitalismo convierte todo lo que se encuentra en su camino en mercancía, y el fútbol no podía ser la excepción. Hoy en día, los equipos son auténticas empresas, y los jugadores no son más que mercancías, que en muchos casos se venden al mejor postor. Sin embargo, el fútbol sigue siendo auténticamente popular, pues son pocos los jugadores famosos que tienen un origen de élite. Es más, los mejores jugadores siguen saliendo de las capas pobres de la población (como Carlos Tévez o Ronaldinho). Y pese a los millones que manejan las multinacionales que rondan al fútbol, no lo pueden comprar. Tampoco valen de nada los millones que invierte por ejemplo el poderoso Real Madrid en las grandes estrellas del fútbol, pues cuando sale a la cancha, pierde con cualquier equipo. Todo, porque el fútbol sigue siendo del pueblo: de la gente de los barrios, de los puertos humildes como Tumaco, y de los separadores de las avenidas, donde se suele ver a la hora del almuerzo a los célebres rusos (obreros de la construcción), jugando con un balón. Fuentes -ARIAS, Eduardo. "El libro del mundial". Bogotá, Voluntad, 1994. |
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